El chantaje oculto del FBI al «adúltero» Martin Luther King: «Sus orgías sexuales han quedado grabadas»
El 4 de abril de 1968, el activista por los derechos de los negros murió tras recibir dos disparos. Su asesino fue capturado, pero a día de hoy algunas teorías afirman que su muerte fue organizada por la agencia de inteligencia de los EEUU
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!
«Urgente: noticias que se reciben de Memphis […] indican que el doctor Martín Lutero King, Premio Nobel de la Paz, ha muerto a consecuencia de un tiro que recibió en la cabeza, en el motel donde se alojaba». Con estas escuetas palabras informó el 5 de abril (una jornada después de que se sucedieran los terribles hechos) del asesinato del hombre que cambió Estados Unidos: Martin Luther King. Un activista que combatió y protestó -entre otras cosas- contra la segregación de los afroamericanos y la Guerra de Vietnam. Dos meses después, la policía capturó al tirador, un tal James Earl Ray, que fue condenado a nada menos que 99 años de prisión.
Para muchos, con esta detención se puso punto y final al crimen. Con el culpable entre rejas, el caso quedaba cerrado y se le podía dar carpetazo. Sin embargo, a día de hoy existen multitud de teorías alternativas que hablan de que una mano oculta orquestó (entre bambalinas) el asesinato de Martin Luther King. Las más destacadas, incluso, afirman que esos arquitectos habrían sido los altos cargos del FBI.
Esta posibilidad cobró importancia en 2014, año en que salió a la luz una carta en la que la agencia demostraba su odio hacia el activista y le avisaba de que había grabado una serie de relaciones sexuales extramatrimoniales que había mantenido de forma oculta.
El asesinato
El asesinato de Martín Luther King se sucedió en 1968, año en que el líder popular se encontraba inmerso (tal y como afirma Felipe Gómez Isa en su obra «El derecho a la memoria») en una feroz campaña contra la Guerra de Vietnam y andaba criticando de forma severa «el empobrecimiento que traía consigo dicho conflicto a los sectores más marginales de la población de los Estados Unido, en su mayoría compuesto por negros norteamericanos». Algo, como podemos imaginar, nada agradable para el gobierno. De hecho, antes de dejar este mundo, nuestro protagonista estaba organizando una gigantesca marcha de población pobre sobre Washington que, finalmente, fue desconvocada tras su muerte.
Tal y como señala el afamado autor Kris Hollington en su obra «Como se hace un crimen de Estado», en esos menesteres andaba Martin Luther King cuando se trasladó hasta Memphis con el objetivo de apoyar una huelga convocada por basureros.
En dicha región, el doctor lideró varias manifestaciones pacíficas en apoyo de los trabajadores. Todas ellas, acompañadas de múltiples discursos. Y es que, si por algo destacaba este personaje, era por su capacidad de oratoria. El 3 de marzo, casi de forma premonitoria, Luther King hizo referencia durante una disertación ante 2.000 personas a las continuas amenazas que recibía. «Se nos presentan algunos días difíciles, pero eso ahora no importa. […] Como a cualquiera, me gustaría vivir mucho tiempo […] Sin embargo, eso no es lo que me interesa ahora», afirmó. Nadie podía discernir entonces lo que estaba a punto de ocurrir.
El día 4 se sucedió la catástrofe. Tal y como se recoge en la obra «La lucha contra la segregación», en la tarde de aquella jornada Martin Luther King se encontraba en el balcón de su hotel charlando tranquilamente con los reverendos Jackson y Young (que le esperaban en la calle) cuando se escucharon «varios disparos».
Acto seguido, este símbolo de la lucha en favor de los afroamericanos cayó de espaldas con una bala incrustada entre el cuello y la mandíbula. Así se sucedió el hecho según publicó el diario ABC el día 5: «Informa la policía de que Martin Lutero King estaba en el balcón del segundo piso del motel cuando se disparó sobre él, al parecer, desde un edificio ubicado frente al lugar».
