21 noviembre, 2024

¿Estás seguro de que tu dios es el verdadero Dios?. Noticias de Cultura

¿Estás seguro de que tu dios es el verdadero Dios?. Noticias de Cultura. Un cuarteto de autores analiza los orígenes, la evolución y las relaciones del Judaísmo, el Cristianismo y el Islam ¿Hay lugar en el mundo para las tres religiones?

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¡Qué dilema! ¡Qué terrible decisión! Tantas religiones en el mundo y sólo una -¡sólo una!- que asegure la salvación eterna. Desde que los pueblos primitivos sintieron la necesidad de descubrir el funcionamiento del mundo -y el porqué de que ocurran eventos negativos- el ser humano ha intentado buscar respuestas a sus inquietudes a través del culto, ya sea a los elementos naturales, a los objetos, a la idea de espíritus sobrenaturales o a las figuras concretas de los dioses, varios o uno.

Pero, si el hombre, a lo largo de su existencia, ha adorado desde a un canto rodado, a un árbol, al viento, a un Dios todopoderoso, creador del cielo y de la Tierra, de todo lo visible e invisible, al pensamiento filosófico, a la ciencia, al dinero, ¿dónde puede encontrar las pistas que le indiquen si su credo, sus creencias, le ayudan a entender la concepción de sí mismo y de su entorno? Los autores Robert Wright, Roberto Blatt, Karen Armstrong y Tom Bissell reflexionan en sus últimos libros -publicados en España este 2016- sobre esta cuestión, sobre la evolución del concepto de Dios, el origen de las tradiciones monoteístas, sus rasgos en común y su posibilidad -o imposibilidad- de convivir en armonía.

El dominio de las religiones abrahámicas

Mi fe es la verdadera. Yo soy especial. Yo me salvaré.

Las tres religiones monoteístas más antiguas tienen mucho más en común de lo que, probablemente, quisieran sus respectivos creyentes. En primer lugar, porque «la tradición bíblica es una única narrativa, matriz de tres religiones, remotamente originaria de Súmer, en el sur de Irak», explica el escritor uruguayo Roberto Blatt en su último ensayo, ‘Biblia, Corán, Tanaj. Tres lecturas sobre un mismo Dios’ (Turner, 2016). Tres discursos que beben de unas fuentes comunes como son «la Biblia hebrea, de forma expresa para todos, e implícitamente un puñado limitado de nociones del pensamiento griego atribuibles a Platón o Aristóteles«. ¿Quién puede negar el parecido entre la idea de «poner la otra mejilla» -atribuida a Jesucristo- y el «no debemos vengarnos nunca ni causar mal a nadie, aunque nos lo haya causado a nosotros» que le dijo Sócrates a Critón?

Blatt: «La tradición bíblica es una única narrativa, matriz de tres religiones, remotamente originaria de Súmer, en el sur de Irak»

Tres religiones que nacieron contra la anarquía, como una forma de organización; cuya palabra procede de la revelación de Dios mismo al hombre, Abraham, el Padre de los Creyentes; una palabra difundida por figuras mesiánicas, y cuyo objetivo, en todas ellas, se resume en la salvación de la Humanidad tras un futuro Juicio Final o ‘al-Qiyāmah‘.

Ese origen común, explícito en la compartición del Antiguo Testamento como texto sagrado en el Judaísmo y en el Cristianismo, fue la primera victoria del monoteísmo tras milenios de animismo, culto a espíritus sobrenaturales y politeísmo. El ensayista Robert Wright cuestiona la singularidad exclusiva que propugnan tanto el Judaísmo como el Cristianismo y el islamismo y reparte argumentos para todos en su libro ‘La evolución de Dios’ (Léeme, 2016), que fue uno de los tres finalistas del premio Pulitzer en 2010. «La Biblia hebrea representa a los israelitas como revolucionarios teológicos: se dirigieron a Canaan apoyados por el único Dios verdadero y vencieron a los ignorantes politeístas», arguye. Pero la realidad es que “la religión judía surgió del entorno cananeo y también tuvo una parte politeísta; el monoteísmo no prevaleció en Israel hasta después del exilio babilonio en el VI a.C”.

