18 abril, 2024

El último misterio del «cazabrujas» Houdini: un código secreto para volver de entre los muertos

El ilusionista más famoso de la Historia ideó una «contraseña» de diez palabras que, una vez muerto, diría a su mujer desde el otro mundo. El objetivo era desenmascarar a los espiritistas que dijeran haber contactado con él falsamente

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Logró escapar de una camisa de fuerza mientras se encontraba atrapado en un tanque de agua, y pudo escabullirse de sus ataduras suspendido boca abajo de la azotea de un edificio. No hubo reto, en definitiva, que Harry Houdini (el que fuera uno de los ilusionistas más famosos de la historia) no pudiera superar… Salvo dos. Jamás logró contactar en vida con el espíritu de su madre fallecida, y tampoco pudo hablar con su mujer (Bess) tras ser llamado para actuar en el mundo de los muertos. Y esto último, a pesar de que ideó un código secreto con su esposa. Una serie de palabras que, si esta escuchaba de boca de algún espiritista, demostrarían que realmente era su espíritu quien hablaba desde el más allá..

Este código secreto es una de los múltiples ámbitos de su vida que tratará la exposición «Houdini. Las leyes del asombro». Una exhibición creada por la Fundación Telefónica que se inaugura este jueves y que hará un recorrido, además, por los trucos más famosos del ilusionista y por otras tantas de sus facetas (algunas tan curiosas como la de «cazador de falsos espiritistas»). La muestra se podrá disfrutar en el Espacio Fundación Telefónica de Madrid (ubicado en la Calle Fuencarral, 3) desde el 10 de febrero hasta el 28 de mayo. En los próximos días, además, la misma entidad organizará varias charlas sobre el ilusionista.

«Quiso creer, pero no pudo»

La cruzada contra el espiritismo del mago más grande que ha dado la historia tuvo su origen en una tragedia que estremeció su corazón: la muerte de su madre allá por 1913. Una mujer que era para él la noche y el día y por la que sentía más que amor. «A Houdini le dolió mucho perderla porque la quería con locura. Ella falleció de un ictus que primero la paralizó y posteriormente la mató», explica a ABC Eduardo Caamaño (autor de «Houdini» –Almuzara, 2016-, la única biografía que existe en nuestro idioma sobre este personaje).

En palabras del experto, que impartirá una charla el día 24 de febrero en Madrid sobre este ilusionista, lo que realmente se le clavó en el alma fue que expiró su último aliento cuando él se encontraba en Europa de gira, a muchos kilómetros de su cálido abrazo. «Siempre evitaba las actuaciones lejanas por si se veía obligado a regresar por su salud, y esa vez no lo hizo», completa el autor.

La marcha prematura de la persona que más quería en este mundo acabó con Houdini. Su única obsesión a partir de entonces fue tratar de encontrar a un médium o un vidente que pudiera ponerle en contacto con su madre. Alguien que lograse ayudarle a escuchar de nuevo las reconfortantes palabras de su progenitora. Una persona que le demostrara que nadie se va para siempre, y que ella le estaba esperando en algún sitio.

Houdini, el escapista más famoso que ha dado la Historia
Houdini, el escapista más famoso que ha dado la Historia– AP

Pero, para su desgracia, no lo logró. Solo se dio de bruces con charlatanes de medio pelo versados en las artes escénicas. Personas que, como él mismo decía, se aprovechaban del sufrimiento ajeno para llenarse los bolsillos de oro ofreciendo falsas esperanzas a las almas atormentadas.

«Houdini pasó toda su vida buscando una respuesta que no encontraba. Siempre creyó que había algo más, pero era extremadamente cauto. Necesitaba evidencias físicas para creer en algo y le enrabietaba que los médiums a los que preguntaba fueran unos estafadores», añade Caamaño. Parecía que su desesperado objetivo estaba condenado a fracasar. Y así fue hasta que conoció a Arthur Conan Doyle, autor del afamado personaje de ficción Sherlock Holmes.

«Houdini pasó toda su vida buscando una respuesta que no encontraba. Siempre creyó que había algo más, pero era extremadamente cauto»

Relacionarse con Conan Doyle fue un soplo de aire revitalizante para Houdini. En primer lugar, a nivel profesional, ya que acercarse a él significaba arrimarse también sutilmente a sus contactos (un «enchufismo» que también interesaba al escritor, por cierto). «Ambos se conocieron en Inglaterra durante una gira y, a pesar del evidente interés, compartieron una amistad sincera», explica el autor a ABC.

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Pero también porque compartían la misma inquietud por el otro mundo. «Ambos creían en el más allá, en lo sobrenatural, pero de forma muy diferente. Conan Doyle buscaba propagar el espiritismo y se creía todo aquello que le decían. Podía ver una foto trucada y defenderla. Houdini era más escéptico», completa Caamaño. Como explica el biógrafo a este diario, la mejor forma de definir la actitud de los dos amigos es que «Conan Doyle quiso creer y lo hizo, y Houdini quiso creer, pero no pudo».

