21 noviembre, 2024

El colérico «carnicero de Churchill»: un boxeador violento en los orígenes del SAS británico

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Reg Seekings era el más bocazas y el más dispuesto a discutir de los hombres del SAS. Campeón de boxeo amateur, casi ciego de un ojo, irascible y, en definitiva, «un perro malhumorado gruñendo»

Cuando David Stirling vislumbró el SAS (Special Air Service) como una unidad para combatir detrás de las líneas enemigas, comprendió que no podía estar integrada por soldados corrientes. Imbuido por el espíritu de Robin Hood, el padre de las fuerzas especiales modernas formó un grupo de héroes y canallas entre los elementos más cuestionables y cuestionados del Ejército británico en África.

El Destacamento L, llamado así en su origen a pesar de que no había más destacamentos de ese tipo, se valió de los personajes más parias, inestables y incomprendidos del Ejército británico. Un ex alto mando del SAS los definiría como «los despojos de las escuelas públicas y las cárceles», mientras que Lord Haw Haw, el traidor británico que retransmitía por radio los anuncios nazis, los apodó como «los carniceros de Churchill».

Stirling insistió siempre en invitar «a bordo a los que discutían» las órdenes y tenían sus propias ideas. Y tal vez Reg Seekings era el más bocazas y el más dispuesto a discutir por cualquier cosa de los hombres del SAS. Campeón de boxeo amateur, casi ciego de un ojo, irascible y, en definitiva, « un perro malhumorado gruñendo», creía que toda discusión se debía resolver a puñetazos y si el otro se negaba a pelear, lo que ocurría casi siempre a cuenta de sus 90 kilos, su musculación y su famoso gancho de derecha, lo tachaba de cobarde.

Cooper y Seekings, la extraña pareja

Como señala Ben Macintyre en su libro « Los hombres del SAS» (Crítica), la agresividad de Seekings estaba causada, sobre todo, por la insegura personalidad de este soldado que se definía como «un canalla tosco». Su dislexia y su escasa formación motivaban su sentimiento de inferioridad y su afán competitivo. Claro que, una vez superada la fase de competición, Seeking entraba en una fase de feroz lealtad hacia los compañeros que consideraba merecedores de su amistad. Era fiel, valiente y capaz de cometer atrocidades para las cuales otros no tenían estómago. Nunca daba un paso atrás, ni en el cuadrilátero ni en el campo de batalla.

Reg Seekings, fotografía cuando estaba en activo
Reg Seekings, fotografía cuando estaba en activo

Seekings, que había dejado los estudios con 14 años para trabajar en una granja, solventó sin problemas los exigentes entrenamientos del Destacamento L, pero se vio sobrepasado por las pruebas teóricas y la instrucción táctica que también requería Stirling a sus hombres. Caso contrario del de Johnny Cooper, un joven de aspecto aniñado y complexión delgada proveniente de una familia bien. «Nos odiábamos a muerte. Yo era un paleto de pueblo y él, un niño de colegio privado», comentó Seekings en cuanto se topó con Cooper.

Durante un tiempo, Cooper y Seekings se evitaron y la unidad siguió con normalidad sus preparativos para saltar sobre las líneas alemanas e italianas en el norte de África, con el objetivo de sabotear sus comunicaciones, sus carreteras y destruir sus aviones. Sin embargo, tras el desastre que supuso la primera misión, con enormes bajas en la unidad, fue necesario integrar a ambos rivales en el mismo comando de 14 hombres que acometió la segunda incursión en Libia.

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Lo peor de todo es que la hostilidad de Seeking hacia aquel niño pijo se había agrandado cuando una noche echó en falta una manta y fue por todo el campamento exigiendo partirle la cara a quien se la hubiera robado. Cansado de los gritos, Cooper le espetó « vete a dormir, joder». Por supuesto, el boxeador montó en cólera: «Levántate capullo. Te voy a partir la cara por bocazas. Me tienes harto».

El resto de compañeros de la unidad evitó la trifulca, si bien la noticia de que iban a formar parte del mismo comando cayó como un peso muerto en la moral de ambos. Durante el trayecto intercambiaron miradas asesinas; luego, al comenzar los disparos, olvidaron la rivalidad… En un ataque escalonado en distintos puntos de la costa a mediados de diciembre de 1941, tres grupos del Destacamento Lse infiltraron en las líneas italianas y alemanas en busca de infraestructuras críticas tales como aeródromos o surtidores en un lugar próximo a Sirte. El grupo de Seekings se puso literalmente las botas tras una marcha de 45 kilómetros en dirección a Tamit.

