6 diciembre, 2024

La mentira que aún crees de los Tercios: ¿estaban o no formados solo por españoles?

Rocroi, el último Tercio, de Augusto Ferrer-Dalmau AUGUSTO FERRER-DALMAU
Rocroi, el último Tercio, de Augusto Ferrer-Dalmau AUGUSTO FERRER-DALMAU

En ‘Hermanos de guerra’, Fernando Martínez Laínez sostiene que, aunque es cierto que la Monarquía hispánica contaba con una gran cantidad de unidades de otros países, estas se agrupaban por nacionalidades

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El periodista e investigador Fernando Martínez Laínez es uno de aquellos pioneros que sentaron las bases de la historia de los Tercios por estos lares. Y no se crean que es de boquilla. Inició sus pesquisas sobre estas unidades hace más de dos décadas y, todavía hoy, sus obras continúan reeditándose. Su palabra es ley, o casi. Ahora vuelve a las librerías, y lo hace con un ensayo –‘Hermanos de guerra. Las victorias de los Tercios’ (Espasa)– en el que salda una de las pocas deudas que tenía con ellos: analizar lo que ha denominado ‘espíritu de grupo’. Esa unidad y camaradería que les llevó a dominar el Viejo Continente durante casi tres siglos. Aunque, como no podía ser de otra forma, también da algún tirón de orejas a los que apoyan tópicos manidos como la multiculturalidad de la infantería más legendaria de su era. «Sí, había Tercios de otras nacionalidades, pero los españoles estaban formados solo por levas de la península», explica a ABC. Hoy, le preguntamos por todo ello, y bastante más.

–¿Cuál es el objetivo de este libro?

La idea es hacer una suerte de recopilatorio de las batallas de los Tercios. Pero no para narrar victorias, sino para transmitir el espíritu de estos soldados. La génesis es que no eran estructuras definidas e inmutables, sino que obedecieron a una evolución que vino definida por los siglos de guerra fronteriza contra los musulmanes y por las guerras civiles en el interior de la península. Fueron siglos que forjaron un pueblo muy guerrero, el español, cuyo espíritu se plasmó luego en los Tercios.

–¿Y cómo fueron alumbrados?

Esta evolución vino marcada por los decretos reales de los Reyes Católicos. Ellos, a través de una serie de tratadistas, elaboraron lo que fue, a nivel burocrático, la organización militar más avanzada de Europa y del mundo. Todo ese aparato administrativo forjó el mejor ejército del momento, algo que se evidenció luego en los triunfos aplastantes de Gonzalo Fernández de Córdoba bajo las órdenes del rey Fernando en Italia. De aquello se generó una fuerte hermandad que combatía solo por la Corona, porque nunca hubo Tercios patrios que fueran mercenarios de otras naciones. Ellos luchaban para servir a Dios y al Rey, y no como jornaleros por dinero. Aunque ahora a muchos les resulte raro, en la época eran muy importante valores como el honor y la gloria. Esa animosidad guerrera fue lo que marcó la diferencia y se mantuvo de forma feroz durante siglos.

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–¿Era algo sabido en la época?

Esta idea se ha reflejado en opiniones de historiadores extranjeros de cierto renombre. El británico Charles Oman, por ejemplo, hablaba ya de la organización y la eficacia de los Tercios. Afirmaba que eran la admiración de todos los contemporáneos. España aplicó el modelo innovador suizo. Se basó en él, lo adaptó, lo mejoró y lo superó. El resultado fue el asombro de Europa entera.

–Afirma en su libro que los Tercios españoles estaban formados solo por soldados peninsulares

Evidentemente había Tercios de otras nacionalidades. Salvo alemanes, que eran otra fuerza notable en el bando hispano y combatían como regimientos con sus propios jefes y sí eran mercenarios. La clave es que los Tercios españoles estaban formados solo por españoles, igual que los italianos estaban formados solo por italianos.

Los Tercios españoles estaban formados por las levas reclutadas dentro de la península ibérica, con jefes locales. Además, estas unidades no podían ser mandadas por oficiales no españoles, cosa que sí sucedía al revés. Los nuestros sí tenían la potestad de liderar a los llamados Tercios de naciones, que eran los de cualquier otra nacionalidad. Otra cosa es que al entrar en batalla unos y otros luchasen juntos, aunque en diferentes unidades.

–Han pasado más de dos décadas desde que arrancó sus investigaciones sobre los Tercios. ¿Ha cambiado en este tiempo alguna de sus tesis iniciales?

