22 noviembre, 2024

Clarita Stauffer, la dama que escondía nazis en España

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Muchos criminales de guerra alemanes encontraron refugio aquí gracias a esta española bien relacionada

A comienzos de agosto de 1931, Clarita Stauffer conseguía la victoria en la popular prueba a nado de la laguna de Peñalara. Había recorrido el gélido depósito de agua natural ubicado en la sierra de Madrid en un minuto y treinta y nueve segundos. La joven mostraría su trofeo, orgullosa y sonriente, en las páginas de una publicación de la época. Nadie podía imaginar que aquella sonriente atleta se iba a convertir años después en la principal responsable de una oscura red de protección y huida de algunos de los más buscados criminales de guerra nazis .

Clarita había nacido en Madrid en 1904. Era hija de Konrad Stauffer, un maestro cervecero alemán que se había trasladado a Madrid a finales del siglo anterior, y de Clara Sofía Loewe, perteneciente a otra familia de origen germano. No había tardado la familia Stauffer en hacerse con una posición destacada en las altas esferas madrileñas, en las que la joven se movía como pez en el agua por todo tipo de eventos.

La joven Stauffer mostraba devoción por el deporte, la montaña, relaciones sociales, también música y ajedrez… Sin embargo, por encima de todas estas aficiones iba germinando poco a poco su compromiso con una ideología que ascendía con vigor en el país de origen de su padre: el nazismo.

Pilar Primo de Rivera (segunda por la derecha) en Berlín en 1941.

Pilar Primo de Rivera (segunda por la derecha) en Berlín en 1941. (Bundesarchiv)

En la Sección Femenina

En junio de 1934, Pilar Primo de Rivera constituía la Sección Femenina, rama femenina de la Falange Española, que un año antes había fundado su hermano José Antonio. Clarita vio el cielo abierto. Allí se asomaba un espacio ideológicamente próximo en el que desarrollar una actividad que le hiciera sentirse protagonista de los nuevos tiempos políticos.

Durante sus primeros años de vida, la Sección Femenina se centró en auxiliar a los militantes del partido, especialmente a los presos y sus familias. Sin embargo, el estallido de la Guerra Civil amplió sus labores como órgano de apoyo al entorno de los caídos del bando nacional, además de organizar la asistencia de las poblaciones conquistadas, siempre con el catolicismo como bandera.

El 6 de enero de 1937, en Salamanca, la Sección Femenina celebraba su primer Congreso Nacional. Allí estaba Stauffer, que entabló desde el primer momento una magnífica relación con Pilar Primo de Rivera. Clarita será nombrada auxiliar central de Prensa y Propaganda. En realidad, ejercerá como principal responsable de propaganda de la organización.

Reparto de comida por mujeres de la Sección Femenina.

Reparto de comida por mujeres de la Sección Femenina. (Kutxa Fototeka / CC-BY-SA-3.0)

Durante la Guerra Civil y los inicios de la Segunda Guerra Mundial, la cercanía ideológica de la Sección Femenina con la Alemania nazi y el fascismo italiano era más que evidente, como expone Wayne H. Bowen en Spaniards and Nazi Germany: Collaboration in the New Order.

En estos años, representantes de la Sección Femenina realizaron tres viajes a Alemania y uno a Italia, y recibieron la visita en España de las responsables de las organizaciones femeninas de estos países, que visitaron Salamanca, Burgos, Madrid, Sevilla y Málaga.

Estas últimas, según Bowen, pudieron comprobar el compromiso de Stauffer con las fuerzas del Eje y sus líderes en su propia oficina: “En la pared, detrás del escritorio, junto con retratos de Franco y José Antonio Primo de Rivera, colgaban grandes fotografías de Adolf Hitler y Mussolini”, relata.

Clarita observaba con simpatía la proximidad del franquismo a las potencias del Eje. El desarrollo de la Segunda Guerra Mundial impulsó, sin embargo, un estratégico distanciamiento por parte del régimen español. Nada de eso afectó a Clarita. La inminente derrota alemana redobló su deseo de amparar a aquellos que acudían a nuestro país en busca de refugio.

Será sobre todo a partir de 1944 cuando un buen número de nazis empiecen a huir de Alemania

Un refugio en Madrid

El espacioso y señorial piso que tenía Stauffer en el distinguido barrio madrileño de Argüelles se iba a convertir en centro de operaciones del entramado de protección montado por Stauffer. A él acudían falangistas y simpatizantes de Hitler sin distinción.

“El gran piso de Clarita era usado como una especie de depósito de suministros”, cuenta Peter Besas en su libro Nazis en Madrid. “Se almacenaba calzado y ropa para los que necesitaban un rápido cambio de identidad y se socorría a fugitivos y desertores de la Wehrmacht que habían conseguido atravesar la frontera entre Francia y España”.

Será sobre todo a partir de 1944 cuando un buen número de nazis empiecen a huir de Alemania. El fin de la guerra intensificó esta evasión. Muchos vieron en la España franquista el mejor lugar para evitar el juicio que los hubiera llevado a la horca.

Llegada de Evita Perón a España (1947). Muchos nazis huidos se dirigían a la Argentina de Juan Domingo Perón.