«Él tenía valor. Yo tenía valor. Y congeniamos. Habíamos entrado en combate y al amanecer nos pusimos a hablar de aquella noche, de lo emocionante que había sido»

La operación resultó un éxito y demostró lo que en el plano teórico llevaba predicando Stirling desde que fundó las SAS. Unos pocos hombres podían infiltrarse fácilmente en las bases del Eje y causar un daño desproporcionado con pocos medios. La otra buena noticia que dejó la misión fue la inesperada asociación entre Seekings y Cooper, que se encontraron en la desesperación de la batalla. «Él tenía valor. Yo tenía valor. Y congeniamos. Habíamos entrado en combate y al amanecer nos pusimos a hablar de aquella noche, de lo emocionante que había sido». Seekings y Cooper; Cooper y Seekings… la noche y el día. Seekings era lento, constante y astuto; Cooper era ingenioso y alegre. Una máquina de guerra perfectamente engrasada. A partir de entonces, serían inseparables.

De la gloria africana a las miserias europeas

Tras unos inicios renqueantes, el embrión de las SAS despegó su prestigio en adelante. Cooper y Seekings, ascendidos al rango de sargentos tras encabezar varias misiones de sabotaje, asumieron labores administración y se encargaron del mantenimiento del equipo de la unidad. En África, ambos hermanos de sangre ascendieron juntos y contribuyeron a sentar las bases de lo que es hoy la instrucción de las unidades especiales en los ejércitos occidentales.

Más allá de la administración de la unidad y la instrucción de nuevos reclutas, Cooper y Seekings participaron en algunas de las operaciones más memorables de la campaña contra Rommel, «El Zorro del desierto». Entre ellas, el ataque al aeródromo del Eje en Benina, Bengasi, junto a David Stirling.

En el verano de 1942, los tres integrantes del SAS colocaron una serie de bombas Lewes (un artefacto explosivo de fácil manejo inventado por uno de los oficiales de la unidad) en tres hangares. Cuando ya estaban retirándose, Stirling, en contra de su carácter moderado, propuso hacer una visita de cortesía a un grupo de 20 alemanes que hacía las veces de centinela en una caseta.

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Seekings patrullaba por una zona boscosa cuando se topó de frente con un niño de unos 14 años con dos granadas en la mano. Ambos se miraron como si fueran protagonistas de un duelo del Viejo Oeste

La granada que hizo saltar en añicos la caseta alemana inició la serie de explosiones en los hangares, con bombarderos, piezas de aviones y recipientes de combustible ardiendo a las espaldas de este trío salvaje. Los tres estaban escalando una escarpadura en su huida, cuando Stirling sufrió una repentina migraña a causa de la cual se desplomó y tuvo que ser arrastrado « tambaleándose y medio ciego» por Cooper y Seekings. Antes del amanecer fueron recogidos por el LRDG, una unidad especializada en el transporte por el desierto.

Si África había parecido, incluso con sus horrores, una guerra entre caballeros; Europa mostró la peor cara del ser humano. Las cosas cambiaron sustancialmente cuando la unidad fue reconvertida inicialmente en una de asalto especial en su salto a Europa, lo que supuso una cifra desconocida de bajas.

Diezmados y desmoralizados por la brutalidad de la vanguardia, las distintas subdivisiones del SAS fueron posteriormente encargadas de «cruzar las líneas alemanas, dispararles por las espalda para crear una brecha por la cual pudiera pasar el ejército» en su avance hacia el corazón de Europa. Una tarea que encajaba bastante más con la razón de ser de la unidad, pero que les supuso confrontarse con los elementos más fanáticos del ejército nazi, cuando no directamente con niños soldados o con tropas suicidas.

Cierto día, Seekings patrullaba por una zona boscosa cuando se topó de frente con un niño de unos 14 años con dos granadas en la mano. Ambos se miraron como si fueran protagonistas de un duelo del Viejo Oeste, hasta que, poco a poco, el muchacho soltó las granadas y se rindió. Seekings sabría tiempo después por boca de un coronel alemán que durante aquel encuentro un grupo de paracaidistashabía estado en todo momento apuntando al británico: «Si hubiera disparado, se habría desatado un combate a muerte».

