3 diciembre, 2024

Indonesia: Suharto y el genocidio anti-comunista de 1965

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El 1 de octubre de 1965, los militares indonesios dirigidos por el general Suharto lanzaron su largamente planeado ataque contra el desaparecido Partido Comunista de Indonesia (PKI). Este ataque tenía como objetivo la toma del poder y provocó uno de los peores genocidios del siglo XX. Hasta el día de hoy los autores de este genocidio siguen gozando de total impunidad.

El 1 de octubre de 1965, los militares indonesios dirigidos por el general Suharto lanzaron su largamente planeado ataque contra el desaparecido Partido Comunista de Indonesia (PKI). Este ataque tenía como objetivo la toma del poder y provocó uno de los peores genocidios del siglo XX. Hasta el día de hoy los autores de este genocidio siguen gozando de total impunidad.

Sin embargo, esta no ha sido la historia que se ha contado estos 50 años. Por el contrario, la historia trasmitida es la de un intento de golpe de estado del Movimiento 30 de Septiembre que provocó la reacción de un pueblo salvaje sediento de sangre. No desde luego la historia del golpe de estado de Suharto y la manera en que los militares meticulosamente orquestaron y llevaron a cabo el genocidio que siguió.

Uno de los grandes problemas a la hora de desenmascarar las historias oficiales que rodean el 1 de octubre de 1965 es demostrar la intención de los militares de lanzar una campaña coordinada de asesinato y la falta de evidencia sólida que ligue a los militares con los asesinatos. El descubrimiento de un «mapa de la muerte» y el cronograma detallado de los asesinatos preparados por el ejército indonesio, junto con más de 3.000 páginas de documentos clasificados relacionados con el papel de los militares indonesios en la preparación y ejecución de los asesinatos en la provincia de Aceh, nos ha proporcionado esas pruebas.

Hasta ahora, la única declaración transmitida por la cúpula militar el 1 de octubre que se conocía era una declaración de radio nacional hecha por Suharto a las 9 pm del 1 de octubre. A través de ella, Suharto anunció que se había hecho «temporalmente con la dirección de las Fuerzas Armadas» y estaba trabajando junto con «las Fuerzas Armadas, la Marina de Indonesia y la Policía» para «aniquilar las acciones contrarrevolucionarias llevadas a cabo por el autodenominado Movimiento 30 de Septiembre».

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Las acciones temerarias del Movimiento 30 de Septiembre fueron utilizadas, como el académico canadiense John Roosa ha explicado magistralmente, como “el pretexto» para lanzar el ataque de los militares contra el PKI. La historia del Movimiento 30 de Septiembre también sirvió como excusa para las acciones de los propios militares el 1 de octubre. «Tenemos la situación bajo control tanto en la capital como en las regiones», explicó Suharto en la misma emisión de radio, aunque sólo ahora es evidente el significado de esa declaración.

La coordinación de Suharto de la cúpula militar nacional el 1 de octubre de 1965 se inició mucho antes de su mensaje de radio a las 21:00 horas y fue mucho más importante de lo que ha sido posible demostrar hasta ahora. Durante la mañana del 1 de octubre, como señalan los cronogramas militares oficiales, el auto-proclamado comandante militar Suharto envió un telegrama a través de la red militar interna para declarar: «Ha habido un golpe de Estado, bajo la dirección del teniente coronel Untung», líder del Movimiento 30 de Septiembre.

Este anuncio fue precedido de otro del propio Movimiento 30 de Septiembre y tenía como objetivo establecer el ahora infame Consejo Revolucionario de Indonesia, primera prueba de que el Movimiento 30 de Septiembre podía ser considerado un «movimiento golpista», y demostrar así la naturaleza ofensiva de la campaña de los militares. El anuncio de Suharto fue recibido por el Comandante Militar Inter-Regional de Sumatra, Mokoginta, que obedientemente lo trasmitió a las fuerzas bajo su mando. «Mantengan la calma y sus posiciones …», explicó Mokoginta, «y esperen [mis] órdenes e instrucciones».

