25 abril, 2024

El pasadizo secreto de José Bonaparte para huir de Madrid que estuvo oculto durante dos siglos

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Los mandó construir el hermano de Napoleón durante la Guerra de Independencia para escapar de los españoles ante una previsible derrota y se reabrió parcialmente durante la Segunda República para caer de nuevo en el olvido

‘El Equipaje del Rey José’. Así tituló Benito Pérez Galdós, en 1875, uno de sus ‘Episodios Nacionales’. En él, el célebre escritor canario describía el ansiado día de marzo de 1813 en que los franceses se marchaban de Madrid tras haber sido expulsados por los españoles en la Guerra de Independencia. Iban encabezados por el hermano de Napoleón, a quien el pueblo denominaba con apodos tan ofensivos como ‘Su Majestad Intrusa’, el ‘Rey Postizo’, el ‘Emperador de las Tinajas’ o ‘Pepe Botella’, estos dos últimos por su supuesta afición a nuestro vino.

José I Bonaparte abandonaba la capital por la Puerta de San Vicente, camino de El Pardo, para dirigirse a Valladolid y, después, a Francia.

Cuenta Galdós que iba cargado con todo lo que podía: «Madrid, su palacio, su polvo, su claro cielo y su aire sutil no fueron ya para el hermano más que un recuerdo […]. Los pocos franceses que quedaban en Madrid salieron mandados por el general Hugo. Llevaban consigo un convoy tan inmenso que, al verlo, creeríase que en la capital de la monarquía no quedaba un alfiler. Desde muchos días antes habían sido embargados cuantos coches, carros y calesas rodaban por las calles de la villa, y casi toda la servidumbre se ocupaba del embalaje de las diversas riquezas que José y los suyos se habían apropiado».

La salida que había previsto el hermano mayor de Napoleón era, sin embargo, mucho más clandestina y humillante, como se pudo constatar por el pasadizo secreto que mandó construir desde el Palacio Real hasta la Casa de Campo, para escapar cuando todo estuviera perdido y su vida corriera peligro. Este miedo hizo su aparición a medida que avanzaba la guerra, cuando se fue percatando de que la victoria no iba a ser tan fácil como el emperador había prometido en 1807 ante sus generales: «Es un juego de niños. Esa gente no sabe lo que es un ejército francés, créanme, será rápido. Cuando mi gran carro político está lanzado, tiene que pasar, y pobre de aquel que caiga bajo sus ruedas».

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El tesoro robado de José Bonaparte

A Napoléon su osadía le salió muy cara. En aquellos años se consideraba dueño y señor de Europa. En solo tres años se había designado Rey de Italia y colocado a su hermano Luis al frente del Reino de Holanda. También había conquistado el Reino de Nápoles y nombrado monarca de aquellas tierras a José. Había puesto bajo su protección a la Confederación del Rin, aniquilado a los Ejércitos de Prusia, Rusia y Austria y, por último, conquistado Portugal, el ducado de Varsovia y el Reino de Westfalia. No se esperaba, por lo tanto, que España fuese su perdición… pero se equivocó.

Este hecho no fue reconocido por Napoleón hasta encontrarse en su lecho de muerte en la isla de Santa Elena. Dejó constancia de ello en sus memorias, que escribió durante su destierro en la isla de Santa Elena: «Todas las circunstancias de mis desastres vienen a vincularse con este nudo fatal; la guerra de España destruyó mi reputación en Europa, enmarañó mis dificultades y fue una escuela para los soldados ingleses. Fui yo quien formó al ejército británico en la Península». Pero fue José Bonaprte quien tuvo que dar la cara tras ser coronado Rey de los españoles el 6 de junio de 1808.

Túnel de Bonaparte
Túnel de Bonaparte – Jose Alfonso

No obstante, no se puede quejar, porque no se fue con las manos vacías. En el su valioso convoy que viajó a Valladolid y a Francia había joyas, oro, tapices, objetos de valor y un total de 175 obras, muchas de ellas pinturas de la colección real española, según catalogó William Seguier, conservador de la pinacoteca real y posteriormente de la National Gallery. Antes de cruzar la frontera tuvo que hacer frente a la persecución del ejército de Wellington y sufrió una derrota aplastante el 21 de junio de 1813 en Vitoria. José Bonaparte logró escapar hacia Pamplona en el último momento, dejando atrás buena parte del inmenso tesoro que le acompañaba.

