La invasión nazi-fascista de Yugoslavia
La ocupación nazi-fascista de Yugoslavia, en el marco de la Segunda Guerra Mundial, provocó un alzamiento popular que iba a terminar derrotando no solo a los invasores sino que también liquidaría el domino de la burguesía yugoslava.
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El domingo 6 de abril de 1941 la ciudad capital del reino de Yugoslavia amanecía apaciblemente en un día brillante y soleado. Los belgradenses acostumbraban despertarse temprano e ir a las pijace (mercados al aire libre) a hacer las compras al tiempo que comunes eran los paseos matutinos por los parques y las plazas. Pero esa mañana iba a ser diferente, los planes de Hitler para los Balcanes poco tenían de apacibles e iban generar pánico y terror en los habitantes de Belgrado. A las siete de la mañana la blitzkrieg (guerra relámpago) nazi, mediada por la Luftwaffe (fuerza aérea alemana), descargó toneladas de bombas. Oleada tras oleada la ciudad fue metódicamente bombardeada. La artillería antiaérea pronto fue reducida al silencio y los pocos cazas yugoslavos que pudieron levantar vuelo fueron derribados.
Tanto como había ocurrido con Guernica (Guerra Civil Española), Coventry, Rotterdam, etc, Belgrado se convirtió en una ciudad víctima del nazi-facismo. Nunca se pudo determinar exactamente el número de víctimas, pero solo en el nuevo cementerio se enterraron 3.000 cadáveres como consecuencia del ataque. Los Stukas llegaban hasta la altura de los techos y no perdonaban a nada ni a nadie: escuelas, hogares, iglesias, colegios, mercados, etc., eran blancos. La biblioteca nacional fue bombardeada (contaba con manuscritos de más de 1.000 años) tanto como el zoológico de la ciudad, lo cual daba cuenta del intento nazi por destruir la moral del pueblo para poder someterlo.
Mejor guerra que pacto
Ante esta dramática situación el ejército monárquico opuso casi nula resistencia y a los once días de iniciado el ataque capituló ante los invasores. Como tantos otros gobiernos europeos, el yugoslavo había coqueteado con Hitler y Mussolini antes de la guerra. El 25 de marzo de 1941 el primer ministro yugoslavo, Dragisa Cvetkovic, firmó en Viena, con Ribbentrop y el conde Ciano, la adhesión de Yugoslavia al Pacto Tripartito. Pero esa misma noche en Belgrado, Kragujevac, Split y otras ciudades estallaron manifestaciones populares contrarias a la firma del pacto. Dos días después, el 27 de marzo, un grupo de jóvenes oficiales de la fuerza aérea dio un golpe de Estado en contra del gobierno pactista. En Belgrado y otras ciudades importantes de Yugoslavia se realizaron manifestaciones y la consigna “bolje rat nego pakt” (mejor guerra que pacto) daba cuenta del carácter antifascista del pueblo yugoslavo.
Cuando le comunicaron a Hitler lo que estaba ocurriendo en el reino de Yugoslavia no quiso creerlo, pensó que era una broma. Pero los telegramas que llegaban no hacían más que dar cuenta de la veracidad del levantamiento popular. La tarde del 27 de marzo ordenó al Alto Comando de las fuerzas terrestres alemanas preparar con urgencia un plan de aniquilamiento del Estado yugoslavo. Debido a este imprevisto, la Operación Barbarroja tuvo que ser demorada unos meses más. Seguramente, este retraso “no planificado” permitió que el invierno ruso pudiera jugar su papel en la batalla de Moscú y complicara las ambiciones de la blitzkrieg en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1941.
