23 noviembre, 2024

Insultos y burlas: la traumática infancia que transformó a Goebbels en un «Satanás nazi»

Tras superar una infancia llena de complejos, el Ministro de Propaganda del Tercer Reich fue conocido por sus múltiples relaciones amorosas

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Los poderes de Joseph Goebbels fueron mucho más extensos que los que, en principio, ofrecía su cargo de ministro del Reich para la Propaganda. Maestro del engaño, este encorvado intelectual consiguió explotar los miedos de la sociedad alemana con dos objetivos: aupar al Partido Nazi hasta el poder y convencer al pueblo de que su única salvación para evitar el desastre tras el Tratado de Versalles era Adolf Hitler. Bajo su tutela, el «cabo bohemio» se convirtió en el todopoderoso « Führer». Aunque todo ello a base de falacias, de la aniquilación de la libertad de expresión y del uso de la censura como arma. De hecho, hasta el famoso nacionalsocialista Gregor Strasser le definió como un verdadero «Satanás con forma humana».

 

Pero Goebbels no fue siempre el gurú de la comunicación en el que se convirtió tras el crecimiento del Partido Nazi . Ni mucho menos. Joseph, por el contrario, tuvo una infancia traumática en la que algunos problemas físicos como la poliomelitis, una enfermedad que le granjeó una severa cojera de por vida y provocó que su crecimiento se retrasase.

 
Goebbels, junto a Adolf Hitler
Goebbels, junto a Adolf Hitler – ABC

Él mismo describió de forma amarga el sufrimiento que le acarrearon sus problemas físicos cuando no era más que un niño: «Me convertí en un lobo solitario». Con todo, lo que la dolencia no le impidió fue terminar convirtiéndose en un adulto promiscuo que disfrutaba anotando sus conquistas sexuales en su diario.

 
 

De este curioso personaje se ha escrito casi todo en los últimos años. Peter Longerich, profesor de historia contemporánea, revisó hace poco su figura en « Goebbels, una biografía» y destrozó algunos de los mitos más famosos sobre su personalidad. No obstante, en lo que coinciden la mayoría de los expertos es que el Ministro de Propaganda del Reich sufrió tanto durante su juventud que, cuando sumaba treinta primaveras a sus espaldas, había desarrollado un trastorno que le llevaba a desear de forma desesperada la aprobación de los demás. Y a partir de los años 30 esa deidad que le ofreció aceptación fue Hitler. Un personaje que, lejos de considerarle su mano derecha, se aprovechó de su debilidad psicológica para manipularle a su antojo.

 

Trágica infancia

Paul Joseph Goebbels nació un 29 de octubre de 1897 en la ciudad de Rheydt (al oeste de Düsseldorf). Como era habitual en la época, su padre Fiedrich destacó por su severidad, mientras que su madre Katherina fue quien le aportó el cariño durante la infancia. Con todo, una de las pesadillas que atormentó en los años venideros al futuro «Satanás nazi» fue que su progenitora no era germana. «Era de origen holandés, y se había convertido en ciudadana alemana naturalizada antes de su matrimonio, aunque Goebbels siempre ocultó este hecho. Hablaba alemán con un pronunciado acento renano», desvela Roger Manvell en su obra « Doctor Goebbels». Con todo, eso no impidió que nuestro protagonista la idolatrara.

 

A partir de entonces su infancia está rodeada parcialmente de misterio. Así lo afirma el profesor de historia moderna Toby Thacker en su popular obra « Joseph Goebbels: Vida y muerte»: «Los datos de los que disponemos son muy especulativos, y en gran parte anecdóticos, pues fueron transmitidos oralmente».

 
Magda y Joseph Goebbels
Magda y Joseph Goebbels – ABC

Lo que sí sabemos es que el joven Goebbels sufrió una poliomelitis que le provocó «una parálisis infantil en el pie derecho», una considerable debilidad física y limitó su crecimiento. Los médicos trataron de paliar la enfermedad en 1907 con una operación, pero para su desgracia la intervención fue un auténtico desastre y le provocó una cojera más que llamativa. A su vez, y según Manvell, el retraso en su desarrollo hizo que su cabeza pareciese mucho más grande y desproporcionada de lo habitual.

