Historia del Antisemitismo
Egipto y los judíos
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!Hebreo o “habiru”, fue una palabra que surgió por primera vez en unas tribus nómadas de lengua semítica dentro del Imperio Medio de Egipto entre los siglos XXI y XVII a.C. En ese contexto se acuña el término “israelita” según Jacob en el Génesis y por primera vez aparece una tierra a la que hace referencia con el nombre de “Israel”.
A partir de los siglos XVII y XVI a.C. los israelitas fueron inmigrando a Egipto, asentándose junto al Río Nilo por las riquezas y ventajas comerciales de ese país. En un principio los egipcios les toleraron, pero cuando empezaron a acaparar el comercio y la economía, empezaron los problemas, naciendo la primera xenofobia antijudía de la Historia. Aquella situación llevó a la violencia contra los judíos y la expulsión decretada por el Faraón Baenra Merneptah de Egipto.
Reino de Judea
Cannaán fue la tierra donde marcharon los judíos tras su expulsión de Egipto, conquistando la zona del Próximo Oriente que se repartieron en dos reinos. Uno era el Reino de Judea con capital en Samaria y el otro el Reino de Israel con capital en Jebusea (Jerusalén).
Desde el principio se precipitaron guerras. El Reino de Judea resistió al Imperio Asirio, pero el Reino de Israel sucumbió ante Babilonia, teniendo todos los judíos que exiliarse en Judea precisamente. La otra guerra fue contra Persia que terminó por hacerse con el control del Reino de Judea, aunque le permitieron una amplia autonomía muy privilegiada.
La influencia de Grecia
Alejandro Magno de Macedonia expulsó en el siglo IV a.C. a los persas del Reino de Judea que puso bajo su administración. La autonomía del Imperio Macedónico supuso que la autonomía judía fuese respetada y al mismo tiempo enriqueciera su cultura con los valores helénicos de la Grecia Clásica. Esa fue una época de oro para los judíos, que además extendieron una impresionante red comercial y empresarial por todo el Mar Mediterráneo.
Como en Egipto, la aceptación entre los pueblos del Mediterráneo con los judíos comenzó a resquebrajarse por dos motivos: el primero fue que eran muy poco proclives a abrirse a otras culturas; el segundo, que en algunos sitios empezaron a tener más poder económico que los nativos. La religión monoteísta tampoco era entendia, lo que llevó a que en el 168 a.C. se impusiera por la fuerza el culto a la divinidad de Zeus por parte del Imperio Selúcida y los soldados de Antíoco IV. Los judíos enfurecidos por la imposición, se organizaron en revueltas, siendo la más poderosa la de los Macabeos. Aunque finalmente los levantamientos fueron aplastados, los judíos se encerraron dentro de su propia sociedad, generando en el resto de pueblos el esteriotipo supersticioso de gente misteriosa, conspiradora y peligrosa.
Imperio Romano
Corría el año 63 a.C. cuando el general del Imperio Romano, Cneo Pompeyo, conquistó Judea y se asentó en todo el Próximo Oriente. Desde el principio las relaciones con los romanos fueron tensas, pues hubo cierta represión por parte de los latinos y una respuesta violenta por el lado judío. Uno de los principales movimientos semitas que hicieron frente a la ocupación romana fueron los Zelotas, una secta fundada por Judas el Galileo, en la cual todos sus miembros acabaron liquidados en el Asedio de Masada.
La sangre continuó corriendo en el Imperio Romano en uno y otro bando. En el año 70 el Emperador Tito Flavio ordenó a las legiones destruir el Templo de Jerusalén. Un siglo después, en el 135, la ciudad fue asaltada como acción de castigo. A causa de estos hechos, miles de judíos emigraron a distintos puntos de África o Europa como la Galia, Hispania, Grecia o Roma en la conocida como Primera Diáspora.
Cristianismo
La religión cristiana fue clave en la continuidad e incremento en el odio a los judíos, sobretodo porque culpaba a esa raza como la culpable por el asesinato de Jesucristo de Nazaret.
