En 1937, los franquistas encargaron a la aviación fascista y nazi un salvaje BOMBARDEO sobre Durango (Vizcaya). Mataron a 336 personas | RecueRda RepúBlica, documento memoria
En la primavera de 1937 y ante la imposibilidad de la toma de Madrid, el alto mando golpista decidió que las tropas nazionales activaran el Frente Norte. En este contexto se bombardearon Durango y …
En la primavera de 1937 y ante la imposibilidad de la toma de Madrid, el alto mando golpista decidió que las tropas nazionales activaran el Frente Norte. En este contexto se bombardearon Durango y posteriormente Guernica. Mola declaró que arrasaría Vizcaya. El 22 de julio de 1936, aviones Breguet 19 sublevados, realizaron un terrorífico ataque aéreo, sobre Otxandio (Vizcaya), causando alrededor de 40 muertos, muchos de ellos mujeres y niños.
La villa de Durango contaba en el año 1936 con una población de 8.797 habitantes. Políticamente era tradicionalista: Ocho ediles del ayuntamiento eran carlistas, 3 del PNV y 2 del Frente Popular, el alcalde era el carlista Adolfo Uribasterra. El historiador Jon Irazabal concluye que fueron los golpistas Mola, Franco y Vigón quienes encargaron a la Alemania nazi de Hitler y a la Italia fascista de Mussolini, que arrojara miles de toneladas de bombas sobre los habitantes de Durango, leales a ambos bandos.
El bombardeo de Durango fue uno de los primeros sobre población civil de la historia. Según Paul Preston, «Durango fue el comienzo de los experimentos del comandante de la Legión Cóndor, Wolfram von Richthofen. Bombardeos del terror, destinados a abatir la moral de la población civil y destruir las comunicaciones por carretera a su paso por los núcleos urbanos, como lo probaría 3 semanas después el bombardeo de Guernica”.
Durango fue bombardeado el 31 de marzo de 1937 por aviones fascistas de la aviación legionaria italiana: La 214 escuadrilla del grupo 24 de bombardeos pesados Savoia-Marchetti S.M.81 procedentes del aeródromo de Soria, escoltados por cazas Fiat CR-32 que despegaron del aeródromo de Logroño. La formación se dirigió al valle vizcaíno del Ibaizabal. Junto a ellos participaron 14 cazas alemanes llegados también desde Logroño. El ataque comenzó sobre el barrio de Kurutziaga a las 8 de la mañana.
Los Savoia-Marchetti S.M.81 dejaron caer sobre la población 80 bombas de 50 kg cada una de ellas. Los edificios numerados del 34 al 40 fueron totalmente destruidos, la Cruz de Kurutziaga dañada y bombardeada la iglesia del colegio San José de los Jesuitas donde Rafael Villalabeitia estaba celebrando misa, produciendo más de 50 bajas de civiles. En la iglesia de Santa María, el párroco Carlos Morilla celebraba también la eucaristía cuando recibió las bombas: Murieron numerosos civiles junto a su párroco. El convento de Santa Susana también resultó alcanzado causando la muerte de 11 monjas de la orden agustina. Tras el bombardeo los cazas de escolta realizaron múltiples “pases” de ametrallamiento sobre la población.
A las 17:45, cuando ya estaban en marcha las labores de auxilio y rescate aparecieron 8 bombarderos y 15 cazas que realizaron un ataque entre el cementerio, donde se estaban identificando los cadáveres, el centro del casco urbano, y las instalaciones ferroviarias. Lanzaron 22 bombas de 100 kg y 54 de 50 kg mientras que los cazas ametrallaban a la ciudadanía. Los días 2 y 4 de abril se volvieron a realizar bombardeos.
Sobre Durango se arrojaron 281 bombas completando un total de 14.840 kilos de explosivos. Las víctimas mortales fueron 336, resultaron afectados 205 edificios y de ellos, 71 de ellos fueron totalmente destruidos. Durango quedó humeante y llena de escombros. La intensidad del ataque y el número de muertos que ocasionó no tenían precedentes hasta ese momento. El cónsul británico en Bilbao, que visitó Durango tras el bombardeo, afirmó que el ataque «supera de mucho por su saña y encono, a los bombardeos que él había contemplado durante la Gran Guerra»
Franco declaró que: “Cuando mis aviones bombardean las ciudades rojas, no estoy interesado en el territorio, sino en los habitantes. La reconquista del territorio es el medio, la redención de los habitantes es el fin».