Pero que no aplaudan demasiado los cristianos, que tampoco son tan especiales, según Wright. «Jesús era un judío que predicaba a otros judíos» en busca de «la salvación nacional, la recuperación cercana de la grandeza de Israel«, plantea. «Su agenda, muy probablemente, no incluía trascender los límites étnicos ni su colorario moral, el amor fraternal universal. Todas estas revoluciones doctrinarias se introdujeron en las décadas posteriores a su muerte, como reflejo no de sus preceptos, sino del contexto cosmopolita y multiétnico del Imperio Romano«.

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«Jesús era un judío que predicaba a otros judíos» en busca de «la salvación nacional, la recuperación cercana de la grandeza de Israel», plantea Wright

Y continúa con la religión de Mahoma (o Muhammad). «El Islam no nació como una religión inequívocamente nueva, sino que surge como la combinación fluida de Judaísmo, Cristianismo y paganismo árabe«. «La Meca era una ciudad politeísta (adoraban a deidades como Al’Uzza, Manat y Al-Lat, además de al dios creador, Alá)» y «Muhammad convenció a los politeístas árabes de que únicamente había un Dios, Alá, y explicó a los cristianos y a los judíos que su Dios y Alá eran la misma deidad”. Entonces, ¿las tres religiones monoteístas más antiguas no sólo comparten fuente, sino también un mismo Dios?

Un Dios único y común

«Muchos cristianos y judíos no estarán de acuerdo en la idea de que su Dios es el mismo Dios adorado por los musulmanes (de la misma forma que muchos judíos no reconocen al Dios cristiano, porque su Dios nunca tuvo forma humana)», analiza Wright en su libro, pero «Muhammad dice que él es un profeta enviado por el mismo Dios que se había revelado a Abraham y que luego se manifestaría a través de Moisés y Jesús«. Estas discrepancias quizás vengan porque «las personas generan sus ideas sobre lo divino desde fuentes mundanas«, sentencia.

La historiadora de la religión, Karen Armstrong, coincide en este sentido con Wright. «Algunos árabes ya habían llegado a la conclusión de que al-Lah (literalmente Dios), la deidad más importante de su panteón, era el mismo Dios al que adoraban judíos y cristianos», ya que los cristianos sirios se referían a Dios como ‘allaha’ o ‘ala’. Sin embargo, también hay historiadores que defienden una evolución independiente del Islam frente al Judaísmo y el Cristianismo.

Lo que es imposible discutir es -cual Eva salida de la costilla de Adán- el vínculo del Judaísmo y el Cristianismo desde los comienzos de este último. «Siete décadas después de la muerte de Jesús seguía debatiéndose la relación aparentemente subordinaria del Cristianismo con el Judaísmo», analiza es escritor Tom Bissell en ‘Apóstoles’ (Ariel, 2016). «Pablo citaba a menudo la Biblia hebrea cuando necesitaba algo con que avalar sus opiniones, pero también creía que Jesús había convertido en obsoletas algunas partes importantes», advierte, además de apuntar que en la época del apóstol todavía había «diferencias entre quienes deseaban que la fe [cristiana] siguiera siendo predominantemente judía en su carácter y quienes preferían adentrarse en un territorio espiritual sin cartografiar«.

«Siete décadas después de la muerte de Jesús seguía debatiéndose la relación aparentemente subordinaria del Cristianismo con el Judaísmo», explica BissellUn ejemplo es «la epístola a los gálatas de Pablo -que bien podría ser el texto más significativo del Nuevo Testamento-, en la que éste argumenta ante un público confuso, al parecer escéptico, que los cristianos ya no están sujetos al pensamiento ritualista judío», puesto que muchos «seguían manteniendo ritos ceremoniales judíos, como el de la circuncisión«.

Armstrong, esta vez en su libro ‘San Pablo. El apóstol más incomprendido’, afirma que aunque «San Pablo (Saúl de Tarso) […] logró convertir a una oscura secta minoritaria en la más grande religión de la civilización occidental», éste no cambió de religión; «durante el resto de su vida se consideraría un judío e interpretó la revelación de Damasco en términos enteramente judíos».

Sin embargo, la gran brecha en la interpretación de Dios que separa a judíos y musulmanes de cristianos procede del otorgamiento de una naturaleza divina también al profeta, siendo a la vez humano y divino. «Para que a la mayoría de cristianos nos consideren cristianos», explica Bissell, «debemos aceptar que Jesús fue el Mesías; que resucitó de entre los muertos; que era a la vez hombre y Dios; y que su muerte tuvo una inmensa importancia cósmica«.

