La guerra que capturó un soldado de A Estrada
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La familia del ex-alcalde estradense Mario Blanco Fuentes cede al museo las fotos que tomó durante la contienda
En 2017 cumpliría 100 años. Entonces tenía tan solo 20. Como tantos otros, Mario Blanco Fuentes, vio interrumpida su vida por el estallido de una guerra fratricida. A pesar de su juventud, sus ojos habrían de enfrentarse al horror de la contienda. Su misión sería precisamente esa: no perder detalle de lo que sucedía en el frente e inmortalizarlo con su inseparable cámara Leica. Pasarían años, pero algún día todo acabaría. Volvería a casa para retomar su vida. Llegaría a ser un apreciado alcalde de A Estrada. Sin embargo, esas imágenes le acompañarían siempre. Formaban ya parte de su historia y, a la vez, de la de todo un país.
Corría el año 1937. Era otoño. Hacía poco más de un año que su tío, Roberto Blanco Torres, periodista e insigne republicano, recibiera cuatro tiros en la cabeza por sus ideas. Mario Blanco fue movilizado con su quinta. Logró incorporarse al gabinete fotográfico del Cuerpo de Ejército de Galicia, al mando del general Antonio Aranda. Su cometido, como el de sus compañeros de gabinete, sería tomar las imágenes que la guerra dejaba en los frentes de Asturias, León, Aragón, Cataluña y Valencia, a donde este estradense llegaría en la primavera de 1939. Conservó buena parte de las fotografías que hizo, un importante fondo que en la mañana de ayer su familia -representada por su hijo Juan Blanco Valdés- cedió al Museo Manuel Reimóndez Portela de A Estrada como memoria gráfica de la Guerra Civil Española.
«Recuerdo esos dos álbumes en casa y, aunque era un niño, el efecto que me producía ver esas fotos era que uno tenía historia en casa, porque esto es historia y memoria colectiva de un país», apuntó Juan Blanco.
En aquellos difíciles años, su padre tuvo el cometido de dejar testimonio gráfico de todas las operaciones militares. Las fotografías que tomaba con su cámara se revelaban en laboratorios de campaña, con toda la celeridad que exigía la misión. Pasaban al Estado Mayor para su análisis y posterior toma de decisiones. «Hay fotos montadas con celo», apunta su hijo, añadiendo que formaban parte de una secuencia que, al unir las distintas fotografías, permitía obtener una idea completa del frente.
«Eran de los primeros en entrar», recuerda el director del Museo do Pobo Estradense, Juan Andrés Fernández Castro. Amigo de Mario Blanco Fuentes, tuvo ocasión de realizarle varias entrevistas sobre su labor fotográfica durante la Guerra Civil, trabajo que incorporaría en un artículo publicado en A Estrada. Miscelánea Histórica e Cultural. Recuerda cómo hablar de aquellas estampas de la guerra le hacían brotar las lágrimas. Sus ojos seguían viendo con nitidez aquel horror, aunque también hubo momentos más amables, como refleja, por ejemplo, la imagen de Perico Chicote, el gran barman, sirviendo un cóctel a Aranda, o aquellas en las que Mario inmortalizó a sus amigos de A Estrada.
«Este fondo es un crisol de la España que tenemos. No quiere ser un ejercicio de melancolía superflua o un ejercicio de nostalgia absolutamente improductiva sino una llamada a la necesaria reconciliación civil de este país de una vez. De que pasemos página, dejemos de desenterrar muertos y tengamos la conciencia de que hay 80 años de este cataclismo que enfrentó al país entre hermanos», apuntó ayer Juan Blanco. «Querría que este fondo fuese una llamada a enterrar bajo toneladas de tolerancia la Guerra Civil española para que nunca se vuelva a producir algo así», deseó.
El hijo de Blanco Fuentes incide en que con la cesión de las alrededor de 900 fotografías de su padre al Museo Manuel Reimóndez Portela se busca que este fondo contribuya a ofrecer una visión de lo que ocurrió en la España del 36. Consciente de que la historia no se puede reescribir y que hay muertos por los dos bandos, lo que se busca es exponer directamente la fuente, «limpia». Esta es la guerra que vieron los ojos de Mario Blanco Fuentes y que capturó a través de su cámara. «No son las fotos de un señor de A Estrada. Esto es la memoria colectiva de un país», apostilló su hijo.
Un avance
La colección íntegra se alojará en la página web del museo estradense (www.museo.aestrada.com). Protegidas por una licencia Creative Commons, todas las instantáneas tienen una marca de agua. Aunque están disponibles para su consulta por parte de todos los interesados, pudiendo incluso descargarse, forman parte de un fondo privado que, como tal, hay que respetar. Cada imagen está acompañado de un pie de foto descriptivo, sin apreciaciones ni valoraciones añadidas.
