Historia de España: Franco no ordenó su entierro en el Valle de los Caídos: la tumba se improvisó en tres días. Noticias de Cultura
Historia de España: Franco no ordenó su entierro en el Valle de los Caídos: la tumba se improvisó en tres días. Noticias de Cultura. El Tribunal Supremo ha rechazado esta semana exhumar los restos del dictador de la Basílica de Cuelgamuros. Pero… ¿quería el generalísimo ser enterrado allí?
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Franco no ordenó ser enterrado en el Valle de los Caídos. Su último escrito político lo redactó el 18 de octubre de 1975, un mes antes de morir. Era breve, su testamento público, apenas corregido en la agonía del hospital y entregado al presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro, el día 2 de noviembre, quien lo custodió hasta la hora indicada. El 20 de noviembre, pasadas las cinco de la mañana, Francisco Franco falleció.
Su póstumo testimonio fue leído en televisión y radio: “En el nombre de Cristo, me honro y ha sido mi voluntad constante ser hijo fiel de la Iglesia, en cuyo seno voy a morir”. Lo que sigue inmediatamente después, las exequias, pueden, o bien seguir las últimas voluntades del difunto, o lo que es más habitual, lo que decidan sus familiares.
Pero el entierro del jefe del Estado no fue un asunto privado desde el mismo momento en el que expiró, y con él su régimen, aunque este tuviera un epílogo en el que las Cortes franquistas se autoinmolaron, preparando el camino a la democracia del 78.
Nadie podía reparar ese 20 de noviembre de 1975 en el efecto de las decisiones que se tomaron en los días siguientes, pero su eco sigue resonando ahora, después de que el Tribunal Supremo haya desestimado la petición de exhumación y traslado de sus restos y los del falangista José Antonio Primo de Rivera, enterrados en la basílica del Valle de los Caídos, este último sí por orden expresa de Franco, tras ser desenterrado del Monasterio de El Escorial, obra cuya magnificencia pretendió emular.
Carmen Polo quería El Pardo
Según su familia, el general no dejó en su testamento ninguna indicación sobre dónde quería que descansaran sus restos. La lógica, si acaso, era el panteón familiar en el cementerio de Mingorrubio en El Pardo, que es lo que expresó su viuda, Carmen Polo, que sería enterrada allí 13 años después.
La gran obra monumental de la dictadura se erigió para el Gobierno de Arias Navarro como el lugar idóneo para dar sepultura al general
Sin embargo, el Valle de los Caídos, la gran obra monumental de la dictadura, se erigió para el Gobierno de Carlos Arias Navarro como el idóneo lugar para dar sepultura al general que había gobernado el país tras ganar la Guerra Civil en 1939. Se construyó en el valle de Cuelgamuros, según un decreto del 1 de abril de 1940, aniversario de la victoria del bando nacional: “Un lugar retirado donde se levante el templo grandioso de nuestros muertos en que por los siglos se ruegue por los que cayeron en el camino de Dios y de la Patria. Lugar perenne de peregrinación en que lo grandioso de la naturaleza ponga un digno marco al campo en que reposen los héroes y mártires de la Cruzada”, tal y como redactó el propio Franco.
No se terminaría hasta 1958. “Casi 20 años para excavar la basílica de 259 metros de longitud, construir el monasterio, esculpido en la ladera del valle de Cuelgamuros, y erigir una la colosal cruz que se elevaba a 152 metros de altura”, como describe Paul Preston en su libro ‘Franco’ (Debate, 2015).
El Consejo de Ministros presidido por Arias Navarro decidió la forma en que se debía llevar a cabo el sepelio, de acuerdo con el rey Juan Carlos, ahora Rey emérito, quien ordenó por escrito al abad del Valle de los Caídos, Luis María de Lojendio, que se diese sepultura en la basílica a “Su Excelencia el Jefe del Estado y Generalísimo de los ejércitos de España”.
La realidad es que el mausoleo que genera aún la discordia se improvisó en apenas tres días
La orden, escrita en el Palacio de la Zarzuela, está firmada como “Yo, el rey”, a las 16:00 del 22 de noviembre de 1975. La realidad es que el mausoleo que genera aún la discordia se improvisó en apenas tres días. Con su rúbrica, se ratificaba en parte lo que el propio Franco había pedido antes de morir en el mismo testamento dirigido a los españoles: “Por el amor que siento por nuestra Patria, os pido que perseveréis en la unidad y en la paz, y que rodeéis a don Juan Carlos de Borbón del mismo afecto y lealtad que a mí me habéis brindado”.
El Valle de los Caídos, el monumento más controvertido de la historia reciente de España, se convertiría así en la morada de los restos del dictador, en la misma basílica, lo que para las autoridades de entonces parecía incuestionable y que ha resultado ser crucial ahora para detractores y defensores de su sepulcro.
La versión del arquitecto
En cambio, en su biografía sobre Franco, Preston anotó que el 1 de abril de 1959, durante la inauguración oficial del Valle de los Caídos, coincidiendo con los 20 años de la victoria en la Guerra Civil, el generalísimo, recorriendo la basílica con el arquitecto Diego Méndez y señalando precisamente el lugar escogido por este, le dijo “Bueno, Méndez, y en su día, yo aquí, ¿eh?”.
Según esta versión, el arquitecto habría sido el único testigo de la supuesta voluntad de Franco y no su familia, ya que su hija, Carmen Franco, siempre manifestó que no tenían constancia de que quisiera convertir la basílica en su mausoleo.
