28 marzo, 2024

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Los incas alcanzaron un grado de desarrollo increíble. Sin embargo, no tenían escritura… o eso creíamos. Nuevas investigaciones apuntan a que sus quipus, un sistema de hilos con el que llevaban la contabilidad, podrían esconder un código secreto: su alfabeto. Por José Manuel Novoa / Fotos: Sabine Hyland, Getty Images y Cordon Press

¿Cómo pudo el Imperio inca ocupar el territorio que va desde Chile hasta Colombia y liderar un prodigioso desarrollo económico y político sin tener algún tipo de escritura? La cuestión intriga a no pocos antropólogos.

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Hasta ahora se ha dado por hecho que las antiguas culturas de los Andes fueron ágrafas, es decir, que no desarrollaron ningún sistema de escritura. Así que sus usos y costumbres se han estudiado exclusivamente a partir de la iconografía con la que decoraban la cerámica. De la última de estas civilizaciones, la incaica, se sabe algo más porque, al llegar a encontrarse con los conquistadores españoles, estos relataron sus hazañas. Cronistas como Garcilaso describieron la sociedad incaica y el Tahuantinsuyo, el imperio más extenso que ha existido en América.

Enigmas sin resolver

El Imperio inca fue la última de las grandes civilizaciones que ocuparon América del Sur antes de la conquista española. De hecho, perduró hasta la caída de Perú en el año 1533. En su tiempo de esplendor, un siglo antes, ocupó buena parte de lo que hoy son Perú, Argentina, Bolivia, Chile, Colombia y Ecuador. Los incas demostraron grandes habilidades políticas y económicas, pero sobre su cultura quedan todavía muchos enigmas sin resolver. Uno de ellos es para qué usaban los quipus.

Algunos quipus tenían hasta mil cuerdas. Registraban el pago de impuestos, las cosechas…

Los quipus, que en lengua quechua significa ‘nudos’, eran una serie de cuerdas y cordones anudados entre sí que servían para llevar la contabilidad de las regiones del imperio. Los quipucamayoc eran los encargados de confeccionarlos y de interpretar sus contenidos, indescifrables para quienes no pertenecían a la élite.

Tras estudiar 60.000 nudos se cree que, además de cantidades, esconden mensajes codificados

Todos tienen la misma estructura. Una cuerda principal a la que se atan otros cordeles de lana o algodón. Se han encontrado quipus hasta de mil cuerdas. Cada uno de ellos registraría el pago de impuestos, las cosechas, el número de habitantes, las ofrendas… Y, según algunos cronistas de la época colonial, también transmitían historias y misivas. Pero esto último, que los quipus transmitiesen mensajes no numéricos, es decir, que fuesen un tipo de lenguaje, no se había podido demostrar… hasta ahora.

La investigación ha dado un vuelco gracias a que se han encontrado dos quipus entre varias cartas del siglo XVII y XVIII

Sabine Hyland, profesora de antropología de la Universidad de St. Andrews, en Escocia, visitaba una pequeña aldea de los Andes peruanos llamada Collata cuando unos ancianos le mostraron dos quipus que habían llegado a ellos desde la época colonial y que nunca antes habían mostrado a un extraño. Estaban guardados en una caja de madera con varias cartas de los siglos XVII y XVIII y, según sus dueños, aquellos hilos anudados eran epístolas, cartas en las que los líderes locales narraban una guerra, aunque ellos ya no sabían ‘leerlos’.

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A Hyland, experta en la materia, esos quipus le llamaron profundamente la atención. Para empezar, porque «son los primeros identificados de forma creíble como epístolas narrativas por los descendientes directos de sus creadores». Pero, además, porque al conservar su colorido original ofrecen un patrón de análisis excepcional. Los cordones son de 14 colores y permiten formar 95 patrones de cuerdas. Esa cifra cae dentro del rango de símbolos de los sistemas de escritura. La profesora lanza la hipótesis de que las combinaciones específicas de colores y nudos podrían representar sílabas y palabras.

Estos quipus, al contrario que la mayoría, no están hechos de algodón, sino de pelo y fibras de animales andinos, como la llama, el guanaco o la vizcacha, que retienen el tinte mejor que el algodón, lo que permite usar el color y no solo los nudos para transmitir información. El estudio en detalle de estos quipus arrancará este verano, pero ya cuenta con otro experto dispuesto a darle crédito.

