28 marzo, 2024

La infame historia de los campos de tortura británicos de los que nadie habla | Cultura Colectiva – Cultura Colectiva

Luego de la guerra, miles de ingleses migraron a Kenia con el propósito de una vida. Sin embargo, terminaron por aterrorizar al país africano.

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Cuando hablamos de villanos en la historia, siempre encontraremos a Judas Iscariote, Hernán Cortés y Adolf Hitler, entre otros. Personajes malvados que hicieron de sus víctimas mártires que hasta la fecha veneramos y por supuesto, catalogamos como héroes. Los chicos malos de la historia hacen más interesante el relato y por consiguiente, le dan a los personajes principales un valor más alto del que suponen. El “camino del héroe” siempre pondrá a alguien que obstaculice el curso de la historia.

Desde de la Segunda Guerra Mundial, no existe otro antagonista tan malvado como Adolf Hitler. Desde su aparición, nadie más ha sido considerado “El Anticristo”. No hay persona que encuentre la figura del Führer indiferente. Luego de exterminar millones de judíos y tratar al resto de las razas como simples objetos de diversión, cualquier atrocidad nos parece insignificante. Gracias a ello, capítulos de la historia igualmente graves como la rebelión de Mau-Mau en Kenia, se han quedado aislados del imaginario colectivo.

Al finalizar la guerra que hiciera de Hitler una leyenda casi infernal, quedaron en el mundo algunos conflictos que distan mucho de haber sido pequeños. El hambre de poder, el complejo de superioridad y el factor económico influyeron para que quedaran algunas llamaradas que poco a poco se han ido a apagando y otras que han alimentado más su fuego, como es el caso de Inglaterra, quien es ahora uno de esos “villanos” que nadie había notado con anterioridad.

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La rebelión de los Mau Mau

A mediados del siglo XIX, la población en Kenia sumaba 2.5 millones de habitantes, de los cuales una muy pequeña porción eran africanos, el resto eran colonos ingleses que, al finalizar la guerra, pensaron que podían recuperar el poder de antaño sobre algunos países “inferiores”. Así, muchos inmigrantes ingleses, escapando de la desolación y destrucción de su país, llegaron a Kenia tratando de encontrar un lugar futuro para vivir, mantenerse y reconstruir ciudades.

Se formó entonces un parlamento en el que sólo tenían participación cinco kenianos entre un número significativo de ingleses. Ante tal injusticia, luego de 25 años de colonización, algunos disidentes formaron un pequeño grupo militar que se dividía en dos: un sector dedicado completamente al manejo de armas y otro más bien pasivo, que mediaban todo con la razón y el pensamiento. Al primero se le comenzó a llamar Mau Mau, aunque ellos preferían autodenominarse como “el ejército de la tierra y libertad”.

En 1951, con algunas batallas entre ellos y pequeños grupos de colonos iniciados por la distribución de las tierras, Inglaterra comenzó a ponerse alerta ante la posible rebelión de los kenianos. Éstos últimos nunca dejaron sus creencias de lado, por lo que hacían rituales de iniciación y algunos ritos específicos. Ante estas tradiciones, los ingleses difundieron su imagen como una tribu bárbara propia del infierno, causando el repudio y miedo de una gran parte del globo. En efecto, la mala fama de los Mau Mau llegó a casi todo el mundo.

La represión y tortura británica

Al no ser aceptadas las demandas de una distribución justa de las tierras y del buen trato a los pobladores, en 1952 estalló la revuelta. Inglaterra envió tropas a África y el conflicto tomó forma de guerra civil. Los kenianos luchaban defendiendo sus tierras y sus tradiciones. Buscaban dejar de ser vistos como los nuevos nazis y querían reivindicar su nombre honrando sus creencias y por supuesto, luchaban por el control de su país. Entre sus demandas estaba erradicar la esclavitud y la ocupación forzada. Inglaterra se negó rotundamente. No estaban dispuestos a perder poderío, tierras y gente que hiciera el trabajo pesado.

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Al ver  el interés de lo kenianos en sus propia población y su incansable lucha por mantenerse en pie, los británicos recurrieron a métodos violentos que dejaron secuelas físicas y psicológicas en las víctimas. Paulo Nzili, ahora con 84 años, recuerda cada uno de los horrores que vivió, como la castración con pinzas que sufrió. Lo mismo sucedió con Wambugu Wa Nyingi, quién fue golpeado hasta quedar inconsciente; su daño físico era tal que su cuerpo herido fue arrojado junto a los cadáveres.

Las torturas, según sus víctimas, incluían una muy lenta castración que les realizaban con unas pinzas calientes, además de constantes golpizas que los dejaban inconscientes o al borde de la desesperación. ¿Cuál era la finalidad? Someterlos y causarles pavor. En los enormes terrenos cercados por alambres de púas había guardias encargados de controlar el área.

Cuando alguno pasaba la línea permitida era señal de que probablemente no volverían a verlo por mucho tiempo, o nunca. El castigo era muy doloroso y cruel. Como si no bastara con castrarlos, cometían violaciones anales en las que los guardias ingleses, además de introducirles sus miembros, utilizaban animales pequeños como ratas o sapos y botellas de vidrio para causarles más dolor. Los obligaban a comer heces o se las arrojaban encima. Muchos de los torturados coincidieron en que no sólo el dolor físico los aquejaba, sino la vergüenza e impotencia de no poder hacer nada al respecto en ese momento.

No obstante, los Mau Mau jamás desistieron, lucharon hasta que las tropas inglesas recibieron la orden de ceder para llegar a un acuerdo en el que las reformas establecidas por los kenianos se terminaron de consolidar con la Conferencia de Lancaster House. Entonces, la población pudo elegir a su primer presidente, la forma de su gobierno y por supuesto, su independencia luego del desalojo inglés.

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Los villanos no siempre son los mismos, hay algunos lobos que van con la piel de cordero encima y saben guardar las apariencias. Hace apenas tres años, Inglaterra aceptó haber cometido abusos en contra de Kenia, ya que no sólo dominaban sus tierras, sino que los maltrataban de manera inhumana y trataron de exterminar sus creencias y formas de vida. Así, entre la vergüenza y la desesperación, negociaron pagos compensatorios por millones de dólares a miles de habitantes africanos que sufrieron los efectos de la colonización.

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Kenia es un país que sigue en crecimiento luego de su liberación, finalmente la salud es un tema de importancia y por ello ha llegado la primera vacuna para erradicar enfermedades. No obstante, sigue existiendo injusticia y malos tratos en algunas zonas africanas como la persecución a los albinos por “ser narcotraficantes”.

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Referencias:

The Guardian

Semanario Proceso

El País

Origen: La infame historia de los campos de tortura británicos de los que nadie habla | Cultura Colectiva – Cultura Colectiva

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