Así se manipula la historia de la «violenta» Conquista española de Hernán Cortés en los colegios de México
Desde la década de 1960, en las escuelas públicas de primaria y secundaria la historia se enseñó a través de una serie de libros gratuitos y obligatorios que destacaban la conquista española supuestamente violenta contra los pueblos indígenas
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El agravio no es nuevo ni se reduce a la polémica carta que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) envió la semana pasada al Rey Felipe VI y al Papa. En ella, el presidente mexicano exigía a ambos que pidieran disculpas por la conquista de su país hace 500 años. «Fue una invasión. Hubo matanzas, imposiciones, la llamada conquista se hizo con la espada y la cruz. Se edificaron las Iglesias encima de los templos», aseguraba el presidente mexicano en un mensaje publicado minutos antes de dar un discurso en Tabasco para recordar la Batalla de Centla, un enfrentamiento que tuvo lugar el 14 de marzo de 1519 entre las tropas de Cortés y los mayas-chontales. Y advertía: «Debe hacerse un relato de los agravios y que se pida perdón a los pueblos originarios por las violaciones a lo que ahora se conoce como Derechos Humanos» por parte de España.
Las palabras de López Obrador dejaron perplejos e indignados al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y a los líderes del PP, Ciudadanos y Vox. «La carta de López Obrador es una ofensa intolerable al pueblo español. Así actúa el populismo: falseando la historia y buscando el enfrentamiento», declaró Albert Rivera. «Que se disculpe él, que tiene apellidos españoles y vive allí. Si este individuo se cree de verdad lo que dice, es un imbécil. Si no se lo cree, es un sinvergüenza», denunció el presidente de VOX, Santiago Abascal, en referencia a los abuelos del presidente, inmigrantes españoles.
Sin embargo, la Leyenda Negra que persigue a España desde hace más de cinco siglos ha sido alimentada desde México en ámbitos mucho más importantes y peligrosos que la misiva de su presidente. Desde 1960 y hasta 2009, en las escuelas públicas de educación primaria y secundaria del país norteamericano, la historia se enseñó a través de una serie de libros gratuitos y obligatorios que enseñaban que el pequeño ejército de Cortés conquistó violentamente sus tierras y perpetró todo tipo de «matanzas» de indígenas.
El sitio de México-Tenochtitlan
En 2009, se repartieron 176 millones de estos manuales a 26 millones de alumnos hasta los 15 años de edad. Una costumbre que el Gobierno mexicano implantó en la década de los 60, con un contenido fue diseñado por la Secretaría de Educación Pública (SEP) y la ayuda de una serie de especialistas que, en el caso de esta asignatura, hicieron hincapié en los supuestos abusos contra la población autóctona por los que AMLO exige ahora disculpas al Vaticano y a la Monarquía española.
Una de las matanzas más graves según estos volúmenes es el sitio de México-Tenochtitlan, la capital del imperio azteca, en 1521. Cuentan que acabó con la vida de miles de personas por hambre y enfermedad, pero la historia es mucha más compleja que eso, puesto que obviaron la situación de terror, opresión y asesinatos en masa que Hernán Cortés se encontró al llegar al Nuevo Mundo. El conquistador español aprovechó el odio extendido entre los pueblos indígenas vecino contra el Imperio Azteca por, en primer lugar, el sistema de tributos que habían implantado sobre numerosos pueblos del centro de México, de la región de Guerrero y de la costa del golfo de México, así como algunas zonas de Oaxaca, aprovechando su superioridad militar. Y, sobre todo, por los cerca de 30.000 sacrificios humanos que se estos realizaban al año entre los prisioneros hechos de las tribus vecinas.
