29 marzo, 2024

Los ataques de los pioneros ingleses a las misiones fueron la causa de que no existan nativos en lo que fue colonia española

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No quedan nativos en La Florida que un día fue española. ¿Y por qué, cabe preguntarse, si los indios han sobrevivido en el resto de la América hispana, incluidos los Estados Unidos, gracias a la labor de España, que los incorporó a la cultura occidental? Los historiadores anglosajones tienen una explicación para tan extraño hecho: los nativos de La Florida se extinguieron por causa de los virus traídos por los españoles, como la gripe o la viruela. Pero no es verdad. La verdad de la extinción descansa en otra causa, la que se relata a continuación.

Fracasada la evangelización de La Florida por los jesuitas, Menéndez de Avilés solicitó al Rey de España la venida de los franciscanos, ya que en ninguna parte del Nuevo Mundo era concebible la colonización sin la prédica de la religión. Y así, los primeros tres frailes de la Orden de San Francisco de Asís llegaron a San Agustín en 1573.

No era fácil triunfar allí donde una orden tan racional como la Compañía de Jesús solo había cosechado mártires. Pero los franciscanos, si menos preparados, eran sufridos, austeros y tenaces, cualidades para enfrentarse a la renuencia de los indios floridanos hacia la nueva religión.

Pero los franciscanos persistieron. En lugar de fundar misiones de tamaño inmenso, como las del Suroeste de Estados Unidos, incrustaron pequeñas misiones en los propios poblados de los Timucua, los Guale y los Apalache, réplicas en miniatura de aquellas, con su capilla, su huerta, su establo y su taller de oficios para enseñar a los nativos.

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De esta forma se fueron deslizando en el corazón físico y moral de los naturales, soportando estoicamente retrocesos tan graves como rebeliones que acabaron en el martirio de religiosos. Todo lo superaron los heroicos franciscanos, hasta el punto de que lograron fundar nada menos que cien misiones en La Florida, y para el año 1650, un informe de un visitador de la Orden declaraba con orgullo que 170.000 indios se hallaban ya bautizados, cumplían los preceptos y celebraban las fiestas religiosas. La conversión de La Florida era un hecho, como estaba ocurriendo en el resto de la América española. Y además, los indios se habían integrado en el sistema económico general español, y desde sus propias tierras abastecían de carne y trigo al gobierno de Florida. Teniendo en cuenta que el impacto de los virus siempre se produjo en el momento del encuentro de las poblaciones española y americana, a estas alturas, cien años más tarde, no quedaría ni rastro de aquellos. ¿Qué ocurrió entonces para que la población india se desplomara?

Lo que ocurrió fue la llegada en 1604 a Jamestown de un puñado de gentes, provistas de otra mentalidad, otra religión y otras intenciones hacia los nativos, altamente menos favorables para estos. Eran los pioneros ingleses, y aunque España hizo un tímido intento para expulsarlos de aquellas costas de soberanía española, lograron consolidar un primer núcleo, y desde entonces no hicieron otra cosa que crecer y progresar hacia el sur, hacia la Florida española, plagada de Misiones y pueblos ya civilizados.

Aquellos ingleses habían traído consigo una práctica agrícola extraña en la América española, el monocultivo. Fuera azúcar o algodón, dedicaron vastas extensiones a su cultivo, que requería una gran cantidad de mano de obra, los esclavos negros que comenzaron a importar masivamente de Africa. Pero los esclavos eran costosos, y en las Misiones los tenían gratis, y así fue que empezaron a asaltarlas para robarlos y llevarlos a la isla de Jamaica, abandonada por España por considerarla «isla inútil», y que los ingleses ocuparon y convirtieron en una isla azucarera. Era preferible llevar a los indios allí, que no a las plantaciones de Georgia y Carolina, donde la tentación de la huida era demasiado fuerte.

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Desde entonces se prodigaron los ataques sobre las Misiones franciscanas, pequeños golpes de mercenarios que caían sobre el desprevenido pueblo, incendiaban las chozas y capturaban nativos que trasladaban a Jamaica. Pero hubo dos depredaciones de envergadura mayor: La de los gobernadores de Georgia James Oglethorpe, y de Carolina James Moore. Ambos invadieron Florida y llegaron hasta San Agustín, asolando en su camino las Misiones españolas, incómodas, odiadas, porque protegían al indio y le trasladaban la religión católica. La incursión de 1704 del despiadado Moore en el territorio Apalache causó la muerte o captura de 325 hombres y 4.000 mujeres y niños.

En la primera década del siglo XVIII la labor misional española había quedado destruida, y los pocos nativos supervivientes, abocados a la extinción. Como informó un funcionario, «en todos estos dominios y provincias se han acabado la ley de Dios y la predicación del Santo Evangelio». Esta es la verdad. Pero, claro está, los historiadores anglosajones prefieren imputar la extinción indígena a los virus españoles, antes que a sus antepasados británicos.

Autor: BORJA CARDELÚS 

Origen: Florida: la fe franciscana

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