La operación secreta en la que los «spetsnaz» rusos eliminaron al dictador de Afganistán en 45 minutos
Afganistán
Afganistán supuso para la URSS el principio del fin. Algo así como el Vietnam soviético por su alto coste en vidas y los pobres avances cosechados. Muchos países antes, y algunos todavía hoy, se han topado en su camino con una tierra conocida como la tumba de los imperios y se han inmiscuido en un rompecabezas político y religioso al que nadie ha dado aún solución. Con esa prepotencia tan característica de los grandes imperios, la URSS envió a finales de los años setenta a sus fuerzas especiales a asesinar al presidente del país asiático creyendo que la victoria empezaba por aquí. No podían estar más equivocados: la guerra iba a durar 14 años.
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!Jafizulá Amín fue durante un tiempo la mano de derecha del célebre presidente de Afganistán Mohammed Taraki, el fundador del Partido Comunista afgano y el hombre que condujo al país hacia cierto progresismo. El 14 de septiembre de 1978, un tiroteo en el palacio de gobierno entre los guardaespaldas de Amín y los de Taraki dio lugar a un cruce de acusaciones entre sus partidarios y al arresto del presidente días después. Si bien nunca fueron esclarecidas las circunstancias de la muerte de Taraki, lo evidente es que Amín lo reemplazó en el poder y que su ejecución corrió a su cargo.
Objetivo: el Palacio Tajbeg
Al hacerse con las riendas del país, Jafizulá Amín mostró aires totalitarios y se distanció de la URSS. Durante los 104 días de su gobierno, el político afgano se aproximó a la órbita de Pakistán y Estados Unidos. Un cambio político que la URSS vio desde el principio con recelo y que finalmente forzó la intervención militar. En un contundente golpe de mano, los rusos pusieron sobre el tablero el 27 de diciembre de 1979 un comando especial para tomar las principales instalaciones y edificios gubernamental de Kabul. En pocas horas fueron ocupados hasta 13 puntos estratégicos por los soviéticos, entre ellos los edificios del Ministerio del Interior, el edificio de la Seguridad Interna, y el palacio de Darul Aman. No en vano, el objetivo principal era sacar de la ecuación a Amín y finiquitar su breve gobierno.
La operación contra el Palacio Tajbeg donde residía Amín es recordada como uno de los momentos más exitosos en la historia de las unidades especiales rusas, los mitificados «spetsnaz». Si bien el término «spetsnaz» hace referencia a todas las unidades rusas de carácter especial, en este escenario afgano el comando elegido para encabezar el ataque fue el Grupo Alfa, especializado hoy en contraterrorismo. Así, esta unidad subordinada al Ministerio del Interior fue creado en 1974 por iniciativa del entonces jefe del KGB, Yuri Andrópov, y vivió su bautismo de sangre en el asalto al palacio, como explica Mark Galeotti en su libro «Spetsnaz: Russia’s Special Forces».
Una unidad conocida como «batallón musulmán» porque estaba formada exclusivamente por soldados de las repúblicas meridionales de URSS.
A los 24 soldados del Grupo Alfa se sumaron 30 soldados de un grupo especial del KGB, el Cenith (encargado de recoger pruebas de la colaboración entre Amín y EE.UU); 87 soldados de la Compañía Aerotransportada y 520 hombres del 154º Batallón Separado del Spetsnaz. Esta última era una unidad conocida como «batallón musulmán» porque estaba formada exclusivamente por soldados de las repúblicas meridionales de URSS. En total sumaban 600 soldados vestidos con uniformes de tropas afganas, sin insignias, e identificados por bandas blancas en los brazos para cuidarse del fuego amigo.
Amín, que desconocía que la URSS desconfiara tanto de él, había autorizado la presencia en suelo afgano de muchas de estas unidades rusas desde finales de noviembre con el pretexto de que le ayudaran a estabilizar el país, cada vez más convulso por culpa de los muyahidines. De hecho, dos días antes del comienzo de la operación un Il-76 se estrelló en las cercanías de Kabul, pereciendo la tripulación y los 37 paracaidistas rusos que transportaba. Lo que no podía imaginar es que el dictador no entraba en los planes soviéticos para Afganistan.
45 minutos de ataque
El objetivo último de las fuerzas soviéticas era el palacio de Tajbeg, construido por arquitectos europeos en 1920 para la familia real afgana, que contaba con unas defensas imponentes. Solo se podía acceder a través de una senda empinada y serpenteante, tras la cual se situaban tanques T-54 y varias ametralladoras. Los spetsnazs debieron, además, enfrentarse a la guardia personal de Amín, compuesta por 300 hombres, y a más de un millar de soldados regulares.
-A las 19:15 del 27 de diciembre se inició la operación Tormenta-333 (Shtorm-333) con una fuerte explosión en Kabul que dejó a las fuerzas gubernamentales incomunicadas.
-A las 19:30 horas, el batallón musulmán desplegado entre las fuerzas afganas volvió por sorpresa sus armas contra las tropas gubernamentales causando cerca de 200 bajas. En paralelo a estos sucesos, los Spetsnaz Alfa y los Cenith se lanzaron sobre la guardia personal de Amín y registraron habitación por habitación el palacio del dictador. En cuestión de 45 minutos concluyó la operación sin que quedara claro si fue ejecutado durante el asalto o posteriormente.
Al principio del ataque, Amín todavía creyó que la Unión Soviética estaba de su lado: «Los Soviets nos ayudarán», le afirmó a uno de sus ayudantes cuando comenzó el tiroteo. El ayudante replicó que eran precisamente los soviéticos los que atacaban y aquello fue demoledor. La versión oficiosa le pinta por última vez vestido con una camisa Adidas y empuñando un arma en una última defensa desesperada. Fue localizado a las 19:45 y abatido junto a su hijo por los miembros del Grupo Alfa.
En contraste con los varios centenares de muertos en las filas afganas, los rusos apenas registraron bajas durante el asalto al palacio. El Grupo Alfa perdió dos hombres, el Cenith perdió tres, la Compañía Aerotransportada perdió nueve, y el batallón musulmán perdió cinco, principalmente tripulantes del BMP que transportaba a las tropas a las puertas del Palacio. No obstante, la verdadera sangría de hombres acababa de empezar para los rusos.
La URSS defendió en todo momento la legalidad de las operaciones militares en el país asiático conforme el Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación entre la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y la República Democrática de Afganistán. Se justificó en que la intervención militar se realizó por petición del Consejo Revolucionario afgano, que horas antes de la muerte de Amín se había reunido y lo había condenado por traición.
Los soldados rusos fueran vestidos de afganos dentro de un plan para hacer pasar la misión como un golpe interno en el que los rusos jugaban un papel menor: los grupos de Alfa y Zenith iban camuflados en el batallón musulmán, que a su vez estaba velando supuestamente por los intereses del presidente.