Cuando se oficializó el Cristianismo en el Imperio Romano con el Edicto de Tesalónica en el año 380, inmediatamente estalló un progrom en Gallinicum, Siria, donde se quemó la sinagoga y se mató a varios judíos. Surgieron las primeras leyes contra los judíos, por ejemplo en Milán se confiscaron las propiedades hebreas y en Mahón, Menorca, se realizaron los primeros bautizos forzosos. Caído el Imperio Romano, los visigodos en Hispania siguieron con las restricciones legales antijudías como la expulsión de los no bautizados en la Península Ibérica por el Caudillo Recaredo I en el siglo VI.
Una vez extendido el Cristianismo por toda Europa durante el feudalismo, los judíos fueron objeto de todo tipo de abusos. La Iglesia Católica con una intensa campaña de propaganda a las poblaciones europeas calificó a los judíos de comerciantes usureros, estafadores, violadores, personas que sacrificaban niños y profanaban las hostias consagradas. Ese mensaje caló profundamente en la sociedad y provocó el miedo y odio a todo lo hebreo. Inevitablemente cristianos y judíos quebraron sus relaciones a poco menos que transacciones comerciales y fue necesaria la segregación entre unos y otros. El primer gueto judío de la Historia cerrado por muros se levantó en Espira, Alemania, por orden del obispo Rüdiger de Espira.
Prohibiciones de todo tipo se cebaron sobre los judíos como el impedimento de accesos a trabajos agrícolas, abogacía o ser soldados de los ejércitos mediavales, tampoco podía haber matrimonios mixtos con cristianos y no podían tener esclavos. Todas estas sanciones derivaron en que los judíos se dedicaran al comercio, a la artesanía, medicina o actividades financiares como prestamistas o cobradores de impuestos para la administración pública, de ahí que creciese el esterioripo de “usureros”. La Inquisición a menudo promovía juicios contra suspuestas magias negras usadas por los judíos: el primero se efectuó en Norwich (Inglaterra), pero le siguieron otros tribunales en Blois (Grancia), Toledo (España), etcétera, algo que ayudaba a incrementar el miedo antijudío. Por primera vez se oficializaron los distintivos en la ropa para identificarlos de los cristianos, por ejemplo en Gran Bretaña llevaban un círculo amarillo, en Francia un redondel doble en pecho y espalda, mientras que en Alemania un sombrero en forma de cono. También se produjeron expulsiones de ciudades enteras como en las urbes de Letrán u Oxford donde se confiscaron sus bienes, aunque siguieron construyéndose guetos, siendo el más grande el de Venecia.
Islam
Con el surgimiento del Islam en Oriente y el Norte de África el odio a los judíos no cesó, motivado por las mismas causas que en Occidente.
Primero el Califa Omar el Grande obligó a los judíos a llevar un lazo amarillo en el brazo bien visible que los identificara del resto de ciudadanos musulmanes. Luego, Harum al-Raschid cambió el lazo por otros distintivos más humillantes como piezas metálicas colgadas del cuello, cascabeles, capuchas color miel o cinturones vistosos. Las comunidades hebreas de nuevo se segregaron de las musulmanas en ciudades importantes como Bagdad, Fez o Damasco.
Al ser sustituidos los árabes por los almorávides y almohades, los judíos fueron duramente perseguidos con saqueos de sus propiedades y asesinatos. Con los turcos las cosas mejoraron, aunque muchos fueron sometidos a la esclavitud.
Guerras de la Religión
En 1492 se produjo la expulsión de los judíos de España, una de las más grandes que hubo en Europa, pero no sería la única. Alemania también expulsó a una gran parte de sus comunidades o en Salónica todos se tuvieron que marchar. Una Segunda Diáspora se produjo entre los siglos XV y XVI de los sefardíes ibéricos y los askenazíes germánicos hacia Europa Oriental, Países Bajos, el Imperio Otomano o el Nuevo Mundo en América.
De la mano de Martín Lutero nació la Iglesia Protestante en el siglo XVI, figurando entre sus escritos una obra con el título de Los judíos y sus mentiras. Este nuevo cristianismo exaltó a las masas en Alemania y el norte de Europa para lanzarse a orgías de sangre contra las poblaciones hebreas y la quema de sus sinagogas. En Europa Oriental el Iglesia Ortodoxa se sumó a este odio, por ejemplo cosacos al mando del comandante Bogdan Chmielnitzki exterminaron a 700 comunidades judías.
Ilustración
Lo más lógico era que con la Ilustración y el pensamiento científico de la razón, el odio a los judíos ligado a la religión se acabase, sin embargo sucedió el efecto contrario, pues gracias a la ciencia se pasó de calificar a los judíos como inferiores no por su credo, sino por su raza biológico-genética.