La conversación la recoge Daniel Sueiro en ‘La verdadera historia del Valle de los Caídos’ (Sedmay, 1976): «Oye, Luis [Carrero Blanco], tenemos que preguntarle un día al Generalísimo a ver qué idea tiene él, a ver si quiere que le preparemos algo en el Valle«. «Pues habla tú con él, háblale tú; un día que vaya por allí, por las obras, se lo preguntas». «¿Pero cómo voy a preguntarle yo…? Es muy difícil, para mí es muy violento». «Claro, tienes razón, pero para mí también, no creas…» En fin, así se quedó la cosa. Pero yo le dije a Carrero: «Mira, yo de todas formas voy a prepararle allí la sepultura; igual que hemos hecho la de José Antonio, en la parte de atrás, allí voy a prepararle la sepultura para él. ¿Qué te parece?» «A mí me parece muy bien. Sí, prepárasela, porque yo tengo la seguridad de que él querrá ir al monumento. Házsela, y ya tendremos ocasión de preguntárselo«.
Sí, prepárale la tumba, porque tengo la seguridad de que él querrá ir al monumento. Y ya tendremos ocasión de preguntárselo
No debieron hacerle la pregunta porque cuando la salud de Franco empeoró ostensiblemente el 28 de octubre, el presidente Arias Navarro ordenó al entonces arquitecto encargado del monumento, Ramón Andrada que fuera a revisar en qué situación estaba. Se presentaron al día siguiente y ante su sorpresa el abad del Valle, Luis María de Lojendio, se negó a dejarles entrar. Según cuenta el propio Daniel Sueiro, Andrada se quedó estupefacto y fue a la Zarzuela a avisar a Arias Navarro que le ordenó que volviera acompañado, si era preciso, por una compañía de la Guardia Civil.
Lojendio era un erudito y un religioso poco común que ingresó como monje con 58 años y había desempeñado la dirección de la Oficina de Prensa Diplomática y diversos cargos en exteriores. Según relatan sus familiares a El Confidencial, tenía cercanía con Franco y a diferencia de Méndez o el propio Carrero, habían bromeado alguna vez sobre quién enterraría a quién. Sería precisamente el destinatario de la orden del Rey del 22 de noviembre comunicándole la decisión de dar sepultura al Jefe del Estado allí. Las dudas de Lojendio indicaban que la sepultura por lo menos no se había previsto hasta el momento mismo en que comenzó la agonía de Franco. Después de la intervención de Arias, Ramón Andrada pudo hacer sus trabajo sin más incidentes y se encontró con que el supuesto hueco que se había preparado durante su construcción no estaba en condiciones. Es más, pasaban líneas de alta tensión y conducciones de aire por lo que tuvieron que acometer a toda prisa el desvío de todos los conductos y hormigonar el espacio para que pudiera acoger una sepultura.
Y llegó la Memoria Histórica
Jaime Alonso García, abogado y vicepresidente de la Fundación Francisco Franco, quien avala la versión del entierro designado por el Consejo de Ministros y el rey Juan Carlos, considera un disparate jurídico la petición ante los tribunales sobre una cuestión que no contempla el derecho. Según Alonso, el recurso contencioso-administrativo de los abogados Manuel Ollé Sesé y Eduardo Ranz Alonso, y de Baltasar Garzón, expulsado de la carrera judicial por prevaricación en la instrucción del caso Gürtel, es contraria a la ley y al concordato con la Santa Sede.
La espita que abrió la revisión actual sobre los símbolos y el legado histórico del franquismo se remonta a una década, cuando se aprobó la Ley de Memoria Histórica, en la que, según su artículo 16, el Valle de los Caídos “se regirá estrictamente por las normas aplicables con carácter general a los lugares de culto y a los cementerios públicos”. La sala de la Sección Cuarta de lo Contencioso-Administrativo del Supremo desestimó ayer la petición de los abogados, que ya han anunciado que recurrirán al Constitucional.
Tras el velatorio público en el Palacio de Oriente, tal y como organizó el Gobierno dos días después de su muerte, el cortejo fúnebre llegó a la una de la tarde del 23 de noviembre a la basílica del Valle de los Caídos, donde fue enterrado, según las órdenes del Rey.
La voluntad de la familia es que permanezca allí, y la autoridad sobre la basílica es eclesiástica, sin la que no es posible remover sepulturas
La voluntad de la familia, ahora, es la de que permanezca donde está, y la autoridad sobre la basílica es eclesiástica, sin la que no es posible remover sepulturas, tal y como explicaba la propia comisión de expertos para el futuro del Valle de los Caídos en 2011: “La inviolabilidad de la basílica por parte de la autoridad estatal a efectos de realizar modificaciones en la misma o remover las sepulturas en ella existentes, sin previo consentimiento de la autoridad eclesiástica”.
Y mientras los tribunales desestiman la petición de traslado y exhumación, la actividad parlamentaria para revisar el alcance de la Ley de Memoria Histórica se ha reforzado: el PSOE y ERC presentaron este mes varias propuestas no de ley para revaluar el monumento y su significado. Los grupos parlamentarios piden una acción del Gobierno para interpretar el espíritu de la ley y dar cabida, entre otras cosas, a la demanda de exhumación y traslado del dictador.
Entre las cinco de la mañana del 20 de noviembre de 1975 y el 6 de diciembre de 1978, se produjeron los acontecimientos clave que determinaron definitivamente la historia del pasado de la Guerra Civil y el régimen franquista. Los representantes elegidos democráticamente en 1977 por primera vez desde 1936 decidieron pasar página. Franco ya había muerto. No tuvo voz en su propio entierro, como nadie la tiene.Y el Valle de los Caídos, más de 50 años después de haberse erigido, aún divide a los españoles.