28 marzo, 2024

El misterioso asesinato del último gran emperador de Roma por un bárbaro de sangre visigoda y sueva

Final del Imperio romano de Occidente
Final del Imperio romano de Occidente

El historiador y divulgador Federico Romero Díaz, unos de los catorce autores de «Ab urbe condita», narra a ABC los pormenores de la vida de Mayoriano Augusto

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Flavio Julio Valerio Mayoriano Augusto tuvo un sueño: devolver al Imperio romano de Occidente la gloria que había atesorado tiempo atrás. Nacido en el año 420, y tras subir al poder con la ayuda de Ricimero (un noble bárbaro de sangre sueva y visigoda), partió con sus legiones hacia regiones como la Galia o Hispania. Su objetivo: que estos reinos no se apartaran de la Urbs. Después puso sus ojos en África, el corazón de los recursos económicos. Debía arrebatársela a los vándalos si quería costear el alto precio de sus soldados y, para ello, organizó en secreto una poderosa flota que partiría desde la península Ibérica.

Pero su aventura africana no pudo ni tan siquiera comenzar. En el 461 fue traicionado y, tras ser atacado por sorpresa por los mismos vándalos a los que ansiaba aniquilar, su armada fue derrotada. Al poco, Mayoriano murió en extrañas circunstancias. Y con él, el último emperador que pudo devolver la grandeza al Imperio romano de Occidente. Después, como bien explica a ABC Federico Romero Díaz (historiador, presidente de Divulgadores de la Historia y co-fundador del Día de la Romanidad) solo hubo oscuridad en el horizonte. Y eso por culpa de una persona. «Todo apunta a Ricimero. Este lo consideraba un compañero de viaje incómodo y demasiado independiente», confirma.

Romero sabe de lo que habla, pues ha novelado parte de la vida de Mayoriano para la obra coral «Ab urbe condita» (Edaf, 2020). Un compendio de dieciséis relatos que narran la historia de Roma, desde la monarquía hasta la decadencia del imperio, valiéndose de la familia Valeria como una suerte de hilo conductor. «Todos pertenecemos a la Asociación Divulgadores de la Historia. Han sido tres años de trabajo que han involucrado a muchas personas, pero estamos muy satisfechos con el resultado», explica. Su felicidad es doble ya que, además de ver el libro publicado, esperan conseguir fondos para que la Asociación Cultural Historia y Arte de Alcántara consiga reparar el puente romano de la misma región. «Les hemos cedido el dinero obtenido por derechos de autor», señala.

– ¿Somos descendientes de aquellos romanos que arribaron a la península?

– Casi todo lo que somos es gracias a ellos. Podríamos decir que somos romanos 2.0. El resto ha influido también, pero ha tenido menor influencia. Nuestra fundamental herencia cultural proviene de los romanos. Una gran parte de la humanidad tiene eso en común. En tiempos en los que nos empeñamos en diferenciarnos, deberíamos recordar este hecho a la sociedad.

– ¿Cómo nació la idea de elaborar una novela coral sobre la historia de Roma?

– La novela surge de una plataforma llamada Divulgadores de la Historia en la que hay blogueros, escritores, empresas… Lo que tenemos en común es que todos somos divulgadores. Catorce decidimos, a iniciativa del escritor Manuel Martínez Peinado, lanzarnos a este proyecto. Queríamos contar de una manera novelada los momentos más importantes de la Antigua Roma: la monarquía y la república; el alto imperio y el bajo imperio. Así, hasta la caída del Imperio romano de Occidente.

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No fue fácil. Son períodos muy extensos. Por ello, designamos a tres coordinadores para establecer unos criterios comunes, una extensión máxima para los relatos, un hilo común que uniera todas esas historias… Han sido casi tres años de trabajo en los que ha habido 18 personas implicadas. Además, una vez terminada la obra, la sometimos a los ojos, desde el punto de vista literario, de otros tres divulgadores veteranos (José Luis Hernández Garvi, Javier Santamarta y Lorenzo Gallardo) para pulir las aristas que pudieran quedar.

El último paso fue presentarla a una editorial. Cuando Edaf, a través del escritor León Arsenal, supo que era para un fin social (todos los beneficios de los derechos de autor irán destinados a la Asociación Historia, Arte y cultura de Alcántara) aceptó sin dudar. Se han volcado mucho en el proyecto.

