La consanguinidad tóxica de los Habsburgo
Los matrimonios entre parientes generaron graves enfermedades físicas y psíquicas en una de las familias reales más importantes de Europa, clave entre los siglos XV y XVIII
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!
Graves problemas de salud como el raquitismo, la esterilidad, afecciones renales e incluso la malformación física; y también enfermedades mentales como la depresión, la esquizofrenia, la paranoia o la psicosis. Estas son algunas de las severas patologías que la consanguinidad causó en muchos de los destacados miembros de la que fuera durante casi cinco siglos una de las familias reales más importantes de Europa, los Habsburgo, cuya dinastía en España fue conocida como los Austrias.
Una saga que participó directamente en los tronos y en los gobiernos, de países como Croacia, Irlanda, el Reino de Bohemia, Inglaterra, Francia, Alemania, Rusia, Polonia, Hungría, Portugal, España, los Países Bajos, entre otros. Pero que fue decayendo y desapareciendo en casi todos los estados europeos, también por las enfermedades asociadas a la consanguinidad y la endogamia, como así se apunta en varias investigaciones científicas.
Los Habsburgo estuvieron vinculados en un momento u otro al poder en lugares como España, Francia, los Países Bajos, Alemania, Inglaterra o Polonia
El caso español es paradigmático. El mejor ejemplo es el de Carlos II, el Hechizado, hijo de Felipe IV y Mariana de Austria (sus padres eran tío y sobrina), que sufrió varias dolencias graves y era físicamente deforme. No pudo tener descendencia, lo que se atribuye a uno de los efectos de la consanguinidad de sus antepasados. Con su muerte se generó la Guerra de Sucesión, que tuvo como consecuencia la instauración de la casa de Borbón en el trono de España.
El nombre de la dinastía proviene del nombre de una fortaleza construida alrededor de los años 1020 en el territorio de la Suiza moderna. El primer rey de esta familia fue Rudolph de Habsburgo, que se convirtió en el rey de Alemania en 1273. En 1438, los Habsburgo tomaron el trono del Sacro Imperio Romano y lo conservaron hasta 1740.
Por medio de una ambiciosa política matrimonial y de alianzas, motivando las bodas entre parientes cercanos, los Habsburgo comenzaron a extender su influencia por toda Europa en el inicio de la Edad Moderna hasta convertirse entre los siglos XV y XVII prácticamente en los dueños del destino político del continente.
Un claro ejemplo es el reinado de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, conocido como El emperador o El césar; hijo de Juana I de Castilla (conocida como la Loca e hija de los reyes católicos Isabel y Fernando) y Felipe I el Hermoso (hijo de Maximiliano I de Habsburgo y de María de Borgoña).
La conducta de Carlos I presentaba ciertos desequilibrios que algunos creen que heredó de su madre, Juana ‘la Loca’
Carlos I de España heredó los territorios austríacos y germánicos, además de Castilla, Navarra, las Indias, Nápoles, Sicilia y Aragón. Un inmenso imperio que lo convirtió en el hombre más poderoso de la primera mitad del siglo XVI.
Sin embargo, la conducta de Carlos I presentaba ciertos desequilibros personales que algunos creen que heredó de su madre, mujer tendente a la melancolía y que sufría esquizofrenia; se atribuye el estado mental de Juana la Loca a la herencia genética de su abuela, Isabel de Portugal, que sufría los mismos síntomas.
Desde el mismo día en el que Carlos I fue coronado rey, comenzó a trabajar en su funeral. Poco antes de morir, el 21 de septiembre de 1558, realizó ensayos de su entierro. Se vistió con sudario funerario rodeado de monjes con velas negras. Les ordenó celebrar una misa y rezó con ellos para salvar su alma.
Era, además, un hombre desconfiado, obsesivo, que se casó con su prima Isabel de Portugal. El embajador veneciano Gaspar Contarini describía a Carlos I como “Es de estatura mediana, mas no muy grande, ni pequeño, blanco, de color más bien pálido que rubicundo… donde ocurre que no puede, cerrando la boca, unir los dientes inferiores con los superiores; pero los separa un espacio del grosor de un diente, donde en el hablar, máxime en el acabar de la cláusula, balbucea alguna palabra, la cual por eso no se entiende muy bien”.
Un estudio con una base de datos de 4.000 miembros de los Habsburgo concluyó que la consanguinidad causó el declive de la dinastía
En el caso español, la endogamia de los Austrias fue particularmente intensa, con terribles consecuencias. Así lo refrendó un equipo de investigadores de la Universidad de Santiago de Compostela (USC), cuyos resultados fueron publicados en la revista Heredity. Los investigadores calcularon los coeficientes de parentesco y consanguinidad de los Habsburgo a partir de una base de datos de más de 4.000 personas pertenecientes a 20 generaciones entre padres e hijos. Y concluyeron que fue la consanguinidad la que acabó determinando el declive de los Habsburgo.
A partir de la unión entre Juana I de Castilla y Felipe I, los matrimonios entre parientes en las diferentes casas reales europeas, para conservar el poder, fueron la norma. Carlos I se unió en matrimonio con su prima. Su hijo, Felipe II, se casó en primeras nupcias con su prima hermana, la infanta María Manuela de Portugal; y volvió a casarse en segundas nupcias con la prima hermana de su padre Carlos, la reina María I de Inglaterra. Su cuarto matrimonio fue con su sobrina la archiduquesa Ana de Austria, con la que tendría al futuro nuevo rey Felipe III.