Llegada de Evita Perón a España (1947). Muchos nazis huidos se dirigían a la Argentina de Juan Domingo Perón. (Iberia Airlines / CC BY 2.0)

Clarita Stauffer estaba dispuesta a salvar la vida de todos ellos. Pasaportes falsos, partidas de bautismo, contratos de trabajo en empresas “amigas”, refugio en hogares de amistades y correligionarios repartidas por toda España… Clarita era la anfitriona perfecta.

Gracias a los contactos generados por su posición influyente, conseguía a sus visitantes una nueva identidad y un trabajo para que pasaran desapercibidos. El objetivo era su huida a Sudamérica, en su mayor parte a la Argentina de Perón.

Se valía para ello de la compleja red económica creada por el Tercer Reich en España durante la Segunda Guerra Mundial. Un reportaje del Financial Times de 1944 indicaba que, de las 4.800 grandes y medianas empresas registradas en España por entonces, 900 estaban bajo control alemán. Algunas de ellas pudieron servir como “tapadera” para sus protegidos.

Clara Stauffer en un reportaje de la revista 'Crónica', 1931.
Clara Stauffer en un reportaje de la revista ‘Crónica’, 1931. (Dominio público)

En la lista de los más buscados

Acabada la contienda, los aliados insistieron una y otra vez al gobierno franquista en la entrega de los criminales de guerra que, según sus informaciones, estaban en España para ser juzgados por el nuevo gobierno alemán. La única respuesta fue el silencio.

En 1947, el Consejo de Control Aliado presentó al ministro de Asuntos Exteriores español, Alberto Martín-Araujo, un documento en el que se incluían 104 nombres bajo el título de “Lista de repatriación”. Entre ellos solo se incluía el de una mujer: Clara Stauffer.

Stauffer gestionaba las ayudas que necesitaban buena parte de los fugitivos nazis en España

Que Stauffer estuviese en esa lista sin haber participado directamente en las masacres de la guerra refleja el peso de su influencia. Junto a ella aparecen figuras determinantes en el nacionalsocialismo. Quizá el más popular en la España del momento fuese Josef Hans Lazar, enviado por Goebbels en 1938 a España para organizar un servicio de noticias pronazi. Vivió a lo grande y en 1956 emigró a Brasil.

Otro de los nombres más poderosos de la lista era el del oficial de la Gestapo Walter Kutschmann, a quien se acusaba de ser responsable del asesinato de 2.000 judíos en Polonia en 1941. Kutschmann llegó a Vigo en 1944 y se escondió haciéndose pasar por un fraile hasta que, en 1947, las redes de huida consiguieron trasladarle en barco hasta Argentina.

En mayor o menor medida, Clarita Stauffer gestionaba las ayudas que necesitaban gran parte de este centenar largo de fugitivos. Hacía todo cuanto estaba en su mano, era una especie de ONG de criminales de guerra.

Skorzeny, a la izquierda, visita Budapest en el año 1944.
Skorzeny, a la izquierda, visita Budapest en el año 1944. (Faupel / Bundesarchiv)

Paseando con libertad

También otros nombres no incluidos en la lista aliada camparon a sus anchas por la España franquista protegidos por la red Stauffer. Seguramente, el más reconocible fuera Otto Skorzeny. Su papel como jefe del comando en la liberación de Mussolini en 1943 lo convirtió en un mito en las filas nazis.

Tras la guerra fue sometido a un proceso de desnazificación, pero consiguió huir en 1947 a España. Paseó con libertad su corpulencia y carisma por Madrid y posteriormente por las Baleares, donde pasaba por uno más de los muchos extranjeros que residían en las islas.

No menos importante fue el papel durante el nazismo de Léon Degrelle, conocido como “el Führer belga”. Al final de la Segunda Guerra Mundial huyó en avioneta desde Noruega. Su destino era Latinoamérica, pero estrelló su aparato en San Sebastián.

Léon Degrelle estuvo refugiado en España, pese a estar reclamado por los Aliados.
Léon Degrelle estuvo refugiado en España, pese a estar reclamado por los Aliados. (Dominio público)

Tras recuperarse de sus heridas, se le ofreció la nacionalidad española y una nueva identidad. Fue reclamado por las autoridades belgas, que lo habían condenado a muerte, durante más de quince años, pero las peticiones cayeron en saco roto. Degrelle murió en 1994 en la Costa del Sol sin haber respondido ante la justicia. En ese medio siglo tuvo tiempo de convertirse en una influyente figura de la ultraderecha en España.

Son solo algunos de los personajes que encontraron en España bien un lugar de paso seguro, bien un refugio permanente. Stauffer, desde su residencia en el barrio de Argüelles, desempeñó un papel de apoyo fundamental. Ella se mantenía, mientras tanto, como una respetable y siempre activa dama de la alta sociedad madrileña.

El 15 de octubre de 1984, una esquela en el diario ABC anunciaba la muerte de Clara Stauffer, quien “falleció cristianamente en Madrid el día 4 de octubre de 1984 a los ochenta años”. Familia y amigos recordaban a la difunta y llamaban a vecinos y allegados a homenajearla en un funeral en la iglesia del Cristo de la Victoria, ubicada a apenas unos centenares de metros del señorial piso que había dado respaldo a tantos criminales nazis. Más de treinta años después, la escritora Almudena Grandes rescataba su figura en la novela Los pacientes del doctor García , donde la convertía en una de sus protagonistas.

Origen: Clarita Stauffer, la dama que escondía nazis en España

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