23 noviembre, 2024

La extraña muerte de Hefestión, el más íntimo amigo y probable sucesor de Alejandro Magno

A la muerte de su amigo de la infancia, el conquistador se volvió loco de dolor, se hizo afeitar la cabeza, canceló todos los festejos y, según el historiador Arriano de Nicomedia, crucificó al médico que había atendido a Hefestión

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Uno de los secretos del éxito de Alejandro Magno fue el de rodearse de oficiales brillantes que suplieron su inexperiencia. Una mezcla entre los generales de su padre, Filipo II, y sus propios compañeros de juego y luego de armas. Crátero, Ptolomeo, Seleuco, Pérdicas, Lisímaco y, sobre todo, Hefestión, su mano derecha y su más probable sucesor. Si bien el conquistador macedonio nunca designó formalmente un heredero, lo cual provocó una larga guerra civil a su muerte; de haberlo hecho no hay duda de que hubiera sido Hefestión el elegido. El problema es que para entonces ya estaba muerto, además en circunstancias igual de extrañas que las de Magno.


Es decir, que destacó lo suficiente como discípulo de Aristóteles como para que no le olvidara y fue un amigo leal de Alejandro incluso cuando el macedonio se enfrentó a su padre


Hefestión Amíntoros perteneció a una familia de aristócratas macedonios que envió a su hijo a educarse con el heredero del reino. Alejandro y Hefestión tenían probablemente la misma edad (es más, se parecían físicamente, siendo más alto el segundo) y las mismas ambiciones, así como los otros jóvenes aristócratas que fueron educados al abrigo de maestros del calibre de Aristóteles.

En 343 a. C, Filipo convocó al filósofo para que fuera tutor de su hijo de 13 años, dando forma al carácter de una generación llamada a conquistar Asia. En opinión de un poeta francés medieval: «Les enseñó a escribir griego, hebreo, babilonio y latín. Les enseñó la naturaleza del mar y de los vientos; les explicó el recorrido de las estrellas, las revoluciones del firmamento y la duración del mundo. Les enseñó justicia y retórica, y les previno contra las mujeres libertinas». No en vano, en realidad se sabe poco de su estancia en Macedonia y las obras del filósofo apenas hacen referencia a Alejandro y a sus compañeros, salvo, excepcionalmente, por el volumen de cartas dirigidas a Hefestión.

Es decir, que destacó lo suficiente como discípulo de Aristóteles como para que no le olvidara. Y fue un amigo leal de Alejandro incluso cuando el macedonio se enfrentó a su padre. El futuro dueño del Imperio persa se refugió en el reino de su madre, Olimpia de Epiro, cuando el segundo matrimonio de Filipo II puso en riesgo su posición en la Corte. A la muerte del veterano Rey, Hefestión asistió a Alejandro en su campaña para someter el resto de ciudades estado griegas y aventurarse en el continente asiático.

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Su primera acción militar fue probablemente, todavía en tiempos de Filipo II, en una ofensiva contra los tracios, estando Alejandro como regente en Macedonia, seguida de una campaña en el Danubio (342 a.C) y de la batalla de Queronea (338 a.C). Más adelante se menciona, asimismo, que fue herido en un brazo en la batalla de Gaugamela, donde se le cita como el «comandante de los guardaespaldas» (somatophylakes), un escuadrón dedicado a proteger al Rey.

¿Una relación homosexual?

Ya en Asia, sus dotes como comandante en el campo de batalla no fueron especialmente apreciados, pero Alejandro confiaba de forma ciega en su consejo y en sus conocimientos de logística. Se encargó de tareas complejas como las de repoblar ciudades y asegurar el traslado de los ejércitos. Además de misiones diplomáticas y de tacto suave. Sin ir más lejos, Hefestión fue designado por su amigo y Rey para que verificara el linaje y protegiera a los nobles que estaban siendo maltratados tras la conquista de Babilonia: porque le interesaba tener a la aristocracia persa de su lado.

En Babilonia, Hefestión se convirtió en «quiliarca» (hazarapatish), es decir, el segundo al mando con funciones administrativas y políticas de «gran visir». El primero después del Rey. Casi un miembro de la familia real. Y conforme a este cargo le fue entregada en matrimonio una de las hijas del Rey persa derrocado, Darío III.

