29 marzo, 2024

Desvelan la vergüenza del Día D: los Aliados sacrificaron agentes para engañar a Hitler

Patrick Marnham afirma en su nueva obra que el SOE ofreció información falsa a la Resistencia francesa y a la Red Prosper sobre el Día D. El objetivo: dejar que fueran capturados para desconcertar a los nazis sobre el lugar del desembarco

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El calendario marcaba el 21 de junio de 1943 en una soleada campiña gala del Valle del Loira. La ciudad de Sologne, al norte de Francia, se desperezaba para comenzar otro día de verano; y no precisamente cerrada por vacaciones. Lo hacía en mitad de la Segunda Guerra Mundial, tomada por invasores germanos y bajo la atenta mirada de un Tercer Reich que asfixiaba en todos los sentidos al país. Temprano, muy temprano, el estruendo provocado por un coche rompió el silencio de una remota carretera casi siempre solitaria. Aunque no esa jornada. Aquella mañana, a un lado y otro del camino esperaba, con paciencia, una patrulla con la esvástica en su chaqueta. Estaba donde debía y en el mejor momento posible.

La escena fue propia de un largometraje; o, según los tiempos que corren, de una serie de Netflix. Los soldados, armas en ristre, obligaron a detenerse al vehículo y corroboraron lo que ya sabían: en su interior había cuatro agentes británicos del SOE (Dirección de Operaciones Especiales, por sus siglas en inglés). No hizo falta que se identificaran, les delataron las armas que escondían en el maletero y los mensajes secretos sin codificar que traían consigo desde Gran Bretaña. Eran parte de la red de espías enviados por el gobierno de Winston Churchill para colaborar con la mitificada Resistencia francesa. Y dos de ellos acababan de pisar territorio enemigo aquella misma noche.

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Noor, la espía que fue profesora
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Un chivatazo acabó con su misión antes de empezar. Fueron arrestados, trasladados a las dependencias de la Gestapo y torturados hasta que confesaron el nombre y los apellidos de los miembros de la Red Prosper. Aquella que el divulgador histórico Pere Cardona (especializado en espionaje y Segunda Guerra Mundial) define en sus obras como el mayor entramado de resistencia organizado contra los nazis en la Francia ocupada. El desastre se materializó poco después. Los servicios secretos de Hitler detuvieron a decenas de sus agentes. Los que tuvieron más suerte fueron fusilados; los menos afortunados se vieron obligados a hacer frente a los duros interrogatorios antes de recibir un tiro en la nuca.

Aquello fue un desastre de proporciones épicas para la sección francesa (F) del SOE. Según explica el periodista y divulgador Patrick Marnham en su nueva obra, «War In The Shadows: Resistance, Deception And Betrayal in Occupied France», tanto esta captura como otras tantas provocaron que, solo en la región de Loir-et-Cher, fueran deportados 301 hombres y mujeres acusados de espionaje. Y de ellos, 166 nunca más fueron vistos con vida. Los nazis acertaron, pues casi un centenar de los fallecidos pertenecían, en efecto, a la Resistencia o eran espías británicos. Sus nombres todavía resuenan en los libros de historia. Noor Inayat Khan (y su red de casi cuarenta colaboradores), Yvonne Rudellat o Andree Borrel son solo algunos de ellos.

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Por si el coste en vidas y la caída de la Red Prosper no fuesen ya suficiente desgracia, algunos de los agentes que fueron cazados como ratas a lo largo y ancho de Francia desvelaron a los alemanes el lugar y la fecha del desembarco aliado que, tarde o temprano, arribaría cual vendaval por el norte del país. El mítico Día D. Algo trágico ya que, si Adolf Hitler conocía el lugar concreto en el que los ejércitos invasores barruntaban pisar tierra, podría concentrar a sus tropas para devolverlos al mar. ¿Cómo es posible, entonces, que los nazis no supieran, un año después, que la reconquista de Europa comenzaría desde las playas de Normandía?