La religión, una revolución social… ¿y de izquierdas?

«En Occidente hemos excluido deliberadamente la religión de la vida política y consideramos la fe como un asunto esencialmente privado. Pero se trata de una actitud moderna que data del siglo XVIII«, prosigue Armstrong. Para la autora, el mensaje de Jesús se trataba de «una revolución en las relaciones sociales de la comunidad», donde «los beneficios del Reino de Dios no estarían limitados a una élite privilegiada, sino que estarían a disposición de todos, especialmente de los desposeídos y de los mendigos». «Hey poor. You don’t have to be poor anymore. Jesus is here», que resumen Front 242. «En este Reino, predicaba Jesús, los seres humanos deben amar incluso a sus enemigos y prestarles ayuda moral y práctica». Un precepto, condensado en las bienaventuranzas del Sermón de la Montaña, común a las leyes antiguas de Israel y totalmente opuesto al pensamiento que defendían los romanos.

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«En Occidente hemos excluido deliberadamente la religión de la vida política y consideramos la fe como un asunto esencialmente privado», afirma ArmstrongAdemás, aunque posteriormente se haya tachado a San Pablo por la misioginia que traslucen muchos de sus textos, Armstrong cree que esto se debe a la perversión de sus 779 textos manuscritos a través de las copias que se hicieron de ellos posteriormente, entre los siglos III y XVI, y donde “al parecer, los copistas añadían a veces observaciones que reflejaban sus propias opiniones y no las del apóstol” que en los originales optaba por “conceder igualdad de derechos y obligaciones a los hombres y a las mujeres».

Volviendo a la figura de los profetas, Wright piensa que, en este sentido, «Jesús y Muhammad tenían mucho en común»; los orígenes de Mahoma, al igual que los de Jesús, eran humildes. El profeta era coraichita -de la tribu de los Quraish-, de una estirpe con poco peso dentro de su comunidad, y se quedó huérfano muy joven, pasando de mano en mano entre sus familiares. Jesús y Muhammed acabaron compartiendo también «un posicionamiento apocalíptico fuertemente vinculado a una visión de izquierdas».

En el caso del Cristianismo, en el que siempre se habían penalizado la acumulación y los lujos mundanos haciendo apología de la humildad, la liberación de los ricos de su «maldición bíblica» vino de mano de la Reforma protestante de Calvino, en el siglo XVI. «La riqueza, lejos de representar un sacrilegio, pasó a indicar para Calvino una señal de gracia divina», explica Blatter en su ‘Biblia, Corán, Tanaj’.

¿Tres son multitud?

A pesar de haber nacido con el objetivo de salvar a la Humanidad, muchas veces «parece que la religión forma parte del problema y no de la solución» en los conflictos de las civilizaciones, retoma Wright en ‘La evolución de Dios’. «Las tensiones entre judíos, cristianos y musulmanes -al menos entre algunos judíos, algunos cristianos y algunos musulmanes- ponen en peligro el orden mundial«.

«Las tensiones entre judíos, cristianos y musulmanes -al menos entre algunos judíos, algunos cristianos y algunos musulmanes- ponen en peligro el orden mundial», admite Wright

«El enfrentamiento irreconciliable y mortífero entre musulmanes y cristianos, por cercanía, estalló primero contra Bizancio«, explica por su parte Blatt. «En Damasco [Siria], tras la rendición de los bizantinos [en el año 634], la catedral de San Juan quedó dividida en dos: una mitad continuó siendo iglesia mientras que la otra sirvió de mezquita«. Sin embargo, «la declaración de la guerra global contra el Islam, posterior al inicio del casi continuado choque entre suníes y chiíes -el conflicto árabe-persa, verdaderamente ancestral, continúa enfrentando hoy a Arabia Saudí e Irán-, fue el llamamiento que desde la catedral de Clermont hizo el Papa Urbano II para reconquistar los santos lugares en 1095″.

Blatt también sitúa en un momento concreto la reaparición -o recrudecimiento– de estas tensiones entre religiones cristiana y musulmana ya en la Edad Moderna. Y éste es el nacimiento del ‘wahabismo‘ en el siglo XVIII, a la sombra de la progresiva decadencia del Imperio Otomano. Hay que tener en cuenta que el ‘wahabismo’, corriente a la que muchos medios señalan como la instigadora del terrorismo islamista, considera «que los suníes menos rigurosos no son simples pecadores, sino que, al igual que los sufíes, los chiíes, los cristianos y judíos, son infieles», siguiendo las enseñanzas de Ibn Tammyia, un teólogo que sufrió la destrucción de Bagdad a manos de los mongoles y que radicalizó el discurso del Islam. Después de un tiempo aletargado, el ‘wahabismo’ renació en 1901 con Abdul Aziz bin Saud, el líder salafista que acabó convertido en el primer rey de Arabia Saudí tras su creación en 1932.

