29 marzo, 2024

El infierno fuimos nosotros: el primer semestre cruel de la guerra – EL ESPAÑOL

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Lo que iba a ser un golpe de Estado de pocos días se transforma en un largo y cruento conflicto bélico. El verano es el momento de los ‘paseos’, con el mayor número de asesinatos en la zona republicana.

Jose Ángel Mañas

Yo afirmo, y la historia me dará la razón, que el segundo país con dictadura proletaria en Europa será, ciertamente, España. LENIN

Para que se produzca un estallido social o una guerra civil, hay una multitud de causas que se tienen  que confabular en una suerte de sinergia dramática. Ya lo cantaba Lluís Llach: para que la estaca caiga todos deben tirar de ella. Pero ¿cuál es el tirón decisivo? Está el último, pero siempre hubo antes multitud de casualidades imprescindibles que coadyuvaron en el inicio de la contienda. Un drama en el que el infierno fuimos nosotros, utilizando el título de la obra de Bartolomé Bennassar.

De entrada, el mimetismo. Todos los revolucionarios, tanto de izquierdas como de derechas, tenían en mente el ejemplo de la Revolución rusa del 17 y lo ocurrido en Alemania e Italia, tres revoluciones antiparlamentarias triunfantes. Los tiempos estaban definitivamente en contra del viejo parlamentarismo. Por ello, en muchos libros de texto se estudia, y con razón, la guerra civil española como el arranque de la Segunda Guerra Mundial. Es el primer campo de batalla en el que se enfrentan las nuevas ideologías totalitarias que luego se unirán contra las democracias europeas.

Tenemos además la crisis económica –el crack del 29 está todavía a la vuelta de la esquina– y las difíciles condiciones sociales de una España con una economía agraria y retrasada. Un país donde gran parte del campesinado vivía en condiciones casi feudales, a la merced de grandes terratenientes, era un caldo de cultivo inmejorable para el extremismo, que en el caso del campo español se dio principalmente como anarquismo. No olvidemos que en 1936 la CNT tiene millón y medio de afiliados. Más del doble que la UGT. La fracasada reforma agraria del bienio socialazañista contribuyó a fomentar el clima revolucionario.

Aquí van algunos hitos fundamentales de estos tres primeros y decisivos meses de la contienda bélica que va a sacudir España durante tres largos años. Este domingo publicaremos lo sucedido en el segundo trimestre del conflicto.

Fotografía Muerte de un miliciano, tomada en Espejo, en el frente de Córdoba, el 5 de septiembre de 1936. Robert Capa / Magnum Photos / Contacto

Fotografía Muerte de un miliciano, tomada en Espejo, en el frente de Córdoba, el 5 de septiembre de 1936. Robert Capa / Magnum Photos / Contacto

[Este reportaje está ilustrado con imágenes de Robert Capa (1913-1954), fotoperiodista húngaro que cubrió distintos conflictos bélicos como la Guerra Civil Española, la II Guerra Mundial o la guerra árabe-israelí de 1948. Judío, afín al Partido Comunista, cercano al anarquismo, se convirtió en un reportero al servicio de la lucha antifascista.

Suyo es uno de los trabajos fotográficos más sobresalientes de la Guerra Civil. Abrazó la causa de la República y documentó la contienda desde primera línea de combate: desde los comienzos en el frente de Madrid hasta la retirada final en Cataluña. Sus fotografías marcaron el nacimiento de un nuevo género fotoperiodístico: el reportaje bélico. «La verdad es la mejor imagen, la mejor propaganda», declaró Capa en una entrevista en septiembre de 1937].

JULIO. LA GUERRA ES UNA FIESTA

Julio es un mes de calor en toda la Península. Con las Cortes cerradas, la política se ha dejado de hacer en el Congreso y se hace en las calles. Los asesinatos del teniente Castillo (socialista) y de Calvo Sotelo (monárquico) han caldeado el ambiente hasta lo indecible. Hace ya muchos meses que el general Mola orquesta una conspiración contra la República en la que, de entre todos los generales comprometidos, Francisco Franco es quien más dubitativo se muestra. Franco no ha dejado de deshojar la margarita. Pero el asesinato de Calvo Sotelo lo cambia todo.

