El rey que desenterró a su padre, un sexoadicto y otras mil extravagancias de los Austrias
En el libro ‘Los Austrias: la historia ilustrada del imperio donde no se ponía el sol’ (La Esfera de los libros), el Fisgón Histórico (Juan de Aragón) pone las imágenes, David Nievas los textos y Augusto Ferrer-Dalmau el prólogo, para contar aspectos amenos y curiosos de esta dinastía
Carlos II llegó a creerse víctima de una maldición debido a su infertilidad. Ni corto ni perezoso mandó un día desenterrar a su padre, Felipe IV, y lo abrazó y hasta pidió perdón para que le liberara de sus males, entre una multitud de intentos por quitarse los demonios de dentro. Felipe II era tan obseso de los despachos que en ocasiones rechazaba recibir visitas o conceder audiencias bajo la excusa de que mejor «decídmelo por escrito», incluso cuando el interlocutor estaba a pocos metros. Carlos I, por su parte, abusaba tanto de la comida que pedía que se cocinaran animales metidos en otros animales, tras lo cual protagonizaba terribles digestiones debido a sus problemas mandibulares, santo y seña de la dinastía.
Estos excesos son una pequeña muestra de las extravagancias y curiosidades que acerca al gran público el nuevo libro ‘Los Austrias: la historia ilustrada del imperio donde no se ponía el sol’ (La Esfera de los libros), donde el conocido dibujante el Fisgón Histórico (Juan de Aragón) pone las imágenes y el historiador David Nievas los textos, un dupla que se complemente a la perfección. Lo visual con lo textual. El humor con el rigor… «La documentación para la parte visual procede de pinturas de la época, de grabados e incluso piezas de museo, aunque en muchos casos he consultado a David si no encontraba la referencia que necesitaba. Hemos tenido cuidado de representar todos los elementos acordes a su momento histórico, ciertamente se puede ver la evolución de la moda a través de las páginas del libro», explica el Fisgón Histórico.
Con la llegada de los Austria no solo cambiaron las costumbres políticas y palaciegas, también llegó una moda más excesiva, en contraste a la moda española de la época que era algo más sobria, y una serie de ritos y dispendios que los castellanos no estaban acostumbrados a ver. «El libro comienza precisamente con una escena en la que esa diferencia es latente. Me refiero a la conocida como «Vista del Remesal» que es el encuentro entre el rey Fernando el Católico, vestido él y sus acompañantes de forma muy sobria debido a la reciente muerte de la reina Isabel, y Felipe el Hermoso con su escolta, todos vestidos a la moda flamenca con sus acuchillados, plumas y banderas», señala el Fisgón Histórico sobre el primero de los choques entre dos mundos radicalmente distintos que estaban obligados a entenderse.
David Nievas: «Carlos II abanderaró un proyecto de reforma económica muy sólido»
–¿Qué diferenciaba a los Austrias de otras dinastías?
–Por un lado tenemos el asunto de que eran extranjeros. Llegaron a Castilla y Aragón sin conocer el idioma, la cultura o los problemas internos, con una agenda propia que miraba a sus compromisos en Europa y necesidad de recaudar para cumplirla. Pero a través de la descendencia se asientan fuertemente en los reinos hispanos y los convierten en la pieza central de sus reinados, de tal manera que en adelante simplemente se les conocería internacionalmente como «los Reyes de España».
–Al final, ¿los reinos peninsulares se adaptaron a ellos o ellos se adaptaron a España?
–En realidad, fueron ambas cosas. Si bien es cierto que la nobleza y el pueblo tuvo que asumir que con el cambio de dinastía muchas cosas cambiarían para siempre, las revueltas que se van a protagonizar en la década de 1520 serán una seria advertencia para estos monarcas: debieron hacer un mayor esfuerzo para integrarse en el país y contentar las aspiraciones y proyectos que ya se habían abierto como parte de lo que podríamos llamar «el proyecto hispano»: la expansión hacia el nuevo continente, los compromisos en Italia o la defensa o expugnación de plazas en el Norte de África para detener la piratería berberisca.
–¿Qué costumbres españolas más esfuerzo les costaron asumir?
–Fue la sociedad española la que debió adaptarse a sus costumbres. Tal y como ha estudiado Martínez Millán, la introducción del ceremonial y las costumbres borgoñonas en el ámbito de la corte supusieron un auténtico shock: al principio a los de aquí les pareció algo extravagante y un dispendio innecesario. Sin embargo, incluso las costumbres de como se servía una comida y el ceremonial anejo son copiadas por la nobleza, y se terminan convirtiendo en el «estilo a la española» a ojos de los embajadores extranjeros.
