21 noviembre, 2024

El último inca en Cuzco: Manco Inca – Archivos de la Historia

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En 1533 Pizarro, tras un breve juicio, ordenó la ejecución del inca Atahualpa. La muerte de este notable prisionero, en manos de los hispanos desde la emboscada de Cajamarca, es el hecho considerado normalmente el fin del Tahuantinsuyu. Pero la muerte de Atahualpa no significó la caída del gran aparato imperial incaico. Para Pizarro y sus hombres la mejor estrategia para dominar todo el territorio que reclamaron para el rey de España era usar el sistema de dominación inca.

Pizarro y el Inca
Representación de un encuentro entre Pizarro y el Inca al inicio de la conquista.

Por ello nombró como nuevo Inca al joven descendiente de Huayna Cápac (1), Manco. El joven inca recibió a los españoles cuando estos llegaron a Cuzco. Manco vio en la llegada de los extranjeros una oportunidad para ajustarse en la cabeza la mascaipacha (2), por lo que aceptó ser nombrado por los extraños (Antes de nombrar a Manco Pizarro nombro a Toparpa que murió poco después de manera misteriosa).

Pero Manco no fue la marioneta sumisa que pensaron Pizarro y sus hermanos. El joven monarca cansado de la codicia y dominación que ejercieron los hermanos de Pizarro sobre sus dominios comenzó a preparar su rebelión. Manco tuvo claro que para recuperar su prestigio y poder era necesario hacerse con el control de la capital inca: Cuzco. Para ello el inca se escabulló y preparó su ofensiva.

En 1536 el ataque sobre la ciudad sagrada inca comenzó. Sabiendo que Almagro se había marchado con parte de las tropas hispanas, Manco reunió las fuerzas incas y aliadas que pudo convocar y cercó la capital del Tahuantinsuyo. El joven monarca conocía el funcionamiento de los españoles, por lo que mientras él se quedó en el cerco de Cuzco su general Quizo yupanqui marchó a Lima. La idea era tanto dañar las fuerzas de Pizarro como evitar que los refuerzos hispanos de la Ciudad de los Reyes pudieran socorrer Cuzco.

El cerco al ombligo del Mundo

Manco con ayuda del Villac Umu (3) consiguió arrinconar a los hermanos de Pizarro en la ciudad indígena con unos 200.000 mil guerreros nativos. La ofensiva fue bien planeada y lanzaron ataques sobre diferentes puntos y prendieron fuegos por todo el perímetro de la urbe. Esta estrategia obligó a los españoles y a sus aliados, principalmente los cañaris (Pardo,1972:45), no sólo a defenderse de los feroces guerreros nativos sino a tener que luchar contra el fuego que amenazaba con devorar la ciudad (peligros que consiguieron rechazar gracias al apoyo cañari).

sacsayhuaman
Imagen de Sacsahuamán en la actualidad.

El asedio adquirió especial dramatismo en la batalla de la fortaleza de Sacsahuamán. Los nativos tomaron la fortaleza y la defendieron lanzando piedras contra los españoles y sus aliados. Durante esta batalla fue herido mortalmente Juan Pizarro. Una de las piedras arrojadas por los defensores incaicos de la fortaleza golpeó en la cabeza al hermano Pizarro, el cual murió poco después. Los hispanos tardaron seis días en conseguir recuperar SacsahuamánEn el asalto final contra la fortaleza murieron muchísimos de los guerreros de Manco que la defendían. La brutalidad de esa batalla quedó plasmada cuando el montón de cadáveres de guerreros caídos desde lo alto de la edificación sirvió, para que los que se precipitaron después se salvaran al amortiguar su caída.

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No obstante las fuerzas incaicas desperdiciaron gran parte de su ventaja inicial por la ritualidad en la guerra del mundo inca. El Villac Umu solamente atacaba la ciudad cuando la luna estaba llena. Esta actuación ritual tuvo repercusiones importantes, ya que dio la oportunidad a los asediados de poder recuperarse e incluso salir a por provisiones y materiales para reparar las defensas dañadas (Regalado de Hurtado,1997:32).

La marcha sobre Lima

Mientras tanto las tropas enviadas por Francisco Pizarro para levantar el asedio sobre Cuzco fracasaron. Las diferentes expediciones enviadas por los hispanos no consiguieron tomar los principales pasos. Gonzalo de Tapia, el primer enviado desde Lima chocó con las tropas de Quizo en la batalla del río Pampa. Tras la derrota de Tapia el general inca desbarató otra expedición en los pasos de la sierra. La expedición comandada por Juan Mogroviejo fue emboscada y totalmente destruida, muriendo la mayoría de los españoles junto con su comandante. Tras otros dos combates en los que salió victorioso, Quizo Yupanqui estuvo a las puertas de la recién fundada capital del Perú hispánico: La ciudad de los Reyes.

Sin embargo la suerte de Quizo se terminó cuando lanzó su ataque sobre la ciudad de Pizarro. Este había recibido vitales refuerzos por parte de la madre de una las mujeres de la élite indígena con la que tuvo un hijo: Contarguacho. La cacique envió un fuerte refuerzo de guerreros huancas justo a tiempo para la batalla. La lucha se llevó por delante gran parte del ejército indígena incluyendo su general Quizo Yupanqui. Con esta derrota y la llegada de refuerzos españoles de la mano de Pedro de Alvarado, el famoso capitán compañero de Hernán Cortés, las fuerzas incas se disolvieron. Una vez eliminado el ejército enviado por Manco sobre Lima el camino para llegar a la antigua capital inca quedó abierto.

