29 marzo, 2024

Cinco miembros de dos familias REPUBLICANAS fueron ACRIBILLADOS a MUERTE por militares franquistas en Pontevedra en 1936 | RecueRda RepúBlica, documento memoria

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Juan Manuel Gómez Corbacho, tranviario conductor de la línea Cangas, se destacó como activista de izquierda resistente al golpe militar del 36. Juan Manuel, que ya había sido arrestado en octubre d…

Juan Manuel Gómez Corbacho, tranviario conductor de la línea Cangas, se destacó como activista de izquierda resistente al golpe militar del 36. Juan Manuel, que ya había sido arrestado en octubre del 34, inició una fuga en diciembre del 36 que lo llevó a la casa del tranviario buscado por los franquistas, Ramón Acuña Iglesias y su hermana Consuelo, en Salcedo (Pontevedra). El 12 de diciembre de 1936, tras una denuncia, la guardia civil acudió al domicilio de Ramón, en La Ruibal. Tras derribar la puerta encontraron a Ramón, a Consuelo y a Elvira Lodeiro González, esposa de Gómez Corbacho; todos fueron inmediatamente arrestados.

Juan Manuel y el que fuera su compañero de presidio, Manuel Méndez Montes, vecino de Mourente y casado con Manuela Acuña, hermana de Ramón y Consuelo, se hallaban ocultos en un cobertizo próximo a la casa del Ramón. Los guardias prendieron fuego a la chabola donde se escondían, lo que provocó la fuga de ambos, momento en el que la guardia civil los abatió a tiros hasta matarlos.

Al día siguiente, 13 de diciembre, Ramón Acuña Iglesias de 42 años, su hermana Consuelo de 60, y Elvira Lodeiro González de 28, fueron sometidos a un breve consejo de guerra en el salón de actos del Consejo Provincial de Pontevedra. El instructor fue el comandante de infantería Francisco Sanmartín Carreño; presidía la corte el teniente coronel de artillería Francisco Lorente Armesto, siendo fiscal el teniente Manuel Ferreirós Espinosa, futuro jefe local de milicias falangistas de Pontevedra. El fiscal solicitó la pena capital para los 3 acusados, por el delito de haber ocultado a los fugitivos Manuel Méndez Montes y Juan Manuel Gómez Corbacho, que habían realizado actividades contrarias al golpe militar. Los 3 fueron condenados a muerte.

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El 14 de diciembre, a las 4 de la mañana, los hermanos Ramón y Consuelo Acuña Iglesias entraron a la capilla del cuartel de la guardia cívica, después de negarse a recibir ayuda espiritual. Fueron llevados al lugar de ejecución en la avenida Monte Porreiro, y fusilados por un piquete de la guardia cívica comandado por el teniente Victor Lis.

Consuelo dejó huérfano a un hijo de soltera, adolescente pero totalmente dependiente debido a una discapacidad mental. Vivió con su tía, Manuela Acuña Iglesias (que aquel aciago diciembre perdió a su marido, Manuel Méndez Montes, a su hermana y a su hermano), y con la huérfana de Manuel, su hija América Méndez Acuña.

Elvira había colaborado con el Gobierno Civil de Pontevedra en la defensa de la II República, hasta su rendición el 20 de julio. El 4 de septiembre de este año, Elvira fue objeto de una requisa junto con otras personas, todas encarceladas por ayuda a la rebelión, para comparecer dentro de las 48 horas ante el juez instructor militar de Pontevedra, bajo la advertencia de ser declarados rebeldes.

Elvira afirmó que está embarazada y la llevaron al hospital para dar a luz y posponer la sentencia. El examen clínico descartó el embarazo, no quedaba claro si su declaración era cierta. Así que decidieron matarla. En la capilla le pidió al capitán del pelotón que escribiera una carta pidiéndole a su buen amigo, el socialista Mauro Caballero, que él y su esposa, Petra Calleja, cuidaran de su hija menor, Manolita, que aún no había cumplido 4 años. Elvira quería que la mayor, Pilar, que tenía 6 años, estuviera a cargo de su hermana, Delia Lodeiro, quien la llevó a Argentina. Los pequeños nunca se volvieron a ver. Cinco días después, el 19 de diciembre, Elvira fue fusilada sentada contra un árbol porque no se tenía de pie.

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