Guerra Civil: Sanjurjo y Mola: ¿estuvo involucrado Franco en las raras muertes de sus superiores para lograr el poder?
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!DMAX estrena «Franco. La vida del dictador en color», dos documentales con imágenes inéditas de la vida del hombre que se vio aupado hasta el liderazgo del Alzamiento por dos accidentes de aviación.
El azar puede cambiar la historia de un país. Adolf Hitler, por ejemplo, escapó de la muerte el 20 de julio de 1944 gracias a que la mesa sobre la que se apoyaba era tan gruesa que amortiguó la explosión de una bomba destinada a terminar con su vida. En el caso de Francisco Franco dos casualidades le auparon hasta la jefatura del Estado tras el alzamiento del 18 de julio de 1936: la muerte, en sendos accidentes de avión, de José Sanjurjo y Emilio Mola, cabezas visibles del Bando Nacional. Desde entonces algunos autores han coqueteado con la idea de que se deshizo de sus rivales para liberar el camino hacia el poder.
Sin embargo, no es lo que opina Francesc Escribano, codirector de la serie recién estrenada en DMax «Franco. La vida del dictador en color» y CEO de la productora Minoria Absoluta. Tal y como ha explicado en declaraciones a ABC, tras contrastar las fuentes existentes, tanto él como su equipo han determinado que aquellos no fueron más que dos percances; dos caprichos del destino. «Como explicamos en el capítulo que se acaba de estrenar, Franco fue muy reticente a volar al frente desde que pasaron los dos accidentes. Esto se acrecentó después de la muerte de Mola en 1937. Pero no debemos olvidar que su hermano también murió en un accidente de aéreo. Al final, viajar en avión suponía un riesgo en aquella época», señala.
Escribano sabe de lo que habla. Y es que, después de una labor de cinco años y de contar a sus espaldas con «La Guerra Civil en color» y «El franquismo en color», ha presentado una serie documental que ha coloreado miles de imágenes extraídas de un centenar y medio de archivos. Entre ellos, la Filmoteca Nacional o el mismo diario ABC. El resultado son dos capítulos que narran la vida de Franco desde que era un niño y que cuentan con material inédito como, por ejemplo, una serie de imágenes que el NO-DO no quiso emitir porque mostraban el deterioro del militar en sus últimos días. En sus palabras, cada dato ha sido contrastado. Desde los que explican la dureza de su infancia, hasta los que narran los mencionados accidentes de avión.
Movimientos previos
José Sanjurjo Sacanell era un veterano de la Guerra de África que se había ganado sus galones en operaciones tan determinantes para el devenir del país como el Desembarco de Alhucemas. Sin embargo, y a pesar de que en principio vio con buenos ojos el régimen republicano, no tardó en desencantarse. Según explica el doctor en Historia Roberto Muñoz Bolaños en su artículo sobre este personaje para el diccionario biográfico de la Real Academia de la Historia, su acatamiento del orden establecido el 14 de abril de 1931 tornó rápidamente hacia el odio más visceral. Y no tanto por su rechazo al republicanismo, sino por los continuos desencuentros con personajes como el popular Manuel Azaña. Cuando su enfrentamiento con el entonces ministro de Guerra se dio a conocer al público, este militar se convirtió en un imán para los grupos conservadores que buscaban el regreso de la monarquía.
Sanjurjo, azuzado por estos grupos, dio un golpe de Estado en Andalucía el 10 de agosto de 1932 junto a varios militares partidarios de una monarquía tradicionalista. El resultado fue un estrepitoso fracaso. El teniente general, que tuvo que ver como Francisco Franco se retiraba de la operación por miedo a que no contaran con los apoyos necesarios para vencer, fue trasladado a Madrid y condenado a muerte, aunque -a la postre- se le conmutó la pena por cadena perpetua. Para su suerte, la entrada de un gobierno conservador en la Segunda República le granjeó una amnistía en 1934. Cansado y temeroso se retiró a Portugal. Allí podría haber vivido en paz, pero recibió la visita de un sin fin de organizaciones carlistas y alfonsinas que ansiaban que formase parte en los complots que se orquestaban contra el gobierno.
La situación permaneció en calma hasta febrero de 1936, cuando la llegada del Frente Popular hasta la cabeza de la Segunda República provocó que la primera pieza del dominó cayera y naciera una nueva intriga. Por aquel entonces el general Emilio Mola Vidal, gobernador militar de Navarra y jefe de la XII Brigada de Infantería, decidió a encabezar la conspiración (la misma que, a la postre, daría iniciaría la Guerra Civil) desde el punto de vista militar. Según Bolaños, desde el primer momento se pidió al teniente general que la liderara. «Si bien Sanjurjo no la organizó directamente, sí hizo valer su papel dirigente cuando se hizo necesario», explica. A su vez, el doctor en Historia se basa en hechos como que Franco solicitaba permiso al veterano para acciones tales como comprar armamento al exterior.