Jared Joseph Leto interpreta a Hefestión en la película de 2004
Jared Joseph Leto interpreta a Hefestión en la película de 2004

De nadie se fiaba Alejandro más que de él; ni siquiera de Crátero, que pasaba por ser el mejor conectado con la aristocracia y el ejército macedonio y cuyo nombre pronunció en su lecho de muerte al ser interrogado sobre quién debía conducir sus ejércitos. «A Crátero» (Krater’oi), respondió Alejandro según algunos. «Al más fuerte» (Krat’eroi), quisieron entender otros. Sus contemporáneos creían que «el amor que sentía Crátero en nada era inferior al de Hefestión», la diferencia estaba en que «Crátero , efectivamente, ama a su Rey, Hefestión en cambio ama a Alejandro».

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¿Acaso era un amor más allá de la amistad? En la película que Oliver Stonerealizó en 2004 sobre el conquistador macedonio, así como en cierta literatura, se presenta a Alejandro como alguien abiertamente homosexual. Sin embargo, por su biografía conocida se desprende que se casó con varias princesas de los territorios persas que conquistó (Roxana, Barsine-Estatira y Parysatis) y fue padre de al menos dos niños. Los relatos históricos que describen las relaciones sexuales de Alejandro con Hefestión y con Bagoas –un eunuco con el cual Darío III había intimado y que luego pasó a propiedad del conquistador– fueron escritos siglos después de su muerte. A falta de fuentes directas sobre este aspecto, es imposible determinar cuál fue la naturaleza exacta de la vinculación del macedonio con estos supuestos amantes.

De haberse producido con Hefestión, en cualquier caso, hubiera sido obligatoria mantenerla con discreción puesto que se trataba del tipo de homosexualidad entre adultos que estaba estigmatizada en Grecia, salvo que hubiera sido algo limitado a la adolescencia. No así la mantenida con un esclavo como Bagoas, que permitía con todo salvar la «virilidad» de Alejandro, tan apreciada por los griegos.


Hefestión enfermó durante los juegos que se celebraron en la corte. Sufría náuseas, fiebre alta y probablemente hinchazón en el estómago


En otra muestra de confianza, Alejandro nombró a Hefestión ministro y segundo al mando antes de iniciar la campaña para invadir los confines de la India. Llevada al límite la expansión de su imperio, el ejército de Alejandro regresó de su inacabada incursión para poner en orden los asuntos de un imperio repleto de fuegos a medio apagar. En este contexto de desconfianza, al acercarse el otoño de 324 a. C. Alejandro y sus generales se acuartelaron en la ciudad de Ecbatana para pasar el invierno.

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Fue entonces cuando Hefestión enfermó durante los juegos que se celebraron en la Corte. Sufrió náuseas, fiebre alta y probablemente hinchazón en el estómago. Después de tres días, y de recibir tratamiento médico, pareció que su salud estaba mejorando hasta que se derrumbó sin remedio.

La pieza irremplazable de Alejandro

Según relatan las crónicas de su viaje, Alejandro se volvió loco de dolor al conocer la muerte de su amigo. Se hizo afeitar la cabeza, canceló todos los festejos y, según el relato del historiador Arriano de Nicomedia, crucificó al médico que había atendido a Hefestión. Además, el conquistador partió para Babilonia con el cadáver de su amigo, donde celebró fabulosos juegos funerales en su recuerdo y preparó un gran mausoleo. Pretendió convertirlo en una divinidad de la nueva religión que él mismo representaba.

Familia del Rey persa ante Alejandro Magno y su amigo Hefestión tras la batalla de Issus.
Familia del Rey persa ante Alejandro Magno y su amigo Hefestión tras la batalla de Issus.– Wikimedia

El envenenamiento se planteó como opción más plausible en una Corte que había demostrado (y lo seguiría haciendo) la facilidad que tenía de recurrir a la eliminación de los rivales políticos. No obstante, estudios posteriores, sin ser capaz de descartar la intervención de algún veneno, se inclinan a que fue víctima de una fiebre tifoidea.

Todavía trastornado por la muerte de su amigo Hefestión, Alejandro cayó enfermo el 2 de junio del 323 a. C. durante un banquete en el palacio de Nabucodonosor II de Babilonia. Tras una noche de borrachera, en la que bebió grandes cantidades de vino, la salud del emperador se deterioró en pocos días. Durante casi dos semanas, Alejandro padeció fiebre alta, escalofríos y cansancio generalizado, unido a un fuerte dolor abdominal, náuseas y vómitos.

El 13 de junio, cuando le faltaba poco más de un mes para cumplir los 33 años de edad, falleció el dueño de medio planeta sin dejar un heredero. Con Hefestión muerto y Crátero a muchos kilómetros del lecho de muerte; el manual macedonio de violencia política era claro al respecto. Habría guerra. Larga, sangrienta y, por supuesto, demoledora para el Imperio macedonio.

Origen: La extraña muerte de Hefestión, el más íntimo amigo y probable sucesor de Alejandro Magno

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