El traidor adúltero que ‘vendió’ Inglaterra a una espía nazi y a una prostituta que colaboraba con la URSS
El MI5 ha hecho públicas varias cartas que demuestran que el ministro John Profumo mantuvo una relación con la modelo y agente nazi Gisela Winegard
Este político fue el mismo que, posteriormente, tuvo un «affaire» con Christine Keller. Mujer que desvelaba sus secretos de alcoba a su «otro» amante, el agregado militar soviético Yevgeny Ivanov
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Dicen que el amor no entiende de edades. Sin embargo, para el «tory» John Profumo, militar primero y ministro de Defensa británico después, tampoco comprendía de ideologías. Así lo demuestran varias cartas desveladas esta semana por el MI5 (Servicio de Información Interior) en las que se demuestra que mantuvo una relación con la espía nazi Gisela Winegard.
Los mencionados escritos ponen de manifiesto que ambos se conocieron en Oxford allá por 1930 y que, posteriormente, siguieron escribiéndose hasta la década de 1950. Fue entonces cuando la germana trató de chantajearle.
Para desgracia del político británico, esta turbulenta relación no fue la única que le supuso un dolor de cabeza. Y es que, en 1961 se volvió a meter en otro lío de faldas al disfrutar de un «affaire» con Christine Keeler, una prostituta de lujo que también compartía alcoba con el agregado militar soviético Yevgeny Ivanov. La diferencia entre ambas historias es que, si bien la primera acaba de salir a la luz, la segunda le costó comparecer ante la Cámara de los Comunes y, posteriormente, abandonar su puesto.
«La dimisión del ministro fue debida principalmente a sus mentiras durante los primeros interrogatorios; pues no reveló la naturaleza de sus relaciones con la “call girl”», explica Jean des Cars en «La saga de los Windsor».
Nuevas cartas, viejas relaciones
Las nuevas evidencias desveladas este martes por el MI5 confirman que Profumo ya tenía tendencia a las peligrosas aventuras sexuales antes de que la Guerra Fría llamara a las puertas de los Estados Unidos. Al parecer, el futuro ministro de Guerra vio por primera a Winegard allá por 1930 en Oxford. En el dossier ofrecido por los servicios secretos ingleses se especifica además que «llegó a conocerla bien» y se añade que, probablemente, la mujer no hubiese entrado todavía al servicio de Adolf Hitler por entonces.
En 1930 Profumo no era más que un estudiante de derecho en el Brasenose College, mientras que Gisela era una bella modelo 16 meses mayor que él. «Había ido a Oxford para aprender inglés y se definía entonces como una antinazi», afirman los documentos secretos (replicados por varios medios como el «Daily Mail» o la «BBC»). Con todo, tan real como esta fecha es que, a partir de 1933 (cuando Hitler ya se había convertido en Canciller), Winegard llevó a cabo varios viajes a Inglaterra.
Por entonces, y según los archivos, Gisela era descrita como «una arrogante belleza teutona» y una «mujer joven de apariencia llamativa» que se desplazó a Inglaterra para «hacer amigos en el país». Una perla que no pasó inadvertida para Profumo.
Con todo, ambos tuvieron que pasar momentos duros, pues Winegard fue expulsada del país entre 1935 y 1936 por ejercer como modelo a pesar de que contaba con un visado que no le permitía trabajar.
Después de pasar por Gran Bretaña, Winegard viajó a París, donde se encontraba cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial. Tras la ocupación de Francia, la antigua modelo se convirtió en una agente del nazismo. Concretamente, se dedicó a pasar información de lo sucedido en la urbe con la ayuda de un general alemán. El mismo con el que, posteriormente, mantuvo una relación y tuvo un hijo. Lo preocupante es que, durante aquellos años, Profumo siguió carteándose con ella.
Las cartas no se detuvieron tampoco en 1940, año en que el político (luego segundo teniente del ejército aliado) fue elegido representante «tory» en Northamptonshire a la edad de 25 años (lo que le convirtió en el diputado más joven de la época). De hecho, ambos mantuvieron el contacto hasta la década de los 50.
Cazados
Profumo fue cazado por los servicios secretos en 1942, año en que una de las cartas que iba a recibir de Winegard fue interceptada por el MI5. La mencionada misiva procedía de Suiza y, en ella, la agente nazi mostraba su alegría por poder hablar con «Jack» (como era conocido entonces el político): «Jack cariño, me resulta muy difícil escribir esta carta porque no puedo acostumbrarme a la idea de que soy libre de escribirte sin censura. Aunque no estoy tan contenta como solía estarlo en el 88 de Seymour Street [dónde ambos habían vivido]».
Tras la liberación de París (1944), la espía fue detenida y enviada a una prisión de la ciduad. Allí conoció a Edward Winegard, su carcelero, con quien se casó en Hamburgo después de ser liberada.
Ni por entonces traicionó su lealtad a Alemania, como lo demuestra el que fuese acusada de esconder a un líder nazi en su vivienda entre 1947 y 1948. La pareja se trasladó después a Marruecos, donde nuestra protagonista recibió un trabajo en «La voz de América», una estación de radio de la que fue despedida en 1950, cuando se descubrió que había trabajado para Hitler.
Aquel fue un año turbio para Winegard ya que, cuando su marido descubrió que seguía recibiendo cartas «insinuantes escritas con papel y membrete de la Cámara de los Comunes» decidió abandonarla.
En 1951, Winegard intentó acceder a Gran Bretaña, pero su visado fue rechazado por las autoridades, que señalaron que tanto ella como su marido habían participado «recientemente en actividades de chantaje». Estas críticas se sumaron a las de la política y feminista inglesa Nancy Astor, quien la tildó de espía, y la de su hijo, que la describió como una mujer «extremadamente inteligente e ingeniosa» que «cuando estuvo en Alejandría, conoció a todos los oficiales de ambos bandos».
Prostituta
La relación con Winegard no fue la única que dio problemas a Profumo durante su vida. En 1961, durante la Guerra Fría, el ya ministro de Defensa conoció a la prostituta de lujo Christine Keeler.
A partir de entonces, y a pesar de estar felizmente casado, decidió mantener con ella una relación que duró nada menos que dos años. «Keeler pasaba información a un agregado de la embajada que de la URSS en Londres acerca de las confidencias secretas que recogía en la almohada», explica Cars en su obra.
En 1963 la relación entre ambos se descubrió, y Profumo se vio obligado a declarar ante la Cámara de los Comunes sobre su vida privada. Algo que no había sucedido jamás en la historia del país. En todo momento negó que tuviera un «affaire» con Keeler, lo que le terminó provocando su caída política. «Fue obligado a dimitir principalmente debido a sus mentiras durante los primeros interrogatorios; no reveló la naturaleza de sus relaciones con la “call girl”», completa el autor.