Historia de Navidad (Guerra Civil Española)
Nevaba en Minas de Hellín. Lola estaba a punto de salir de cuentas, pero era tal el deseo de ver a su marido, al que no veía desde el verano, e intentar compartir con él el trance de alumbrar una nueva vida, que desoyendo los ruegos de su familia, recogió en un gran fardo la ropa imprescindible, la manta, un montón de tiras de sabanas viejas a modo de pañales, y con una cesta de mimbre en la mano, de aquellas que llamaban “de ferroviario”, con alimentos para el camino, se subió al tren en Hellín con un billete hasta Alcázar de San Juan, encomendándose por dentro a la Virgen del Rosario, mientras apretaba contra su pecho la taleguilla con el poco dinero que pudo disponer para el viaje, y un salvoconducto expedido por la comandancia militar de Hellín, en el que podía leerse: “Autorización para realizar el trayecto Albacete-Alcázar-Peñarroya, hasta zona de guerra de los Pedroches”, expedido a nombre de Dolores Fuentes López, de veinticuatro años, natural de Minas de Hellín (Albacete), estado: casada.
Huida de los vecinos de Cerro Muriano (Córdoba) de las tropas de Franco. El País
Clase de alfabetización de la 21 brigada mixta, 1937 Las Milicias de la Cultura se encargaron de la alfabetización y educación de los soldados republicanos que combatían en el frente.Kalipedia
Stukas alemanes de la Legión Cóndor. El Hangar de TJ
Veintiuno de diciembre
A la lluvia sucedía ahora la nieve, visible en los montes circundantes. Las mantas pronto comenzaron a salir de los fardos y maletas, para protegerse del frío siberiano que entraba por todas las rendijas. Lo abigarrado del pasaje, no permitía a Lolaabandonar su asiento para estirar las piernas en las estaciones, por miedo a perderlo, salvo en contadas ocasiones, gracias a personas compasivas que se lo guardaban, intentaban hacerle menos incómodo el viaje; entonces, aprovechaba para abrir la cesta de mimbre, lejos de miradas ajenas para comer algo, más pensando en su bebé que en ella misma y reservando para Pedro, los fiambres que su madre y su suegra, le habían preparado con tanto amor y cuidado.
Bombardeo a las vías del tren.Todocolección
Veintidós de diciembre
“¡Peñarroya-Pueblo Nuevo!”, final de trayecto. Más al sur, se interrumpía la línea por el frente. Estando instalado en la población el mando republicano de un importante sector estratégico, la pequeña estación estaba sumida en un compacto hormigueo de militares y civiles, bultos, pertrechos de guerra, mulos, carros y camionetas.
Antigua postal de la estación de tren de Peñarroya-Pueblonuevo. Todocolección
Al reparar en aquella muchacha solitaria, el militar que dirigía la operación, le preguntó qué hacía allí en aquel estado. “¿Los Pedroches?, ¡Pero si nosotros vamos allí, venga, suba a la cabina!”. Lola vio el cielo abierto y agradeció secretamente a la Virgen del Rosario, aquel nuevo favor, mientras pasaba bajo el toldo a los soldados, el empapado fardo con sus pertenencias.
Batallón Pablo Iglesias en algún lugar del frente en elValle de los Pedroches. F.H.M. El Gran Capitán
Entre zarandeos y paradas sin cuento, se hizo de noche, alojándose precariamente en una venta del camino, pues en Pozoblanco, no cabía ni un alfiler.
A media tarde, por fin la camioneta llegó a Pedroche, primer pueblo de la comarca cordobesa de Los Pedroches, subiendo a duras penas las últimas cuestas, hasta llegar a la plaza de ayuntamiento. Ya no llovía y Lola esperó sentaba frente al ayuntamiento, en donde se había instalado el mando militar de aquella zona.
Y allí pasó aquella noche, en un almacén, entre envases de madera y fardos de paja, sola, pero dando gracias y disfrutando de aquella bendita casualidad, como si del más cómodo y elegante dormitorio se tratase. Por fin pudo dormir tranquila, sin otra zozobra que la incógnita de aquel futuro presidido por los avatares de la guerra.