–Se suele culpar a los Austrias de provocar lo que Sánchez Albornoz llamaba ‘el cortocircuito de la Modernidad Española’. ¿Son ellos responsables de un atraso científico?
Nada más lejos de la realidad. Si hay un control bastante férreo en la época de Felipe II para evitar la «fuga de cerebros» y la influencia del pensamiento protestante en la Península. Pero el siglo XVI se inicia con los coletazos del movimiento prerrenacentista en España, muy fecundo en todos los aspectos, y le sigue un renacimiento, manierismo y barroco que son espectaculares, y no solo en el ámbito científico. Recordemos que Vesalio estaba financiado por los reyes, y aunque figuras como Juanelo Turriano tuvieran fricciones con la inquisición o la administración local, aportaron su saber durante gran parte del periodo.
–¿Entonces no se produjo ese atraso?
–Si existe alguna «desconexión» es un retraso relativo frente a la ciencia europea de la segunda mitad del siglo XVII, y digo relativo porque últimamente los estudios especializados lo están matizando. En el plano económico si se producen recesiones muy fuertes, debido al endeudamiento de la monarquía y la práctica de la devaluación de la moneda durante los reinados de Felipe II a Felipe IV. Sin embargo, Carlos II y sus ministros van a abanderar un proyecto de reforma económica muy sólido, que va a dejar las arcas saneadas justo para el cambio de dinastía.
–¿Qué papel jugaban las mujeres en la dinastía?
–Las Austrias fueron mujeres muy influyentes. Se las educaba con mimo para ser dignas representantes de la dinastía que aspiraba a gobernar el mundo (según sus propios mitos). En muchos casos, sabemos que las reinas consortes como Ana de Austria o Isabel de Borbón tuvieron un gran peso durante el periodo de gobierno que compartieron con sus esposos, mientras que en otros casos como la emperatriz Isabel o Mariana de Austria ellas ejercieron plenamente la regencia con mano firme. Las Infantas sobresalieron también, y no poco. En el libro hablamos bastante de las hijas de Felipe II, sobre todo de Isabel Clara Eugenia, que fue todo un genio político y sobre cuyos hombros recayó el gobierno de los Países Bajos en un periodo muy difícil. La dinastía dio a Francia reinas de la talla de Ana de Austria (esposa de Luis XIII) o María Teresa de Austria (consorte del rey sol) que fueron personajes fascinantes de una gran firmeza moral y capacidad política.
–¿Alguno de estos reyes fue cruel, como le atribuye la Leyenda Negra a prácticamente todos?
–Hubo en la familia algunos que fueron crueles, como el infante don Carlos (hijo de Felipe II), aquejado de una suerte de bipolaridad rayana a la psicopatía. Sin embargo, su padre, sobre el que se han cargado más las tintas de la Leyenda Negra, no fue ni más ni menos cruel que otros reyes de su tiempo, como Isabel I de Inglaterra o Catalina de Médicis. La época histórica de la Contrarreforma y las guerras de religión entre protestantes y católicos fue sangrienta y cruel. Los reyes comenzaron a aplicar «la razón de estado» a la hora de tratar de «cortar por lo sano» problemas de hondo calado. Es una época donde se están produciendo matanzas de católicos en Suiza, Inglaterra o el Sacro Imperio, pero también donde los católicos dan rienda suelta al odio creciente hacia sus enemigos en jornadas como la matanza de San Bartolomé o pasando a cuchillo a los franceses que se habían atrincherado en la Florida.
No obstante, no parece que haya motivos para afirmar categóricamente que ninguno de estos monarcas fue especialmente sanguinario. Al único que podría achacársele firmeza excesiva sería a Felipe II, pero él mismo se arrojó el papel de paladín del catolicismo en una época muy difícil (la famosa frase de «no pienso ni quiero ser señor de herejes»). Además, tenía un carácter muy firme a la resolver los problemas, y hay que recordar que como he dicho todos los gobernantes de su tiempo (incluyendo virreyes como Francisco de Toledo) aplicaban medidas de hondísimo calado cual «cirujanos de hierro», que provocaban no pocos sufrimientos a la población.
Origen: El rey que desenterró a su padre, un sexoadicto y otras mil extravagancias de los Austrias