«Era, de manera indiscutible, el jefe de la conspiración contra la República, y el dirigente máximo de España una vez que ésta hubiese triunfado», explica Bolaños. Así lo demuestra también el que Sanjurjo llegara a señalar que el alzamiento seguiría adelante «con o sin Franquito» cuando se enteró de que tenía dudas, una vez más, sobre si participar o no en el golpe. Esa condescendencia era replicada por una buena parte de los organizadores, como bien se deduce del mote que recibió el futuro jefe del Bando Nacional: «Miss Islas Canarias 1936». El hispanista Paul Preston es tajante en su obra «La Guerra Civil española, reacción, revolución y venganza»: «El futuro Jefe de Estado, una vez que el golpe hubiera triunfado, iba a ser Sanjurjo». Detrás suya se hallaba Mola, más conocido entones como «El director».
Primera caída
Como cabeza visible de la conspiración, se estableció que Sanjurjo debía ser transportado a España poco después de que el Alzamiento diera comienzo entre el 17 y 18 de julio de 1936. El encargado de acometer esta tarea fue Juan Antonio Ansaldo, «un famoso as del aire y playboy monárquico», según palabras de Preston. El 19 este piloto aterrizó en la residencia veraniega del oficial en nombre de Mola con órdenes de llevarle hasta territorio Nacional. El problema era que su montura era una frágil avioneta «De Havilland 80-A Puss Moth». Lo más llamativo es que, según Baños, «El director» había encargado que la escolta se llevase a cabo con un bimotor. «Además, el “Dragon Rapide” , mucho más adecuado, que había llevado a Franco de las islas Canarias hasta Marruecos, había llegado a Lisboa al mismo tiempo y podía haber llevado fácilmente a Sanjurjo a Burgos», añade Preston.
Las reticencias iniciales de Sanjurjo se esfumaron cuando Ansaldo le saludó como si fuera el jefe del Estado ante un grupo de incondicionales reunido en la zona. El militar aceptó. Tras pasar la aduana, la cabeza visible del golpe subió a la avioneta en un hipódromo en desuso llamado A Marinha. Según el relato del propio piloto, portaba una maleta de grandes dimensiones cargada con varios trajes que pensaba utilizar a su llegada a la capital. Esta se sumaba a su propia figura, «ya de por sí voluminosa». A pesar de ello, el as de aviación estaba cejado a salir de allí con su particular premio, así que despegó en dirección a unos árboles cercanos que, pensaba, podría superar sin dificultad alguna.
Se equivocó. «El exceso de peso de la avioneta disminuyó la fuerza de ascensión de forma que la hélice, o posiblemente el tren de aterrizaje, chocó con las copas de los árboles», explica Preston. Ansaldo logró salir del aparato con heridas superficiales. Sin embargo, Sanjurjo se estrelló y murió. A la postre, el piloto barruntó la posibilidad de que el accidente hubiera sido, en realidad, un atentado provocado por un grupo de anarquistas. No obstante, la teoría (así como la de que era un golpe político de Francisco Franco) es rechazada por autores como el mismo Bolaños o los autores de la serie biográfica en color para Discovery Max. «Probablemente, como indican los políticos monárquicos Eugenio Vegas Latapié y Pedro Sainz Rodríguez, la causa verdadera del accidente haya que buscarla en la imprudencia de Ansaldo, que desobedeció las órdenes de Mola y despegó de un espacio inadecuado», afirma el primero.
Así recogió el diario ABC de Sevilla, en una noticia publicada el 22 de junio de 1936, el fallecimiento de Sanjurjo:
«La Radio Madrid ha dado cuenta de la muerte del marqués del Rif, sin localizarla, dando a entender, implícitamente, que había sido muerto en un combate por los elementos gubernamentales. Esto es completamente falso. El avión que conducía al glorioso general, y que iba pilotado por el aviador, señor Ansaldo, perdió velocidad a poco de emprender el vuelo y cayó, incendiándose. El señor Ansaldo, que pudo lanzarse del aparato, se libró de la muerte, aunque recibió quemaduras y heridas de importancia; pero el general, Sanjurjo, que iba atado al asiento, no tuvo tiempo de liberarse y pereció carbonizado. El aparato cayó en las inmediaciones del Radio-Club, a pocos kilómetros de Estoril, adonde ha sido trasladado el cadáver, pues las autoridades portuguesas, en atención a la personalidad del finado, ha dado toda clase de facilidades en esta ocasión».