La gran mentira

Mientras Houdini lidiaba con su dolor y Conan Doyle exprimía su imaginación hablando de las aventuras del arte de la deducción, el destino quiso volver a juntar a esta extraña pareja. Lo hizo en un hotel de Atlantic City, entre giras y firmas de obras allá por los años 20. La reunión fue para el ilusionista un sueño hecho realidad, pues su querido amigo le desveló entonces algo que cambiaría su vida: su mujer, Lady Doyle, era una espiritista. «El escritor le explicó que su esposa era una médium y que sentía una vibración sensorial que, según creía, podía corresponderse con la de la madre de Houdini», añade el autor.

El escapista no lo dudó. ¿Quién mejor que una persona en la que tenía total confianza para servir de puente entre él y el más allá? Convencido de que al fin podría ponerse en contacto con su madre, acudió a una sesión de espiritismo en la habitación que el matrimonio Doyle tenía en su hotel de Atlantic City.

«Prepararon el ambiente para una auténtica sesión de espiritismo. Bajaron las persianas, pusieron velas…», explica Caamaño a este diario. Concentración, silencio, la llamada al espíritu… y Lady Doyle entró en un profundo trance. «Entonces, la mujer empezó a escribir lo que, al final, fue una carta de 15 hojas que, supuestamente, dedicaba su madre al mago», añade el experto.

Fotografía firmada por Houdini
Fotografía firmada por Houdini– REUTERS

Cuando la sesión acabó, Doyle estaba exultante: su mujer había logrado algo que nadie había conseguido hasta ese momento. O eso parecía… «Houdini leyó la carta y vio que todo era un engaño», añade Caamaño.

En palabras del experto, hubo tres indicios que llevaron al mago a estar convencido de ello. El primero, que el texto estaba encabezado por una cruz, y él era de familia judía. El segundo, que estaba escrito en inglés, cuando su madre era húngara y no sabía hablarlo. «Por poner un ejemplo es como si mi madre, que era gallega, intentase contactar conmigo a través de un médium en catalán. No tendría ningún sentido», determina el autor.

Por si todo eso no diera ya bastantes indicios de que la misiva era falsa, había un tercer factor: «La carta tenía un contenido genérico. Eran las palabras de una madre cariñosa que estaba alejada de su hijo, pero poco más. No daba pistas de que fuera ella. No había datos concretos. Ni un solo detalle gracias al que se supiera que era realmente», completa Caamaño. Todo había sido una farsa para hacerle creer y para darle, en definitiva, esa excusa que él necesitaba para estar totalmente seguro de que el «otro mundo» existía.

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A la caza de los farsantes

Aquel día, Houdini se tragó su orgullo y, por tener cierta estima a los Doyle, no les expuso delante de las narices sus engaños. Se limitó a dar las gracias y se fue. Su venganza, sin embargo, llegó desde las Américas cuando el matrimonio regresó a Inglaterra. Entonces, envió una carta a un conocido periódico en la que cargaba frontalmente contra los espiritistas, y también contra sus antiguos amigos. «Conan Doyle respondió también, aunque lo hizo desde la prensa británica. Ambos empezaron entonces una pelea pública a través de los medios que hizo las delicias de la prensa. Su amistad quedó bastante tocada. No volvieron a verse», determina Caamaño.

Después de aquella estafa, Houdini comenzó su particular cruzada contra el movimiento espiritista y los médiums. Sabía el dolor que se sentía queriendo contactar con un ser querido y no aguantaba que algunos sacaran provecho económico de aquella desesperación. Así, el que fuera el mago más famoso del mundo, se convirtió en el azote de los farsantes.

«Siempre desenmascaraba a los embaucadores gracias a que era un maestro en las técnicas del engaño. Esto le permitía descubrir todos los trucos de los médiums al llegar a sus casas. Con una simple ojeada encontraba las trampas: las falsas luces, los sonidos hechos de forma mecánica… Era muy difícil engañarle. Él era un experto en hacer ese tipo de trampas», completa el experto a este diario.

Houdini, durante uno de sus trucos más famosos
Houdini, durante uno de sus trucos más famosos– REUTERS

Todas aquellas mentiras que fue hallando las recogió en un libro que publicó en 1924 y que llamó «Un mago entre los espíritus». En él escribió una frase lapidaria: «Hasta el momento presente, todo cuanto he investigado ha sido el resultado de unas mentes ilusas».

Pero no solo eso, en palabras de Caamaño, también presentó un proyecto de ley en el Congreso de los Estados Unidos para prohibir la actividad de los astrólogos o los videntes. Sin embargo, la normativa no siguió su cauce legal debido a que chocó con derechos como la libertad de expresión o las creencias religiosas.