Uno de los primeros ilustrados en denominar a los judíos como un pueblo peligroso racialmente fue François Voltaire en su obra Diccionario filosófico. Otros famosos ilustrados franceses que criticaron igualmente a los judíos fueron el científico Joseph Gobineau con Ensayo sobre la desigualdad de las razas y el escritor Édouard Drumont con La Francia Judía. En Alemania tuvo mucho éxito el nacionalista Wilhelm Marr con La victoria del judaísmo sobre el germanismo junto a Hermann Goedsche con el manifiesto antisemita Biarritz, u otras personalidades como el teólogo Adolf Stocker o el historiador Heinrich Von Treitschke que dijo “los judíos son nuestra perdicción”.
Victoriosa la Revolución Francesa tras expulsar al Antiguo Régimen, la Constitución en Francia a través de la Asamblea Nacional en 1791 denominó como ciudadanos a los judíos y los igualó a los franceses. Aquello causó gran consternación en el mundo al ser un gran paso, de hecho los recién independizados Estados Unidos imitaron a Francia. Poco después, cuando Napoleón Bonaparte fue conquistando Europa en las Guerra Napoleónicas fue equiparando como iguales a judíos y europeos. Después de muchos siglos las diferencias entre cristianos y judíos parecían concluir.
Antisemitismo y “Affaire Dreyfus”
Asombrosamente los hebreos de Europa y América pasaron de ser judíos a europeos de credo judío. Todos se sentían franceses, alemanes, españoles o estadounidenses. Otros muchos se convirtieron al Cristianismo para integrarse o aceptaron los postulados del liberalismo democrático. La barrera parecía estar a punto de superarse, pero iba a suceder todo lo contrario, pues se fragmentaría más.
Toda la igualdad conseguida en la etapa revolucionaria se detuvo cuando a mitad del siglo XIX el mundo se dividió en dos bloques ideológicos: el capitalismo y los movimientos obreros. Tanto el capitalismo, dominado por banqueros mayoritariamente judíos, como la familia Rotschild en Estados Unidos, o el marxismo fundado por el hebreo Karl Marx en 1848; esteriotipó en la derecha y en la izquierda a los judíos como los creadores de estas ideologías y los culpables de su mala situación desde los dos puntos de vista.
El nacionalismo jugó un papel importante durante todo el siglo XIX, estableciendo en sus dogmas el judaísmo como un peligro para el desarrollo de las democracias europeas. En algunos sitios proliferaron organizaciones como el Partido Popular Antisemita que en Alemania cosechó 16 escaños del Parlamento, la Liga Antisemita del alemán Wilhelm Marr o la Juventud Antisemita del francés Édouard Drumont. Contrariamente surgieron reacciones a la inversa para defender los intereses judíos como el Comité Judeo-Americano (American Jewish Committee) en Estados Unidos o la Alianza Israelita Universal en Francia.
Rusia fue más allá, pues aunque había tenido una etapa aperturista a Occidente, los Zares Alejandro III y Nicolás II después, frenaron cualquier tipo de modernización. Los judíos fueron cabezas de turco sobre todos los males que padecía Rusia. Así pues, entre 1881 y 1884 hubo cientos de sangrientos progromos en diversas zonas de Rusia, Ucrania, Rumanía, Hungría y Polonia donde se asesinaron a miles de judíos después de expropiarles y expulsarles de la educación. En urbes como Elisabezgrado, Yekaterinoslav, Chernigov, Podolie o Volyn se cometieron grandes matanzas, incluso contra niños. A causa de esta violencia unos 3 millones de judíos abandonaron Europa Oriental y fueron a Estados Unidos, asentándose la mayoría en Nueva York.
Francia fue el lugar donde definitivamente estallaría la chispa de la preocupación judía mundial. Ocurrió en 1894 cuando una señora de limpieza en la embajada alemana de Francia encontró unos planos de la artillería francesa que alguien había filtrado. Un judío del Ejército Francés, el capitán Alfred Dreyfus, fue culpado por ello. Durante el juicio se demostró que la acusación era falsa y por ello se le conmutó la cadena perpetua, sin embargo cuando un escritor judío, Émile Zola, escribió a su favor critacando a Francia por la manipulación, el país reaccionó inesperdamente. De repente en París más de 20.000 personas tomaron las calles mientras gritaban “¡Muerte a los judíos!” y lanzaban pasquines de propaganda por toda la capital francesa, teniendo lugar más de algún altercado que la policía consiguió frenar.