La esencia es la misma, pero, a medida que lees e investigas, analizas otros aspectos en los que no habías caído de forma inicial. Un ejemplo es Rocroi. Más allá de que los franceses exageraron la derrota y la convirtieron en una suerte de cuento de hadas para darse ínfulas, la realidad es que aquel día se dejó vendidos a los Tercios. El despliegue fue pésimo, ni siquiera fueron formados en batalla, no adaptaron disposiciones iniciales… En Castelnuovo también fueron abandonados, y sin visos de recibir refuerzos. Quizá, lo que hago ahora es poner el acento en ese espíritu de pertenencia.

Fernando Martínez Laínez ABC

–¿Cree, en ese sentido, que los soldados de los Tercios se alistaban por un sueldo, o que buscaban algo más?

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En aquella época los que se alistaban no tenían fecha de licenciamiento. Eras combatiente hasta que el rey decidía que te marchabas. Podías estar cuarenta años combatiendo sin que pudieras volver a casa. No niego que hubo personas que se apuntaron para obtener un trabajo, pero mantengo que primaba ese espíritu de pertenencia.

–También existe cierta controversia, que usted analiza, sobre en qué año nacieron los Tercios embarcados

Sí, ha habido muchas discrepancias, pero son cuestiones menores. He desgranado las diferentes teorías a lo largo del libro, pero no hay que centrarse en hechos que generan controversia. Lo que está claro es que España desplegó un ejército de nuevo cuño, pagado y organizado por la Corona, y no por señores feudales y mercenarios. Y que las levas que se hacían en España estaban organizadas por el monarca y sus ministros. Eso supuso un avance importantísimo para la historia militar de la época.

–Háblenos de una batalla que la sociedad no conozca lo suficiente

La batalla de Kinsale, en Irlanda. Es muy poco conocida. La bibliografía británica la ha borrado de la historia. Intenté, cuando estuve por la zona, buscar documentación sobre ella, y no encontré apenas. Solo algunas obras menores. Es una pena porque fue una contienda importantísima. Con ella se pretendía atacar Inglaterra por ese flanco, tras un desembarco de infantería, con el apoyo de los condes de O’Neill y O’Donnell. La idea era apoyar una rebelión local y asfixiar al enemigo en una suerte de tenaza, pero no funcionó. Tras una derrota inicial, los españoles quedaron aislados en Kinsale. La fuerza aguantó hasta el final, casi como en Castelnuovo, a pesar de las enfermedades, las escaramuzas y la artillería británica. Al final, se retiraron.

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–¿Cómo se vio esa derrota en la península?

Cuando el hombre que mandaba aquella fuerza, Juan del Águila, volvió a España, fue juzgado por haberse retirado. Y eso, a pesar de que lo había hecho en condiciones infrahumanas. Lo sometieron a un consejo de guerra. Es cierto que se salvó y no fue encarcelado, pero quedó muy marcado y murió poco después.

Hermanos de guerra

Imagen - Hermanos de guerra
  • Editorial Espasa

–Tras una vida de estudio, ¿de qué mito está harto?

Es un mito pensar que los soldados de los Tercios eran de de procedencia ruin y vil. Eso no fue así. Por entonces la profesión de las armas estaba muy cotizada en España y, en ese sentido, muchísimos de los combatientes tenían un buen nivel cultural y eran hasta nobles. Estaban en ese sentido por encima de la media. También está la idea de que solo se movían por el dinero. La soldada era necesaria, pero en ningún caso se consideraban jornaleros; en una inmensa mayoría de los casos iban atraídos por las ansias de aventura y por el espíritu de lo que representaba España frente al mundo. Buscaban ver otras tierras, tener un cierto honor y prestigio que luego les podía valer a su regreso. Hay que acabar con esa visión de que eran meros mercenarios, pero también con la falacia de que no eran disciplinados. Hasta cuando se amotinaban elegían a un líder y se regían por unas normas muy estrictas que rara vez se rompían.

–También se suele decir que eran muy escandalosos…

Siempre combatían en silencio para que las órdenes llegaran mejor. Eso sorprendía mucho al enemigo.

–Recoge en su libro la cita de Nietzsche: ‘España es un pueblo que ha querido demasiado’…

Sí, pero no de forma negativa. Aunque suene a tópico, la historia militar española del siglo XVI y principios del XVII se caracterizó por la idea de ‘nos contra todos’. Hubo un momento en el que se combatió a la vez contra turcos, luteranos, franceses, ingleses… Y eso, sin contar la exploración del Nuevo Mundo, que no fue sencilla, pues había que hacer frente a piratas y corsarios. Es cierto, España quiso demasiado, pero lo intentó.

 

Origen: La mentira que aún crees de los Tercios: ¿estaban o no formados solo por españoles?

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