El misterio McCormick: un muerto dejó este mensaje en código y nadie lo ha resuelto aún. Noticias de Alma, Corazón, Vida
El misterio McCormick: un muerto dejó este mensaje en código y nadie lo ha resuelto aún. Noticias de Alma, Corazón, Vida. Un cadáver en mitad de un campo de maíz, un enigma y dos notas manuscritas que han robado horas y horas de sueño a multitud de investigadores aficionados… que no han llegado a ninguna parte
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!
El 25 de junio de 1999, Ricky McCormick, un afroamericano de 41 años que había pasado unos años en la cárcel por abuso sexual, desapareció para siempre. Cinco días después su cadáver fue encontrado en un campo de maíz en el condado de Saint Charles, en Misuri, a unos 32 kilómetros de su hogar. Aunque sólo habían pasado un centenar de horas, su cuerpo estaba tan descompuesto que apenas proporcionaba pistas a los investigadores. Aunque había algo que estaba claro: McCormick, que no tenía carnet de conducir, no había llegado a tan remoto lugar por su propio pie.
El caso ofrecía tan pocas pistas que, poco a poco, fue muriendo. No es que muchas personas echasen de menos a McCormick: su madre lo había calificado como “retrasado” en una entrevista con ‘River Front Times’, un medio local de Saint Louis, y su novia había confesado a la policía que había recogido un cargamento de droga en Orlando al menos dos semanas antes de su muerte.
Son más de 30 líneas de material codificado que utiliza una exasperante variedad de letras, números, guiones y paréntesis, según el FBI
Era la única hipótesis que manejaba la policía: que la muerte de McCormick fuese un asunto de tráfico de drogas. Sin embargo, no había encontrado ninguna herida ni de bala ni de cuchillo, aunque cabía la posibilidad de que hubiese sido golpeado fuertemente… Aunque el cadáver, descompuesto al implacable calor de Misuri, no ofrecía más pistas. Como señaló en aquel año la policía de San Luis, no había indicios claros de que se hubiese cometido ningún crimen: “Hemos seguido cada pista, y no sólo no podemos probar que fuese un asesinato, ni siquiera podemos elaborar un motivo por el que este hombre ha muerto”. Eso, el menos, hasta marzo de 2011.
Palabras, números y un gran enigma
La muerte de McCormick había sido casi olvidada cuando, un buen día, el FBI publicó dos documentos que hoy en día se conocen popularmente como el código McCormick, y en los cuales se pueden leer un puñado de párrafos donde las letras y los números se juntan sin orden aparente. Habían sido encontrados en el bolsillo del muerto, a pesar de que los investigadores habían asegurado a su madre que lo único que se había hallado era un ticket hospitalario, y en ellos podía leerse “más de 30 líneas de material codificado que utiliza una exasperante variedad de letras, números, guiones y paréntesis”. Desde entonces, los dos papeles se han convertido en un clásico, puesto que cientos y cientos de personas han intentado descifrarlos sin éxito.
El FBI fue, de hecho, el primero que tiró la toalla. Aunque el equipo de criptoanálisis sospechaba que ese conjunto de letras y números ocultaba el motivo de la muerte de McCormick, fue incapaz de llegar a ninguna conclusión, por lo que se decantó por una opción, cuando menos, peculiar: publicar los documentos en su página web con la esperanza de que millones de cabezas –esa mente colectiva que es internet– pensasen más que la de su equipo. Los métodos tradicionales de criptoanálisis no habían dado con ninguna conclusión, así que se necesitaba recurrir a otras herramientas más heterodoxas.
Así, podría parecer que el enigma McCormick pasaba a engrosar la lista de misterios criminales asociados a códigos, con el Asesino del Zodiaco en cabeza, que dejó para la posteridad cuatro criptogramas y muchas preguntas sin responder. Sin embargo, como asegura Stassa Edwards en un reportaje publicado en ‘The Kernel’, hay una diferencia sustancial respecto a dicho caso: mientras que en aquel existe unanimidad sobre considerar al criminal una mente privilegiada y, por ello, descifrar el código te convierte instantáneamente en un genio a su altura, no está claro que el código McCormick provoque lo mismo… si es que, claro está, es un código y no simplemente números y letras colocados al azar.