Fueron de estas celebraron la caída de la gran capital del imperio, Tenochtitlan, en 1921. Una victoria que los 400 españoles supervivientes de Cortés tras las primeras batallas no podrían haber protagonizado solos. Para ello contaron, en primer lugar, con la ayuda de 1.300 guerreros y 1.000 porteadores indios, que no dudaron en sumarse a la guerra contra aquel «totalitarismo sangriento fundado en los sacrificios humanos», según lo definió la escritora y especialista en la Leyenda negra María Elvira Roca Barea. La historiadora australiana Inga Clendinnen aseguraba por su parte que lamentar la caída del los aztecas era como sentir pena por la derrota de los nazis en la Segunda Guerra Mundial.
Los colonos «trataron mal»
Quizá por eso el curso escolar de 2009 comenzó con polémica generada por un grupo de expertos que aseguraron en los medios de comunicación que algunos de los libros de Historia de las escuelas públicas habían eliminado de sus páginas la toma Tenochtitlan por los españoles y el ocaso de Moctezuma. La medida parecía un asunto de revisionismo patriotero o negacionismo histórico, pero el subsecretario de Educación Básica, Olac Fuentes, justificó pronto en el diario «El Universal» que lo que había desaparecido de quinto de Primaria era la articulación de la Historia de México en conjunto con la de la Humanidad, porque «ni siquiera llegan a la Conquista, se quedan en el siglo XV». Lo que no hicieron los libros fue olvidarse del gran imperio que habían creado por el pueblo mexica, con una imponente capital construída en medio del lago de Texcoco.
Desde 1960 y hasta ese año, los alumnos de tercero de primaria aprendían a clasificar a los españoles en tres grupos: conquistadores, misioneros y colonos. A los primeros se referían como aquellas personas que «se apoderaron de las tierras por medio de las armas» y «venían en busca de riquezas y honores». Y a los últimos, como los que «se dedicaron a explotar la tierra y las minas por medio del trabajo de los indios […] a los que trataron mal para obtener de ellos el mayor provecho económico posible», recoge BBC Mundo en un artículo titulado «Cómo enseñan la historia de la conquista española en las escuelas de México». En él, entrevistan al historiador mexicano Alfredo Ávila, responsable de algunas de las últimas versiones de estos volúmenes para la educación primera, quien asegura que muchos jóvenes siguen creyendo a día de hoy que los españoles «conquistaron el país de una manera brutal y violenta».
Esta imagen, sin embargo, es anterior. Se incorporó a la historia oficial del país, principalmente, después de la firma de la de independencia de 1821. Después se reforzó durante la época del Porfiriato (1872-1910) y de los gobiernos posteriores a la Revolución (1910-1915). Y a partir de la década de los 50 y la posterior aparición de los libros gratuitos a esta idea se sumó la pretensión de destacar la herencia de las civilizaciones precolombinas y menospreciar los 300 años de historia colonial.
Hasta 2009
Los manuales obligatorios decidieron poner el foco sobre la Leyenda Negra, a la que dieron por cierta desde el principio. Por eso nunca destacaron la enorme inteligencia política y negociadora exhibida por Cortés durante su conquista, hasta el punto de que Moctezuma quedó atrapado por su elocuencia y llegó a establecer una especie de amistad con él. El conquistador extremeño tenía claro que para vencer a un ejército que le superaba desproporcionadamente en número debía aprovechar el odio común que los pueblos vecinos sentían por los aztecas y su querencia a gobernar a través del terror y el asesinato.
Esta colaboración entre los españoles y los indígenas no se incluyó hasta 2009, cuando por fin se modificó la versión sobre la conquista de México para que los estudiantes de primaria y secundaria aprendieran que la derrota del Imperio azteca no fue solo obra de los 518 infantes, 16 jinetes y 13 arcabuceros españoles que llegaron a la costa mejicana en 1519. Es imposible pensar que este pequeño contingente habría podido dominar por sí solo a los 250.000 habitantes de Tenochtitlán y a los más de 2.000.000 del Valle de México. La derrota del imperio se debió también, y así lo hicieron constar después, a la ayuda de los adversarios que tenían los aztecas antes de la llegada de Cortés.