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Wright propone «la interrelación económica como forma de fomentar la interdependencia y, por tanto, de la tolerancia»Como posible solución a las tensiones religiosas, Wright se desmarca en ‘La evolución de Dios’ de las teorías más beligerantes y propone aprovechar la globalización como solución a los conflictos interreligiosos. Wright propone «la interrelación económica como forma de fomentar la interdependencia y, por tanto, de la tolerancia» puesto que “la correlación de los beneficios hace que el bienestar del otro dependa en parte de la situación de uno y viceversa». Como ejemplo, propone los casos de Francia y Alemania y Japón y Estados Unidos tras las guerras mundiales. Fortalecer las relaciones comerciales como forma de fomentar la concordia.

«Lo que es bueno para la mayoría de los musulmanes es malo para los musulmanes radicales. Si los musulmanes sienten frustración al respecto de su lugar en el mundo y dejan crecer su resentimiento por el trato que reciben por parte del mundo occidental, entonces crecerá el apoyo al Islam radical y las cosas se pondrán peor para quienes viven en Occidente. Si, por el contrario, perciben respeto y sienten que se benefician de unas relaciones cordiales, tratarán de desmarcarse de los más extremistas contribuyendo a hacer del mundo un lugar más seguro», promulga Wright.

Además, Wright señala al odio como el principal obstáculo para desarrollar la «imaginación moral«, es decir, la empatía hacia ‘los otros’, un odio que muchas veces se desarrolla sin haber tenido jamás un contacto directo con ‘los otros’. Como ejemplo pone a mucha gente cuyo «contacto se produce [únicamente] a través de los medios. En su vida diaria no tiene demasiado contacto y casi toda la información que recibe de ellos es a través de la televisión o internet«.

¿Y qué pasa con los laicos?

Si hay algo que une a las tres religiones monoteístas es su oposición al laicismo. Para Blatt, el surgimiento de la visión laica del mundo nació en el siglo XVIII, del revanchismo de la aristocracia contra el poder de la Iglesia, como «una especie de surgimiento del antiguo orden senatorial desplazado por el clero». Aunque en realidad, «los promotores del cambio resultaron ser una nueva clase, los burgueses, o sea miembros de una clase media surgida de unas comunidades urbanas emergentes».

«¿Realmente existe alguna diferencia en la lógica de la creencia en la existencia de los electrones y en la lógica de la existencia de Dios?», plantea WrightPoco a poco, la ciencia se fue oponiendo a la religión, como una forma de dar respuesta a los dilemas existenciales del hombre. Pero para liar más la madeja, Wright propone lo siguiente: «Al menos, ‘algunos’ físicos creen que los electrones existen. El hecho de que nadie haya ‘visto’ cómo es realmente un electrón, y que los intentos de tratar de imaginar cómo son y cómo se comportan hayan llevado a callejones sin salida desde una lógica humana, ha llevado a algunos físicos y filósofos científicos a preguntarse hasta qué punto es exacto afirmar la existencia de los electrones. Es decir, como sucede con Dios, también hay creyentes y escépticos al respecto de su existencia». Teoría que seguramente tendrá muchos detractores. «¿Realmente existe alguna diferencia en la lógica de la creencia en la existencia de los electrones y en la lógica de la existencia de Dios?», plantea Wright. No va ser esta redactora la que se meta en jardines.

Entonces, ¿cuál es la respuesta verdadera? ¿El judaísmo, el cristianismo, el islamismo, el laicismo? En ‘La evolución de Dios’ Wright plantea una posible respuesta: «ese Dios personal, como se concibe comúnmente, que es simplemente la aproximación razonable de ese otro Dios más abstracto, un acercamiento más lógico teniendo en cuenta las limitaciones de la concepción humana«. ¿Aceptamos barco?

Autora : MARTA MEDINA

Origen: Libros: ¿Estás seguro de que tu dios es el verdadero Dios?. Noticias de Cultura

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