El 90% de estas fotografías son inéditas, ya que las únicas que se difundieron fueron las incluidas en el artículo de Juan Andrés Fernández o las publicadas por el propio Mario Blanco en algunos artículos de prensa. En la parte posterior de muchas de ellas, generalmente de forma manuscrita, el autor aporta información que complementa lo que recoge la imagen.
La consulta de este fondo ya está disponible en el portal del museo estradense, si bien por ahora únicamente está operativa una selección de 26 imágenes, acompañada de una presentación de la historia de este fondo. Funciona este avance a modo de carta de presentación para que quienes deseen bucear entre estas instantáneas puedan ir abriendo boca. En las próximas semanas se irán incorporando nuevas fotografías hasta completar las alrededor de 900 que conservó Blanco Fuentes.
Fue el equipo de A Estrada Dixital, representado en la presentación de ayer por Javier Ramos, el encargado de alojar, en apenas una semana, un fondo que se identifica en la web del Museo do Pobo Estradense como Memoria Gráfica de Guerra Civil Española.
Todas estas imágenes conforman un reportaje fotográfico de estos años de guerra, comenzando por aquel 1937 en el que se derrumba el frente del Norte y la República sufre su primer gran revés. El fondo fotográfico se incorporará a la web organizando las imágenes respetando el propio avance que, cámara en ristre, realizó Mario Blanco. En los meses posteriores a su incorporación al Cuerpo de Ejército de Galicia, este se iría desplazando hacia el norte de la ciudad de Zaragoza con la intención de dirigirse, a continuación, hacia el interior de Aragón y penetrar en Cataluña.
Recoge la presentación de este fondo que, sin embargo, aprovechando las grandes nevadas que cayeron sobre Teruel y sus alrededores, el ejército republicano tomó esta capital de provincia. La acción obligó a cambiar los planes del Cuerpo de Ejército de Galicia que, en lugar de dirigirse a Cataluña, trató de acotar al ejército republicano para que no consolidase su avance. Blanco Fuentes soportó aquellas temperaturas extremas hasta 1938. Las tropas se dirigirían más tarde hacia el sur para participar en la «liberación» de Valencia, ya en los últimos días de la contienda.
Fue precisamente en Valencia, concretamente en su plaza de toros, donde se tomó una instantánea de este fondo fotográfico que, según se explicó ayer, constituye el único registro del uso del idioma gallego por parte del ejército franquista. Se corresponde con el Día del Apóstol. Los artilleros del Cuerpo de Ejército de Galicia acudieron a una corrida de toros. Sobre la arena del foso puede verse la imagen, pintada con tiza, de una mujer con el traje gallego, rodeada del grito: «Ei carballeira, a quen me dea un pau doulle un peso!».
Es muy posible que los fotógrafos de este gabinete no estuviesen autorizados a guardarse los carretes con los negativos de todas las imágenes realizadas durante los sucesivos días de contienda. Sin embargo, al menos este estradense, conservó buena parte de ellas. ¿Cómo las hizo llegar a casa? Juan Andrés Fernández explicó el método. Evidentemente, en época de guerra la correspondencia era sometida a un estricto control militar. Operaba la censura militar, de tal modo que las familias recibían las cartas de sus seres queridos en el frente abiertas y leídas. Pero Mario Blanco estaba en el Alto Estado Mayor y, con ello, acceso al sello de la censura militar. Las fotos introducidas en un sobre estampado con este sello eran entregadas sin abrir. Y, con ellas, el legado que ahora se pone a disposición del público.
Mario Blanco sería desmovilizado en el año 1940. Contando con el título de Bachillerato, realizó el examen de habilitación y se hizo maestro. Trabajó como tal en la parroquia de Orazo y, más tarde, en Baloira. Fue ejerciendo el magisterio en esta parroquia cuando decidió cursar Derecho. Tras una época de pasante, en 1950 comenzó a ejercer la abogacía en A Estrada. Nueve años después sería nombrado alcalde de este municipio. Bajo su mandato se construyó el edificio de la biblioteca municipal, la casa cuartel de la Guardia Civil, el estadio de fútbol de A Baiuca o el edificio del Instituto Nacional de Enseñanza Media, entre otras muchas obras en la villa y mejoras en el ámbito rural. En 1960 fue nombrado diputado provincial y cesaría como alcalde en 1971.
Mario Blanco Fuentes fue un hombre más en aquella guerra entre hermanos. Sus ojos vieron lo que nadie habría querido tener que ver y sus dedos apretaron el botón de aquella Leica que dejó imágenes que no deben repetirse.
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