El bombardeo fascista del mercado de Alicante, la masacre más mortífera de la Guerra Civil española
El bombardeo fascista del mercado de Alicante, la masacre más mortífera de la Guerra Civil española /
La Guerra Civil española, consecuencia del golpe de Estado provocado por el dictador Francisco Franco, causó trágicos bombardeos con múltiples muertes y personas heridas. En el País Valenciano, tuvieron lugar bombardeos como el de la estación ferroviaria de Xàtiva, que ocasionó 129 muertos; el del centro de Valencia, con más de 125 víctimas y 38 muertos; o el del mercado de Alicante, donde el 25 de mayo de 1938, la aviación fascista asesinó alrededor de 300 personas -según el registro del cementerio municipal, 275; una cifra que difiere del recuento de las tropas franquistas, que contabilizaron 393 muertos- y dejó heridas a más de un millar.
La mayoría de estos bombardeos fueron perpetrados por la aviación italiana, que colaboraba con el bando sublevado y pertenecía a la fuerza aérea del ejército fascista italiano. Uno de los más grandes y calamitosos bombardeos que sufrió la retaguardia republicana, conjuntamente con el ataque sobre la ciudad vasca de Gernika, fue el del mercado de Alicante. Aquí, la aviación italiana logró un mayor impacto de sus proyectiles en una de las zonas más concurridas de la ciudad, lo que provocó una cantidad ingente de víctimas y numerosos daños materiales que alarmaron toda la población española.
Los aviones, como habían estado haciendo hasta el momento, no entraron por la mar, sino que lo hicieron desde el interior, evitando así que las alarmas los detectaronEl del mercado de Alicante fue un bombardeo injustificado desde el punto de vista bélico. La capital de la comarca del Alacantí era una de las ciudades españolas que más personas exiliadas acogía, pero se mantenía alejada de los bombardeos y la guerra. Con todo, no era una ciudad cualquiera. Estaba bajo el punto de mira del bando franquista, a raíz del fusilamiento del líder de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, encarcelado hasta el 20 de noviembre de 1936 en la prisión alicantina. El curso de la vida en la ciudad cambió, si no lo había hecho ya, el 5 de noviembre de 1936, con la primera bomba lanzada contra la población civil del municipio -la primera también en Valencia. La actuación aérea de hasta una decena de aviones se saldó con la vida de dos personas y una tercera resultó herida, además de provocar cuantiosos daños materiales en vías de paso y edificios. Se daba inicio así a 637 días de bombardeos y masacres fascistas que tuvieron lugar en Valencia, hasta el 28 de marzo de 1939, con una última bomba lanzada en el término municipal de Gandia (La Safor). En total, dejaron unas 1.850 víctimas, aproximadamente.
Después del primer bombardeo, Alicante comenzó a establecer varios sistemas de vigilancia, tales como, escuchas, alarmas y refugios antiaéreos -con una capacidad para más de 30.000 personas- para proteger a la población civil. Pero, aquel 25 de mayo de 1938 las alarmas no llegaron a sonar. Los aviones, como habían estado haciendo hasta el momento, no entraron por la mar, sino que lo hicieron desde el interior, evitando así que las alarmas los detectaron. La ciudad no pudo escapar de uno de los días más aterradores de la Guerra Civil española, considerado tras el atentado fascista más «preciso» y «mortífero» de la época, incluso, más que el bombardeo aéreo más recordado de la Guerra Civil, el de Gernika, donde la cifra de asesinatos oscila entre 120 y 300 personas.
Records del bombardeo
Aquel 25 de mayo de hace 83 años mucha gente se congregaba en el mercado como consecuencia de la difusión de un rumor que anunciaba sardina fresca y alcachofa de la Vega Baja, alimentos nada habituales en una época en que la escasez estaba a la orden del día. El mercado disfrutaba, pues, de mucha actividad y, por tanto, se convertía en un objetivo civil. Un atentado en un lugar tan frecuentado, en uno de los centros de la vida alicantina, conseguiría causar numerosas bajas y mermaría la moral de la población, protagonizando un vasto efecto de propaganda.
