El Asesino del Zodiaco: ¿se ha descubierto por fin la identidad del mayor psicópata de la historia?
Medio siglo después de que se cometieran aquellos crímenes sin resolver que aterrorizaron a millones de estadounidenses hace 50 años, un documental investiga la teoría de Gary L. Stewart, un vecino de Louisiana que aseguraba que el famoso psicópata era su padre biológico.
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En mayo de 2007, con motivo del estreno de «Zodiac», la película protagonizada por Jake Gyllenhaal y Robert Downey Jr. sobre el considerado mayor asesino en serie de la historia, el director David Fincher recordaba en ABC su infancia en San Francisco. «Tengo la escena grabada en mi memoria, yendo al colegio en el autobús con coches de Policía delante y detrás. No entendía muy bien qué pasaba y seguí sin saberlo hasta muchos años después. Para muchos americanos de mi generación, esas imágenes son históricas. Era la primera vez que un hombre solo conseguía aterrorizar a una nación entera».
¿Qué es lo que ha mantenido viva la leyenda del «asesino del zodiaco» después de más de tres décadas? «Sin duda, el hecho de que nunca fuera atrapado. Así es cómo se forjan las leyendas, cuando no puedes ponerles cara. Es como si estuvieras luchando contra el mal absoluto. Además, no se sabe a ciencia cierta a cuánta gente asesinó ni qué crímenes fueron obra suya, ya que él reivindicó algunos, pero nunca se pudo demostrar que no existieran imitadores o que todos fueran obra de la misma mano», explicaba Fincher a este diario.
Ahora, medio siglo después de que se cometieran aquellos crímenes que obsesionaron a millones de estadounidenses a finales de los 60 y principios de los 70, una nueva serie documental de FX investiga las memorias de Gary L. Stewart, el dueño de un negocio de mantenimiento de edificios de Louisiana que asegura que el famoso asesino era su padre biológico. El nombre de este era Earl Van Best Jr., que habría dejado embarazada a su madre cuando esta tenía apenas 15 años y fallecido después en México, en 1984, sin que nadie le interrogara jamás.
Las siete víctimas
Tanto el documental como el libro se titulan «El animal más peligroso de todos». Este último fue escrito con la ayuda de la periodista de sucesos Susa Mustafa y se convirtió en el libro más vendido de Estados Unidos en 2014. Pero lo más importante es que la hipótesis que defendía Stewart es considerada a día de hoy como una de las más verosímiles de todas cuantas se han difundido desde entonces. Y no son pocas. Cada cierto tiempo aparece una nueva que intenta responder a la gran pregunta: ¿quién era el asesino del zodiaco? Una de la más impopulares es la de Thomas Henry Horan, un antiguo profesor de San Luis que, hace dos años, publicó «The Myth of the Zodiac Killer» (El mito del asesino del zodiaco), en el que intenta desmontar la existencia de dicho criminal.
A finales de los 60, ABC informó ampliamente sobre sus crímenes, centrándose en las diferentes líneas de investigación y en el estado de psicosis que provocó en San Francisco. «Una carta ha puesto en avisó a la Policía de la ciudad sobre las intenciones del asesino del zodiaco, que amenaza con matar a niños en la zona de la bahía. Siguiendo al autobús escolar, los agentes protegen a los niños», podía leerse en la edición del 22 de octubre de 1969. Un detalle que confirma los recuerdos del cineasta. Y en las páginas interiores, se incluía la noticia de que «Una niña de dos años se convierte en la nueva víctima del psicópata». «Ha sido apuñalada en el cuello doce veces […]. Cuando se supo que el cadáver había sido encontrado en un viñedo, el terror de la población llegó a su punto más álgido», subrayaba después.
Aunque en una carta presuntamente suya, el psicópata confesó haber matado a 37 personas, lo cierto es que solo se pudieron confirmar siete ataques. David Faraday y Betty Lou Jensen, asesinados por arma de fuego en Lake Herman Road (Benicia), el 20 de diciembre de 1968. Michael Mageau y Darlene Ferrin, tiroteados en un campo de golf en Blue Rock Springs (Vallejo), el 4 de julio de 1969. Solo murió Ferrin, Mageau sobrevivió. Bryan Hartnell y Cecilia Shepard, apuñalados en Lago Berryessa (Napa) el 27 de septiembre de 1969, aunque Hartnell también consiguió salvar la vida. Y Paul Lee Stine, muerto por disparos el 11 de octubre de 1969.
«¿Qué pueden hacerme?»