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Manco Inca
Imagen de Manco Inca parte de la Carta escrita por Felipe Guamá Poma de Ayala a Felipe III.

Tras la derrota en la capital hispánica y, el  claro fracaso tras nueve meses de asedio a Cuzco, las fuerzas incaicas estaban desgastadas (Regalado de Hurtado, 1997:36). Con falta de suministros con que mantener al ejército, con el regreso de Almagro con los restos de su fracasada expedición a Chile y la conexión con la costa restablecida, Manco tuvo que aceptar que la capital de su antiguo imperio ya no era suya.

El choque contra las fuerzas de Alvarado en la batalla de Rumichaca (abril de 1537) y el asalto contra el asiento indígena en Vitcos dirigido por Rodrigo de Ordoñez (y que terminó con un monumental desastre para las fuerzas de Manco), pusieron el punto final a la posibilidad de un contraataque indígena que pusiera en peligro real al nuevo poder hispánico. El líder inca y parte de la élite nativa recularon tras la derrota para refugiarse en Vilcabamba, una zona montañosa de difícil acceso y una geografía propicia para la defensa.

Vilcabamba estaba situada en el Antinsuyu (4), en la zona montañosa lo suficientemente cercana a la vieja capital inca y a la ciudad de Huanamanga (5) como para mantener incómodas a las autoridades de las mismas. Además, vigilar Cuzco fue motivado no solamente por amenazar a los hispanos, sino también para espiar a los restos de la élite inca que se habían quedado en la urbe, ya que en muchos casos eran aliados de los españoles (por ejemplo el hermano de Manco, Paullu quién fue nombrado inca) y rivales para la legitimidad de Manco.

Los españoles trataron de conseguir el fin de la amenaza inca de Vilcabamba desde su establecimiento como reino independiente. Diego de Almagro negoció de manera infructuosa la rendición del inca y posteriormente, Gonzalo Pizarro y Paullu asaltaron Vilcabamba con un resultado muy pobre (6). Francisco Pizarro también trató de negociar con Manco la rendición de Vilcabamba a través de la entrega de la coya Cura Ocllo. No obstante la negociación terminó en fracaso por el asesinato de la coya así como de varios miembros prisioneros de la élite fiel a Manco como el Villac Umu (a lo que el inca respondió ejecutando a los prisioneros españoles que tenía en su poder).

Manco mantuvo la independencia de su territorio y consolidó su poder sobre todo a través de su función religiosa y militar. Desde Vilcabamba las fuerzas incas acosaron y mantuvieron en vilo con asaltos y escaramuzas tanto a los españoles como a sus aliados indígenas. Las negociaciones entre Manco Inca (y posteriormente sus herederos) y diferentes autoridades hispánicas se sucedieron sin ningún éxito real, en gran parte por la desconfianza creada entre ambos bandos.

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La posición defensiva de su reino y la inestabilidad de aquellos años en el Perú (la guerra civil entre Almagro y los Pizarro o la rebelión de Gonzalo Pizarro por poner algunos ejemplos) garantizaron la continuidad del gobierno de Manco hasta su óbito. La muerte de Manco vino de la mano de un grupo de españoles almagristas a los que refugió. Este puñado de prófugos huyeron de la justicia tras participar en la muerte del marqués Francisco Pizarro y la guerra civil que siguió al magnicidio. Ignorando los avisos que le habían llegado sobre la malévola intención de sus supuestos amigos, Manco se reunió con ellos y durante una partida (7) le asesinaron a cuchilladas. Antes de morir, durante su agonía, Manco nombró a su hijo Titu Cusi su heredero (Pardo, 1972:100).

Este hijo de Manco estuvo presente en el asesinato pero consiguió escapar de los agresores, aunque no sin llevarse una herida en la pierna durante la huida. Se supone que este asesinato fue perpetrado con la idea de que al matar al inca los prófugos conseguirían ser indultados y poder regresar al territorio hispánico. La realidad fue otra, puesto que los asesinos no consiguieron escapar de Vilcabamba. Fueron capturados, ejecutados y sus cabezas terminaron convertidas en un sangriento aviso para todo el que entraba en el nuevo reino inca.

Notas

1-Padre de Atahualpa y Huascar, hermanastros que estaban inmersos en plena guerra civil a la llegada de los hispanos.

2-El tocado simbólico de los incas. Se podría considerar la corona inca.

3-El más importante sacerdote de la élite incaica.

4-La división del Tahuantinsuyo que corresponde al este. El Collasuyo corresponde al sur, el Continsuyu al oeste y el Chinchaysuyu el norte, quedando como centro el Cuzco.

5-Llamada actualmente Ayacucho desde el decreto de Bolívar para conmemorar la victoria de 1824 sobre los realistas.

6-La expedición consiguió capturar algunos miembros de la élite y reliquias pero Manco quedó libre y Vilcabamba bajo su control. Las bajas que tuvo el bando hispano hicieron que este asalto fuera considerado un fracaso.

7-Manco estaba jugando a la herradura (juego español) con los refugiados.

Biografía

Lavalle, Bernard (2005): Francisco Pizarro y la conquista del imperio inca, Madrid, Editorial Espasa Calpe.

Regalado de Hurtado, L. (1997): El Inca Titu Cusi Yupanqui y su tiempo, primera edición, Perú,  Editorial Pontificia Universidad Católica del Perú.

Pardo, L. A. (1972): El imperio de Vilcabamba, el reinado de los cuatro últimos Incas. Cuzco, Edición Ilustrada.

Origen: El último inca en Cuzco: Manco Inca – Archivos de la Historia

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