Historia: Cómo la espía más sexy de la inteligencia británica logró acabar con los nazis. Noticias de Alma, Corazón, Vida
Historia: Cómo la espía más sexy de la inteligencia británica logró acabar con los nazis. Noticias de Alma, Corazón, Vida. Durante los años 30 y 40, esta americana con pasaporte inglés visitó los dormitorios de algunos de los hombres más poderosos, que no dudaron en contarle secretos de Estado
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Muy pocos la conocen, a pesar de que probablemente sea la espía más influyente del siglo XX junto a Mata Hari. Es más, se puede decir que Betty Pack jugó durante la segunda guerra mundial un papel equivalente al de la holandesa en la primera. Sin ella y sus habilidades para escurrirse en los dormitorios y, sobre todo, en el subconsciente de sus amantes, es probable que el resultado de la guerra hubiese sido muy diferente, especialmente para los intereses aliados.
Hasta la fecha, teníamos relativamente poca información de Pack. Sin embargo, un nuevo libro publicado por el periodista estadounidense Howard Blum llamado ‘The Last Goodnight: A World War II Story of Espionage, Adventure and Betrayal‘ (Harper) arroja nueva luz acerca de las correrías de esta estadounidense de nacionalidad británica cuyo radio de acción abarca Polonia, Italia, Latinoamérica o Checoslovaquia. Una mujer valiente y de final trágico –murió en 1963 a los 53 años de un cáncer de garganta– que no tuvo ningún reparo en reconocer su rol durante la guerra.
“¿Avergonzada? Ni lo más mínimo?”, explicó antes de morir. “Mis superiores me dijeron que el resultado de mi trabajo había salvado miles de vidas británicas y americanas. Me hizo formar parte de situaciones que las mujeres ‘respetables’ solían evitar, pero el mío era un compromiso absoluto. Las guerras no se ganan con métodos respetables”. Esta es la historia de la mujer que, según el obituario aparecido en la revista ‘Time’, “utilizaba el dormitorio como Bond utiliza una Beretta”. Y que muy probablemente será llevada pronto al cine, quizá encarnada por Jennifer Lawrence.
Una estrella de la alta sociedad
Pack nació en Minneapolis el 22 de noviembre de 1910, producto de la relación entre George Thorpe, oficial de la marina británica, y Cora Wells, hija de un senador. De casta le viene al galgo, y cuando la familia se trasladó a Washington para que George se centrase en su carrera como abogado, se convirtió en una pequeña estrella de la vida social de la capital, en parte por su promiscuidad, pero también por su gran inteligencia y habilidades sociales. Tanto es así que llamaría la atención del comandante italiano Alberto Lais, que le sacaba casi 30 años, un contacto que le vendría muy bien tiempo después.
¿Qué hizo Betty en España? Coordinar la evacuación de la embajada a través del puerto de San Sebastián. Pero eso no fue lo único
A los 19 años, Betty Pack se quedó embarazada, pero desconocía la identidad del padre. Solventó la papeleta casándose rápidamente con Arthur Pack, un diplomático británico que le doblaba la edad; se puede decir que, románticamente, el matrimonio fracasaría desde el minuto uno (especialmente después que que Tony, su hijo en común, fuese dado a un hogar de adopción), pero políticamente permitiría salvar Occidente. La primera parada de los Pack fue la embajada inglesa en Madrid, donde llegaron en el albor de la Guerra Civil. La joven era ya conocida por la inteligencia británica, puesto que uno de sus amantes, un periodista inglés, le había presentado a Lord Beaverbrook, magnate de la prensa, y a través de él, a la élite del espionaje británico.
¿Qué hizo Betty en nuestro país? Ante todo, coordinar la evacuación de la embajada a través del puerto de San Sebastián. Pero también pasó de contrabando al lado nacional a algunos soldados, llevó suministros de la Cruz Roja a las tropas de Franco y medió diplomáticamente. Pero hay mucho más de lo que parece a simple vista: tuvo que salir del país cuando fue denunciada por sus amigos del bando nacional como una espía republicana. Al parecer, el chivatazo fue dado por una mujer celosa, después de que Pack convenciese al secretario de asuntos exteriores para que le dejase ver a un amante español.
La siguiente parada en el interminable camino de Pack fue Varsovia, donde fue enviada junto a su pareja para trabajar para el servicio de inteligencia británico. En la ciudad polaca tendría acceso a los empleados del ministerio de asuntos exteriores a través de su esposo; sin embargo, ella se encargaría del trabajo sucio a cambio de un presupuesto de 20 libras al mes. Una de las primeras víctimas de Pack fue un oficial del ministerio que, después de una de esa noches, le confesó que los polacos estaban conspirando con los nazis para invadir Checoslovaquia.
