Cómo un incendio salvó a un hombre de la silla eléctrica y cambió para siempre la ciencia de los siniestros
En 1990 se produjo un terrible incendio en una casa de Jacksonville, Florida. El incidente dejó seis muertos y un acusado de asesinar a su familia. El insólito experimento que tuvo lugar posteriormente salvó al hombre de la silla eléctrica y modificó para siempre el estudio de los siniestros.
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!
En 1990 se produjo un terrible incendio en una casa de Jacksonville, Florida. El incidente dejó seis muertos y un acusado de asesinar a su familia. El insólito experimento que tuvo lugar posteriormente salvó al hombre de la silla eléctrica y modificó para siempre el estudio de los siniestros.
Durante el siglo XX, el análisis científico de las escenas de incendios fue evolucionando muy lentamente. Se añadían datos a un campo que aprendía de los errores anteriormente registrados. Sin embargo y a pesar de los esfuerzos, en la primera mitad de siglo la mayoría de los casos fueron manejados por investigadores que básicamente aprendieron directamente sobre el terreno. Dicho de otra forma, el rigor que puede existir hoy, en el pasado no existía ni por asomo.
Muy poca gente había tomado cursos universitarios sobre la ciencia del fuego, la química o la física. Su formación en el trabajo consistía principalmente en observar a otros investigadores, los mismos que a su vez habían aprendido de sus supervisores. Este ciclo continuo ralentizó la introducción de nueva información científica y una sensación (errónea) de confianza en su trabajo.
Posiblemente la década de 1970 supuso un cambio más serio, aunque no fue hasta 1990 que los expertos se dieron cuenta de que habían cometido un grave error. Un incendio provocado iba a cambiarlo todo.
El primer incendio
El teléfono de la oficina del sheriff de Jacksonville sonó sobre las 22:00. Un tipo que se llamaba McHale iba conduciendo por la autopista y observó un humo denso en el cielo, sobre las inmediaciones de Lime Street. Cuando la policía llegó al número 527 de la calle, el humo y las llamas salían por las ventanas y la puerta principal de una de las casas.
De repente, de aquel fuego tremendo surge Gerald Lewis, de 35 años. Era el dueño de la casa en llamas y se detuvo en el jardín delantero mientras sostenía fuertemente a Geramiah, su hijo de 3 años. Lewis gritó desesperado que todavía había gente dentro. Desde fuera se podían escuchar los llantos en el interior de la vivienda pidiendo auxilio.
Dos minutos después de que McHale reportara el incendio, llega a la zona el primer coche de bomberos. El capitán Steve Gerbert es el primero de luchar contra las llamas en el porche delantero. El hombre llega hasta un pasillo donde cae parte de la planta de arriba de la casa. El bombero Randy Wyse tratar de entrar por la puerta trasera. Los gritos en el interior se van apagando y las llamas impiden el avance por las escaleras que dan acceso a la planta superior.
El fuego fue controlado en las primeras horas del 16 de octubre de 1990. El interior de la vivienda era carbón. Los muebles estaban reducidos a cenizas. Los marcos de las ventanas de metal se habían derretido por completo y todos los cristales habían explotado.
Pero había algo mucho peor. Muy cerca de la parte superior de la escalera los bomberos encontraron el cuerpo de un niño pequeño. A pocos metros de distancia había otros dos niños más y dos mujeres, una de ellas embarazada. Finalmente, un cuarto niño fue encontrado en lo que quedaba del dormitorio. Se trataba de Lakendra Marsh, la hija de Carolyn Lewis, quién había muerto en una posición inequívoca: arrodillada mientras rezaba frente a la cama.
Los cuerpos estaban quemados de tal forma que resultaba imposible su reconocimiento, aquellos restos ya no tenían manos ni pies. Se trataba de la familia de Gerald Lewis, único superviviente aquella noche junto a su hijo Geramiah.