Así describía la escena un acompañante del ejército de Wellington, según recogían José Luis Comellas y Luis Suárez Fernández en su tomo ‘Del antiguo al nuevo régimen: hasta la muerte de Fernando VII’:

«El terreno que rodeaba la ciudad estaba lleno de carros rotos de todo tipo, cajas, maletas, baúles y equipaje, mientras que masas de papeles, mapas, libros de contabilidad y cartas yacían por doquier en cantidades que lo asemejaban a una nevada. En su codicia de pillaje los soldados no sólo habían arrancado los cojines y los asientos de los vehículos enemigos, arrojando su contenido al exterior, sino que habían saqueado todos los vagones y cajas pertenecientes a los departamentos de contabilidad civil y militar del ejército, diseminando las listas, cartas y documentos acumulados durante años. Vi enormes libros pertenecientes al Tesoro Real, maravillosos mapas y libros ricamente encuadernados de la Biblioteca Real de Campo, pisoteados y empapados por la lluvia que había caído durante la noche».

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Juan de Villanueva

El pasadizo por el que el hermano de Napoleón pensaba huir quedó terminado y abandonado finalmente. Se encuentra en una de las vistas más emblemáticas del Palacio Real, en el llamado Campo del Moro. Hasta hace no mucho, los turistas pasaban cerca de él sin percatarse ni darse cuenta de su valor histórico, cuando entraban en los jardines por el paseo de la Virgen del Puerto. A veces, incluso, se paraban en el lugar para tomar fotografías de la fachada oeste del edificio monárquico, sin darse cuenta de que, a sus espaldas, había una puerta blanca, acristalada y de escaso valor histórico que daba paso al desconocido Túnel de Bonaparte.

Patrimonio Nacional ya dio paso por fin a su rehabilitación a principio de año con la intención de abrirlo al público. Una tarea que parece que se va a llevar a cabo con la colaboración del Ayuntamiento de Madrid, cuyas primeras conversaciones tuvieron lugar en 2016 dentro de otros dos proyectos de mayor envergadura, como son la apertura de un eje Casa de Campo-Plaza de España y del Museo de Colecciones Reales. Dos siglos han tenido que pasar para que las puertas de este pasadizo que une el Campo del Moro con la ribera del río Manzanares se convierta en un lugar visitable.

Algunos investigadores aseguran que el hermano de Napoleón lo usó habitualmente como salida rápida a la Casa de Campo, con el simple objetivo de tomar el aire cuando la rutina del Palacio Real le agobiaba. Desde el Ayuntamiento de Madrid, sin embargo, aseguran que su construcción fue propuesta por Manuel Matheu, un hombre de negocios y consejero del Rey, quien sugirió a Bonaparte que su residencia debía tener una vía de escape secreta y desconocida a los ojos de su entorno, para usarla en el caso de que su régimen se tambaleara. Y le convenció, porque finalmente le encargó el proyecto a Juan de Villanueva, que terminó la obra poco antes de morir en agosto de 1811.

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El Puente del Rey

El túnel de 55 metros partía desde el centro de la fachada oeste del Palacio Real, alineado por una avenida arbolada ubicada en los jardines del Campo del Moro, y su salida estaba ubicada por debajo del camino de la Virgen del Puerto, que antaño se denominaba Camino Viejo de Castilla, para llevar al hermano de Napoleón hasta la Casa de Vargas, un palacete mucho más austero pero en el que él se encontraba más cómodo. Cinco años después, cuando este ya había huido de España y Fernando VII había recuperado el trono, el monarca ordenó al alumno aventajado de Villanueva, Isidro González Velázquez, construir el Puente del Rey para que la Familia Real este pudiese pasar al otro lado del río Manzanares.

Durante el siglo XIX se modificó la decoración del túnel y se amplió, para convertirlo en una especie de gruta con decoración natural a la altura de su rango y por el que cupiera un coche de caballos, que actualmente no está considerado Bien de Interés Cultura (BIC), pero sí está protegido. En 1891 fue reformado y se reabrió parcialmente durante la Segunda República, tras confiscar el Estado a la Casa Real sus propiedades de la Casa de Campo y la zona del palacio, convirtiéndose en dos parques de uso público.

Fue una segunda vida realmente efímera, pues tras los tres años de la Guerra Civil en los que fue empleado como fuerte y depósito de munición republicano, fue clausurado definitivamente. Tras dos siglos oculto, hace cuatro años se planificó su reapertura en la propuesta del Ayuntamiento y de Patrimonio Nacional como paso peatonal entre los Jardines del Campo del Moro y Madrid Río. En la misma rehabilitación, el consistorio anunció también que el pabellón que hay a la salida del túnel, se convertiría en un Centro de Interpretación histórico de la época de José I Bonaparte.

Origen: El pasadizo secreto de José Bonaparte para huir de Madrid que estuvo oculto durante dos siglos

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