Veinticuatro de diciembre. Nochebuena
Mientras en el exterior seguía nevando intensamente, se abrió la puerta y una voz conocida la despertó, era Pedro. Castigado a quince días de “recargo en el servicio mecánico” por dormirse en una guardia, eufemismo que equivalía a trabajar cortando leña todo el día, mientras el frente estuviese tranquilo, su capitán le había permitido pasar un día entero con su mujer, al enterarse de su estado. Pasaron todo el día abrazados, casi sin poder decirse nada, tal era la emoción que ambos sentían al verse tan cerca, por primera vez desde que comenzó la guerra.
Pareja de milicianos en Barcelona. Aventura en la Tierra |
Aquel gélido día,Pedroche era un hervidero de actividad, porque se esperaba una ofensiva fascista, y todas las casas estaban ocupadas con soldados y milicianos en reserva. Pedro y Lola, anduvieron buscando con angustia un lugar en donde pasar la noche, cuando ésta comenzó a sentir las primeras señales de un parto que podía estar cerca.
Al encontrarse casualmente con el teniente de la estación de Pozoblanco, y enterarse del problema, éste desalojó un pequeño granero en donde descansaba un pelotón de milicianos, y mandó a avisar al alcalde para que alguien del pueblo ayudase a Lola en el parto.
Después todo sucedió muy rápido; la oportuna colaboración de varias mujeres del pueblo, afanándose en una labor para la que estaban acostumbradas, produjo el pequeño milagro; el primer llanto del bebé llevó la tranquilidad a todos, y una felicidad infinita invadió a Lola, al tener entre sus brazos aquella tierna criatura, y al tener a su lado a su marido, contemplando a ambos contenta, tras un parto rápido y feliz.
Alguien entró en la estancia con una botella de anís, y aunque las normas del gobierno no veían con buenos ojos que se festejase la Navidad, todos se felicitaron, y pronto comenzaron a llegar vecinos y milicianos, compartiendo algunos dulces entre copita y copita, deseándose una feliz Nochebuena y brindando por la felicidad del niño y de los padres, y por una pronta victoria sobre los fascistas.
Diario ABC de Madrid (27-08-1936).Asteroide (222)
Noviembre de 1997, sesenta y un años después
Sentados ante una grata chimenea de la casa de Dolores, en la diputación deZarcilla de Ramos, Lorca, ésta recordaba con emoción y haciendo gala de una memoria prodigiosa, hasta los más mínimos detalles de aquella Nochebuena en Los Pedroches.
Aquella madrugada voces de alerta sonaron por todo el pueblo: “¡A formar, los fascistas atacan! ¡Generala, generala!”. Lejos se veían los resplandores y se escuchaba el trueno de las explosiones, llenando la noche azulada por la nieve, de negros presagios.
Pedro se abrazó a Lola, entre lágrimas y palabras de ánimo y esperanza al despedirse apresuradamente, y allí quedaron Lola y Pedrito, rodeados de aquellas matronas serviciales, intentando consolarla con la esperanza de que pronto terminase aquella maldita guerra, para que pudieran reunirse de nuevo en paz.
La despedida del miliciano antes de partir hacia el frente.Público
Aquella Nochebuena, la de1936, sería la última vez queLola tendría a Pedro entre sus brazos. Muchos años más tarde, sabría que cayó abatido por una bala fascista, en algún lugar de la comarca de los Pedroches.Dolores volcaría toda su pena y todo su amor, en sacar adelante a Pedrito, y hacer de él un “hombre de provecho”, el mismo que se despidió de mí con un fuerte abrazo, sin poder contener las lágrimas, después de haber escuchado conmigo aquel relato inolvidable de su madre.
NOTA: Ésta es una historia real. Tuvo lugar en el mes de diciembre de 1936, en plena ofensiva franquista sobre la campiña cordobesa, conocida popularmente como «campaña de la aceituna» porque coincide con las fechas en que se recogen las olivas.