«El MI6 fue el autor intelectual de un engaño y una traición que envió a cientos de ingleses a la muerte»

La respuesta es tan sencilla como escalofriante: a la mayor parte de los agentes del SOE y miembros de la Resistencia de la Red Prosper se les habían dado datos falsos sobre el desembarco. Así, muchos estaban convencidos de que se sucedería ese mismo año (1943) y de que el lugar sería el Pas-du-Calais, el punto más cercano entre las costas francesa y británica. La tragedia y la muerte de decenas de personas ayudaron, por tanto, a esconder la que fue la mayor operación naval, terrestre y aérea de la historia, el desembarco de Normandía. Y todo ello, al menos según la versión de los servicios secretos británicos, por una mala casualidad…

No obstante, en un concienzudo artículo escrito para el diario «Daily Mail», Marnham afirma -como ya se barruntaba desde hace algunos años- que los servicios secretos británicos y sus colaboradores galos pudieron provocar la caída de la Red Prosper para que, cuando sus miembros fuesen interrogados, causaran el desconcierto en Adolf Hitler y este no creyera que el desembarco se sucedería en Normandía. Casi nada… En sus palabras, Withehall, la sede de los servicios secretos del MI6 durante la Segunda Guerra Mundial, «fue el autor intelectual de un engaño y una traición que envió a cientos de ingleses a la muerte».

Versión oficial

Desde que los supervivientes de la Red Prosper regresaron a Francia con sed de venganza convencidos de que habían sido delatados, ha sobrevolado sobre el gobierno británico un halo de sospecha. Hasta tal punto, que, allá por 1958, tan solo 14 veranos después de que se sucediera el desembarco de Normandía, el primer ministro Harold Macmillan encargó al profesor Michael Richard Daniell Foot que investigara los hechos.

Al más puro estilo de Hugh Trevor-Roper con la muerte de Adolf Hitler, el experto confirmó en «SOE in France» que la caída de la red había sido culpa de la «incompetencia» y el «agotamiento» de sus miembros más destacados. Así lo explicó en la mencionada obra:

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«La verdad es que la caída de PROSPER, por trágicas que fueran sus consecuencias, fue provocada por la propia incompetencia de los agentes y su inseguridad. La red creció como una bola de nieve y era sólo cuestión de tiempo que cualquiera de los nuevos agentes no entrenados provocara el desastre. Los contactos franceses cayeron en manos alemanas, alguien cambió de bando, o los alemanes tuvieron la suerte de enterarse de alguna indiscreción fatal […]. Diez agentes a la vez tenían contacto con el mismo confidente, algo que ya es bastante malo. Además, hubo otros errores. A Jack Agazarian, […] por ejemplo, se le había ordenado “no ponerse en contacto con miembros de cualquier red que no fuera la suya”. Pero, cuando se retiró en junio de 1943, afirmó haber colaborado con al menos veinticuatro agentes diferentes».

Nazis en Paríus
Nazis en Paríus

Lo que no se puede negar es que, por una causa o por otra, la destrucción de este entramado fue un duro golpe para la sección F del SOE. Así lo explica Peter Kross, autor de «Spies, Traitors and Moles: An Espionage and Intelligence Quiz Book» y «The Encyclopedia of World War II Spies», en su dossier «La red británica Prosper». En sus palabras, la misión principal de esta organización era ayudar a los combatientes de la Resistencia en Europa «de cualquier forma», ya fuera con «asesinatos, operaciones de guerrilla, ataques a objetivos militares e industriales enemigos» o llevando a cabo labores de inteligencia. Todo ello, bajo órdenes explícitas de Winston Churchill de «incendiar Europa».

Les fue bien, pues, bajo su tutela, se formaron más de ochenta grupos con combatientes locales dispuestos a aplastar al Tercer Reich.