Jeep utilizado por la SAS en su campaña en Europa
Jeep utilizado por la SAS en su campaña en Europa

Cuenta Ben Macintyre en el mencionado libro que en este periplo por las líneas germanas incluso el siempre brutal Seekings empezó a flaquear debido a estas experiencias con niños y civiles desorientados. Mientras conducía en otra ocasión por una pista de montaña, se vio sorprendido por una hilera de soldados, once miembros de la milicia popular alemana. Retrocedió y se atrincheró en una alcantarilla. Cuando estaban a pocos metros de su escondite vació el cargador de su ametralladora Bren y acabó con todos. Lejos de vanagloriarse de su hazaña, como en los viejos tiempos, el boxeador reconoció que « la matanza fue horrible».

Al borde de la muerte y de la locura

Eso sin olvidar que a nivel físico acumulaba más cicatrices de las que un cuerpo normal puede cargar. En una misión al oeste de Dijón, el británico salvó la vida de milagro. Su comando cayó en una emboscada en una carretera y Seekings quedó gravemente herido con una bala alojada en la base del cráneo a consecuencia de acercarse demasiado a un artillero alemán. Durante el repliegue del herido, reptando y arrastrado por los bosques franceses, creyó estar «flotando en un río subterráneo cuya corriente era cada vez más rápida». Sin dejar de dar órdenes, el boxeador empezó a decir cosas inconexas y se obsesionó con regresar a por su pistola, que al parecer perdió en la refriega.

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Fotografía de Johnny Cooper
Fotografía de Johnny Cooper

Cuando intentaron taponar la herida, el británico gritó: «¡El problema es el brazo, no la cabeza, gilipollas!», sin percatarse de que no sentía el brazo precisamente por la gravedad de la lesión en la cabeza. En una operación delirante a manos de un médico de los maquis franceses, descubrieron que el proyectil estaba cerca de la columna vertebral y que intentar retirarlo era más peligroso aún que dejarlo allí. A pesar de todo, el británico pronto estuvo de nuevo en combate y pareció no sufrir estragos por la bala. Aquella sería extraída meses después en un hospital británico.

Las heridas, los fanáticos y el descubrimiento de las atrocidades nazis fueron el precio pagado por ir en vanguardia de los ejércitos aliados. La unidad de Seekings y Cooper fue la primera de las tropas aliadas en entrar en el campo de concentración de Bergen-Belsen, donde solo un mes antes había fallecido Ana Frank, junto a miles y miles de judíos. Ajenos a la llegada de los Aliados, los guardias nazis siguieron maltratando a los prisioneros como si se tratara de un día más en el campo. Cuando un guardia empezó a golpear a un prisionero con la culta de su rifle, Seekings pareció por un momento que iba a desenfundar su pistola y acabar con el guardia. Pero no. El boxeador se contuvo y, acercándose con calma al soldado de las SS, le propinó un puñetazo en la cara con toda su fuerza, que era mucha. Reincorporado el guardia; fue necesario un segundo puñetazo de Seekings para recordarle a él, y a todo el campo, que cualquier que tratara con brutalidad a los judíos a partir de entonces sería castigado.

Una de las unidades del SAS, encabezada por Seekings y Cooper, fue la primera de las tropas aliadas en entrar en el campo de concentración de Bergen-Belsen

Del horror de los campos de concentración pasaron a una breve estancia en Noruega donde prevaleció la monotonía. La guerra había terminado ya para Reg Seekings y sus camaradas, aun cuando tardaron en desmontar la unidad. De vuelta a casa se hizo cargo del pub Rifleman’s Arms de Ely, en Cambridgeshire. Tras nueve años, él y su mujer, Mónica, emigraron a Rodesia para cultivar tabaco. No obstante, durante la guerra civil que vivió este país africano fue inspector de la unidad antiterrorista de la policía, formada por el gobierno de minoría blanca. El boxeador regresó a Anglia Oriental poco después de la independencia de Zimbabue.

Por su parte, Johnny Cooper volvió a la vida civil en la empresa de lana de su familia. En 1951, sirvió brevemente en el 22SAS y más tarde en las fuerzas armadas del sultán de Omán. Su última experiencia militar fue de la mano de Stirling para combatir el golpe de Estado en la República de Yemen. Hacia 1966 se retiró definitivamente con el rango de teniente coronel.

Origen: El colérico «carnicero de Churchill»: un boxeador violento en los orígenes del SAS británico

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