Cleopatra, las intrigas históricas de la «ramera» que dominó Egipto
Los historiadores dicen de ella que era «puta» y «lasciva» – Jean Leon Gerome
Odiada hasta el extremo por sus adversarios, ha sido tratada como una «mujer fatal» que dominaba la política usando sus armas de mujer
Una mujer hermosa, obsesionada con los cosméticos y, por supuesto, toda una devoradora de hombres. Esa es la imagen que ha prevalecido de la mítica Cleopatra VII, famosa por ser la última reina del Antiguo Egipto y por conquistar el corazón de romanos como Julio César y Marco Antonio. Sin embargo, la existencia de esta monarca está teñida por una ficción creada por sus enemigos, quienesla mostraban como una «ramera» que se aprovechaba de su supuesta belleza para encandilar a los hombres y dominar la política.
Una de las ideas más extendidas sobre Cleopatra es la que afirma que era una «mujer fatal» que usaba sus armas como hembra y su capacidad de seducción para conquistar el corazón de los políticos. No obstante, esta es una afirmación que no se puede sustentar en hechos fehacientes, pues se basa en las ideas extendidas por los historiadores griegos y romanos, quienes sentían en no pocos casos odio hacia ella debido a su inteligencia y a su determinación de salvaguardar Egipto de la ambición extrajera.
«Las voces masculinas que la sentían como una amenaza centraban el objeto de su ira en la destrucción de su reputación que, dada su condición femenina, estaba en relación directa con su licencioso comportamiento moral, de ahí que para César, Pompeyo, Escario o Mecenas fuera “lasciva”, “puta”, “ramera” o “indecente yegua”. Otros personajes la perciben como una mujer “extraña”», explica Belén Ruiz Garrido, Doctora en Historia del Arte por la Universidad de Málaga, en su dossier « Yo soy Egipto. El poder y la seducción de Cleopatra en las artes plásticas y en el cine».
Otra de las visiones más recurrentes es la que define a Cleopatra como una mujer sumamente bella. Esta imagen es apoyada por contemporáneos de la reina como Marco Antonio, quien vivió encandilado por ella. «La edad no puede marchitarla, ni podrá la costumbre agostar su infinita variedad: otras mujeres sacian los apetitos que despiertan, pero ella da más hambre cuánto más satisface. Incluso lo más vil se vuelve puro en ella, y hasta los sacerdotes bendicen el ardor de su lujuria», señalaba el oficial romano (tal y como se recoge en la obra « Antonio y Cleopatra»)
Liz Taylor, en su papel de Cleopatra
Sin embargo, su belleza es, a día de hoy, difícil de corroborar. «Dadas las fuentes documentales que nos han llegado –monedas, relieves etc.- no parece una belleza. Los últimos estudios nos dicen que tenía una nariz respingona y una barbilla prominente. El problema es que los historiadores griegos la definieron como una “femme fatale”. Esa imagen, unida a películas como la protagonizada por Liz Taylor, ha hecho que a día de hoy se la recuerda como una mujer extremadamente bella y seductora», señala a ABC Aroa Velasco, historiadora especializada en el Antiguo Egipto y autora de la página Web « Papiros perdidos».
Por el contrario, Velasco afirma que la imagen que ha llegado hasta hoy de Cleopatra ha provocado que nos olvidemos de que era una política consolidada que sabía hablar multitud de idiomas y estaba interesada en la ciencia y la literatura. «Me parece más importante señalar que era una ilustrada asociada con el helenismo griego que explicar de ella que era una belleza. Lo que sí se sabe es que era muy culta, y eso es más determinante desde el punto de vista histórico que si era guapa o si era fea», completa la experta.
La enésima leyenda sobre la Reina es la que afirma que estaba obsesionada por los cosméticos y utilizaba todo tipo de extravagantes productos de belleza, una idea que se funda en historiadores griegos como Plutarco y Apiano. De ella se dice que se bañaba en leche de burra (¿quién no ha escuchado esa leyenda?), que se ponía maquillaje y pintalabios y, finalmente, que usaba todo tipo de exfoliantes para mantener su piel tersa. Todo, con el objetivo de estar atractiva para los hombres.
No obstante, es sumamente difícil comprobar la veracidad de estas leyendas en la actualidad. «A nivel arqueológico no podemos decir que sí de forma tajante, aunque algunos historiadores hacen referencia a ello. Pero esto no nos debería sorprender, porque todos los egipcios usaban maquillaje como método antiséptico y estético. Un ejemplo es que se pintaban la raya del ojo con un producto determinado para ahuyentar a los mosquitos. El problema es que, al ser mujer, se vio de forma diferente por los historiadores», determina la experta.
En este sentido, Velasco considera que Cleopatra no se ponía más maquillaje que cualquier otra egipcia con una capacidad económica similar. A su vez, cree que lo usaba tan asiduamente debido a que era una forma de acercarse a su pueblo y de cuidarse. Aunque eso sí, como cualquiera de sus compatriotas.
Un extraño método exfoliante
El último mito sobre la reina más famosa del Antiguo Egipto ha salido a la luz gracias al cirujano plástico David Jack. Y es que, este británico abrió –hace menos de un año- una clínica en la que dice rejuvenecer la tez de sus pacientes pasando un bisturí sobre su cara. El doctor señala que el método es heredado de aquellos que usaba Cleopatra para cuidar su cutis. Una afirmación valiente pues, como señala Velasco, no existen en la actualidad restos arqueológicos que permitan corroborar esta teoría.
Concretamente, el médico afirma que Cleopatra usaba «leche y frutas» para ablandar su piel y derretir el «pegamento que mantenía unidas las células de la capa superior de su piel». Una vez que estas se «aflojaban», ordenaba que le pasasen un cuchillo afilado sobre la piel para eliminarlas.
Muerte de Cleopatra
«Nosotros usamos hoy en día ácido mandélico y glicólico para sustituir a la fruta, y salicílico y láctico para la leche», determina el doctor. Según afirma, aunque el proceso es algo caro hace que aquel que lo lleve a cabo reduzca su edad dermatológica en unos cinco años.
¿Es posible que la reina de Egipto utilizase este sistema? A Velasco no le parece extraño, aunque, nuevamente, señala que no es posible afirmarlo ni negarlo. «Nada es fiable si no está basado en fuentes arqueológicas. Personalmente no había escuchado hasta ahora nada referente a este sistema, pero cuadra perfectamente con los métodos utilizados por los egipcios. Aun con todo, no conozco ninguna referencia a ello en papiros antiguos que hayan sido traducidos», finaliza.
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