El misterio del gran traidor

Uno de los focos de la nueva investigación del británico es Henri Dericourt, miembro de la Red Prosper desde 1943 con dos objetivos: organizar los vuelos de los agentes del SOE desde Gran Bretaña hasta Francia y penetrar en la sede alemana de Sicherheitsdienst (contraespionaje) en París. En palabras de Marnham, tras la Segunda Guerra Mundial se descubrieron en la sede de la Gestapo ubicada en la capital gala documentos que confirmaban que había recibido millones de francos a cambio de traicionar a sus compañeros y convertirse en un agente secreto germano. Tras un duro interrogatorio, todo parecía indicar que el presunto traidor iba a ser condenado a morir frente a un pelotón de fusilamiento en 1948.

Henri Dericourt
Henri Dericourt

El caso parecía cerrado cuando un testigo inesperado se personó ante el tribunal que le juzgaba en París. Era el mayor Nicolas Bodington, subdirector de la sección F del SOE, aunque por entonces solo se identificó como «un ex oficial de inteligencia británico». Durante una declaración jurada, el invitado imprevisto confirmó que había autorizado a Dericourt a ponerse en contacto con la Gestapo como agente doble. Al acusado, esas sencillas palabras le permitieron ser liberado sin cargo alguno. Los líderes de la Resistencia francesa interpretaron aquello como una prueba tácita de que los servicios secretos británicos habían colaborado, de una forma u otra, en la destrucción de la Red Prosper.

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Foot, en todo caso, no aclara que sucedió con él. Más bien lanza más combustible al fuego del desconcierto al incidir en que, antes de ser detenido y procesado, «fue arrestado en Croydon, en abril de 1946, mientras pilotaba un avión civil con destino a Francia cargado con una cantidad sustancial de oro plata para la que no se había molestado en obtener una licencia de exportación». También determina que «al ver su excelente historial durante la guerra, el magistrado lo liberó con una multa de 500 libras que pagó por él un personaje privado». Esta es la última anotación que hace sobre el controvertido agente de la sección F del SOE en su obra.

Nuevos datos

Lo que sí ha conseguido desvelar con total seguridad el autor británico es que conocidos líderes de la Resistencia fueron enviados a Francia a lo largo de 1943 después de que los servicios secretos británicos les ofrecieran información falsa que confirmaba que los desembarcos aliados se llevarían a cabo diez meses antes de la fecha real. El primero fue Jean Moulin. En marzo, este personaje, mitificado por la Francia posterior a la Segunda Guerra Mundial, fue recibido por el general Alan Brooke, jefe del Estado Mayor inglés. Este le convenció de que la invasión era inminente para que, en el caso de que fuese capturado, engañase a los germanos.

Jean Moulin
Jean Moulin

Moulin (cuyo nombre en clave era Max) fue arrestado en Francia el mismo día que cayó la Red Prosper. Y, en palabras del autor británico, por culpa del mismo MI6. No desveló nada sobre la invasión a sus torturadores, es cierto, pero murió defendiendo una información que no tenía validez alguna:

«Una unidad del MI6 con sede en Suiza se dio cuenta de que uno de sus agentes había llevado a la Gestapo a la casa donde atraparon Max. Por su culpa Max encontró su fin. Fue golpeado y apaleado por un oficial de la Gestapo notablemente brutal, Klaus Barbie, el ‘Carnicero de Lyon’ que fue condenado a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad en 1987. ‘Max’ fue torturado repetidamente y pudo haber intentado suicidarse mientras lo interrogaban en la sede de la Gestapo. Pero los nazis no consiguieron que hablara. Y la trágica ironía es que murió protegiendo un ‘alto secreto’ que no existía. Lo que ahora está claro es que los oficiales de inteligencia británicos, decididos a usar el engaño para salvar el secreto del Día D, fueron cómplices de su destino».

Origen: Desvelan la vergüenza del Día D: los Aliados sacrificaron agentes para engañar a Hitler

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