19 marzo, 2024

¿Existió Jesucristo en realidad? Cinco teorías que aumentan la sospecha

'Curación del paralítico', de Murillo.
‘Curación del paralítico’, de Murillo.

Desde hace muchos años, los eruditos más consagrados en el estudio de la Biblia llevan intentando separar al Jesús histórico del mágico o mitológico. ¿Cuáles son sus razones?

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Jesucristo es, sin duda alguna, la persona más influyente de la historia de la humanidad. A su lado, cualquier ‘influencer’ de nuestro tiempo quedaría en ridículo; nadie ha impactado tanto con su palabra en el mundo durante tantos siglos. Sin embargo, el eterno debate entre eruditos y teólogos sobre la existencia histórica de su figura, es decir, sobre si realmente fue una persona de carne y hueso que realizó de manera más o menos parecida todo lo narrado en el Nuevo Testamento, sigue más presente que nunca. Algunos autores, como John Dominic Crossan, le ven como un personaje histórico centrado en la transmisión de valores éticos y nada más, recogiendo el testigo de los cínicos de la Antigua Grecia. Otros siguen viéndole como una figura mítica que nunca existió y que surgió como resultado del sincretismo entre la cultura griega y judía, entre los que figuran George Albert Wells (autor del libro ‘Did Jesus Exist?’) o el filósofo británico y experto en religiones occidentales Timothy Freke.

Sin ánimo de atentar contra la fe de nadie y respetando todas las creencias religiosas, muchas de las narraciones bíblicas que hay sobre su figura son del todo mágicas, en especial los milagros, lo que sugiere la posibilidad de que las hazañas de aquel Jesús de Nazaret del que se habla en el Nuevo Testamento sean más un producto mítico para cautivar a las almas de la época. A medida que la ciencia se fue imponiendo en el mundo, sobre todo a partir de la Ilustración, las creencias religiosas y las supersticiones se han ido desechando en pro del método científico, lo que objetivamente redunda en una mejor comprensión de aquello que antes no se podía explicar y quedaba relegado al tono mitológico.

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«No hay registros de nacimiento, ni transcripciones del juicio al que fue sometido, ni certificado de defunción… nada»

Uno de toda esa larga lista de eruditos que quiere añadir pruebas del lado de que Jesucristo nunca existió como tal es David Fitzgerald. Desde hace más de diez años, cuando publicó su ‘Ten Christian Myths That Show Jesus Never Existed At All’ (algo así como «Diez mitos cristianos que demuestran que Jesús nunca existió»), lleva abogando por un Jesús mítico, apoyándose en el argumento de que la mayoría de las personas que han estudiado a fondo su figura desde hace siglos lo hacían desde una convicción cristiana y no científica o histórica. Hoy conoceremos aún más a fondo las razones para pensar que Jesús de Nazaret nunca llegó a existir realmente y todo parte de una construcción mitológica que se hizo a posteriori.

Ninguna fuente no secular de la época habla de su existencia

Bart Ehrman, experto en paleocristianismo, cree que la mayor demostración de que el Mesías nunca llegó a existir estriba en que ninguno de los escritores paganos de su época dan fe de su existencia, ni siquiera de pasada. «No hay registros de nacimiento, ni transcripciones del juicio al que fue sometido, ni certificado de defunción… nada», afirma en su libro ‘Jesus: Apocalyptic Prophet of the New Millennium‘. «De hecho, si ampliamos nuestro campo de análisis a los años posteriores a su muerte, no hay ni una sola referencia a Jesús en ninguna fuente no cristiana o no judía». Esto sin duda es muy raro, puesto que «tenemos una gran cantidad de documentos de la época escritos por poetas, filósofos o historiadores», recalca el erudito. Por tanto, no hay prueba en otros textos de que Jesús de Nazaret llegara a existir.

El silencio de Pablo

Pablo de Tarso, uno de los personajes centrales de los Hechos de los Apóstoles y el mayor impulsor del cristianismo en el mundo, no llega nunca a mencionar hechos biográficos concretos de Jesucristo. Lo más misterioso es que en ningún momento hace referencia a los Doce Apóstoles, contradiciendo los evangelios en los que se narra la vida del Mesías. Esta sospecha hace que muchos eruditos, tanto creyentes como ateos, piensen que en realidad los evangelios fueran escritos ‘a posteriori’.

Una teoría que defiende Marcus Borg, teólogo y especialista en el Nuevo Testamento, quien sí que reconoce la figura histórica de Jesús, pero advierte de su excesiva mitologización. «Los Evangelios son el producto de las primeras comunidades cristianas varias décadas después de la vida histórica de Jesús y nos hablan de significado que tenían para su contexto», asegura el erudito en un artículo publicado en ‘Huffington Post’.

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Los seudónimos de los evangelistas

Ni Marcos se llamaba Marcos, ni Mateo era Mateo, ni Lucas era Lucas ni tampoco Juan era Juan. Esta es la teoría de Donald Guthrie, doctor en la Universidad de Londres, quien en los años 60 publica un libro titulado ‘New Testament Introduction’ en el que teoriza sobre que la designación de sus nombres se produjo en torno al siglo II. Según Guthrie, en aquella época era muy frecuente el uso de seudónimos por parte de testigos de hechos. Además, de acuerdo a su análisis del Nuevo Testamento, en ningún momento ninguno de los evangelistas llegan a reconocer que estaban ahí, presenciando las hazañas y los milagros de Jesucristo.

Los evangelios se contradicen entre sí

Otra de las razones que hacen dudar de que los hechos de Jesucristo fueran reales es que las crónicas que existen sobre él y sus hazañas en momentos pueden llegar a contradecirse entre sí. Según un reciente artículo de ‘Alternet’ que ha recopilado algunas de estas ideas, el evangelio de Marcos en concreto es la biografía de Jesús más antigua que existe y que tanto Lucas como Mateo le reelaboraron con correcciones propias y material nuevo. Lo más llamativo es que «se contradicen entre sí, y aún más, contradicen el evangelio de Juan, el cual fue mucho más tardío», ya que «fueron escritos bajo diferentes objetivos y para distintos tipos de público».

Hay varios «Jesús» (el real y el mitológico)

Según el autor al que queramos recurrir, nuestras creencias o la fe de la que profesemos, nuestras impresiones sobre Jesús variarán de manera diferente. Algunos eruditos le reconocen como un filósofo cínico, otros como un fariseo liberal, un revolucionario carismático o uno de los primeros pacifistas de la historia. Incluso se le ha llegado a calificar de feminista (lo cual no es del todo extraño, ya que entre sus personas de confianza destacaba María Magdalena, una prostituta que bien podría servir para denunciar los males del machismo de la época).

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«Jesús parece ser un efecto, y no la causa, del cristianismo», sostiene Fitzgerald. Sea como sea, hay que separar la historia del mito con el rigor que merece el personaje, pues es evidente que los hechos que se narran en los evangelios sobre Jesús tienen mucho de mágicos, y ahora que han pasado los siglos es muy fácil someterlos a crítica bajo la lupa científica del presente. Sin embargo, ello no tiene por qué afectar a la creencia y experiencia individual que cada uno tenga con la religión católica, ya que una de las cualidades de la Biblia, y quizás de los motivos por los que ha sido tan leída y analizada, es que puede ser interpretada de muchas formas sin por ello mermar el valor de lo que en ella se escribe o se cuenta, al igual que la fe de quien la lee.

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