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Con Franco al frente del alzamiento, empieza la sublevación en los cuarteles. La idea de Mola, desde el principio, es un movimiento violento, sincronizado y centrípeto que triunfe rápidamente y que permita cercar y tomar Madrid, la plaza más complicada. La idea es un golpe de Estado que dure unos pocos días. El resultado no es el previsto. Mal coordinado en muchas partes, el alzamiento se da con sordina en Canarias y, eso sí, triunfa de manera incuestionable en el protectorado de Marruecos. Desde Pamplona, con la ayuda de los carlistas, Mola se hace con el control de Navarra y Castilla la Vieja; y Queipo, de manera singular, se adueña de Sevilla. Ello y Zaragoza, bajo el mando de Cabanellas, son los principales éxitos nacionales.

En las grandes capitales, el fracaso de los sublevados es rotundo. En Barcelona, el general Goded, que ha viajado expresamente desde Baleares para ponerse al frente de la sublevación, es derrotado y capturado por las columnas anarcosindicalistas de Durruti, Ascaso y García Oliver. En Madrid los militares acuartelados son masacrados por los milicianos en el cuartel de la Montaña. Por casi todas partes, allí donde se acuartelan los rebeldes, el conjunto de las fuerzas gubernamentales, ayudadas por las milicias, logra sofocar la sublevación. Hay excepciones importantes, entre las que destacan Oviedo y el Alcázar toledano, donde los coroneles sublevados Aranda y Moscardó resisten el acoso de los gubernamentales.

Hay una fecha crucial en julio, y es el 19. Tan pronto como eso, ante la rebelión de buena parte del ejército, los partidos comunista y socialista, encabezados respectivamente por José Díaz y sobre todo Largo Caballero (la importancia en estas fechas de los comunistas es ridícula en comparación con el PSOE), presionan con multitudinarias manifestaciones a las puertas de los ministerios de la Guerra y de Gobernación, en Madrid, amenazando con acometer la revolución de inmediato si no se les arma para hacer frente a los militares rebeldes. Y se les arma: el 19 de julio el Gobierno de la República acepta y permite el reparto masivo de fusiles entre los partidos y sindicatos de izquierdas. Si un Estado se caracteriza por ejercer el monopolio de la violencia, a partir del 19 de julio se puede decir que se legaliza la anomía y que la Segunda República deja de existir. Lo que sigue es ese cóctel de barbarie bélica y revolución social que hemos dado en llamar Guerra Civil Española.

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Madrid es una fiesta: existe la misma euforia beligerante que cuando se proclamó la República. Todos están convencidos, como lo estaban en el 98, de que la guerra la va a ganar el Gobierno y que va a ser breve. Robert Capa / Magnum Photos / Contacto

Madrid es una fiesta: existe la misma euforia beligerante que cuando se proclamó la República. Todos están convencidos, como lo estaban en el 98, de que la guerra la va a ganar el Gobierno y que va a ser breve. Robert Capa / Magnum Photos / Contacto

AGOSTO. EL SALVAJISMO DE LOS PASEOS

Lo que debió ser un golpe de Estado de pocos días se transforma en el inicio de esa guerra larga y cruenta que pronosticaba Franco. Pero en agosto la guerra aún se percibe como una fiesta. En Madrid, los milicianos suben y bajan de la sierra en el día; si antes iban de excursión los domingos, ahora van a pasar un rato y a pegar cuatro tiros en el frente. En Barcelona, la CNT es dueña absoluta de la ciudad. Algo parecido ocurre en Gijón y en las principales ciudades leales al Gobierno, donde los republicanos se han visto desbordados por los partidos y sindicatos de izquierdas: PSOE, UGT, JSU, PCE, Esquerra Republicana o CNT. El PNV, en el País Vasco, es caso aparte. La legalidad republicana, con las armas repartidas, es una broma. Muchos oficiales optan por pasarse al bando nacional.

No obstante, la República aún tiene unos cuantos ases en la manga. La Marina en su casi totalidad se le ha mantenido fiel y la baza principal, en lo militar, de los sublevados, es el Ejército de África, que permanece confinado en Marruecos. Por eso, el puente aéreo que se hace entre Tetuán y Sevilla, gracias al apoyo, entre otros aparatos, de los Junker 52 alemanes, y el cruce del Estrecho del día cinco, con más material y hombres, marcan un punto de inflexión importantísimo. A partir de ese momento, el bloqueo marítimo se rompe y el Ejército de África, con los legionarios al frente, inicia su andadura peninsular, subiendo de camino a Sevilla, en primer lugar, y luego hacia el frente de Extremadura, con la idea de marchar sobre Madrid por el suroeste, mientras Mola desciende con el Ejército del Norte desde Castilla la Vieja.

