28 marzo, 2024

Elviña, una batalla tan épica como irrelevante

John Moore resulta herido en la batalla de Elviña.
John Moore resulta herido en la batalla de Elviña.

La intervención británica en la guerra de la Independencia arrancó a finales de julio de 1808, cuando desembarcaron cerca de Lisboa. Al frente de las fuerzas se

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La intervención británica en la guerra de la Independencia arrancó a finales de julio de 1808, cuando desembarcaron cerca de Lisboa. Al frente de las fuerzas se hallaba Arthur Wellesley, futuro duque de Wellington, y en poco tiempo logró derrotar al general francés Junot.

La aparición de generales de mayor rango obligó a Wellesley a ceder el mando, pero los recién llegados acordaron unas condiciones de rendición para los galos tan extremadamente benignas que fueron relevados. El ejército británico se encontró entonces en manos del general escocés John Moore.

Tenía una brillante hoja de servicios, pero su relación con los políticos de su gobierno era pésima, entre otras cosas por su pensamiento liberal.

Los franceses se habían replegado hasta la línea del Ebro tras la derrota de Bailén. No obstante, Napoleón entraría en el país en noviembre a la cabeza de más de 200.000 hombres de refresco. Un reguero de victorias se sucederá. Al cabo de apenas un mes toma Madrid. Los españoles quedarán dispersos y serán incapaces de establecer una estrategia defensiva.

Retrato de Napoleón Bonaparte titulado 'Napoleón cruzando los Alpes', de Jacques-Louis David.

Detalle de ‘Napoleón cruzando los Alpes’, de Jacques-Louis David.

Wikimedia

Antes de eso, a finales del verano, el alto mando británico y el propio Moore dudaban sobre cómo emplear sus tropas. El general decidió avanzar hacia Castilla contra las directrices de sus superiores, partidarios de concentrar sus fuerzas en Galicia, Asturias o Santander. Falto de información, confiaba en que los franceses no hubiesen avanzado más allá del Ebro y en poder unirse a las fuerzas españolas para expulsar con ellas a los galos.

Sin embargo, emprendió el avance muy lentamente, llegando a Salamanca a finales de octubre. Según sus planes, allí había de reunirse con las tropas recién desembarcadas en La Coruña, con lo que sumarían una fuerza total de cerca de 30.000 soldados.

Pero, mientras esperaba en Salamanca, el escocés comenzó a darse cuenta de su error: no conocía el país ni a los españoles, los caminos eran impracticables, los medios de transporte casi nulos, el apoyo civil a los británicos era muy tímido y los suministros muy escasos.

Al poco tiempo supo que los franceses, al mando de Soult y Ney, marchaban a su encuentro. Las fuerzas desembarcadas en Galicia seguían sin llegar a Salamanca. Estaba solo, con unos 18.000 hombres, seis cañones, unas pocas unidades de caballería y a apenas ochenta kilómetros del enemigo.

Una terrible retirada

Estaba en una ratonera: se había adentrado en Castilla y no sabía qué hacer. A mediados de noviembre, el embajador inglés en Madrid, ante la proximidad de Napoleón, le pide con urgencia que auxilie a la capital, pero el escocés no accede. Su deber, considera, es tener en cuenta únicamente la seguridad del ejército británico.

Aquel era el resultado de un exceso de confianza. Ahora sabía que habría sido mejor llevar sus fuerzas a Galicia. Trató de achacar las responsabilidades a su gobierno, a su embajador, a otros militares británicos, a los españoles… Pero eso no alivió su situación. El 12 de diciembre, tras enterarse de la caída de Madrid, parte hacia Zamora y León para intentar enlazar con las unidades que espera desde hace semanas y, con ellas, retirarse hacia el mar.

Retrato de John Moore. por Thomas Lawrence.

Retrato de John Moore, por Thomas Lawrence.

Dominio público

Las noticias de la marcha enfurecen a sus superiores, a los generales españoles y al propio gobierno británico. El día 19 logra reunirse en Astorga con las fuerzas procedentes de Galicia. Sin esperar la llegada de los restos del derrotado ejército del marqués de La Romana, que estaba en camino desde Asturias, comienza la retirada. Han de escapar del mismísimo Napoleón, que ha partido de Madrid en su persecución.

La Romana pide al escocés sumar fuerzas y presentar batalla a Bonaparte, pero Moore se niega. Para confundir al enemigo, divide sus fuerzas: unos 6.000 hombres parten hacia Vigo para ser evacuados en primer lugar, y el resto, bajo su mando, sigue hacia La Coruña.

Serán miles los hombres que Moore pierda en la travesía, debido a las escaramuzas, el frío, la falta de alimento y el desorden general. Más que una retirada, era ya una franca huida.