Investigación y condena
Lewis parecía culpable, o al menos todo apuntaba a ello. El tipo solía beber, la gente lo recordaba en el pueblo como alguien violento. Además, el día del incendio nadie entendió muy bien su comportamiento ni cómo pudo escapar de las llamas. Su caso debía ser rápido y conducirle a la silla eléctrica al igual que otros similares en Florida.
Comenzaron las investigaciones. Las primeras pesquisas apuntaban a un incendio provocado y la policía acude a uno de los principales expertos en incendios del país, John Lentini.
Para el investigador, al principio la escena mostraba lo que se consideraba como “signos clásicos de incendio provocado”, incluyendo los típicos patrones de vertido. Estos patrones son áreas quemadas rodeadas de material relativamente poco afectado, y durante años se había utilizado para demostrar que alguien había vertido algo en el área para provocar un incendio. Según explicó en una entrevista que tuvo lugar 20 años después:
Cuando fui contactado por primera vez por el Condado de Duvall, los fiscales llegaron con una solicitud para revisar el análisis químico de los desechos del fuego en un incendio de múltiples muertos. El químico del estado me dijo que había detectado gasolina en algunas muestras críticas de desechos de incendios. Sin embargo, cuando revisé los datos no vi la gasolina, así que se la envié a 10 colegas, quienes también estaban en desacuerdo con la determinación de la gasolina.
Luego me pidieron que repasara el informe de inspección de la escena de incendios preparado por un investigador de incendios en el Departamento de Bomberos de Jacksonville. Pensé que su informe parecía bastante razonable. Pensé que había desarrollado una causa sostenible donde el fuego fue fijado intencionadamente usando líquidos inflamables. Sin embargo, debido a la falta de un informe de laboratorio creíble el equipo de la fiscalía decidió que necesitaba algo más.
Ese “algo más” iba a resultar un experimento insólito.
El incendio que cambió… los incendios
Lentini estaba interesado en probar las conclusiones sobre las que los investigadores de incendios provocados habían confiado durante años. Ese “algo más” que pedía la fiscalía fue el permiso para volver a (re)crear el incendio en una casa abandonada prácticamente idéntica a la implicada en el supuesto delito. La edificación era casi igual a la original, incluso había sido construida al mismo tiempo por el mismo constructor con un plano de planta idéntico.
En un experimento histórico conocido como Lime Street Fire, el equipo del hombre reprodujo el fuego con resultados impactantes. Sin usar ningún tipo de acelerante o vertido alguno, el fuego causó daños que incluyeron muchos de los signos clásicos de los incendios provocados, incluyendo los conocidos patrones de vertido. Según Lentini:
Este fuego de prueba en la casa fue equipado con los mismos muebles que la casa donde murió la familia. Yo y otro conocido investigador del fuego lideramos el experimento creyendo que el flashover, un punto de transición en el que el calor hace que casi todo en una habitación se incendie, podría lograrse en 15 o 20 minutos. En cambio, tomó poco más de cuatro minutos. Esto agregó mucha credibilidad a la versión de los hechos del acusado.
Me habían programado para sentarme con el abogado del demandado al día siguiente para una declaración (Florida era uno de los pocos estados donde todos los testigos en el proceso criminal pueden ser interrogados bajo juramento antes del juicio). Pero le dije a los fiscales, los cuales habían sido testigos del fuego de prueba, que basándome en los resultados de las pruebas ya no podía afirmar que el incendio fue intencionado.
Mi testimonio 24 horas antes habría enviado a una persona inocente a la silla eléctrica en Florida. Mi vida profesional nunca volvió a ser la misma.
Lewis quedó libre y el estudio de Lentini demostró por primera vez que los métodos científicos utilizados hasta entonces eran erróneos. Peor aún, aquel error había podido meter a un número indeterminado de personas inocentes en la cárcel, y en último instancia, posiblemente a la muerte. [Wikipedia, FireScientist, ABCNews, NewScientist]