28 marzo, 2024

El abad satánico que sacrificó a su propio hijo

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Este personaje fue abad en la Francia del s.XIX y protagonizó en el seno de la Iglesia misas negras, orgías, actos satánicos y no pocos delirios que hicieron de su vida un auténtico misterio lleno de carisma y extraños secretos.

Si el Abad Saunière es de sobra famoso a raíz de los misterios de Rennes-Le-Château, en aquella Francia del siglo XIX hubo otro abad que no le iba a la zaga, aunque en gran parte aún desconocido del gran público: Joseph-Antoine Boullan.

Nuestro protagonista nace el 18 de febrero del año 1824 en Saint-Porquier –departamento del Tarn-et-Garonne– en la región de Occitania. En 1848 es ordenado sacerdote y se encarga de la parroquia de San Juan en Montauban. Dos años después lo encontramos en Roma, en El Vaticano, donde consigue un doctorado en teología tras unos brillantes estudios.

A su regreso a Francia en 1853, empapado de misticismo, publica una traducción del tratado de Sor María de Jesús de Ágreda, famosa mística española del siglo XVII, Vida de la Virgen María.

Un año más tarde se establece en París, donde colabora con varias revistas religiosas y dirige la publicación El rosario de María.

Pero sin duda el punto de inflexión en la vida del abad Boullan fue su encuentro con la religiosa Adèle Chevalier en 1856, en Nuestra Señora de la Salette, lugar de peregrinación donde, según la tradición católica, se habían producido varias apariciones de la Virgen María.

En aquel lugar rodeado por una aura de misticismo, Adèle Chevalier afirmaba haber sido milagrosamente curada de su ceguera en 1855. Era una carismática exaltada que afirmaba tener visiones y que pronto atrajo a su alrededor a numerosos fieles.

El abad Boullan no tardó en convertirla en su amante y en su delirio de mística sexual ambos enseñaban un cristianismo heterodoxo, basado en prácticas libidinosas y ocultistas.

Tiempo después, el religioso acude de nuevo a la Santa Sede, esta vez con el objeto de pedir la autorización al papa Pío IX para crear una nueva Orden religiosa bajo el nombre de “La Obra de Reparación de las Almas”.

Sin embargo, el vicario de Cristo no se pronunció, sin duda receloso de aquel eclesiástico un tanto estrafalario y desde luego sospechoso de heterodoxia que ya empezaba a incomodar a amplios sectores.

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EL TEMPLO DE BELÉN
Fue el obispo de Versalles quien otorgó finalmente su consentimiento al abad Boullan para iniciar su labor “apostólica” en su diócesis con la apertura del llamado Templo de Belén en la ciudad de Sèvres en 1859.

A partir de este momento, funda una revista Los anales del Sacerdocio, para difundir su particular doctrina evangélica.

Adèle Chevalier y Boullan, convencidos de ser unos taumaturgos inspirados por el Espíritu Santo, no dudan en actuar como curanderos ante sus feligreses.

A la hora de practicar exorcismos, mezclan las hostias consagradas con excrementos humanos que los posesos deben ingurgitar –tragar precipitadamente–, en general, las religiosas de la nueva Orden. Otras veces empapan las hostias sagradas con la orina de Adèle.

Estas escandalosas sesiones terapéuticas no tardarán en despertar la desazón entre la población y la inquietud de las autoridades de la ciudad. No es para menos. En su templo, Boullan celebra misas negras donde Adèle Chevalier aparece desnuda ante los fieles.

Tras un embarazo fruto de aquella unión sacrílega, el hijo de la “pareja diabólica” desaparece misteriosamente. Muchos sospechan entonces que el abad Boullan lo ha sacrificado en el mismísimo altar en el transcurso de una misa satánica.

Nunca se encontró el cuerpo del recién nacido, pero el Templo de Belén siguió inexplicablemente abierto al público.

Curiosamente, fueron unas denuncias por estafa las que pusieron término a la actividad delictiva de la pareja de religiosos: habían engañado a muchas fieles adineradas apoderándose de sus bienes. En 1861, Adèle Chevalier y el abad Boullan fueron condenados a una pena de cárcel de tres años por estafa.

BRUJOS EN EL PARÍS DEL XIX
En el siglo XIX, París no es sólo la Ciudad de la Luz. Es también la cuna del hermetismo y del esoterismo. Encierra en la urdimbre de sus calles a toda una caterva de profetas, visionarios y brujos que predican una “nueva era” para la humanidad.

Es en este ambiente donde decide establecerse nuevamente Boullan cuando sale de la cárcel de Ruan en 1864. Pero durante el verano de 1869 es de nuevo denunciado ante el Santo Oficio, esta vez por un motivo de jurisdicción eclesiástica entre el obispado de Versalles, que protegía el Templo de Belén, y el arzobispado de París, que aborrecía al incómodo personaje.