Sionismo y respuesta antijudía
Theodor Herzlt fundó el Primer Congreso Sionista en Basilea, Suiza, en 1897. Acababa de nacer el sionismo, una ideología basada en un nacionalismo judío que buscaba la independencia del antiguo Israel a costa de Palestina según relató en el Estado Judío. A partir de entonces empezaría una migración hacia Palestina, por aquel entonces en manos del Imperio Otomano, donde se asentarían en granjas colectivas más de 70.000 judíos venidos de Europa Oriental, llegando a construir una ciudad casi totalmente hebrea como Tel Aviv.
Reacciones en todo el mundo no se hicieron esperar a raíz de este nuevo dogma judío. En 1903 salieron publicados los Protocolos de los Sabios de Sión, libro escrito por un policía ruso llamado Pyotr Rachkovsky, los cuales exponían un plan judío para dominar el mundo, obra que se vendería a millones de ejemplares en todo el planeta.
De nuevo Rusia volvió a ser objetivo de progromos ese principio del siglo XX entre 1903 y 1907. La violencia en esa ocasión fue extrema, sólamente en Odessa se asesinaron 2.500 judíos, pero más en otras ciudades como 800 en Chernigov, 500 en Besarabia, 150 en Rostov, 80 en Gomel, 67 en Yekaterinoslav, 54 en Minsk, 40 en Orsha, 30 en Simferopol o 30 en Siedlce. Más de 660 urbes fueron alcanzadas por los linchamientos antisemitas. Varios millares de judíos murieron en aquel descontrol, fomentado en algunos casos por el régimen zarista y en otro por grupos incontrolados de bolcheviques, además de ser destruidas sus propiedades en un valor de más de 70 millones de rublos.
Tras estos últimos progromos en Rusia un flujo de decenas de miles de judíos fueron emigrando hacia Estados Unidos o Palestina. En el caso de esta última causó una profunda preocupación por parte de los árabes que en seguida tomaron el discurso antisemita de Occidente.
Primera Guerra Mundial
Todo el mundo pareció olvidar a los judíos en la Primera Guerra Mundial, ya que el enemigo era la nación del bando contrario a la que había que eliminar. No obstante, tres hechos serían clave en el futuro desarrollo del trágico destino de los judíos en el siglo XX que estaba por venir. Estos acontecimientos fueron la entrada de Estados Unidos en la guerra, la Declaración Balfour para Palestina y el la Revolución Bolchevique en Rusia.
1. La entrada de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial supuso que Alemania perdiese el conflicto y saliese humillada de este con el Tratado de Versalles, que la sumió en la vergüenza y en la ruina, sometida a la esclavitud de los vencedores. Los alemanes interpretaron este castigo como un complot judío. Ciertamente había algún fundamento para esto, pues fue el líder sionista de aquel entonces, Lionel Rotschild, quién presionó con dinero a Estados Unidos para que entrase en la guerra y Alemania perdiese a cambio de un Hogar Judío en Palestina. Por si fuera poco el motivo, los intelectuales y pensadores pacifistas que solicitaron el humillante Armisticio fueron también judíos en su mayoría como Albert Einstein. Como era de esperar en aquellos momentos tan difíciles, miles de alemanes y en parte con lógica, relacionaron al judaísmo con todo el calvario por el que estaban pasando, algo que sin duda sería fundamental en el desarrollo del nacionalsocialismo años más tarde.
2. La Declaración Balfour de 1917 firmada por Gran Bretaña y Francia para la creación de un Hogar Judío en Palestina a costa del Imperio Otomano, además de Estados Unidos haber sido presionado a entrar en guerra por el mismo Rotschild, sentaron las bases para un futuro conflicto en Próximo Oriente. Aunque al concluir la contienda la propuesta no se cumplió, ya que Reino Unido hizo un Mandato en Palestina bajo su control, árabes y judíos quedaron marcados por el odio entre sus dos comunidades y a partir de la post-guerra habría enfrentamientos por ambos lados.