Esas instrucciones llegarían en la medianoche del 1 de octubre, cuando Mokoginta hizo un discurso público en Medan donde declaró: «Se ordena que todos los miembros de las Fuerzas Armadas aniquilen resuelta y completamente esta contrarrevolución y todos los actos de traición …» Se ordenó a todos los miembros de las fuerzas armadas «atenerse únicamente al Decreto, mando, instrucciones y mensajes de Sukarno, transmitidos a través del líder temporal de las Fuerzas Armadas, el mayor general Suharto”. Estas instrucciones eran explícitamente un acto de insubordinación, porque Sukarno había emitido una orden a las 13:30 exigiendo que Suharto cesará inmediatamente como comandante temporal de las Fuerzas Armadas; una orden que Sukarno repitió momentos antes del anuncio de medianoche de Mokoginta.

Las ordenes de Suharto y Mokoginta de «aniquilar» al Movimiento 30 de Septiembre no eran mera retórica hiperbólica. El liderazgo militar estaba definiendo un «programa de objetivos» para causar daños masivos a sus rivales políticos del PKI y buscaban movilizar al Estado y la sociedad en este sentido.

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Durante los próximos dos días se celebraron reuniones en todo el país para coordinar y preparar estos objetivos, así como subordinar los gobiernos civiles a las estructuras de mando militares. El 4 de octubre estos objetivos se hicieron explícitos cuando un documento firmado por el comandante militar de Aceh anunció: «Es obligatorio que los civiles ayuden en todo lo posible a aniquilar por completo al contra-revolucionario Movimiento 30 de Septiembre». El ejército estaba ordenando a civiles matar a otros civiles.

Dos días después, el 7 de octubre, se desencadenó la violencia. Comenzó como manifestaciones patrocinadas por los militares antes de pasar a la quema de oficinas, la «desaparición» de personas cercanas al PKI y el abandono de cadáveres en la calle. La primera fase del genocidio fue como un pogrom perpetrado en un contexto en el que se había ordenado explícitamente a los civiles ayudar a los militares a «aniquilar» a toda persona simpatizante del PKI. Muchos miembros del PKI o personas relacionadas con la organización fueron «arrestados» por civiles o escuadrones de la muerte antes de ser «entregados» en cárceles militares. Bastantes miembros del PKI y sus familias se entregaron voluntariamente a los militares durante esta fase con el fin de escapar de la violencia desatada en las calles y con la esperanza de que serían protegidos por el ejercito, de acuerdo con la ley, una vez en la cárcel.

Aproximadamente diez días después, el ejército intensificó sus ataques, y comenzó el asesinato sistemático a gran escala de toda persona relacionada con el PKI. Durante esta segunda fase, el ejercito participó abiertamente en la violencia, empezando por la entrega de pequeños grupos de prisioneros a escuadrones de la muerte, antes de transportar directamente a los prisioneros en camiones a los lugares designados para su ejecución, donde los prisioneros eran a menudo obligados a cavar sus propias tumbas antes de ser degollados o recibir un disparo, ya fuese directamente por el ejército o por verdugos civiles llevados allí con ese propósito.

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De esta manera, aproximadamente un millón de ciudadanos indonesios fueron asesinados por el ejército indonesio ante la mirada de la comunidad internacional. Esta violencia no fue espontánea, sino que estaba en gran medida organizada y fue documentada oficialmente. El «mapa de la muerte» de los militares y su cronograma de la provincia de Aceh recoge más de 2.000 asesinatos públicos.

Los documentos del gobierno registran la creación de escuadrones de la muerte y el “pleno apoyo” y la asistencia material del Estado a estas actividades. Una lista de muertos en el norte de Sumatra registra la entrega de los presos de las cárceles militares a los miembros del escuadrón de la muerte Komando Aksi, que procedieron a transportar a los prisioneros a los lugares designados para su asesinato. Esta historia es la que debe ser contada.

Está creciendo la presión para recuperar la memoria histórica del genocidio indonesio. El 30 de septiembre la impresionante película de Joshua Oppenheimer, “El acto de matar”, fue colgada en internet para su descarga gratuita en bahasa, con autorización de la productora, lo que puede acelerar este proceso.

Un paso importante aun pendiente sería la apología oficial por parte del gobierno de Indonesia que demostrase la voluntad del estado de trazar una línea que le separe del oscuro legado de la era del Nuevo Orden. La verdadera reconciliación debe ir acompañada de una reescritura de las narrativas oficiales que rodean los asesinatos. Podemos empezar por volver a escribir la historia del 1 de octubre de 1965.

Origen: Indonesia: Suharto y el genocidio anti-comunista de 1965

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