La invasión y destrucción de Yugoslavia
En pocos días Yugoslavia fue destruida, no solo en términos militares sino como una unidad territorial. Las divisiones italianas de Mussolini ocuparon Montenegro, la mayor parte de Eslovenia y Dalmacia; Hungría se hizo con buena parte de Vojvodina; Bulgaria con Macedonia y el sur de Serbia; Alemania anexó la parte norte de Eslovenia y ocupó casi toda Serbia. En Croacia y Bosnia-Herzegovina los alemanes promovieron la instalación de un gobierno ustasha (1) (El Estado Independiente de Croacia) que se caracterizó por llevar adelante una persecución de la nacionalidad serbia que habitaba Bosnia y Croacia, produciendo un genocidio que dejó como resultado la muerte de casi un millón de serbios (pero también judíos, gitanos y antifascistas croatas) como consecuencia de las matanzas que se daban en el campo de exterminio de Jasenovac (2). La iglesia católica croata jugó un papel central en el genocido ustasha: el arzobispo croata Aloysius Stepinac (3) se puso abiertamente del lado de los alemanes y de su Quisling (4) croata. Tempranamente, el 12 de abril, cuando las batallas en las montañas de Bosnia entre el ejército yugoslavo y el alemán se estaban dando, Stepinac visitó abiertamente al representante de Ante Pavelic (5), Slavko Kvaternic (6). Más adelante se llevó adelante un forzado proceso de conversión al catolicismo de la población cristiana ortodoxa serbia.
Legión croata
La Operación Barbarroja y el comienzo de la resistencia
El 22 de junio de 1941, sin declaración de guerra y rompiendo unilateralmente el pacto Molotov-Ribbentrop Alemania atacaba a la URSS. El frente oriental soviético se iba a convertir en la variable que iba terminar definiendo la Segunda Guerra Mundial, pero de manera contemporánea, en los Balcanes, iba surgiendo la resistencia contra la invasión. El Movimiento Antifascista de Liberación Nacional de Yugoslavia, conformado por los pueblos yugoslavos y liderado por el Partido Comunista de Yugoslavia (PCY), iba a luchar contra las fuerzas de ocupación, sus colaboradores internos y de esta manera debilitaba sensiblemente a las fuerzas armadas nazis en su lucha contra los soviéticos.
El mismo día que la Wehrmacht (7) invadía la URSS el secretariado general del PCY declaró la insurrección contra el invasor y sus colaboradores, ya fueran estos ustashas croatas, cetniks (8) serbios o domobranci (9) eslovenos. La coincidencia de la fecha no es casual; la dirigencia comunista yugoslava estaba absolutamente alistada en las filas de los partidos comunistas dependientes del estalinismo, y entonces “hubo que esperar” a que la URSS fuese atacada por los nazis para poder lanzar la insurrección. Sin embargo la ayuda soviética a los partisanos yugoslavos fue escasa.
Cetniks
Hasta la derrota alemana en la Batalla de Stalingrado la URSS no estaba en condiciones de poder socorrer, de manera certera, a su aliado político balcánico, pero una vez que los soviéticos comenzaron a avanzar sobre las líneas nazis la decisión de Stalin fue desestimar la posibilidad de viabilizar la creación de un Estado comunista en Yugoslavia y en la vecina Grecia, ambos territorios en donde la guerrilla antifascista era dirigida por partidos comunistas estalinistas. Sucedía que en las reuniones secretas entre Stalin, Churchill y Roosevelt se habían acordado áreas de influencia y Yugoslavia y Grecia debían ser parte del mundo occidental.
La insurrección partisana y la lucha de liberación nacional
Unos pocos días después de la proclama del 22 de junio comenzó la insurrección armada contra los invasores. En la noche del 23-24 se realizaron actos de sabotaje en la línea de ferrocarril Belgrado-Zagreb. Los luchadores contra la invasión fueron denominados partisanos y la dirección del PCY se hacía notar desde el primer momento; Josip Broz Tito (secretario general del PCY) fue nombrado comandante del Cuartel General de los Grupos Partisanos y la bandera de la guerrilla iba a ser la bandera yugoslava con una cruz roja en el medio.