– Su relato se zambulle en la vida del emperador Flavio Valerio Mayoriano, al que define como la última esperanza de una Roma en declive. ¿Había descendido el nivel militar de la Ciudad Eterna por entonces?

– Hay que entender el contexto. Estamos en la segunda mitad del siglo V. Hasta ese momento el Imperio romano había demostrado que disponía del mejor ejército y que podía derrotar a cualquier contingente contemporáneo. Era, todavía, el más potente de su época. Los problemas llegaron por culpa de otros factores.

Mayoriano
Mayoriano

– ¿Era el legionario de esa época tan letal como antaño?

– El legionario de esa época seguía siendo el mejor. Hasta mediados del siglo V hubo fábricas que producían armas de manera normalizada y seguía habiendo una estructura logística que lo abastecía de forma eficiente. El problema vino por la falta de recursos, pero, en esencia, el ejército no había bajado el nivel. De hecho, no desapareció con la posterior caída del Imperio, se disgregó en diferentes unidades que prestaron servicio en muchos casos a las órdenes de varios señores de la guerra. Hay legiones que atestiguan su existencia hasta el siglo VI y VII, en el Imperio romano de Oriente.

– ¿Qué pretendió Mayoriano?

– Apagar todos los fuegos que pudo y embarcarse en la recuperación del imperio. Las luchas internas habían provocado que muchas provincias del Imperio se desligaran de la autoridad del poder central y que los bárbaros aprovecharan esta división para extender su dominio. Él recuperó esos territorios para la autoridad central.

– ¿Desligado del imperio…?

– Sí. Cuando las élites romanas de provincias como la Galia fueron atacadas por incursiones bárbaras de vándalos, suevos y alanos y vieron que el poder central no era capaz de protegerles, se plantearon por qué debían pagar impuesto a Roma. Entendieron que era mejor elegir a sus propios líderes y defenderse por sí mismos.

– ¿Qué territorios trató de recuperar Mayoriano?

– Mayoriano intentó restablecer su autoridad en la Galia, en Hispania (donde los suevos saqueaban libremente casi todo el territorio) y, por último, en África. Sin esta última no había futuro para el Imperio romano de Occidente porque, en el siglo IV, era la provincia más rica; apenas había sido por los desórdenes que habían afectado a otros territorios. Era la que proporcionaba el grueso de los ingresos. En Sicilia también rechazó las incursiones de los piratas vándalos que en la costa.

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– Es curioso que se valiera de unidades de «bárbaros», como los llamaban los romanos, para estas campañas.

– Sí. Los ejércitos de aquella época estaban compuestos por elementos de otros pueblos y, a veces, contaban con un componente mayor de barbaros que de propios romanos. Cuando Mayoriano viajó a Hispania, obligó a sus aliados visigodos a cederle tropas para luchar contra los vándalos en África.

Uno de los casos más curiosos fue el de los hunos. Este pueblo empezó siendo aliado de los propios romanos. No fue hasta la llegada de Rugila y después de su sobrino Atila cuando se enfrentaron a su poder. Tras la muerte de Atila, sin embargo, se disgregaron en varios grupos y acabaron por diluirse como amenaza. Hay constancia de que después ayudaron como mercenarios al Imperio Romano de Oriente.

«Mayoriano, además de sus campañas militares, fue un gran legislador. Lucho por reconstruir los valores en los que creía»

– ¿El término «bárbaro» era peyorativo para los romanos, o solo una mera forma de referirse a los pueblos enemigos?

– Bárbaro es un término que viene de los griegos, que decían que sus enemigos no hablaban, sino que balbuceaban. Tenía un sentido peyorativo, en contraposición a una persona que se la suponía más civilizada. Lo curioso es que, en algunos casos, estaban más romanizados que los propios romanos. Llevaban un proceso muy continuado de contacto con la urbs. Los visigodos en España, por ejemplo, acabaron siendo herederos y transmisores de esa cultura, que asumieron y preservaron como propia.

– ¿Fue solo un gran general, o también un buen legislador?

– Mayoriano, además de sus campañas militares, fue un gran legislador. Luchó por reconstruir los valores en los que creía. Legislaba a favor de los más desfavorecidos, reducía impuestos, luchaba contra el desmantelamiento de los edificios antiguos y combatía el celibato masivo que se daba entre las jóvenes y que afectaba a la demografía del imperio… La pena es que no estuvo en el poder lo suficiente.

– ¿Cómo fue derrotado?