Segunda casualidad
Tras la muerte de Sanjurjo (así como el fusilamiento de los generales Manuel Goded y Joaquín Fanjul, iguales en el escalafón a Franco, por parte de la República), tan solo quedaba Mola como posible rival en el liderato del Bando Nacional. Todo ello, después incluso de que el del Ferrol se hubiese autodesignado jefe del Gobierno del Estado en Burgos allá por septiembre de 1936. «Mola representaba siempre una alternativa implícita. De hecho, las relaciones entre ellos empeoraron después del acceso de Franco al poder. Decidido y flexible en asuntos militares, Mola deseaba terminar la guerra en el norte, y el laborioso estilo de liderazgo militar de Franco le volvía loco», desvela Preston en su extensa obra. Según el autor, la tensión entre ellos era palpable en el verano de 1937.
En esas se hallaba la relación cuando, el 3 de junio, el avión en el que Mola viajaba desde Burgos hacia Valladolid se estrelló. No hubo supervivientes. La noticia fue recogida tanto por el ABC de Sevilla como por el de Madrid apenas un día después. En el primero se explicaba (en una extensa cobertura) que, según los vecinos de Castril de Peones (donde cayó el aparato) se vio un aeroplano «volando sumamente bajo» en varias direcciones antes de que una «explosión» desparramara los cadáveres calcinados de los cinco ocupantes por la ladera de una montaña. «La posición de los cuerpos, muy separados unos de otros, y el estar el aparato completamente deshecho, daban la sensación de que la causa […] ha podido ser que el avión, desorientado por las nieblas […] tropezó con el monte o hizo explosión el motor», añadía el diario.
El despliegue en el ABC de Madrid (partidario de la República) fue mucho menor y se limitó a un lugar destacado en la tercera página del diario bajo el titular «Ha muerto el traidor Mola». En el mismo se afirmaba que se había comunicado el fallecimiento del general «en un accidente de aviación» debido a las malas condiciones meteorológicas. «En el día de hoy [3], a las nueve y media de la mañana, cuando el general jefe del Ejército del Norte realizaba un vuelo de reconocimiento, el aparato se estrelló contra el suelo a causa de la niebla», se completaba. A continuación, añadía que el suceso se había producido entre «Castil de Peones y Alcocero, pueblos ambos de la provincia de Burgos».
Preston, por su parte, baraja la posibilidad de que el aparato fuese derribado por fuego aliado. En sus palabras, Mola viajaba en un Airspeed A.S.6 Envoy de construcción británica que había sido enviado al Bando Nacional por un piloto desertor. «Sus distintivos ingleses, similares a los aviones utilizados para enviar suministros por aire a la República desde Francia, no habían sido borrados del todo. Es, por tanto, posible que al aparato le hubieran disparado erróneamente los cazas nacionales», señala. Con todo, la realidad es que, como bien escribió el embajador alemán en nuestro país, Franco se sintió aliviado por el fallecimiento de su rival. Al parecer llegó a admitir lo siguiente: «Mola era una persona muy terca y cuando le daba órdenes que diferían de sus propios puntos de vista, solía preguntarme: «¿Ya no confías en mis métodos?»».
Tres preguntas a Francesc Escribano
1-¿Qué archivos han consultado para elaborar la biografía de Francisco Franco?
Hemos consultado mas de 150 archivos. En este sentido, mantenemos la misma línea que nuestro trabajo pasado, “La Guerra Civil en color”. Además, después de cada capítulo hacemos lo que llamamos “La mirada de los historiadores”, un especial en el que más de una treintena de expertos de diferentes perspectivas debaten sobre los hechos y complementan la visión que aportamos en la serie. También, y durante la primera parte contamos con la colaboración del reconocido Santos Juliá, aunque en la última estaba enfermo. Entre los archivos más importantes que hemos consultado se halla el de ABC. Muchas de las imágenes que hemos coloreado son suyas.
2-¿Cómo es el proceso de dar color a las imágenes?
Largo. Comenzó con un acuerdo con la Filmoteca Nacional, donde hemos mantenido un equipo durante cinco años para obtener el material. Partimos de la película, de material fotoquímico. Abrimos cada una de ellas, las restauramos y las escaneamos a 4k. Después, las reencuadramos en 2k y hacemos un proceso muy artesanal de coloreado (las llamadas “máscaras”), que es la parte más laboriosa.
3-¿Qué es lo más curioso que ha podido descubrir durante la elaboración de esta biografía?
Hay mucha leyendas en torno a Franco. Pero lo que más me ha sorprendido son las imágenes inéditas de la última etapa. Estaban en el NO-DO, pero no se emitieron por miedo. En ellas se veía a Franco con el parkinson muy avanzado y temblando. Esa decrepitud del personaje no se vio en los últimos años. Otra de las cosas que más me impresionó fue el reportaje que, un año después de la muerte de Franco, hizo el NO-DO. Por entonces sus espacios privados en el Pardo se habían convertido en un museo. El NO-DO, creación de Franco, se refirió a él como si fuera un personaje de un pasado lejano y casi olvidado. Eso dice mucho sobre como la memoria del dictador ha sido tratada en el país. Nos recuerda que España estaba esperando a que Franco muriera para recuperar la normalidad.