Finalmente, el abad es absuelto por la Santa Sede durante el invierno del mismo año y sus confesiones están conservadas en un extraño libro conocido como El cuaderno rosa, que se encuentra en la Biblioteca Apostólica Vaticana, garante de numerosos secretos, algunos muy delicados.

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El abad Boullan aprovecha esta coyuntura favorable para enseñar su singular doctrina de la “reparación de las almas”, la cual expone que por medio del mandato divino algunas almas pueden pecar libremente para salvar a las demás.

Dicha doctrina no era sino una licencia para entregarse a toda clase de actos lujuriosos con mujeres, al modo del líder de una secta, especialmente con las religiosas a las que enseñaba “técnicas de hipnosis” para copular en “espíritu” con Jesucristo y algunos santos.

En 1875, el religioso, a petición del cardenal de París, es definitivamente excluido de la Iglesia católica. Conoce entonces a Eugène Vintras, un antiguo obrero y proxeneta que había creado una iglesia y decía ser la reencarnación del profeta Elías.

Anunciaba la Edad del Paracleto en la Tierra –tal y como lo hizo en la Edad Media el abad calabrés Joaquín de Fiore–. En un lúgubre ritual, Vintras inicia a Boullan en los poderes sobrenaturales que afirma poseer en tanto que enviado divino y lo bendice con hostias impresas con símbolos cabalísticos mezcladas con sangre.

UN NUEVO PROFETA
Cuando fallece Eugène Vintras en diciembre de 1875, el abad Boullan se proclama su sucesor, pero los demás discípulos del primero lo rechazan como líder.

Durante el año 1884, Boullan se instala en Lyon, en casa del arquitecto Pascal Misme, discípulo de Vintras, donde el abad adopta el rimbombante nombre de Elías Juan Bautista y se proclama profeta.

Allí organiza ceremonias secretas, con grupos de fieles, a quienes predica “la caridad de la sexualidad religiosa” para purificarlos del pecado original. En efecto, para Boullan, que reinterpreta el Génesis, si la fornicación pecaminosa de Adán y Eva había sido la causa de su expulsión del Edén, mediante una sexualidad de corte “espiritual” tendría lugar la redención de la humanidad. Cosa que demostró a todas luces con su nueva y “evangélica” amante: Julie Thibault.

Fue precisamente en dicha época –en torno a 1890– cuando el religioso tuvo varios encuentros con el famoso novelista francés Joris-Karl Huysmans, siendo su mentor en materia de magia negra y satanismo, plasmadas luego en una novela de gran éxito: Là-bas (1891). De hecho, en esta novela el abad aparece bajo los rasgos del misterioso Johannès.

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UNA MUERTE DEMONÍACA
En 1886, el abad Boullan recibe la visita de Stanislas de Guaita, fundador, junto con el ocultista Joséphin Péladan y de su secretario, el también ocultista y masón Oswald Wirth, de la Orden cabalística de la Rosa-Cruz.

Pero rápidamente la situación se degrada entre ellos y el abad Boullan, pues tachan a este último abiertamente de fantoche y de fornicador impenitente. Le reprochaban también con vehemencia traicionar y pervertir los auténticos principios de la Cábala con un pseudo-saber en esta materia con el objeto de engatusar a una clientela ansiosa de recibir ciencias ocultas.

En 1887, Stanislas de Guaita y Oswald Wirt, en una suerte de pacto mágico, convocan “un tribunal cabalístico” para condenar al abad, que recibe su sentencia mediante una carta donde aparecen sus fechorías en tanto que falso profeta y profanador de la Cábala.

Para el controvertido religioso, dicha misiva significa una potente maldición mágica para atentar contra su vida. Contesta al ataque con fórmulas satánicas con la esperanza de aniquilar a sus enemigos.

No obstante, el abad que danza con el maligno muere inesperadamente el 4 de enero de 1893.

El periodista Henri Antoine Jules-Bois acusará públicamente a Stanislas de Guaita y a Papus –ocultista y fundador de la Orden Martinista, cuyo verdadero nombre era Gérard Anaclet Vincent Encausse– de haber asesinado a Boullan, su amigo, con magia negra.

Ambos responden a las difamaciones, retando a un duelo a Jules-Bois para restablecer su honor manchado. En el primer duelo que enfrenta a Stanislas de Guaita y al periodista con pistola, ambos salen indemnes.

El segundo no vacilará en afirmar que Guaita había hechizado la bala de su pistola para que errase su tiro. En el segundo duelo, donde Papus y Jules-Bois se afrontaron con espadas, el periodista es herido leve en un brazo.

Algunos meses después, el novelista Joris-Karl Huysmans recibió una extraña visita en su casa. Julie Thibault, la segunda pareja de Boullan, le entregó numerosos archivos que habían pertenecido al provocador religioso.

No obstante, acabaría por echarla de su casa, probablemente hastiado de su comportamiento de profetisa y de infame chantajista. Sin duda, su testimonio le serviría para completar algunos vacíos de su oscura obra.

Origen: El abad satánico que sacrificó a su propio hijo | Enigmas

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