Además, dedicó una parte de sus actuaciones a desvelar los trucos empleados por los médiums y los espiritistas. Todo ello, con el objetivo de que el mundo entendiera que su trabajo era una total mentira. «Su última gira se llamó tres en uno porque incluía tres espectáculos. El primero era magia clásica (cartas, tubos…, la magia de siempre); el segundo incluía trucos de escapismo y, finalmente, el tercero era una conferencia sobre cómo los médiums engañaban a la gente. Para ello, llegaba a simular una sesión de espiritismo sobre el escenario y, después, demostraba por ejemplo cómo hacía las voces fantasmales a través de cómplices», determina Caamaño.

El código Houdini

Cansado de farsantes, Houdini llegó a pensar que, cuando muriera, serían decenas los médiums que afirmarían haber contactado con él. Era algo idóneo. ¿Qué mejor que hacer creer al público que Houdini se estaba manifestado a través de ellos para pedir perdón por su cruzada y reconocer que se había equivocado en lo referente a estos «profesionales»? Por ello (y porque deseaba regresar de entre los muertos para demostrar que era posible sin necesidad de intermediarios), ideó un curioso plan.

«Houdini le dijo a su mujer, Bess, que si realmente existía el mundo de los espíritus, él regresaría a la Tierra para decírselo»

«Houdini le dijo a su mujer, Bess, que si realmente existía el mundo de los espíritus, él regresaría a la Tierra para decírselo. Pero no lo haría de cualquier forma. Se comunicaría con ella mediante un código secreto que mezclaba letras con números», explica Caamaño. El resultado fue el denominado «Código Houdini». Un total de diez palabras que el mago incluiría en cualquier comunicación que llevara a cabo con Bess después de muerto. Y unas sílabas sin las cuales el mensaje de los espiritistas sería una farsa.

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Según explica Roger Clarke en su obra «La historia de los fantasmas. 500 años buscando pruebas», el mensaje acordado (lleno de matices personales) incluía las siguientes palabras: «Rosabelle: answer – tell – pray, answer – look – tell – answer, answer – tell». ¿Por qué Rosabelle? Porque era la canción favorita de ambos. «Una vez determinada la identidad de Rosabelle, la señal secreta de Houdini habría deletreado una orden clara desde el más allá. Y aquella orden era, simplemente, “Believe” [cree]», determina el anglosajón en su libro.

¿Cazado?

Después de que Houdini muriera el 31 de octubre de 1926 (el día de la noche de Halloween), fueron decenas los médiums que dijeron haber contactado con él. Pero ninguno de sus supuestos mensajes incluían el «Código Houdini». A pesar de ello, todos los años su esposa oficiaba una sesión de espiritismo en la fecha de su muerte. Solo hubo un médium que lo logró. Fue Arthur Ford, quien era ampliamente conocido en el mundo de lo paranormal por personajes como -el ya odiado por Houdini- Arthur Conan Doyle.

«Un día, Ford apareció con un mensaje que incluía el código correcto. Escribió un juego de palabras que se correspondía con lo pactado. Esto causó un gran revuelo y se habló de que era cierto. Que era verdad que Houdini había contactado con él. Pero, para entonces, Bess estaba bastante enferma. Padecía una severa enfermedad del corazón y es posible que, incluso, estuviese senil. Se le olvidó que, un año antes, había desvelado el código a un biógrafo y que este era ya de dominio público en algunos círculos cerrados», determina Caamaño.

Una década después de que su marido dejase este mundo, Bess decidió abandonar las sesiones de espiritismo totalmente desencantada. Lo hizo, según algunos testigos, afirmando que diez años era un tiempo más que suficiente para esperar a un hombre. «Houdini no se ha manifestado. He perdido mi última esperanza. No creo que Houdini pueda volver a mí, ni a nadie más […]. El altar de Houdini ha permanecido encendido durante diez años. Ahora, respetuosamente […], apago su luz. Se acabó. ¡Buenas noches, Harry!», explicó entonces su esposa.

Houdini, suspendido en el aire durante uno de sus trucos de escapismo
Houdini, suspendido en el aire durante uno de sus trucos de escapismo– REUTERS

Además, Bess abandonó su esperanza sabiendo también que su marido había dejado este mundo traumatizado por no haber podido cumplir los dos objetivos que se había propuesto llevar a cabo en vida. «Houdini murió triste y disgustado, muy disgustado. No pudo cumplir ninguno de sus objetivos. No pudo desacreditar a los espiritistas (hoy en día el público sigue acudiendo a que le lean las manos y le desvelen su futuro), ni tampoco logró ponerse en contacto con su madre», finaliza Caamaño.

Origen: El último misterio del «cazabrujas» Houdini: un código secreto para volver de entre los muertos

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