28 marzo, 2024

El general que criaba gallinas

80 años.De Gaulle pronunciando su famoso discurso a través de la BBC el 18 de junio de 1940. Debajo, Churchill y De Gaulle en Marrakech en 1944; parece que el británico fuera más alto, pero es un efecto óptico. Medía 1.67 y apenas llegaba al hombro del general (Hulton Deutsch / Getty)
80 años.De Gaulle pronunciando su famoso discurso a través de la BBC el 18 de junio de 1940. Debajo, Churchill y De Gaulle en Marrakech en 1944; parece que el británico fuera más alto, pero es un efecto óptico. Medía 1.67 y apenas llegaba al hombro del general (Hulton Deutsch / Getty)

La casa de De Gaulle en Londres es ahora una residencia para mujeres regentada por monjas

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Cuando uno mide casi dos metros sus huellas quedan bien marcadas. Es el caso de Charles De Gaulle (1,96) en Londres, y eso que se llevaba a matar con Winston Churchill (mucho más bajito, con su 1,67 apenas le llegaba al hombro). Las hay repartidas por toda la ciudad. Por ejemplo en lo que hoy es el convento de Santa Dorotea, en el barrio intelectual de Hampstead, un albergue para mujeres de todas partes del mundo que, a cambio de pagar tan sólo una fracción de lo que les costaría un hotel, aceptan la disciplina de un toque de queda. Si llegan más tarde de una cierta hora, encuentran la residencia cerrada y sólo pueden regresar a la mañana siguiente. Es una mentalidad muy gaullista. El general siempre fue muy disciplinado.

En lo que hoy es el convento (un elegante edificio de ladrillo rojo con ventanas altas), vivieron entre 1942 y 1944 De Gaulle, su mujer Yvonne y sus tres hijos (Philippe, Elisabeth y Anne), y el general en persona criaba gallinas para que la familia pudiera disponer de huevos frescos en medio de las penurias que siguieron al blitz alemán. Una placa medio escondida en el jardín, que no se ve desde la calle (hay que cruzar una verja), recuerda su presencia.

Se llevó a matar con Churchill y Roosevelt, intuyendo un acuerdo de ambos para imponer la cultura anglosajona

Siempre que estaba en casa (sus viajes eran frecuentes), a De Gaulle se le podía ver los domingos a las once de la mañana en misa en la iglesia de Saint Mary, a cinco minutos de su domicilio, establecida en 1816 por el abad Jean Jacques Morel, un sacerdote que huyó de Francia tras la revolución de 1789. Católico devoto, se sentaba en la primera fila, y su imponente figura era inconfundible. Un vecino de Hampstead, compatriota suyo, acudía a saludarle, y el austero general, que nunca le preguntó quién era, le respondía mecánicamente: “Vive la France”. También residió en el hotel Rubens ,junto al palacio de Buckingham; el cuartel de operaciones de la Francia Libre estaba en Carlton Gardens (hoy es la sede del grupo Rothschild); compraba el Armagnac en Berry Bros. & Rudd, e iba a relajarse al bar del hotel Connaught y al Petit Club Français, un pub del Soho.

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De Gaulle se estableció en la capital inglesa el 17 de junio de 1940, habiendo huido tres días antes de la Alemania ocupada por los nazis, y se instaló en el apartamento de un amigo en el barrio de Mayfair, en lo que hoy es el número 3 de Curzon Square (que entonces se llamaba Seamore Grove). Allí preparó el texto del mensaje del día siguiente (hace hoy ochenta años) llamando a la lucha a los franceses, sobre todo a los soldados, algunos de los cuales estaban en territorio inglés. Con la connivencia de Churchill, lo hizo a través de las ondas de la BBC, en los estudios del histórico edificio de la radiotelevisión inglesa cerca de Oxford Circus. “Pase lo que pase –dijo– la llama de la resistencia francesa no debe morir y no morirá”.

Churchill lo apoyó inicialmente, pero la relación se deterioró por un choque de egos y por la mutua desconfianza. El presidente de EE.UU. Franklin Delano Roosevelt veía en el general tendencias autoritarias e incluso fascistoides, e inculcó esa idea en el líder británico. A su vez, el francés intuyó –no sin razón– una conspiración de los ganadores de la guerra para imponer la cultura anglosajona en el mundo y repartirse las colonias francesas, una noción que confirmaron las conferencias de Yalta y Potsdam, a las que no fue invitado. Su gran objetivo fue salvar l’honneur de la France , su identidad. Y lo consiguió, sacando de las cenizas del conflicto un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU y una zona en el Berlín ocupado, además de la luz verde para convertir a su país en potencia nuclear.

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El recelo tenía sus orígenes en el apoyo del rey de Francia a los rebeldes en la guerra de independencia de Estados Unidos. “Que quede bien claro –le dijo Churchill a De Gaulle tras una tormentosa reunión–. Cada vez que Gran Bretaña tenga que escoger entre Europa y los mares abiertos, escogerá los mares abiertos. Y cada vez que yo tenga que escoger entre usted y Roosevelt, escogeré a Roosevelt”. Preguntado si consideraba al héroe francés un gran hombre, respondió que lo veía como “un ser arrogante que se creía el centro del mundo, epítome de la intransigencia francesa, Juana de Arco en versión masculina”.

De Gaulle se vengó de Estados Unidos criticando de manera impasible la guerra de Vietnam y sacando a Francia de la estructura militar de la OTAN, y de Gran Bretaña bloqueando dos veces su entrada en la Comunidad Económica Europea. “De todos nuestros aliados, el que más nos ha complicado la vida ha sido Francia”, le dijo una vez el secretario del Foreign Office Anthony Eden. “No tengo la más mínima duda –le respondió el general–. Francia es una gran potencia”.

Origen: El general que criaba gallinas

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