El verano es el momento de los ‘paseos’. En agosto es cuando se producen mayor número de asesinatos en las zonas republicanas, en claro estado de anomía y ante la impotencia del Gobierno de José Giral, que es quien ha sucedido a Casares Quiroga. En agosto se fusila a García Lorca, uno de los mártires del conflicto. Y en agosto, también, el teniente coronel Yagüe toma Badajoz y, ante el miedo de dejar a sus espaldas demasiados enemigos potenciales, fusila en torno a dos mil republicanos en la plaza de toros de la ciudad. La guerra civil empieza a adquirir esos tintes de salvajismo goyesco que la han hecho célebre.

Agricultores del bando republicano en el Frente de Aragón en agosto de 1936. Robert Capa / Magnum Photos / Contacto

Agricultores del bando republicano en el Frente de Aragón en agosto de 1936. Robert Capa / Magnum Photos / Contacto

SEPTIEMBRE. DERROTA TRAS DERROTA REPUBLICANA

Septiembre es el mes en el que los dos bandos se preparan para un conflicto en el que no cabe ya la negociación o el compromiso, sino solo el exterminio total del adversario. Septiembre es el mes en el cual Largo Caballero, cabeza radical del PSOE, es nombrado jefe del Gobierno, y también Franco es nombrado generalísimo de todos los ejércitos nacionales y jefe único del alzamiento. Ha nacido un caudillo. La liberación del Alcázar, la caída de Irún o de San Sebastián son algunos de los hitos bélicos.

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La toma de Badajoz ha permitido a los rebeldes unir los territorios sublevados del norte y del sur. Con Badajoz en manos de Franco, la guerra entra en una nueva fase. Hasta ahora las zonas controladas por los rebeldes estaban separadas. En algunos sitios los bandos forman círculos concéntricos, como en Córdoba, donde la provincia republicana asedia la ciudad rebelde, mientras en el interior de la capital los barrios obreros están sitiados por los militares. Lo mismo ocurre en Asturias, Toledo o las islas Baleares. Pero a partir del ahora se han unido las manchas separadas en macizos continuos que empiezan a extenderse hacia Madrid. El panorama, desde el punto de vista republicano, empieza a parecer preocupante. Por el momento, todo son derrota tras derrota, retirada tras retirada.

Un niño con una gorra que pertenece al Batallón de Acero, de la milicia anarquista Unión de los Hermanos Proletarios. David Seymour / Magnum Photos / Contacto

Un niño con una gorra que pertenece al Batallón de Acero, de la milicia anarquista Unión de los Hermanos Proletarios. David Seymour / Magnum Photos / Contacto

HITOS EN SEIS MESES

17 de julio. Un día antes de lo previsto, el ejército de Marruecos se levanta contra el Gobierno republicano.

18 de julio. Arranque del alzamiento en la península.

19 de julio. El Gobierno de José Giral reparte armas a los partidos y sindicatos de izquierdas.

20 de julio. Asalto miliciano del Cuartel de la Montaña en Madrid.

8 de agosto. El Gobierno francés prohíbe exportar armas a España.

15 de agosto. Fusilamientos de la plaza de toros de Badajoz.

18 de agosto. Es fusilado de madrugada García Lorca.

27 de agosto. Primer bombardeo sobre Madrid.

4 de septiembre. Dimisión de José Giral. Azaña nombra a Largo Caballero jefe de Gobierno.

5 de septiembre. Los nacionales toman Irún y controlan los puestos fronterizos del País Vasco.

13 de septiembre. Cae San Sebastián.

28 de septiembre. Varela libera el Alcázar de Toledo.

7 de octubre. Empieza a llegar al bando republicano la ayuda militar rusa.

25 de octubre. Parten desde Cartagena, con destino a Odessa, las reservas de oro del Banco de España.

6 de noviembre. Con Varela a las puertas de Madrid, el Gobierno de Largo Caballero abandona la capital.

7 de noviembre. Se inician las sacas de presos de las cárceles madrileñas. Muchos acabarán en una fosa de Paracuellos.

8 de noviembre. Desfilan por la Gran Vía los primeros brigadistas internacionales que acuden a defender Madrid. Arranca el asalto de Madrid.

2 de diciembre. El Comité de No Intervención aprueba el control de puertos, aeropuertos y fronteras españoles para frenar la entrada de armas y soldados de cualquiera de los bandos.

17 de diciembre. El Vaticano nombra al cardenal Isidro Gomá encargado oficioso y confidencial ante el Gobierno de Franco.

22 de diciembre. Llegan a Cádiz los primeros tres mil camisas negras para apoyar a los sublevados.

Origen: El infierno fuimos nosotros: el primer semestre cruel de la guerra – EL ESPAÑOL

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