A la izquierda, Josip Tito
Para el mes de julio de 1941 la sublevación ya estaba en marcha y si bien comenzó en la capital Belgrado, rápidamente se fue expendiendo a todo el país. Era dirigida por el PCY pero no tenía un carácter político ideológico consolidado, más bien era una formación político-militar antifascista que tenía como objetivo principal la lucha de liberación nacional. Las filas de los partisanos no tenían distinción nacional, las conformaban los montenegrinos, serbios, croatas, macedonios, musulmanes, etc. En todo caso la nacionalidad pudo haber sido la yugoslava.
Con el paso del tiempo y por la propia dinámica de la lucha, el conjunto de pueblos yugoslavos que luchaban contra el invasor nazi-fascista y sus aliados internos, ya fuesen estos ustashas croatas, monárquicos serbios o domobranci eslovenos, fueron acercándose a través de la práctica político-militar al PCY. La lucha de liberación nacional fue adoptando un tinte revolucionario que terminó con la liberación del país y la posterior expropiación del conjunto de la burguesía yugoslava. Sin embargo este proceso de transformación no se dio por medio de asambleas revolucionarias ni tuvo como actor principal a la clase obrera, sino que fue producto del carácter antifascista del pueblo yugoslavo y de la dirección que pudo imponer el PCY al curso de los acontecimientos.
Yugoslavia fue el único país de Europa Central y Oriental que se liberó sin la ayuda de ninguno de los aliados. La sangre derramada por los eslavos del sur (más de dos millones de muertos) fue una de las variables que hizo posible la derrota de Hitler. Una vez echados los invasores y derrotados los colaboradores internos, Churchilll y Stalin pretendían que vuelva el rey Pedro (exiliado en Londres desde el comienzo de la invasión) pero esta “solicitud” era imposible de aceptar. Al menos por un tiempo, la clásica política de los imperialismos europeos para los Balcanes: dividir cuanto más sea posible para poder dominar, no iba a ser posible.
Notas:
1. Movimiento de extrema derecha, profundamente católico y radicalmente anticomunista.
2. El campo de concentración de Jasenovac se caracterizó por su extrema brutalidad. La metodología para asesinar a los capturados distaba de la “sofisticación” de las cámaras de gas nazis. Aquí se mataba a la gente por medio de martillazos en la cabeza, degollándolos o simplemente tirándolos al rio Sava para que murieran ahogados.
3. Juan Pablo II lo declaró mártir en 1997 y un año después fue beatificado. Como un agrio chiste de la historia el Papa Benedicto XVI sostuvo, en el año 2011, lo siguiente: “Precisamente por su firme conciencia cristiana, supo resistir a todo totalitarismo, haciéndose defensor de los judíos, los ortodoxos y todos los perseguidos en el tiempo de la dictadura nazi y fascista, y después, en el período del comunismo, abogado de sus fieles, especialmente de tantos sacerdotes perseguidos y asesinados”.
4. Fue un político noruego que el 9 de abril de 1940, con la invasión alemana de Noruega en marcha, tomó el poder en un golpe de Estado apoyado por los nazis. Durante la Segunda Guerra Mundial el término quisling se convirtió en sinónimo de traidor.
5. Miembro fundador y líder del movimiento ustasha. También fue el presidente del Estado Independiente Croata.
6. Fundador junto con Ante Pavelić del movimiento nacionalista/fascista ustasha, y ministro de las fuerzas armadas del Estado Independiente de Croacia.
7. Nombre de las fuerzas armadas unificadas de la Alemania nazi desde 1935 a 1945, surgidas tras la disolución de las fuerzas armadas de la República de Weimar.
8. Guerrilla formada por resabios del ejército monárquico de Yugoslavia. Los Cetniks eran apoyados por los Aliados con armas y suministros, incluida la URSS (que duante mucho tiempo no apoyó a los partisanos). En un principio enfrentó a los invasores y pero con el paso del tiempo comenzó a atacar a los partisanos.
9. Fue una organización paramilitar financiada por la Alemania nazi compuesta por eslovenos católicos anticomunistas.