A las 11:13 horas, no saltaron las alarmas antiaéreas. De repente, siete aviones Savoia-Marchetti SM.79 Sparviero -esparver en italiano, se abalanzaron sobre el núcleo urbano y lanzaron 96 bombas: 56 bombas de 100 kilogramos, 8 de 20 kilogramos y otras 20 de 15 kilogramos. Los siete aviones italianos, organizados en dos formaciones, una de cuatro y otra de tres, dejaron caer poco más de seis toneladas de material explosivo. Estaban comandados por los capitanes De Patro y Zigiotti, dos de los 45 aviadores que formaban la décima y decimonovena escuadrillas del XVIII Grupo de Bombardeo Veloz del 8º Storms.
La aviación italiana entró por el sur, fuera del alcance de las escuchas antiaéreas que se encontraban en el municipio alicantino de Santa Pola, en la playa alicantina del Postiguet, en la cabeza de la Huerta y en el castillo de San Fernando. Avistó la costa teniendo claro su objetivo y lanzó 96 bombas desde una altura de 4.000 metros, ejecutando deprisa su masacre.
«Sobre el centro urbano se realizaron al menos dos descargas de bombas, teniendo en cuenta el alto número de víctimas. Van pillar desprevenida a la población civil por la tardía respuesta de los sistemas de alarma y defensa «, comenta el historiador Gaspar Díez. Y añade: «La segunda descarga ocurrió en la fase final del bombardeo, afectando el cubierto de la entonces plaza de las Verduras».
Los testigos que sobrevivieron al ataque hablan de cuerpos decapitados, de ver cuerpos sin vida y con vida entre los escombros, de personas rescatadas por los mismos supervivientes o por otros vecinos y vecinas, de gente mutilada, de una multitud de personas gritando por el dolor y el horror que estaban presenciando.
Los ojos de Carmen Ortiz tuvieron el infortunio de contemplar aquella atrocidad. Esta vecina de Alicante recuerda: «Todo eran gritos, cuerpos descuartizados, destrozados … Atroz. Algo que marca y no se olvida. No se sintió nada. De repente, ruido, gritos y sangre. Por más que intento correr era imposible huir, fue una ratonera para todos «. La huella en su memoria es imborrable: «No sonaron las sirenas, siempre sonaban y, entonces, tú ibas al refugio oa guarecerse té. No sonó nada, los vimos encima y fue una ratonera. No pudimos correr en los refugios «.
Lourdes Martínez, otra de las supervivientes, también lo recuerda de manera muy similar: «Es un horror que no olvides, fue una masacre. Se lanzaron a matar, a dar un escarmiento, demostrar su fuerza … Cuanto más víctimas, mejor. La gente se echó a la calle a buscar la gente todavía viva entre los escombros. Niños llorando buscando su madre, niños aún abrazados al cuerpo inerte de su madre … «. A pesar del dolor y el horror vividos, tiene muy presente que «lo que buscaba el fascismo, escarmentar la población para someterla, no hay que olvidar nunca».
Muchas de las víctimas de este bombardeo fueron enterradas en una fosa común, situada en la parcela número 12 del cementerio municipal de Alicante. Muchas otras fueron sepultados en localidades colindantes y en varios pueblos de la provincia de Alicante.
En la actualidad, una placa conmemorativa en el Ayuntamiento de Alicante ostenta de forma inamovible el recuerdo a todas las personas asesinadas en este cruento bombardeo. Cada 25 de mayo se las homenajea, año tras año, para que la sociedad nunca olvide el horror que el fascismo perpetró contra una población civil inocente. En el mercado de Alicante permanece, al mismo tiempo, la sirena antiaérea que aquel fatídico mañana no alertar a la población. Asimismo, un reloj marca la hora exacta en que las bombas cayeron sobre la ciudad.
Origen: El bombardeo fascista del mercado de Alicante, la masacre más mortífera de la Guerra Civil española