28 marzo, 2024

La historia oculta de España: cómo nos hemos destruido a nosotros mismos.

Historia: La historia oculta de España: cómo nos hemos destruido a nosotros mismos. Noticias de Alma, Corazón, Vida. Desde nuestra más tierna infancia nacional no hemos dejado de incordiarnos los unos a los otros por los temas mas banales y peregrinos, lo que ha frenado nuestro desarrollo

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La habilidad y especialidad de meterse el dedo en el ojo y tocarle al vecino sus partes pudendas cuando está despistado no es una manía exclusiva de los atribulados ciudadanos de esta piel de toro, pero sí es cierto que en estos pagos ha alcanzado la categoría de arte para mayor regocijo de nuestros vecinos y menoscabo de un progreso mas armónico para nuestra gran nación.

El audaz golpe de mano con imprevista colleja al parroquiano con el que compartimos cañas, o el improperio cargado de mala leche al de la autonomía de al lado, ya sea porque lleva barretina o txapela, están en el ADN nacional insertos con cola de contacto de la chachi, no de la que venden en los chinos. Somos el acabose.

Otros, que fueron rivales nuestros y a los que dominamos y tuvimos en jaque durante siglos, hoy ocupan puestos destacados en el concierto mundial

Desde in ‘illo tempore’, desde nuestra más tierna infancia nacional no hemos dejado de incordiarnos los unos a los otros por los temas más banales y peregrinos. Si toda esa energía invertida en vapulearnos y en ocasiones, destruirnos y aniquilarnos, la hubiéramos dedicado en diseñar o recuperar nuestra grandeza perdida, hoy estaríamos en el pelotón de cabeza sin despeinarnos. Otros, que fueron rivales nuestros y a los que dominamos y tuvimos en jaque durante siglos, hoy y gracias a su idea solidaria de naciones bien avenidas, ocupan puestos destacados en el concierto mundial. De seguir con estas perversas aficiones, vamos a tener que pedir un sitio en el mapa, justamente entre Gambia y Senegal.

Pero tranquilos, no pasa nada, nuestro comportamiento no es una patología severa ni antinatural, es producto de un largo y tenaz entrenamiento y ya viene de lejos –yo diría que de muy lejos– y para muestra, un botón.

Antología de la zancadilla

Hace 200.000 años, los neandertales peninsulares de la época, cuando se cabreaban entre ellos o con algún Cromagnon despistad, pasaban a mayores directamente. Se hacían unos pinchos morunos en un escenario de un canibalismo sin ambages que ríete tu de la cocina de diseño de Arzac o Arguiñano. Vamos, como para bromear con los prendas. La Cueva del Sidrón –en Asturias–, testimonia la práctica de estas suculentas actividades gastronómicas de antaño y de cómo se las gastaban nuestros antepasados.

Alfonso X el Sabio.
Alfonso X el Sabio.

Años más tarde, al ínclito Leovigildo –allá por el año del Señor del 580 d.C.–, le dio por pasaportar a su hijo Hermenegildo, por cogerle apego al cristianismo y alterar más la ya de por sí belicosa convivencia del reino visigodo. Vamos, que los vínculos de sangre no eran coartada ni salvoconducto para seguir correteando alegremente por el predio nacional. Algo parecido le pasó a Alfonso X el Sabio en una guerra de sucesión de andar por casa con su hijo Sancho el IV. Entre ambos tuvieron una fuerte agarrada que casi se los lleva a los dos por delante. Afortunadamente, al final imperó la cordura y el padre miró para otro lado cuando el vástago se autoproclamó rey allá por los pagos de Jaén; la sangre no llegaría al río.

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De idéntica manera la tuvieron Pedro I el Cruel con su hermanastro Enrique de Trastámara, que esta vez sí, acabó con el cuello del interfecto rey de Castilla nivelado por los hombros. Lo de ‘Juego de Tronos‘ era un cuento de niños al lado de lo ocurrido en aquel tiempo en la tremebunda corte castellana.

Pero para trifulca gorda y memorable, la de Rodrigo Díaz de Vivar y la de su rey Alfonso VI. Cuentan que El Cid le tomó la medida al monarca y le hizo jurar que no le había dado pasaporte a su hermano en Zamora en un episodio que olía bastante a chamusquina. Esta acción de un vasallo a su rey parece ser que no le sentó bien al coronado y ello dio lugar a una serie de dimes y diretes que quedan reflejados en la excelente obra cumbre de la literatura española, el ‘Cantar de Mio Cid’.

Lo que ya alcanzó ribetes de opereta fue la agarrada entre Ana de Mendoza y la revolucionaria Teresa de Jesús

Otra que se las gastaba de órdago era nuestra bien amada reina Isabel la Católica que a su díscola sobrina la Beltraneja, que aspiraba además del trono de Portugal al de Castilla por unos derechos sucesorios un pelín volátiles, le hizo un descosido importante que casi acaba con ella en un cajón de pino. Se salvó por la campana y quedo despojada de todos sus títulos. El terremoto de Lisboa en 1755 se llevaría por delante sus restos y borraría cualquier huella de su precaria memoria histórica.