La información pronto llegaría a los oídos de uno de los representantes del MI6, que le animó a seguir trabajando en la misma línea, mientras su marido se recuperaba de una embolia en Inglaterra. “Nuestros encuentros eran muy fructíferos, y le dejaba hacerme el amor tanto como quisiera, ya que esto garantizaba un flujo continuo de la información política que necesitaba”, explica la autora. El siguiente en la lista sería el conde Michael Lubienski, mano derecha de Jozef Beck, ministro polaco de asuntos exteriores. No tardó mucho en caer, y gracias a ello los ingleses conocieron de primera mano las negociaciones secretas de Beck con Hitler para evitar la guerra. Información que despachaba regularmente a Londres en una maleta que contenía las hojas escritas a máquina.
“La regla en cualquiera de estas trampas era hacer cosquillas, pero nunca empujar”, explica el autor en un extracto del libro publicado por ‘The Daily Mail‘. “Cuando el objetivo volvía a la cama, tenías otra oportunidad. Y Betty conseguía que los hombres lo hiciesen una y otra vez”.
A cambio de dejarle acariciar su cuerpo desnudo, Alberto Lais le dio el nombre del bibliotecario que tenía en su haber importante información
Es aproximadamente en dicha época cuando Pack participó en uno de los proyectos por los que sería recordada: según William Stephenson, icono de la inteligencia británica y el hombre que inspiró a Ian Fleming para crear a James Bond, su trabajo fue de radical importancia para que los Aliados pudiesen descifrar la máquina Enigma. Como asegura el nuevo libro, gracias a Lubienski, Betty conoció a unos matemáticos polacos que trabajaban en dicho proyecto, información que pasó a los ingleses mientras visitaba, del brazo del conde, la Berlín de Hitler.
Pack, gira europea, 1939-1945
El siguiente destino de la espía, aún más distanciada de su marido, fue Praga, donde logró robar documentos que contenían los planes alemanes para Centroeuropa antes de escurrirse de nuevo a Varsovia. De ahí, el salto a su hogar natal en Estados Unidos, donde pasó a recibir el nombre en clave de Cynthia y empezó a tirar de la cuerda de sus viejos contactos en Washington. Entre ellos, Alberto Lais, el almirante italiano que se había quedado prendado de ella. En su poder se encontraba uno de los documentos más preciados por los ingleses: los códigos de la marina italiana. Conseguirlos fue un tanto más difícil. A cambio de dejarle acariciar su cuerpo desnudo durante horas, simplemente le dio el nombre del bibliotecario que los tenía en su haber.
Gran problema: a este no le interesaba el sexo, por lo que Pack tuvo que recurrir al dinero para conseguir los códigos. Mereció la pena, puesto que permitió que la Armada Real venciese con solvencia en la batalla del Cabo Matapán, librada el 29 de marzo de 1941. La mujer se sentía capaz de todo, y a buen seguro que lo consiguió: su siguiente objetivo iba a ser la embajada de Vichy en Washington, una misión que le cambiaría la vida para siempre, puesto que en ella conoció al adjunto de prensa, Charles Brousse, de quien se enamoró rápidamente después de su ardiente primer encuentro.
No sería difícil que Brousse facilitase a la joven un gran número de secretos de sus superiores, entre los que se encontraban que los franceses estaban buscando información sobre naves de batalla inglesas en puertos americanos para poder emboscarlas en el Atlántico. Junto a él, Pack consiguió pegar un importante golpe robando los códigos en la embajada de Vichy: aparentando que utilizaban la embajada para hacer el amor sin parar, una noche drogaron al guardia para que el ladrón profesional Georgia Cracker sustrajese los documentos. Pero, al verse obligados a volver otra noche más, encontraron una solución más expeditiva: que Pack se desnudase delante del guarda para que este diese media vuelta compungido. Por fin, los códigos fueron obtenidos y los aliados consiguieron aterrizar en Francia.
Peck moriría joven, entristecida por lo aburrido de su vida madura, pero satisfecha de haber cambiado el decurso de la guerra
Después del extenuante aunque a ratos placentero trabajo, Peck pudo volver a su hogar para vivir el descanso del guerrero. Eso sí, no con su marido, quien se suicidaría en 1945, sino con Brousse, con el que se casaría y viviría en un castillo medieval en Francia, el país que había ayudado a liberar. Pero el fin de sus días no fue precisamente feliz. A principios de los cincuenta, Brousse murió electrocutado por una manta eléctrica, una accidente que causó un incendio que devastaría el castillo. Peck moriría joven, entristecida por lo aburrido de su vida madura, pero satisfecha de haber cambiado el decurso de la guerra.