‘El jardín de las vestales’: las sacerdotisas sagradas que tenían prohibido el sexo
Jesús Maeso de la Torre analiza en ABC los pormenores de su nueva novela histórica: ‘El jardín de las vestales’
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«Plinio, saluda a su estimado Mecelio Sabino Nepote. ¿Nunca has leído la sorprendente anécdota acaecida en tiempos de Augusto que se comentó en Roma con asombro? Sucedió que un provinciano de Gades, impresionado por la reputación y gloria de Tito Livio, vino desde los apartados confines de la tierra para conocerlo. Ejemplo singular en los anales de la ciudad, que un lector y perseguidor de celebridades literarias ansiara vivamente conocer a su ídolo. Ignoro su nombre y si llegó a relacionarse con él, pero no cabe duda de que hemos de elogiar su insólita iniciativa y aguardar a que otros amantes de los libros lo imiten y deseen tratar con los escritores a los que admiran.
Creo que supone gran necedad no valorar en su medida el afán del gaditano por comunicarse con quien tanto le fascinaba, pues nada es más grato y estimable en la condición humana que apreciar el arte y la escritura y valorar a sus creadores. Para leer continuamente hay oportunidad, pero para escuchar al escritor y conocerlo, no siempre, caro amigo».
Plinio el Joven, de sus Cartas. Libro II.3-8
Así se inicia mi novela, ‘El jardín de las vestales‘, que está concebida como una narración realista y nostálgica del pasado, en especial de la Roma de Augusto y Tiberio, y de la importancia en el Imperio de la ciudad federada de Gades, en Hispania. En ella invoco al héroe doliente, pero digno, que tantas veces nos deleitó en la literatura clásica, buscando un territorio nuevo, nunca novelado.
Este personaje, absolutamente real, no es otro que un joven lector hispano, primer ‘fans’ conocido en la historia de occidente, que tuvo la osadía de viajar a la capital del mundo con el único propósito de conocer a su autor predilecto y gran literato del momento: Tito Livio.
El hecho de que esté recreada en el mundo romano es porque considero que la historia de España carece de sentido si la excluimos de la de Roma. En la novela se recrean escenarios diversos del Imperio, como Hispania (Gades), la Mauritania Romana y la Roma el siglo I, antes y después de Cristo.
La novela, que sigue el modelo griego argonáutico, o de viajes, se convierte un éxodo por el Mediterráneo y por la vida cotidiana del pueblo romano, en especial de Gades y Roma, con todo lujo de detalles, para que el lector se sumerja en el universo romano de la mano de personajes ficticios y reales de aquel siglo.
Como no podía ser de otro modo, entre sus páginas surgen actores tan emblemáticos de la historia universal como: Augusto, Livia, Julia, Tiberio, Cayo Higinio –un hispano primer bibliotecario de Roma–, Mecenas, Ovidio, Virgilio, Horacio, o Tito Livio.
A la par, se recrea a una protagonista femenina de especial fascinación: la vestal Valeria Domicia, inmersa en el mundo fascinante de las vírgenes Vestales, figuras femeninas de excepcional importancia para la perpetuación de Roma. Estas seis castas mujeres cuidaban del fuego sagrado en el templo de Vesta, reparaban las ofensas a los dioses y representaban el hogar, el fuego, y a la diosa Terra y salvaguardaban en el Paladium de su residencia los testamentos de las figuras más ilustres de Roma.
La escritora Ana Poniathoska sostenía que «las mujeres son las grandes olvidadas de la historia y la mejor forma de rescatarlas de la fugacidad y del olvido, es escribir sobre ellas». Por eso las vestales son las protagonistas del relato, junto al librero hispano Tulio Vero, Graéculus, el pequeño griego, el gran amante de los libros, a través del cual describo el mundo del libro de la época, a sus autores más señeros, el barrio del Argileto donde se hallaban libreros o bibliopolas, tiendas y copistas, y saco a la luz cómo nace la figura del lector individual y anónimo que lee y compra por vez primera manuscritos, iniciándose el universo lector de la cultura actual.
En definitiva, es una novela de amores irredentos, viajes, comercio, crueldad, ansias de poder, codicia, alta política y también de misterios que deben resolverse, como el testamento de Marco Antonio, enigmático hilo conductor de la novela, del que se piensa fue alterado por Octavio para hacerse con el dominio del senado, y alzarse después con sutil eficacia con el mando del Imperio.
En esta novela le presto al lector varias tramas paralelas para que se sumerja en un mundo paralelo de emociones de todo tipo, como la relación de odio y rechazo de Augusto con su hija Julia y su destierro a Pandataria, la aparición de la asociación secreta de agentes del emperador –la misteriosa Nemus–, la prostitución sagrada en el templo de Venus Astarté, el triunfo de Balbo en Roma y el desconocido complot del ‘Pileus’ para derrocar a Augusto.
Todos ello narrado de una forma vívida y sugestiva, donde me he movido por un amor indeclinable a la historia, y con el único objetivo de deleitar del lector.
Porque los españoles, fundamentalmente, somos romanos.
Jesús Maeso de la Torre (Úbeda, 1949) es un escritor, conferenciante y articulista español
Origen: ‘El jardín de las vestales’: las sacerdotisas sagradas que tenían prohibido el sexo