21 noviembre, 2024

Cómo el cadáver de un vagabundo en España cambió la historia de la guerra y engañó a Hitler

Esta es la historia de un cadáver abandonado en una playa en el sur de Huelva y cómo ese cuerpo acabó siendo parte importante en el desenlace de la Segunda Guerra Mundial. Aquel hombre en la costa de España se convirtió en una de las grandes mentiras en el conflicto bélico. Una que engañó al propio Hitler.

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Esta es la historia de un cadáver abandonado en una playa en el sur de Huelva y cómo ese cuerpo acabó siendo parte importante en el desenlace de la Segunda Guerra Mundial. Aquel hombre en la costa de España se convirtió en una de las grandes mentiras en el conflicto bélico. Una que engañó al propio Hitler.

La historia da comienzo una mañana de 1943, en un día soleado en la costa española,con una playa solitaria y la llegada de un pescador a la zona donde tendría lugar el hallazgo. A partir de entonces, recuerden, nada es lo que parece.

El cuerpo en la playa

Carnet del Major Martin, Wikimedia Commons

Ocurrió el 1 de mayo de 1943 al amanecer. El pescador se había acercado a la playa como todas las mañanas, pero ese día ocurrió algo inesperado. A lo lejos parece observar un cuerpo en la orilla. Cuando llega hasta la zona el hombre descubre un cadáver al que parecía que lo había arrastrado la marea.

Aquel hombre muerto estaba vestido con ropa militar británica y un salvavidas. Además, a su lado tenía un maletín que estaba encadenado a su cuerpo. Aparentemente la víctima había tenido un accidente de avión en el mar, su cuerpo fue trasladado al puerto local y poco después fue reportado a los oficiales nazis estacionados en la ciudad de Huelva.

Luego comenzaron las investigaciones. Por sus efectos personales lo identificaron como el Mayor William Martin, un capitán y comandante en los infantes de la marina real británica. Los agentes locales de la Abwehr (inteligencia alemana) que se encontraban allí decidieron examinar el contenido de las notas que aquel sujeto llevaba consigo.

En el interior, junto con los efectos personales del tipo, los nazis descubrieron una correspondencia personal entre el teniente general Sir Archibald Nye, vicepresidente del Estado Mayor, y el general Harold Alexander, comandante británico en el norte de África. La carta describía los detalles clave de los planes de los Aliados para invadir el territorio de los nazis. Parecía que la suerte favorecía a Alemania… aunque el descubrimiento iba a resultar algo diferente para las expectativas alemanas.

Foto encontrada del general Martin. Wikimedia Commons

Unos días después el cuerpo fue entregado al ejército británico y enterrado con honores militares en Huelva. Los británicos también exigieron la devolución de los documentos encontrados haciendo hincapié en la discreción debido a la naturaleza sensible de los mismos. El gobierno de España se vio obligado a responder porque el país era técnicamente neutral en la guerra, aunque simpatizaban con la causa nazi.

Los documentos fueron devueltos a los militares británicos trece días después, pero no antes de que los agentes de la Abwehr alemana abrieran cada una de las cartas selladas, fotografiaran todo el contenido del maletín y sellaran los sobres para no arrojar la sospecha de que el contenido de la carta había sido descubierto.

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Los nazis dan por bueno el hallazgo

Un empleado de la Abwehr trabajando en el Servicio de Radio Secreta. Wikimedia Commons

Aquella evidencia fotográfica se llevó a Berlín, donde las imágenes fueron cuidadosamente analizadas. Desconfiando que pudiera ser una artimaña, la inteligencia alemana examinó los efectos personales del oficial con todo lujo de detalles. Pero lo cierto es que sus posesiones incluían un gran número de artículos que la hacían muy real. Artículos preciados como una fotografía y numerosas cartas de amor de su novia, un juego de llaves, entradas usadas ​​hacía poco para un espectáculo en el teatro o una factura de hotel.

La investigación acabó sugiriendo que los artículos eran genuinos y. por tanto, que el Mayor William Martin y los documentos sobre su persona eran auténticos. Una segunda carta en posesión del cadáver -la del Jefe de Operaciones al Comandante en Jefe en el Mediterráneo- contenía un texto que indicaba que el Mayor Martín llevaba una carta demasiado sensible para ser enviada a través de los canales normales, de ahí la necesidad para que volara.

La carta acabó en manos de Hitler, quién dio luz verde a la acción sobre la base de la información revelada. Así, el 12 de mayo se envió una orden donde todo lo relacionado a Cerdeña tenía prioridad sobre lo demás. Los alemanes desviaron un gran número de defensas desde Sicilia hasta los puntos indicados de entrada hostil, incluyendo una brigada adicional de las SS, varias divisiones Panzer, Patrulleros o dragadores de minas.

Sin embargo, cuando llegó el día del ataque, todo estaba relativamente tranquilo en las playas de Cerdeña, Córcega y Grecia. Los alemanes se habían tragado un bulo, un engaño elaborado y diseñado para alejar las defensas nazis del verdadero objetivo aliado: Sicilia.

Y por si había alguna duda, el Mayor Martín, el cadáver encontrado en la playa, jamás existió.

Operación carne picada

Los oficiales del HMS Seraph. Wikimedia Commons

La loca idea de plantar falsos documentos militares sobre un hombre muerto y dejarlos caer en manos de los alemanes fue concebida por el teniente Ewen Montagu en la inteligencia naval británica. En realidad, su plan era una variación de una idea anterior propuesta por el teniente de aviación Charles Cholmondeley, del servicio de contrainteligencia MI5.