Tal y como contaba este diario el 24 de octubre de dicho año, la televisión estadounidense difundió una conversación mantenida por el Zodiaco –así le nombrábamos simplemente en España– con Melvin Belli, el abogado de Jack Ruby, asesino de Lee Harvey Oswald, que a su vez había sido acusado de la muerte de Kennedy. Fueron un total de 13 llamadas. En la más larga, el supuesto asesino preguntó: «¿Qué pueden hacerme? No quiero que me manden a la cámara de gas. Tengo dolores de cabeza e impulsos de volver a matar». Y poco después, en una carta dirigida al diario «Chronicle» y recogida también por ABC el 13 de noviembre, este reconocía: «Hasta finales de octubre he dado muerte a siete personas». Aunque no mencionaba el nombre de las víctimas ni el lugar donde las había matado, la autoridades no dudaron de que la misiva era suya, puesto que «su escritura es idéntica a las de las que envió previamente».
La teoría de Stewart sobre la identidad del asesino del zodiaco no es la primera que se difunde, pero lo cierto es que ninguna ha tenido tanto eco como la suya. En parte, debido a la su semejanza de su padre con el retrato robot que difundieron las autoridades de San Francisco después del asesinato de un taxista en octubre de 1969, junto al Golden Gate. Según los investigadores, este fue el último que cometió. Y aún así, continuó enviando mensajes en clave con referencias a la ópera y a la astrología, amenazando con sembrar los colegios de cadáveres y confesando que, en otras ciudades del país, había cometido muchos más homicidios de los que le atribuían.
En los noticiarios se empezaron a elaborar hipótesis sobre la identidad del misterioso homicida, implicando a delincuentes que se encontraban en la cárcel o que habían fallecido, pero la Policía nunca confirmó una sola de esas teorías. Stewart, por su parte, empezó a indagar en los detalles del caso cuando su madre biológica, Jude Chandler, quiso conocerle en la primavera de 2002. En aquel momento tenía 40 años y trabajaba como ingeniero eléctrico en una empresa petrolera de Luisiana, donde se había criado con sus padres adoptivos. Hasta que, en junio, decidió volar a San Francisco, junto a su hijo Zach, porque «quería conocer a mi padre, amarle e incluso perdonarle por lo que me había hecho», afirma en el prólogo del libro.
Abandonado
Cuando tuvo enfrente a su madre, le preguntó quién era su padre biológico y su madre le explicó que se llamaba Earl Van Best. Que este tenía 28 años cuando la vio por primera vez a ella bajando de un autobús escolar en San Francisco. Ella tenía 13 años. Que poco después él la cortejó en una heladería y, un año más tarde, comenzaron un romance ilegal que les llevó a escaparse, ya que ella era menor. Que aquella relación saltó a las portadas de los periódicos de todo el país y que acabaron casándose en Reno. Al cumplir 15, ella se quedó embarazada y siguieron su camino hasta Nueva Orleans, donde Stewart nació. Pero como ninguno de los dos querían asumir esa responsabilidad, el padre cogió un tren a Baton Rouge y abandonó al bebé de tres meses en una iglesia. Al poco tiempo, el matrimonio fue anulado por las autoridades, Van Best fue juzgado en San Francisco por corrupción de menores y enviado a la cárcel.
A los dos años de su viaje a San Francisco, Steward empezó a atar cabos poco a poco y a sospechar que su padre podría ser el asesino del zodiaco. Sin embargo, no tenía las suficientes pruebas como para confirmarlo, así que siguió investigando en busca de otras nuevas. Una de ellas se centraba en la cicatriz que este tenía en sus huellas dactilares, la cual coincidía con la del asesino. También que el retrato robot de este concordaba con la fotografía de su progenitor, que la firma de ambos era casi idéntica y que el nombre de su progenitor aparecía en uno de los criptogramas que el homicida envió a la Policía de San Francisco a finales de los 60.
«A medida que pasaban los años y que iba reuniendo más indicios, no podía negar que mis peores miedos se habían convertido en realidad. Sentí que mi responsabilidad era compartir estas verdades que había conocido de una forma que no dejara dudas sobre la identidad del asesino y sobre las razones por las que había cometido sus crímenes», apunta Gary L. Stewart en el documental, que se estrena ahora en FX. La Policía se comprometió a examinar su libro y aún se están esperando las conclusiones.
Origen: El Asesino del Zodiaco: ¿se ha descubierto por fin la identidad del mayor psicópata de la historia?