Hallan evidencias de un elemento en el laboratorio de alquimia de Tycho Brahe que descubrieron dos españoles casi 200 años después
Retrato de Tycho Brahe CC-EDUARD ENDER
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Entre los restos del laboratorio del famoso astrónomo danés Tycho Brahe se ha encontrado un elemento que no sería descubierto hasta casi 200 años después por los científicos españoles Juan José y Fausto d’Elhuyar. Este hallazgo ha sido realizado por la Universidad del Sur de Dinamarca y publicado en la revista ‘Heritage Science’.
El de alquimista es una faceta menos conocida del científico que se dedicó a estudiar el Sistema Solar y proponer un modelo en el que la Tierra estaba en el centro del Universo, pero con los planetas girando en torno al Sol. Pero de acuerdo con la propia opinión de Brahe la astronomía y la alquimia eran dos caras de la misma moneda.
Sin embargo, «a diferencia del trabajo astronómico que Tycho Brahe comentaba en cartas y publicaba en libros, nunca describía con precisión los resultados de sus estudios alquímicos. En el libro sobre su trabajo y sus instrumentos de 1598, afirma crípticamente: «Con mucho trabajo y a un gran coste he hecho muchos descubrimientos en relación con los metales y minerales, así como con las piedras preciosas y plantas y otras sustancias similares…», afirma el estudio. El estudio apunta que Tycho Brahe era muy reservado a la hora de relatar los experimentos que él y sus ayudantes llevaban a cabo en el laboratorio.
Explican que se sabe poco de las recetas médicas de Tycho Brahe. Por ejemplo, su medicina más famosa, el elixir Tychonis , que constaba de tres ingredientes, Medicamenta tria, era ampliamente conocida en la época, pero Brahe nunca reveló la receta. Llegó a desarrollar medicamentos contra la peste, lepra o la sífilis.
Los autores del trabajo explican que Brahe equipó su castillo Uraniborg en la isla de Ven con un laboratorio alquímico de última generación en 1580. Tras su muerte fue demolido, pero una excavación arqueológica llevada a cabo entre 1988 a 1990 consiguió recuperar cuatro fragmentos de vidrio y uno de cerámica.
Los investigadores de la Universidad danesa analizaron secciones de estos restos con el objetivo de detectar cualquier rastro de las sustancias químicas usadas en su laboratorio. Detectaron los elementos típicos de un laboratorio alquimista, oro, plomo, níquel, pero la presencia de wolframio (W), también conocido como tungsteno, fue para los investigadores un hallazgo «muy peculiar e inesperado».
Como explican en su estudio el tungsteno en su forma pura no era conocido por los alquimistas en la época de Brahe. «Fue descubierto como un nuevo elemento y aislado como metal recién a finales del siglo XVIII. Se puede especular que un mineral que contiene wolframio se incluyó en un proceso realizado en el laboratorio sin conocer la naturaleza de este mineral o por identificación errónea del mineral», señalan.
Uno de los autores, Kaare Lund Rasmussen especula que Brahe podría haber descubierto el wolframio gracias a los escritos del mineralogista alemán Georgius Agricola, quien descubrió la formación de una sustancia inusual cuando intentaba fundir estaño. Y la llamó wolfram en su libro ‘De Natura Fossilium’. Sin embargo, como aclaran ambos autores en el trabajo: «Aún así, la fuente de los niveles elevados de wolframio sigue siendo un verdadero enigma».