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Cholmondeley había sugerido que una radio podría ser colocada junto a un soldado muerto cuyo paracaídas debía ser colocado de manera que pareciera haber fallado, lo que proporcionaría a los aliados un canal para la desinformación al enemigo. Ocurre que su plan se consideró poco práctico, así que se decidieron por la “obra” de Montagu, un plan al que llamaron operación Mincemeat.

A medida que aquel cuerpo esperaba congelado su momento para la acción, la vida ficticia del Mayor William Martin fue fabricada con todo lujo de detalles. Como vimos, el cadáver tendría notas que lo identificaban, llaves, cartas personales y otras posesiones.

Charles Cholmondeley y Ewen Montague. Wikimedia Commons

Con el fin de explicar por qué el hombre se encontraba encadenado a su maletín, el equipo de Montagu plantó pruebas que indicaban que el comandante Martin era un tipo distraído pero responsable, incluyendo facturas vencidas e incluso una tarjeta identificativa de reemplazo. Visto así, pensaron, aquel hombre podría ser la clase de persona que se encadena a un maletín lleno de documentos sensibles para evitar su pérdida durante el vuelo.

Así, el 28 de abril de 1943, el Mayor Martin fue colocado a bordo del submarino HMS Seraph en un recipiente de acero especial cargado de hielo seco. La tripulación partió hacia la costa española donde era probable que un ciudadano del país alineado con el Eje localizara el cuerpo y lo reportara a las autoridades.

Después de dos días en el mar, el submarino surgió cerca de la costa de España a las 3:30 de la mañana. Creyendo que aquel contenedor pesado contenía un equipo meteorológico secreto, los miembros de la tripulación lo llevaron a la cubierta con mucho cuidad. Ahí, en la oscuridad, el teniente Norman Jewell, el comandante del Seraph, explicó la misión y juró a todos los hombres secreto y lealtad.

Ese fue el momento en el que el cuerpo del comandante Martin fue sacado a la cubierta, espacio donde estaba equipado con su chaleco salvavidas y encadenado a su maletín. Los hombres leyeron el Salmo 39 y lanzaron el cuerpo al mar esperando que la corriente lo llevara hasta la orilla. Como también vimos en la primera parte del relato, una vez que el cuerpo fue descubierto las solicitudes de Gran Bretaña para el regreso del maletín ayudaron a completar la ilusión de que había información sensible contenida en el mismo.

El cuerpo de Martin. Wikimedia Commons

Además y con el fin de promover el engaño, Montagu hizo arreglos para que el nombre del comandante Martin fuera incluido en la siguiente lista de bajas británicas que aparecían en los diarios. Cuando los documentos fueron devueltos a los británicos dos semanas más tarde, el examen microscópico reveló que los alemanes habían abierto y resellado las cartas. Además, las transmisiones alemanas descifradas indicaron que los nazis estaban moviendo sus fuerzas para defender Cerdeña, Córcega y Grecia. Una noticia que provocó un breve carta al mismísimo Winston Churchill para informarle del éxito: “Mincemeat Swallowed Whole” (se han tragado toda la carne picada).

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De esta forma llegamos al 9 de julio de 1943, momento en el que las fuerzas aliadas lanzaron la verdadera y real Operación Husky, la misma con la que golpearon el extremo sur de Sicilia.

¿Qué ocurrió? Que rápidamente conquistaron la isla encontrando muy poca resistencia, dado que la mayor parte de las fuerzas alemanas habían sido alejadas de la zona.

La situación durante las dos semanas siguientes fue surrealista, con los alemanes tratando de anticiparse a los desembarcos de Husky en Cerdeña y Grecia… que nunca llegaban. Cuando se dieron cuenta de que habían sido engañados ya era demasiado tarde, las fuerzas alemanas no tuvieron oportunidad de reagruparse con eficacia y se retiraron a Messina. En un mes toda la isla de Sicilia ya estaba bajo control Aliado.

Conclusión

Cementerio donde se encuentra el cuerpo de Martin (Glyndwr). Wikimedia Commons

El engaño de Montagu fue ejecutado a la perfección y tuvo un éxito brillante. La acción resultó muy valiosa para la causa de los aliados, dándoles el control de una ubicación estratégicamente importante y contribuyendo indirectamente a la caída de Mussolini. Debido a la importancia de la operación, Montagu fue galardonado con la Orden Militar del Imperio Británico, e incluso más tarde escribió un libro sobre la operación bajo el título de The Man Who Never Was.

La única duda que nos queda por resolver es la de la identidad del Mayor William Martin. Durante años se ha especulado y se han dado varias investigaciones tratando de identificar su verdadero nombre. En el año 1996 fue Roger Morgan, un historiador aficionado, el que decía haber descubierto a Glyndwr Michael como el cadáver que engaño a Hitler. Se trataba de un vagabundo galés que murió después de ingerir veneno de rata y posteriormente de sufrir una neumonía. De hecho, la lápida del cementerio de Huelva lleva el nombre de William Martin y posteriormente se ha añadido el nombre de Glyndwr Michael como reconocimiento a su labor.

Sin embargo, no todo el mundo está de acuerdo con esta versión, principalmente porque hay piezas que no acaban de encajar. Por ejemplo el tiempo transcurrido entre la muerte real de Glyndwr y la ejecución de la operación.

Sea como fuere, lo único cierto es aquel plan insólito de los británicos dejando un cuerpo a la mar para engañar a los alemanes resultó todo un éxito. Hoy, ha pasado tanto tiempo que es posible que nunca sepamos con exactitud su verdadero nombre. Y quizás tampoco importe tanto.

Su familia siempre supo que, como fuera que se llame, fue un héroe para su país.

Origen: Cómo el cadáver de un vagabundo en España cambió la historia de la guerra y engañó a Hitler

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