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Estos problemas físicos le costaron a Goebbels todo tipo de insultos y burlas en el colegio. Si una buena parte de sus biógrafos le definen como un niño con un carácter solitario, la poliomelitis y la cojera le convirtieron en un auténtico marginado social. De hecho, él mismo admitió que vivió una pesadilla durante aquellos años: «A partir de entonces [la operación de pie] la infancia fue bastante triste. Ya no podía jugar con los demás. Me convertí en un lobo solitario». Esta idea la suscribe Manvell: «[Su madre] lo conducía constantemente hasta la iglesia y, arrodillándose a su lado, imploraba […] que le diera fuerzas a su hijo para sobrellevar su debilidad física y su cuerpo atrofiado».

Inteligente

Con el paso del tiempo, los problemas físicos y su dificultad para relacionarse con el resto de niños hizo que el joven Joseph abrazara la lectura y empezara, con ello, a entrenar una inteligencia con la que había nacido.

Sus padres no tardaron en observar su capacidad intelectual, así que tomaron dos decisiones clave para favorecerla. En primer lugar, soltaron una buena cantidad de monedas para matricularle en el «Gymnasium» (nuestra escuela secundaria). En segundo término, le compraron un piano para que diera también rienda suelta a su vena más artística. Según sus propios diarios, le encantaba tocar aquel instrumento tanto en verano como en invierno, época esta última en la que lo hacía sonar ataviado con un grueso chaquetón y unos guantes para no pasar frío.

El Ministro de Propaganda, durante uno de sus discrusos
El Ministro de Propaganda, durante uno de sus discrusos

En el «Gymnasium», Goebbels obtuvo unas notas envidiables en lengua, arte e historia. Sin embargo, durante aquellos años siguió, en palabras de Manvell, sin «caerle bien a mucha gente». Aunque lo cierto es que el joven Joseph tampoco hacía mucho por intentarlo.

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«Uno de los recuerdos de su amigo de infancia, Fritz Prang, que también era estudiante en el “Gymnasium”, era que Joseph siempre estaba ansioso por impresionar a sus profesores y que a veces estaba dispuesto a ser un chivato. Prang recordaba una ocasión en particular en que Joseph reveló al padre Mollen, el profesor de religión, que uno de sus amigos estaba haciendo novillos», desvela el autor. Nuestro protagonista confesó a su colega que, si hubiera podido mover su pie, le habría dado una verdadera paliza.

Gran rechazo

Ya durante la adolescencia, el futuro ministro nazi se empapó de las ideas ultranacionalistas que mostraban a Alemania como un país vapuleado a diestro y siniestro por la comunidad internacional.

Tan convencido estaba de que debía defender a su patria que, tras el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, quiso alistarse en el ejército. Aunque no le sirvió de nada ya que, cuando el médico observó que era cojo y que carecía de una complexión física adecuada, rechazó su solicitud. Aquella negativa golpeó más si cabe la autoestima de un Goebbels que, tras recibir la noticia, se pasó dos días recluido en su habitación, sin hablar con nadie, y sollozando como un niño pequeño. Tanta vergüenza le dio que, a la postre (ya como ministro) mintió y afirmó que había participado en la contienda.

Una de las imágenes más famosas del ministro nazi
Una de las imágenes más famosas del ministro nazi

Con todo, ni la negativa del ejército impidió que las ideas extremistas se fueran asentando, poco a poco, en él. Un ejemplo de este sentimiento es el discurso de despedida que dio en el «Gymnasium» en nombre de toda su clase allá por 1917:

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«Y tú, Alemania, poderosa Patria, tú, tierra sagrada de nuestros padres, mantente firme, mantente firme en tu hora de necesidad y de muerte. Tu has demostrado tu heroica fuerza y saldrás victoriosa de la batalla final. No tememos por ti. Confiamos en el Dios eterno, cuya voluntad es que el bien se alce victorioso, y en cuyas manos radica el futuro. Dios bendiga a nuestra Patria». Es curioso que la mayoría de sus profesores coincidieron entonces en que Goebbels jamás sería un buen orador…

Página del archivo de ABC que muestra a Goebbels
Página del archivo de ABC que muestra a Goebbels

Los siguientes años de Goebbels navegaron entre el éxito y la humillación. Y el primero, como siempre, se lo otorgaron los estudios. «Excluído del servicio militar, estudió literatura en y filosofía en las universidades de BonnFriburgoWurzburgo Heidelberg, y en 1921 se doctoró con una tesis sobre literatura romántica del siglo XIX», desvela el divulgador histórico Adrian Weale en « SS. Una historia nueva».

Apenas dos años después, cuando se materializó la ocupación de la cuenca alemana del Ruhr por las tropas francesas y belgas para exigir al país el pago de las reparaciones de guerra tras la Gran Guerra, Joseph se inscribió en el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán y comenzó una triste carrera que acabaría con la muerte de millones de personas una década después.

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