23 noviembre, 2024

El hermano revolucionario de Ramón y Cajal que luchó en la guerrilla uruguaya y escapó a dos condenas a muerte

A los 17 años suspende una asignatura y huye de casa por temor al enfado de su padre. Tardó siete años en volver

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Nadie hubiera imaginado, viendo las «traversuras» del pequeño Santiago Ramón y Cajal, que se convertiría años después en el padre de la Neurociencia Moderna y recibiría un premio Nobel. Él mismo lo recordaba así: «Para decirlo de una vez: durante mi niñez fui criatura díscola, excesivamente misteriosa, retraída y antipática«.

Su hermano Pedro, dos años menor que Santiago, por el contrario, era el hijo modélico y buen estudiante. Hasta que las cosas se torcieron… Con 17 años, Pedro suspendió una asignatura del último curso de bachillerato. Pero Justo Ramón, el padre de los hermanos Ramón y Cajal, estaba decidido a que sus dos hijos varones siguieran su estela y se hicieran médicos como él, una profesión que le había sacado de la penurias de su infancia y le permitía vivir con cierto desahogo.

Huida de casa

Asustado por el suspenso, Pedro, el hijo «modelo» iba a sobrepasar con creces la mala fama que tenía su hermano Santiago. La dura «batalla» que su padre había mantenido con Santiago, dos años mayor que él, para que se aplicara en los estudios, lleva a Pedro a huir de casa, por temor al castigo que le esperaba. Acompañado de un amigo recorren a pie los casi 400 kilómetros que separan Huesca, donde estudiaban, de Burdeos. Y desde Burdeos se embarcan como polizones en el velero «Queen», con rumbo a Sudamérica.

Lo contaba Santiago Ramón y Cajal Agüeras, bisnieto de Pedro, en el Simposium «Historia de la Neurociencia Española», celebrado en el Instuto Cajal, de Madrid. Ya antes, el Nobel Santiago Ramón y Cajal dejó por escrito la impresión que le causó la aventura de su hermano en «Recuerdos de mi vida«: «Pedro, dicho sea entre paréntesis, se lanzó a una aventura verdaderamente épica. Mostrando resolución increíble en un muchacho de diez y siete a diez y ocho años, ahorcó sus hábitos de estudiante y se fugó de casa, en compañía de cierto aventurero seductor. Después de embarcarse en Burdeos dio con sus huesos en el Uruguay, donde le ocurrieron las más sorprendentes peripecias y peligrosos lances. ¡Contra todas las previsiones de mi padre, el hijo formal, el impecable, sumiso y obediente, sobrepujó de un salto todas las decantadas audacias del primogénito!… [Santiago Ramón y Cajal]. Yo quedé como humillado por no haber sabido hacer otro tanto».

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Pasado por la quilla, por polizón

Durante 7 años, nada supieron de Pedro, que, como explicaba Cajal, pasó grandes apuros en su huida de casa. Al poco de embarcar en el «Queen»como polizones, Pedro y su amigo fueron descubiertos y condenados a pasar por la quilla, un castigo reservado a polizones y marineros rebeldes, que era casi una condena a muerte.

Pasar por la quilla
Pasar por la quilla

Consistía en atar a los culpables a un cabo, lanzarlos por un costado del barco y sacarlos por el otro, obligándolos a pasar por debajo de la quilla. Si este proceso era rápido, los condenados sufrían graves heridas por el roce con los moluscos pegados a la quilla del barco, que podían causarles la muerte.

Si era lento, la probabilidad de morir ahogados era alta. Pero los jóvenes tuvieron suerte y sobrevivieron, lo que se premiaba con la estancia a bordo del barco.

Poco antes de acabar el viaje, Pedro se mete en otro lío, al herir a un marinero con el mango de una cuchara durante una pelea. El hijo modélico estaba desatado. Le condenan a muerte, y de nuevo la suerte se pone de su parte. Otro marinero intercede por el y le indultan.

Se alista en la guerrilla

Pero sus problemas no habían hecho nada más que empezar. A su llegada a Uruguay se enrola en la guerrilla del coronel Timoteo Aparicio, un ex militar que encabezó la Revolución de las Lanzas, que se desarrolló en Uruguay entre 1870 y 1872 y culminó con el primer acuerdo de coparticipación en el poder de los partidos tradicionales uruguayos: el Blanco y el Colorado.

Pedro participa en varias escaramuzas, en algunas de las cuales resulta herido en combate. Pero, de momento, le gustaba aquella vida al aire libre y de aventuras continuas, sin tener que rendir cuentas a nadie. Timoteo Aparició, que había puesto en jaque al partido gubernamental, no sabía leer ni escribir. Y el militar echó mano de «la sabiduría» de Pedro Ramón y Cajal para que hiciera de secretario suyo. Así pasó el aragonés 7 años en la pampa urugaya.

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A punto de ser fusilado

Después de ese tiempo, junto con otro compañero de origen italiano, deciden abandonar la guerrilla. Tuvieron la excelente de idea de marcharse a lomos del caballo del coronel Aparicio y llevarse su pistola. Les persiguen y cuando los encuentran, después de ser juzgados por los guerrilleros, son condenados a muerte por tal traición.

Al parecer, el italiano amigo de Pedro sí mantenía relación con su familia, que de alguna forma se enteró de la difícil situación de su hijo y contactó con el Consulado italiano. El cónsul italiano alertó al español de que había un español a punto de ser fusilado. Entre ambos logran evitar en el último momento la ejecución de los jóvenes. Era el momento de salir del país y regresar a España con ayuda del Consulado.

La oración que le salvó la vida

De regreso a casa, a Pedro le esperaba aún otro sobresalto, ya a las puertas de Zaragoza, en el denominado apeadero de la Química, hoy desaparecido. Allí el tren paraba unos minutos y Pedro sugiere a sus compañeros de vagón bajar a tierra y rezar una oración a la Virgen, a la vista de las torres del Pilar.

Vista del Pilar
Vista del Pilar– Foto de Archivo ABC

Consideraba a la «Pilarica» su benefactora en las peripecias que había vivido en Sudamérica y de las que había logrado escapar para contarlo. Poco podía sospechar que aquel gesto iba a salvarle la vida de nuevo. Un descarrilamiento o una explosión, no está claro lo que ocurrió, acabó con la vida de sus compañeros de viaje mientras el rezaba en tierra.

La vuelta del hijo pródigo

El Propio Santiago Ramón y Cajal describía, años después, la vuelta de su hermano: «El hijo pródigo regresó ocho o diez años después al hogar, y, arrepentido de su conducta, se formalizó en el trabajo y acabó honrosamente los estudios médicos. Convertido hoy en clínico reputado, figura entre los profesores de la Facultad de Medicina de Zaragoza. A su tiempo haremos mención de sus interesantes y fecundas investigaciones sobre la Histología comparada del sistema nervioso».

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Se refiere, como el mismo explica en otro capítulo de «Recuerdos de mi vida» «a ocho extensas monografías, sobre variados temas de neurología comparada en peces, reptiles, aves y batracios», donde Pedro confirma muchos de los hallazgos llevados a cabo por su hermano Santiago en mamíferos, para que pudieran generalizarse. Años después, Pedro, colaborador cercano a la sombra del Nobel escribiría: «Una de mis mayores satisfacciones fue la de ser el único amigo y confidente de mi hermano Santiago«.

Origen: El hermano revolucionario de Ramón y Cajal que luchó en la guerrilla uruguaya y escapó a dos condenas a muerte

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