3. La Revolción Bolchevique de Rusia y la gran presencia de judíos en sus filas, por ejemplo León Trotsky o Lev Kamenev, hicieron creer que el comunismo y el genocidio cometido por este dogma lo estaban realizando los judíos, base que incrementó el antisemitismo a cotas altísimas. Tampoco ayudó a generar esa fórmula de “judío = comunista”, la Revolución Espartaquista en Alemania, dirigida casualmente por los marxistas judíos Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht, además de la fallida pero sangrienta República Soviética de Baviera por el también judío Kurt Eisner. No muy lejos de allí, la Revolución Soviética Húngara de 1919 que dejó muchos asesinatos entre la población de Húngría, fue dirigida también por un judío llamado Bela Kun.
Progromos en el siglo XX
La Guerra Civil Rusa (1919-1923) fue la consecuencia más inmediata del antisemitismo tras la Primera Guerra Mundial. Todos los bandos enfrentados en este conflicto se lanzaron a los progromos contra los judíos de una manera jamás vista en Rusia. Los principales responsables de la muerte de más de 100.000 judíos fueron los nacionalistas de Ucrania comandados por Symon Petlura. El Ejército Blanco, muy conservador, también cometió fusilamientos colectivos acusando a los judíos de fundar el comunismo. Curiosamente por el contrario, el Ejército Rojo culpaba a los judíos de inventar el capitalismo y los ejecutaba en matanzas como la que se cometió en Smela. Los anarquistas que combatían tanto al Ejército Rojo como al Ejercito Blanco fueron también responsables de grandes masacres de hebreos. Apróximadamente unos 150.000 judíos fueron exterminados por los distintos bandos durante la guerra, o a veces por la multitud civil enfurecida.
Fuera de la Unión Soviética, el miedo al comunismo hizo tomar medidas antisemitas a todos los países vecionos de Europa Oriental. Hungría con el Almirante Miklós Horthy a la cabeza aprobó la primera ley antisemita de postguerra consistente en el cobro de las cuotas para los jóvenes estudiantes judíos en la universidad. Las naciones vecinas de Letonia, Lituania y Estonia imitaron este tipo de leyes. Movimientos en Francia como el Charles Maurras difundieron el discurso antisemita. Incluso al otro lado del Océano Atlántico, la opinión antisemita crecía, especialmente cuando el empresario Henry Ford escribió El Judío Internacional que insultaba a los hebreos y los acusaba de querer conquistar el mundo. También la ruptura entre árabes y judíos en Oriente Próximo era ya patente, especialmente en Palestina, Irak y el Norte de África.
Terminadas las consecuencias más directas de la Gran Guerra y la Guerra Civil Rusa el antisemitismo no desapareció, todo lo opuesto, aumentó como nunca lo había hecho. En Polonia se registraron los casos peores, pues cientos de judíos murieron apalizados en todo el país por exaltados polacos bajo la mirada de policías y soldados que no intervenían e incluso participaban. En 1927 Rumanía se estrenó en los progromos con una masacre de hebreos en Oradea. Uno de los más sangrientos ocurrió en Hebrón, Palestina, cuando palestinos y árabes apalearon y asesinaron a 155 judíos y dejaron heridos a 67 más en el año 1929. Hasta en Argentina hubo cuantiosos judíos asesinados en manifestaciones de la Liga Patriótica.
Camino hacia el Holocausto…
Con todo este odio antisemita cargado de matanzas que se habían generado desde la Patagonia Argentina a los fiordos de Noruega, y desde el Oriente Medio hasta los Estados Unidos, pasando por toda la Vieja Europa, un desconocido llegaba al poder en Alemania en el año 1933, su nombre era Adolf Hitler.
Después de más de 3.000 años desde que los judíos fuesen expulsados de Egipto, tras cuantiosas persecuciones en el Imperio Romano, durante el Cristianismo o el Islam, los escándalos de la Ilustración y el sangriento inicio del siglo XX; iba a ser el nacionalsocialismo alemán de Hitler el que iba a cerrar un ciclo que había empezado 30 siglos antes. La cuenta atrás marcaba el cero y el horror del exterminio total del pueblo judío en el mundo estaba a punto de comenzar.
Bibliografía:
Sergi Vich Sáez, Antisemitismo, Revista Historia y Vida Nº520 (2011), p.33-53