Un código informático

Gary Urton, profesor de estudios precolombinos de la Universidad de Harvard, ha desarrollado un programa informático para investigar los patrones de las estructuras de los quipus. Hasta ahora ha estudiado unos 60.000 nudos y, aunque no hay duda de que expresan cantidades, cree que también guardan otros mensajes codificados en los colores, la torsión y el tipo de nudo. La cantidad de permutaciones posibles es más que suficiente para generar un sistema viable de escritura.

Urton ha hallado un quipu cuyos nudos tienen correspondencia con un documento de la época colonial. Al parecer, los gobernadores españoles llamaban a los quipucamayoc para que leyesen sus quipus mientras un intérprete traducía al castellano y un escribano tomaba nota de las cuentas del estado inca. El documento registra los tributos que tenían que pagar los habitantes del valle de Santa y parecen corresponder a seis quipus que se encuentran en la Universidad de San Marcos de Lima. Sus cordeles están organizados en 132 reparticiones, que coinciden con los 132 nombres que aparecen en el documento. De confirmarse esta correspondencia se daría un gran paso para entender la narrativa de estos misteriosos ingenios incas. Quizá queden personas mayores en alguna aldea de los Andes que aún sepan leer los quipus. El día en que se descifre el lenguaje de los nudos se descubrirán muchos secretos ocultos. Posiblemente obligarían a reescribir la historia de la América andina.

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DESCIFRANDO EL CÓDIGO QUIPU

¿Por qué pueden ser una escritura?

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La antropóloga Sabine Hyland cree que los quipus hallados en San Juan de Collata (derecha), que aún conservan el color original, pueden esconder un lenguaje. Hechos de pelo y fibra de animales, preservan el tinte y el tono, que permiten más combinaciones que solo los nudos. De hecho, podrían ser un alfabeto completo.

¿Qué significa cada nudo?

En la mayoría de los quipus, cada cordel está dividido por cuatro nudos que delimitan segmentos para los millares, centenas, decenas y unidades. Las vueltas de cada nudo representan las unidades del uno al nueve. El cero se representa por un cordel sin nudos. También hay cordeles que se ataban a las cuerdas secundarias, aún sin clara interpretación.

Aquí apareció el primer quipu

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El quipu más antiguo que se ha encontrado es de la cultura Caral del valle
de Supe, en la costa peruana. Es de hace 4500 años. Abajo, Gary Urton muestra a unos políticos peruanos un quipu hallado en 2014 en Incahuasi (Cañete).

Mensajeros del más allá

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Los chasquis eran los mensajeros del Imperio inca y los encargados de transportar los quipus. Tenían entre 18 y 25 años. Eran entrenados desde niños para que sus piernas se fortaleciesen y sus pulmones se agrandaran y soportar así las carreras a gran altura.

El misterio de la cuerda roja

Los secretos de los incas no están grabados en piedra. Están atados en hilos. Los diseños geométricos de sus telas bordadas -los tocapus- y los nudos de los quipus -la herramienta que utilizaban para la contabilidad- están por descodificar. Esta momia hallada en Huarmey (Perú) apareció con restos de tela roja en la mano. Hay cronistas de la época colonial que cuentan que los nobles incas iban a confesarse con sus quipus, como si con ellos pudieran leer sus pecados.

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Gracias al Qhapaq Ñan, la red de caminos empedrados de 40.000 kilómetros que construyeron los incas, los chasquis podían llevar los quipus o los mensajes orales desde Quito -en Ecuador- hasta Cuzco -la capital del imperio- en tan solo seis días.

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Cada chasqui recorría dos kilómetros hasta que llegaba a la siguiente choza de descanso, llamadas ‘tambo’. Allí era relevado por otro chasqui que continuaba el recorrido. Si el mensaje era oral, corrían juntos un tramo hasta que el nuevo corredor lo memorizaba. También llevaban mercancías, como el pescado de la costa, que llegaba hasta Cuzco en dos días.

El camino principal del Qhapaq Ñan tenía unos 5200 kilómetros (foto). Su anchura era de seis a ocho metros, aunque en la sierra se estrechaba y solo alcanzaba un metro. Salvaba los ríos con puentes colgantes de cuerdas o de piedra. Es una de las obras más espectaculares de los incas, que gracias a esta red de comunicaciones eran capaces de movilizar sus ejércitos. El Chapaq Ñan fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2014.

Origen: El código secreto de los incas – XL Semanal

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