– Una vez conseguido el dominio territorial de la Galia y el sometimiento de los visigodos, reunió una gran fuerza militar y marchó a Hispania, ya pacificada salvo por los suevos, arrinconados en Gallaecia. Planeó una operación que debía ser secreta y que involucraba a 300 naves. La idea era partir a África y derrotar a los vándalos. Suponía que, con la ayuda de la población romana que quedaba en la provincia, vencería. Pero fue traicionado. Genserico, el rey vándalo se percató de sus intenciones y destruyó la armada.

Ricimero
Ricimero

– ¿Quién pudo ser el traidor?

– Todo apunta a Ricimero, gracias a cuyo apoyo se había alzado al poder. Lo consideraba un compañero de viaje incómodo y demasiado independiente. Lo que está claro es que hubo traición y la flota fue destruida.

– ¿Quién era este personaje?

– Ricimero fue un bárbaro de noble cuna emparentado con la realeza sueva y visigoda. Se educó desde muy joven en Roma y se destacó luchando a las órdenes de Aecio, el magister militum de Valentiniano III. Así fue, posiblemente, como conoció a Mayoriano. Tras los asesinatos de Aecio y de Valentiniano y el saqueo de Roma en el 455 por los vándalos se generó un vacío de poder que Ricimero y Mayoriano, bien posicionados en el ejército, aprovecharon para colocar poco después en el trono a Mayoriano.

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– ¿Qué significó la derrota?

– Fue una derrota que marcó el punto final de las esperanzas romanas de volver a resurgir en occidente. Mayoriano tuvo que pactar con los vándalos y reconocerles el dominio de África y, sin sus recursos, Roma ya no pudo mantener ni su ejército, ni su administración en las provincias más amenazadas. A raíz de ello llegó la disgregación. Todo se agravó con su muerte.

Por ejemplo, Egidio, su mano derecha en la Galia, se declaró independiente. Y lo mismo pasó en Hispania. Al final, el Imperio quedó reducido a la Península Itálica y poco más. Un estado tan pequeño no podía mantener un ejército tan grande y, a la par, defenderse de las continuas agresiones que sufría en sus fronteras.

– ¿Cómo murió?

– Los éxitos militares de Mayoriano y su excesiva independencia hicieron que Ricimero, tras la derrota naval en Hispania de Mayoriano, le depusiera y acabara ejecutándole, convirtiéndose el bárbaro en el hombre más importante de Roma. Al ser de sangre bárbara y posiblemente arriano, no podía aspirar al trono directamente por lo que se dedicó durante muchos años a ir colocando en el trono a emperadores títeres, dóciles a su voluntad como Libio Severo o a gobernar directamente sin nombrar nuevo emperador cuando el puesto quedó vacante.

«Algunos autores están convencidos de que el problema del Imperio romano es que entró en un proceso de disolución marcado por una crisis política interna»

– ¿Qué problemas arribaron tras la muerte de Mayoriano?, ¿cómo cayó el imperio?

– Sobre eso hay mucho debate. Algunos autores están convencidos de que el problema del Imperio romano es que entró en un proceso de disolución marcado por una crisis política interna. Tras el asesinato de Aecio, el segundo saqueo de Roma y el fracaso de Mayoriano al intentar recuperar África, el Imperio de Occidente se disgregó. Dejó de tener recursos para mantener a nivel económico su ejército. Los territorios más ricos cayeron. Hispania fue saqueada, África quedó en manos de los vándalos…

Como dijo José Soto Chica, se entró en una «época de señores de la guerra en la que los ejércitos daban lugar a reinos, y no en la que los reinos daban lugar a ejércitos». El ejemplo más claro fue África, ocupada por un contingente de vándalos, o Francia, que se creó entorno a los francos. Estos ejércitos, el de los visigodos incluidos, se formaron por diferentes grupos que se fueron amalgamando en torno al núcleo invasor. Por ejemplo, dentro de los vándalos había además alanos y hasta romanos que se cambiaron de bando y les enseñaron el arte del combate en el mar.

Pero la realidad es que hay mucha discusión sobre ese tema. Algunos autores defienden que fue una decadencia demográfica o una falta de recursos. Otros que fue económica. Luego está el famoso Edward Emily Gibbon, quien era partidario de que el factor fundamental fue la expansión del cristianismo. Es difícil explicarlo desde una única causa, aunque mi opinión es que las luchas internas influyeron de forma decisiva.

Origen: El misterioso asesinato del último gran emperador de Roma por un bárbaro de sangre visigoda y sueva

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