El activista fue llevado inmediatamente hasta el Hospital de Saint Joseph. «En el hospital informaron que King estaba en estado grave. La Policía cerró inmediatamente la zona, prohibiendo el acceso al lugar del suceso, incluso a los periodistas», completaba ABC. Por desgracia, no se pudo hacer nada por él y, una hora más tarde, se certificó que había dejado este mundo.
Las dos teorías y las orgías
Dos meses después (tiempo en el que se vivieron unas revueltas considerables en Estados Unidos), la policía informó de que había capturado en Londres al asesino de Martin Luther King. Según se afirmó, el culpable era un tal James Earl Rey. Un sujeto de mediana edad, «bien vestido» en el momento del atentado, y con acento sureño.
Según estableció la investigación, perpetró el asesinato de la siguiente guisa: arribó a la pensión Bessie Brower (a unos 70 metros del motel en el que se alojaba el activista), apoyó su fusil del calibre 30 en la ventana del baño de su habitación, y esperó pacientemente para hacer los disparos fatales. Una vez que terminó su cruel tarea, se marchó en un vehículo aparcado en las cercanías.
«No le costó a la policía encontrar [al culpable]. El asesino había dejado dos huellas dactilares en el rifle, y otra más en una radio que guardaba desde sus tiempos en prisión», añade Hollington.
El asesino, según se determinó, era un extremista con problemas psicológicos. Con todo, las autoridades no le pudieron negar su capacidad para salir por piernas del lugar del atentado. Y es que, después de los disparos, logró llegar primero hasta Toronto (donde se cambió el nombre y obtuvo un pasaporte falso) y, desde allí, partir hasta Londres.
Finalmente, se trasladó hasta Portugal mientras era perseguido por el FBI. Al final, tras una extensa carrera por medio mundo, el tirador fue cazado mientras trataba de viajar a Bruselas. Entonces llevaba encima una pistola y múltiples documentos falsos. De hecho, fue necesario tomarle las huellas para desvelar su verdadera identidad.
En el posterior juicio, James Earl Rey se declaró culpable para evitar la pena de muerte y fue condenado a 99 años. Sin embargo, los amantes de la conspiración afirman que en el asesinato pudo estar involucrado el FBI.
En palabras de Hollington, esta teoría cobró importancia en los 70, el año en que se desveló la existencia de un programa de contrainteligencia elaborado por esta agencia en el que figuraba el activista. «El poderoso jefe del FBI, J. Edgar Hoover, se moría por arruinar a King e hizo todo lo posible por debilitar la autoridad del líder. La vigilancia del FBI se metió en todos los aspectos de la vida pública y privada de King. Se intervinieron, por lo menos, los teléfonos de 15 hoteles en los que se había alojado. Instituciones y líderes religiosos estuvieron influenciados por la astuta maquinaria anti King del FBI», añade el experto.
Lo cierto es que, colaborara o no en el atentado, el FBI sí dirigió una campaña de acoso y difamación total contra Luther King por sus ideas contrarias a la Guerra de Vietnam y (según falsas teorías extendidas) porque se habría reunido con varios grupos extremistas para tratar de fomentar la violencia. Por si fuera poco, los amantes de la conspiración también afirman que el asesino solo pudo obtener los documentos de identificación canadienses con la ayuda del gobierno de los Estados Unidos.
Un ejemplo de la campaña de acoso que sufrió Martín Luther King por parte del FBI pudo verse en 2014. Un año en el que salió a la luz (de manos del diario «The New York Times») una carta en la que la agencia de inteligencia cargaba contra el activista.
En la misiva, fechada en 1964, la organización (de manos del lugarteniente de Hoover) chantajeaba a nuestro protagonista con desvelar sus aventuras sexuales. «Escuche, repugnante animal antinatural. Todos sus actos adúlteros, sus orgías sexuales, han quedado registrados». A su vez, el papel se acompañaba de una cinta en la que se podían escuchar conversaciones adúlteras de Luther King. Pero no solo eso, sino que las autoridades también le invitaban a suicidarse mediante el siguiente mensaje: «Ya sabes lo que tienes que hacer. No se puede creer en Dos y actuar como lo haces».