La otra Leyenda Negra: los esclavos africanos que ayudaron a España a conquistar América
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!Aparte de los indios que estaban aliados con los españoles, los conquistadores incluían en sus filas a tanto esclavos como hombres libres de raza negra
Bartolomé de Las Casas, cuyos textos fueron usados y retorcidos por la propaganda extranjera para tejer la Leyenda Negra sobre la Conquista de América, fue uno de los primeros frailes españoles en denunciar que algunos españoles, desobedeciendo las órdenes explícitas de la Corona, estaban abusando de los indios y cometiendo toda clase de fechorías. El fraile dominico aconsejó, para evitar más daño a los indígenas americanos, el trasplante esclavista «de Guinea» a las Indias. Al igual que sus contemporáneos, de Las Casas pensaba que todo hombre, negro o blanco, capturado en «justa guerra» se convertía en esclavo del vencedor, no así los indígenas que estaban dispuestos a convertirse al cristianismo. Por ello proponía sustituir al hombre libre (el indio) por el hombre esclavo (el negro) para las labores propias de la esclavitud.
Sería injusto tachar por estas opiniones de hipócrita o de negrero a de Las Casas, que, además, hacia 1560 tomó conciencia de que los negros de Guinea estaban «injusta y tiránicamente hechos esclavos, porque la misma razón es dellos que de los indios» y empezó a denunciarlo). Su forma de pensar era la representativa de su tiempo y explica el por qué miles de esclavos africanos fueron trasladados a América tras la llegada de Cristóbal Colón. El propio navegante siempre viajó en sus expediciones con un esclavo personal africano y, según recientes investigaciones, es posible que en la tripulación de su segundo viaje hubiese africanos libres recogidos en las islas Canarias o inmigrantes de este continente que vivían en España.
Un negocio portugués
Desde mediados del siglo XV, Portugal empezó a capturar a grupos de esclavos en la costa africana y a venderlos, entre otros países europeos, a los reinos españoles. La Corona lusa se hizo en 1455 con los derechos de este comercio por bula papal y, con ello, se garantizó un negocio millonario en América. Los primeros africanos llegarían en 1502 y, ocho años después, la Corona autorizó el envío de 250 esclavos a La Española. Solo un siglo después se calcula que 100.000 se habrían enviado al continente americano, aunque, según el historiador británico Eric Hobsbawm, la cifra podría alcanzar el millón en el siglo XVI, tres millones en el XVII y durante el siglo XVIII los 7 millones si se computan tanto los del norte como los del sur. Sus labores iban desde las tareas domésticas a ser auxiliares de los conquistadores en combate.
Frente a la imagen uniforme de las conquistadores blancos y barbudos abriéndose paso por el continente, la realidad fue mucho más diversa. Aparte de los indios que estaban aliados con los españoles, los conquistadores incluían en sus filas tanto esclavos como hombres libres de raza negra. En esas fechas se distinguía en las crónicas entre esclavos «ladinos», o «de Castilla», es decir, los que llevaban viviendo antes de ir América al menos un año en la península, y los esclavos «bozales», o «de Guinea» o «de Cabo Verde», aquellos recién sacados de sus propios países y que eran «infieles». Obviamente los primeros eran más fiables y, dada la fama de buenos guerreros que tenía esta raza, suponían una fuerza muy apreciada en las expediciones más arriesgadas.
En un artículo titulado «Black Conquistadors: Armed Africans in Early Spanish America», publicado en la publicación universitaria The Americas, Matthew Restall repasa la presencia de estos africanos en las grandes aventuras españolas en América, entre ellas la conquista de Cuba o la de México, donde solo participaron unas pocas docenas debido al elevado precio que tenían en ese momento. No obstante, otras expediciones en el futuro contarían con cientos de africanos y en algunos casos hasta sobrepasarían al número de españoles.
En la incursión de Pedro de Alvarado a Perú (1534) había 200 esclavos y sirvientes y un pequeño grupo de voluntarios africanos. En la batalla de Cajamarca contra los incas la única baja entre los españoles fue un esclavo negro. Ellos también murieron en la empresa imperial. Distintos cronistas relatan que, asombrados por el color oscuro de la piel de los indígenas, en varios casos intentaron lavarlos hasta matarlos.