Una muerte, muchas hipótesis
Como señala ‘The Kernel’, hay dos grandes teorías sobre la nota encontrada en el bolsillo de McCormick: o que no la escribió él, o que sí lo hizo, que es la que mantiene el FBI. La gran defensora de la autoría desconocida es Elonka Dunin, una popular desarrolladora de videojuegos y aficionada a la criptografía con base en San Luis que ha llegado a inspirar algunos personajes de Dan Brown. La investigadora ha declarado que sospecha que McCormick era “un mensajero” entre diferentes traficantes, lo que sugiere que quizá sean estos, y no el finado, los hábiles codificadores… O que simplemente se trataba de un señuelo para despistar a los investigadores.
La hipergrafía y la grafomanía son manifestaciones muy habituales de enfermedades mentales y pueden conducir a escribir de forma compulsiva
Por otra parte se encuentra la teoría que señala que las notas son obras del propio McCormick, una opinión que a su vez se divide en otras cuantas hipótesis: o bien eran unas anotaciones camufladas o bien no tenían ningún sentido. Los defensores de la primera versión señalan que muchos de los números que aparecen en la nota pueden hacer referencia a distintas carreteras situadas cerca de la ciudad americana, así como las letras “NCBE” que probablemente signifiquen “no cash being exchanged”, es decir, “no hay intercambio de dinero” en una hipotética transacción comercial.
Aunque basta con echar un vistazo por la red para comprobar cómo hay teorías para todo. En Reddit hay infinidad de hilos dedicados a Ricky McCormick, al menos uno por año: el más reciente, del 25 de enero de 2016, en el que el usuario TheLinguistGamer señalaba que había encontrado una serie de anagramas en el texto: “Ernest Page Lee”, por ejemplo, a partir de UNEPLSENCRSEAOLTSENSKSENRSE. Además de un patrón de repetición: PPIT y más tarde PPIY, así como los ya nombrados números 71, 74 y 75. El problema, como hacen notar los comentaristas del post, es que la nota puede dar lugar a infinidad de anagramas.
Otra teoría bastante popular señala que se trata de un código que McCormick se escribía a sí mismo para recordar la medicación psiquiátricaque tomaba y que, por lo tanto, presenta fechas, nombres de medicamentos y modo de consumo, así como un breve historial médico. En ese caso, se trataría de documentos escritos por el propio McCormick y dirigidos a sí mismo. No obstante, tampoco termina de resultar convincente esta teoría. Como señala otro usuario con problemas psiquiátricos, “la hipergrafía y la grafomanía son manifestaciones muy habituales de enfermedades mentales y pueden conducir no sólo a escribir de forma compulsiva, sino también a hacerlo de manera poco convencional en las que las reglas están claras para el que escribe pero no para los demás”.
¿Qué sabemos de verdad sobre Ricky McCormick? No demasiado, según recoge Cipher Mysteries, quizá la página con la información más completa sobre el caso: que acababa de volver de Florida donde había recogido marihuana en varias mochilas para el hermano del propietario de la gasolinera donde trabajaba, que conocía a gente peligrosa, que su cadáver no era el primero que aparecía en dicho campo de maíz, que había tenido dos hijos con una menor de 14 años (lo que le llevó a la cárcel), que apenas sabía leer (y tan sólo sabía escribir su nombre) y… que había pasado más de una década antes de que la familia supiese de la existencia de las hoy célebres notas. Raro, raro.
O quizá, simplemente, como señala la página, “lo que estamos viendo en las notas es la vida de un hombre pobre y analfabeto que aspiraba a montarse en el caballo de la oportunidad, sólo para ser arrastrado por él”. Es probable que simplemente se tratase de otra más de esas notas que garabateaba desde niño y que ni siquiera su familia era capaz de desentrañar… Y que fueron escritas apenas tres días de su muerte con otro objetivo que nunca llegaremos a descubrir.