La batalla en Elviña

El 11 de enero de 1809, el escocés llega a La Coruña. Lo hace solo con 15.000 hombres; ha perdido por el camino a unos 6.000. La flota del almirante Hope, que venía de embarcar las fuerzas evacuadas en Vigo, aún no ha fondeado en la ría a causa de una tormenta en la Costa de la Muerte. A Moore no le queda más remedio que parapetarse a las afueras de la ciudad.

Al cabo de dos días llega Soult al mando de 16.000 hombres y toma las alturas circundantes. Napoleón ha partido desde Astorga para Francia, ordenando a su mariscal la persecución de Moore. Por suerte para el escocés, los franceses también están agotados. Soult, viendo que los barcos ingleses todavía no han llegado, decide no precipitar el ataque.

Jean de Dieu Soult, uno de los principales responsables del saqueo napoleónico en España. Obra de Louis Henri de Rudder.

Retrato de Jean de Dieu Soult.

Terceros

Lamentará la demora. La noche del 14 al 15 de enero llega la flota británica. Son un centenar de barcos de transporte, más una docena de guerra como escolta. Rápidamente se ordena el embarque de la escasa artillería, la impedimenta y los soldados heridos o enfermos.

En la mañana del 15, los franceses comienzan a hostigar a las líneas británicas con sus baterías artilleras. Pero el campo de batalla no gusta a Soult: el centro del dispositivo defensivo está en la aldea de Elviña, donde las ondulaciones del terreno, los cercados y las casas aisladas son perfectos para una defensa que no aspira a la victoria, sino a ganar tiempo

El general galo dispone de más caballería y artillería, pero son poco útiles en el difícil terreno y en las circunstancias de premura en que le toca combatir. Tras comprobar que sus enemigos apenas habían embarcado esa jornada, decidió atacar al día siguiente. Lo hizo al mediodía, tratando de romper el frente en Elviña, nudo de la resistencia. Tres columnas francesas se lanzaron contra las líneas enemigas mientras la caballería trataba de envolverlas.

Los británicos reaccionaron con energía e hicieron retroceder a los galos. Durante varias horas, hasta el anochecer, se sucedieron cruentos ataques y contraataques que hicieron cambiar de manos varias veces las posiciones. Pero, al final, las defensas resisten.

Enterado de la muerte de su rival, Soult manda erigir un monolito en homenaje al difunto

En mitad de la batalla tiene lugar el hecho más famoso: una bala de cañón arranca casi de cuajo el hombro y el brazo izquierdos del general escocés, que es llevado a la ciudad. Esa noche, mientras daba entre balbuceos las últimas instrucciones para la evacuación, muere desangrado. Se le entierra al pie de la muralla.

Aprovechando la larga noche del invierno se desarrolla el embarque masivo de las fuerzas. Solo unas cuantas unidades, replegadas ahora hasta las murallas de La Coruña, velan para proteger la evacuación. A primera hora de la tarde del día 17 ya se ha completado.

Tumba de Moore en el Jardín San Carlos en La Coruña.

Tumba de Moore en el Jardín San Carlos de La Coruña.

E.Mosqueria / CC BY-SA 3.0

Soult, escarmentado por las bajas sufridas el día anterior, apenas interfiere, y únicamente después del embarque, tras emplazar sus piezas de artillería, logra hundir o varar unas quince embarcaciones de distinta envergadura. La mayor parte del ejército británico se ha salvado.

En la noche del 17, los franceses entran en la ciudad sin encontrar resistencia. Enterado de la muerte de su rival, Soult manda erigir un monolito en homenaje al difunto.

¿Quién ganó?

Tanto franceses como británicos se han atribuido la victoria en sus fuentes oficiales. Lo cierto es que los dos ejércitos consiguieron sus objetivos. Los ingleses evacuaron el grueso de sus tropas en la península. Los franceses, expulsar a los británicos de la región.

Tampoco la cifra de bajas ayuda a dilucidar quién venció, dado que las respectivas propagandas exageraron el coste enemigo y redujeron el propio. Así, lo más sensato sería concluir que estamos ante un choque sin vencedores ni vencidos.

El episodio puso en evidencia que a Gran Bretaña no le bastaba su magnífica flota para vencer a Napoleón

La batalla de Elviña tampoco tuvo consecuencias decisivas: con batalla o sin ella, la evacuación británica era un hecho, como lo era la ocupación gala de casi todo el territorio peninsular en aquel momento. La fama la adquirió, ante todo, por la muerte heroica de Moore. También porque, como primer escenario en que combatía un alto número de soldados contra tropas napoleónicas, aquella guerra atrajo la atención de la opinión pública.

El episodio puso en evidencia que a Gran Bretaña no le bastaba su magnífica flota para vencer a Napoleón. Debía reclutar e instruir a muchos más soldados, y pasaron más de dos años hasta que volvió a tener una presencia destacada en España, ya bajo el mando de Wellington. Cuando lo hizo, se inclinó la balanza hacia la causa de la independencia española.

Origen: Elviña, una batalla tan épica como irrelevante

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