21 noviembre, 2024

La existencia de las cámaras de gas nazis, a juicio

A finales de los ochenta y principios de los noventa, según recuerda «The Guardian», el 22% de los estadounidenses pensaba que el Holocausto pudo no haber ocurrido

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La película «Negación» recuerda estos días la batalla legal en Reino Unido sobre la verdad del Holocausto entre quien dedicó su vida a negarlo (David Irving) y quien vivió para su estudio y su reconocimiento (Deborah Lipstadt).

A finales de los ochenta y principios de los noventa, según recuerda «The Guardian», el 22% de los estadounidenses pensaba que el Holocausto pudo no haber ocurrido, lo que, sumado al auge del neonazismo en Europa, alarmaba tanto a la comunidad judía como a los académicos anglosajones dedicados al estudio del nazismo. Cuando el irredento pseudohistoriador David Irving empezaba a perder fuelle mediático, se lanzó a por Lipstadt y la editorial Penguin Books buscando relanzar su imagen y su carrera como negacionista. Su denuncia era porque -consideraba- se le había difamado en el libro «La negación del Holocausto», de esta historiadora americana.

Aún hoy sigue sin conocerse por qué este autodidacta, estudioso de Adolf Hitler, eligió a la académica judía como el foco de su demanda. ¿Publicidad? ¿Provocación? ¿Desafío a la comunidad hebrea en Londres?

En los 32 días que duró el juicio, el equipo legal de Lipstadt y Penguin, encabezado por el abogado que llevó el divorcio de Diana de Gales, se negó a poner a los sobrevivientes de Auschwitz y a Lipstadt ante Irving, pues temía que el escritor, que se representaba a sí mismo, pudiera insultarles con su argumentario infantil. «Sin agujeros, no hay holocausto», titularon varios medios después de los alegatos del revisionista británico, quien defendió que nunca se habían encontrado agujeros en los techos de las cámaras de gas de Auschwitz-Birkenau, a través de las cuales se vertió el Zyklon-B (pesticida a base de cianuro utilizado por los nazis). Si no había orificios, Auschwitz no pudo ser un campo de exterminio.

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A ello se sumaba la obsesión nazi por destruir casi todos los documentos que podían verificar los horrores de las cámaras. Finalmente, la pléyade de abogados e historiadores del equipo de Lipstadt se apuntó una histórica victoria una vez que el juez -no hubo jurado- determinó que Irving, solo ante la justicia, era un racista y un antisemita. Tras el juicio, se declaró en bancarrota y en 2006 fue condenado a 3 años de cárcel -de los que cumplió uno- en Austria, donde el negacionismo está penado por ley. Ahora organiza visitas guiadas a lo que alguna vez fue la «guarida del lobo», de Hitler, en la antigua Prusia.

Origen: La existencia de las cámaras de gas nazis, a juicio

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