Como no quiso bautizar a sus hijos, los franquistas la fusilaron junto a otras 16 mujeres
Anastasia Marín Garrido tenía 43 años, cuando una cuadrilla de bandoleros fascistas la sacó de su casa en Cala (Huelva) la noche del 27 de agosto de 1936 para asesinarla. Su nieto, Manuel Hermoso García, nos cuenta porqué y cómo se llevaron a su abuela para ejecutarla.
Meses antes, el cura del pueblo en la tienda comenta:
-Anastasia, ¿cuándo va a bautizar a los tres pequeños?
Nueve hijos que tenia Anastasia, mujer de campo y ruda por naturaleza, que le contestó:
-Mire padre, en los tiempos que corren, la misma miseria y necesidades vamos a pasar cristiano o ateo. Para que usted lo sepa, padre, en mi casa yo tengo un Dios que es muy cojonudo que viene todas las noches.
-Puede que dentro de poco te arrepientas de esas palabras -respondió el cura.
En la madrugada del 27 de agosto, cuando amamantaba al pequeño de ocho meses de edad, se presentaron en su casa y le dijeron:
-Vente con nosotros, que tienes que contestar unas preguntas.
A lo que ella contestó:
-Un momento, termino de dar el pecho al niño.
-Es para poco tiempo.
No la dejaron terminar de amamantar a su hijo más pequeño, asegurándole que solamente se la llevaban para declarar y que tardaría poco en volver a casa. Pero cuando acabaron de tomarle declaración en el cuartel, se la llevaron a un cortijo cercano con más vecinos del pueblo.
Esa misma madrugada fue conducida a la finca La Parrita, y allí fue fusilada en compañía de dieciséis mujeres y un hombre. Los asesinaron a todos contra el muro de aquel caserío por aplicación del bando de guerra.
El cura de su pueblo, La Cala, en Huelva, era quien la había denunciado para que le aplicaran bando de guerra, fue él que insistió a las autoridades porque Anastasia se había negado a bautizar a sus 3 últimos hijos, de 9 que tenía.
A consecuencia del golpe de Estado, su hijo mayor estaba desaparecido y su marido había tenido que huir. Sus 8 hijos que quedaban, tuvieron que repartirse entre familiares como pudieron y, como consecuencia, la familia de once miembros quedó rota, un marido exiliado, el hijo mayor desaparecido en la guerra y los pequeños, esparcidos como semillas al viento, en casa de tías y allegados.
No fue hasta 1981 que les permitieron inscribir en el registro la muerte de su madre, pero sin que les permitieran decir que había sido asesinada. Sus nietos y nietas siguen recordándola.
Cortaron la flor, pero dejaron la semilla que no deja de Florecer.
En MEMORIA de las mujeres y hombres del Ejército de la REPÚBLICA Española
Origen: Como no quiso bautizar a sus hijos, los franquistas la fusilaron junto a otras 16 mujeres