La espeluznante muerte del hereje que dividió al cristianismo y desató el caos en la Iglesia

La Escalofriante Muerte de Arius: El Hereje que Dividió al Cristianismo
La historia del cristianismo está marcada por personajes que dejaron una huella profunda, y uno de los más controvertidos fue Arius, el presbítero de Alejandría cuya doctrina dividió a la Iglesia en el siglo IV. Su enseñanza, conocida como arrianismo, negaba que Cristo fuera igual al Padre, una afirmación que sacudió los cimientos de la fe cristiana y desató una de las mayores crisis teológicas de la historia.
Pero no fue solo su doctrina lo que generó controversia. La misteriosa y grotesca muerte de Arius, en el año 336, dejó a todos preguntándose: ¿fue un castigo divino o una conspiración de sus enemigos?
¿Quién fue Arius y por qué era tan peligroso?
Arius nació en Libia en el año 256 y se formó como sacerdote en Alejandría, una de las ciudades más importantes del Imperio Romano. Su gran carisma y habilidad para debatir lo convirtieron en una figura influyente, pero también peligrosa para la ortodoxia de la época.
Su doctrina central sostenía que Cristo, aunque divino, no era eterno ni igual a Dios Padre, sino que había sido creado por Él. En otras palabras, Jesús era subordinado al Padre.
El impacto del arrianismo
El mensaje de Arius resultó atractivo por su aparente simplicidad, pero desafió directamente la enseñanza de la Santísima Trinidad, que afirmaba que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo eran consustanciales y coeternos. Esto provocó un terremoto en la Iglesia.
La división era tan profunda que llegó hasta los más altos niveles del Imperio Romano. Constantino, el emperador que había abrazado el cristianismo, convocó en el año 325 el Concilio de Nicea, el primer concilio ecuménico, para resolver esta crisis.
El Concilio de Nicea y la condena a Arius
En Nicea, los obispos se enfrentaron en un intenso debate sobre la naturaleza de Cristo. Finalmente, las ideas de Arius fueron condenadas como heréticas, y se redactó el Credo de Nicea, que establecía que Cristo era «de la misma sustancia» que el Padre.
Arius fue exiliado, pero su influencia no desapareció. Su doctrina continuó expandiéndose, especialmente entre los pueblos bárbaros como los visigodos y ostrogodos, lo que mantuvo viva la tensión en la Iglesia durante siglos.
La misteriosa muerte de Arius

En el año 336, Arius estaba a punto de ser readmitido en la Iglesia, gracias al apoyo del emperador Constantino, quien buscaba reconciliar las divisiones internas del cristianismo. Sin embargo, justo antes de su readmisión, ocurrió algo inesperado.
El fatídico día
Según los relatos históricos, mientras caminaba hacia una iglesia en Constantinopla, Arius sufrió un colapso repentino. Sintió un fuerte dolor abdominal y buscó un lugar donde aliviarse. Lo que siguió fue descrito como una diarrea explosiva, que provocó la expulsión de órganos internos y su muerte instantánea.
¿Castigo divino o conspiración?
La naturaleza grotesca de su muerte dio lugar a múltiples interpretaciones:
- Castigo divino: Sus enemigos lo interpretaron como un acto de Dios, una señal de que su herejía era condenada desde el cielo.
- Asesinato político: Algunos historiadores sospechan que pudo haber sido envenenado por miembros de la Iglesia opuestos a su readmisión.
- Causa natural: Otros sugieren que Arius pudo haber sufrido de una condición médica severa, como una úlcera perforada o una enfermedad intestinal avanzada.
El legado de Arius y su doctrina
A pesar de su trágico final, las ideas de Arius sobrevivieron durante siglos. Su doctrina continuó siendo influyente entre los pueblos bárbaros, quienes adoptaron el arrianismo como su fe oficial. No fue hasta el siglo VI, con la conversión de los reyes germánicos al cristianismo trinitario, que el arrianismo comenzó a declinar.
La figura de Arius sigue siendo recordada como un símbolo de la lucha entre la ortodoxia y la herejía, así como un recordatorio de cómo las disputas teológicas moldearon la historia del cristianismo y del Imperio Romano.
Reflexión final
La muerte de Arius es un episodio que ilustra la profunda conexión entre la religión, la política y el poder en la Antigüedad. ¿Fue su final una intervención divina, un complot o simplemente una tragedia humana? La historia no ofrece respuestas definitivas, pero su vida y legado siguen siendo un tema fascinante para historiadores y teólogos.
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Autor: Xavier Cadalso