Entre estos miles de esclavos de raza negra que llegaron a América, muchos lograron la manumisión gracias a la laxa legislación española y se establecieron como colonos con empleos que iban desde los propios del ámbito civil al militar. Ya en la expedición en que Juan Ponce de León descubrió Florida en 1513 viajaban con él dos africanos libres, llamados Juan Garrido y Juan González.
Un africano llamado Juan Garrido, convertido al cristianismo en Lisboa, jugó un papel importante en la expedición mexicana de Hernán Cortés y ayudó a introducir el cultivo del trigo en Norteamérica. Durante la exploración de la Baja California, fue el responsable y copropietario de un batallón de esclavos negros e indígenas.
Otro nombre propio fue Juan Valiente, un africano que vino a Chile a su «costa y minción», es decir, participó con sus bienes en las expediciones de Almagro y Pedro de Valdivia. Se dice que huyó de su amo, Alonso Valiente, quien le había bautizado, en Los Ángeles, Nueva España, aunque según otras fuentes éste le dio permiso, a cambio del botín que obtuviese, para luchar en la conquista del territorio americano más hostil a la presencia española. Chile…
En los distintos combates contra las tribus de la Araucana Juan Valiente llegó a ejercer como capitán. El africano sería recompensado con tierras en la ciudad de Santiago de Chile y una encomienda. Se casó con Juana de Valdivia, posiblemente esclava africana del gobernador de Chile. Valiente murió combatiendo en la batalla de Tucapel cuando su situación legal todavía estaba en trámites.
Un refugio para los esclavos
La ley y las costumbres españolas garantizaban a los esclavos ciertos derechos y protecciones que no se hallan en otros sistemas de esclavitud. Tenían el derecho a la seguridad personal y mecanismos legales por los cuales podían escapar de los abusos de sus amos. Se les permitía poseer y transferir propiedades y emprender procesos legales, lo que derivaría en el «derecho a la autocompra».
Esta legislación más laxa que otras potencias hizo que algunas ciudades fronterizas con las colonias británicas se terminaran convirtiendo en refugio de esclavos. Bastante conocido es el caso de La Florida, cuya primer asentamiento estable lo fundó en 1565 Menéndez de Avilés. En el desarrollo de la que hoy en día es la ciudad más antigua de EE.UU., San Agustín, medio centenar de esclavos africanos se ocuparon de tareas que iban desde la obtención de la madera, el cultivo de la tierra, la ganadería y el servicio doméstico. También participaban en las tareas defensivas frente a los franceses, los piratas británicos y las tribus más hostiles.
A raíz de que Carlos II permitiera en 1693 que todos los esclavos si se convertían al catolicismo podían alcanzar el estatus de hombres libres, la Florida española se elevó como una esperanza de libertad para los esclavos de las colonias británicas del sur. En pocas décadas se disparó el número de negros que escapaban de la esclavitud en las plantaciones británicas camino de La Florida.
Para recibir a tantos huídos, el gobernador de la región creó el poblado de Gracia Real de Santa Teresa de Mose en 1738, la primera comunidad autogestionada por negros libres y nativos americanos con respaldo de las autoridades en el territorio de lo que ahora son los Estados Unidos. En esta comunidad, situada a tres kilómetros de San Agustín y más conocida como fuerte Mose, vivieron hombres, mujeres y niños de diversas etnias y todos los varones participan en la milicia, que capitaneaba un africano mandinga llamado Francisco Menéndez.
El fuerte Mose era un desafío para las colonias británicas y su modelo económico, de manera que Inglaterra lanzó un ataque desde Georgia en 1740 que acabó temporalmente con el fuerte y obligó a sus habitantes a refugiarse en San Agustín. En 1752 se reconstruyó y decenas de afrocamericanos pudieron vivir allí en libertad hasta que Florida pasó a manos británicas en merced del Tratado de París que siguió a la Guerra de los Siete Años. El cambio de soberanía supuso la introducción en Florida del modelo de plantaciones esclavistas de Carolina del Sur y Georgia
Entre 1784 y 1821, España recuperó La Florida y restableció este modelo favorable al mestizaje y donde, aunque seguía habiendo esclavos, algunos negros lograron ascender y hacer prosperar sus negocios comerciales. Cuando en virtud del Tratado Adams-Onís Florida se convirtió definitivamente en territorio estadounidense, muchos negros se exiliaron a la cercana isla de Cuba, entonces española.
Origen: La otra Leyenda Negra: los esclavos africanos que ayudaron a España a conquistar América