Allá por 1494 el Papa Alejandro VI –también conocido como el Papa Borgia– tuvo que llamarle a capitulo al «martillo de herejes» Torquemada, confesor de la Reina Católica por su exceso de celo con sus conciudadanos pues su afición a prender hogueras por aquí y por allá tenia al país en vilo. La cosa acabó con un buen tirón de orejas y una rebaja de humos y competencias de las actividades del celoso inquisidor que estaba dejando al país sin contribuyentes y los bosques esquilmados con tanto frenesí correctivo.

Felipe II.
Felipe II.

Años más tarde el excelente, a la par que cuestionado, rey Felipe II pondría a la sombra a su hijo Carlos por su supuesta locura alimentando así a los detractores de la corona que le acusaban de ser el mentor de la incipiente Leyenda Negra. No es que el gran rey estuviera desacertado en su decisión, pero si es cierto que se paso un poco dejando morir a su hermano en prisión.

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Pero lo que ya alcanzó ribetes de opereta fue la agarrada entre Ana de Mendoza y de la Cerda y la revolucionaria Teresa de Jesús. Estas dos criaturas estaban a la greña por la construcción de unos conventos en Pastrana que era el predio donde la Princesa de Éboli tenia asiento y plaza. A la aristócrata se le cruzaron los cables y quiso imponer a la mística las directrices de los planos y una intervención en la gestión de los conventos, obviamente la santa se puso torera y la noble tuerta le denunció por hereje ante la Inquisición por los comentarios vertidos en su magna obra el ‘Libro de su Vida’. Al final, Teresa de Jesús fue apercibida con la boca pequeña y a la noble se le recomendó que mirase a otro lado. Tablas.

Lucha de hermanos

Allende las fronteras y en la línea de proyectar las diferencias locales entre hermanos se dio otra agarrada entre dos antiguos amigos, Pizarro y Almagro. En el contexto de las llamadas guerras civiles entre conquistadores y tras las capitulaciones de Toledo allá por 1529, el agraviado Almagro, descubridor de Chile, se puso farruco y en la batalla de las Salinas, Pizarro le infligiría una severa derrota, además de transitarlo hacia la eternidad de manera expeditiva.

Lope de Vega y Cervantes, en un duelo de titanes, no cejarían en sus agarradas más que sonadas

Mientras eso ocurría en tan lejanos lares, aquí en la península dos pesos pesados de la literatura mundial se zurraban de lo lindo; Quevedoy Góngora podían ser perfectamente los protagonistas de aquel cuadro de Goya, ‘Duelo a garrotazos’, pues su empeño por darse cera manifestaba su ingenio a raudales en coplillas y sonetos como aquel que el cordobés le dedicaría al que fue espía en Venecia; “Hoy hacen amistad nueva/ más por Baco que por Febo/ don Francisco de Quebebo y Feliz Lope de Beba”…Por similares motivos aunque sin tanta retranca, dos genios de la literatura española usaron sus plumas para zurrarse de lo lindo. Lope de Vega y Cervantes en un duelo de titanes no cejarían en sus agarradas mas que sonadas.

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ÁLVARO VAN DEN BRULE

Un poco más arriba y con menos lustre y más grosería, un tal Fernando VII y el asaltacamas llamado Godoy se arrancarían los pelos tras la caída de su mentor Carlos IV. Las secuelas del motín de Aranjuez y la desmesurada practica de un nepotismo lacerante, serian la tumba del tragaldabas y antaño todopoderoso primer ministro.

Años después, los fundadores del turnismo tras el agitado sexenio isabelino, Cánovas y Sagasta crearían la pantomima de la democracia, una caricatura que más parecía un teatro de títeres –con el máximo respeto a los artistas de esta disciplina-, en la que permanentemente amagaban con la mayor para regocijo de un electorado amaestrado que se lo pasaba de miedo con las representaciones de estos dos actores. Aunque más crudo fue el rifirrafe entre Prim y el maquiavélico Montpensier, que acabaría con la vida del primero en un trágico atentado en las navidades de 1870, posiblemente, alentado por el segundo que tenía muy mal perder.

Ramón Franco. (Dominio público)
Ramón Franco. (Dominio público)

En fin, un país muy ameno…

Y así las cosas, una viva y cruda representación de los desgarros patrios fue la encarnada por los hermanos Franco que se avinagraban las ensaladas con fruición y con ideologías más que contrapuestas, pues el aviador, de madera revolucionaria, era un incondicional de la República, pero aun así, es posible que a sabiendas de cómo se las gastaba el hermanito -o por el tirón de la sangre-, decidiera combatir con los golpistas y en mi opinión, responsables últimos de la Guerra Civil, pues bien podían haber ayudado a la República a corregir los desmanes tempranos y evitar a la nación tan terrible episodio y penoso capítulo de la historia.

España, como dicen los aviadores cuando toman tierra, para habernos “matao”.

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