La verdad tras el exagerado mito sexual sobre Fidel Castro
Pese a que siempre fue un hombre muy reservado con su vida privada, el líder guerrillero no solo era conocido por su intensa actividad política, sino también por los múltiples romances que tuvo a lo largo de sus 90 años
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Mucho se escribió sobre el revolucionario, guerrillero, dictador comunista y enemigo declarado de Washington, aunque muy pocos supieron de su vida privada. Fidel Castro guardó en secreto, hasta el final de sus días, su imagen íntima y personal. Todo un enigma que alimentó ese aura legendaria que le rodeaba.
La actividad política del antiguo presidente de Cuba era tan activa como su vida amorosa. A lo largo de sus 90 años atesoró grandes pasiones. Según el «New York Post», llegó a tener más de 35.000 romances, algunos de ellos confesables y otros ocultos.
Ya fuese por razones de seguridad o por no mezclar asuntos políticos con privados, lo cierto es que los cubanos apenas conocieron de sus aventuras de alcoba. «Es tal el pudor con que protegió su intimidad, que su vida privada ha terminado por ser el enigma más hermético de su leyenda», dijo en una ocasión su amigo, el escritor colombiano y Premio Nobel, Gabriel García Márquez, fallecido en 2014.
De cara a la galería
El misterio lo acompañó siempre. Incluso en los últimos años de vida, su estado de salud fue declarado, en principio, «secreto de Estado». Solo era conocido por su círculo más cercano (esposa, hijos y algún que otro familiar o amigo).
No es de extrañar que casi nadie supiese siquiera que tuvo ocho hijos conocidos, aparte de los nacidos fuera del matrimonio. Algunos elevan la cifra a cantidades extraordinarias, lo que evidencia que el dictador fue un gran conquistador en el terreno amoroso, más allá de su alargada figura política.
Solo hizo públicos dos de sus matrimonios. El primero con Mirta Díaz-Balart y el segundo con Dalia Soto del Valle, quien le acompañó hasta el final de sus días.
Conoció a Mirta Díaz en la universidad el año 1946. Ella provenía de una familia influyente y relacionada con el régimen de Fulgencio Batista. A pesar de los impedimentos, contrajeron nupcias dos años más tarde. Fruto de esta unión nació el primer hijo del comunista, «Fidelito».
Este matrimonio no fue estable a consecuencia de las sonadas infidelidades de él. Sin embargo, la separación no se debió precisamente a esto. Mientras estaba preso por el frustado asalto al cuartel de Moncada, en 1953, Castro se enteró de que su mujer figuraba en la nómina del Ministerio del Interior de Batista. Le pidió el divorcio.
Pocos años después, en 1961, caería rendido a los pies de Dalia Soto del Valle, con quien tuvo cinco hijos varones (Alejandro, Alex, Antonio, Alexis y Ángel). Fue conocida como la «primera dama invisible» ya que se mantenía al margen de la vida pública.
Sus múltiples amantes
Castro entregó su vida por completo a la revolución y poco tiempo tuvo para dedicarle a sus hijos. Sin embargo, nunca descuidó su actividad de alcoba y siempre se mantuvo rodeado de mujeres. Muchos lo recuerdan como un caballero con las damas que poseía cierto atractivo que llamaba la atención. Algunos de sus múltiples romances fueron muy sonados.
En sus años de lucha clandestina entró en contacto con Natalia Revuelta, una hermosa rubia y personaje de la alta sociedad cubana. En 1956 nació su hija, Alina Fernández, quien creció con el apellido de su padrastro para no despertar suspucias. Se la conoció como la niña rebelde de Castro, ya que en 1993 salió de la isla hacia Miami con una falsa identidad.
Sin duda, una de las mujeres más importantes de la vida del líder comunista fue Celia Sánchez, a quien conoció en 1957. Fue la primera mujer guerrillera, mano derecha, confidente y aliada suya, que hizo cumplir sus órdenes al pie de la letra. Fue clave en el alzamiento de Castro y, tras participar activamente como combatiente, se convirtió en secretaria de la Presidencia del Consejo de Ministros. Pasó a ser una de las amantes más respetadas por la sociedad cubanaal contribuir en la revolución por más de dos décadas.
María Laborde, activista y madre de su hijo Jorge Ángel, fue el enésimo de sus romances. Aunque el guerrillero nunca discriminó otras opciones mucho más diferentes, por ejemplo su escarceo con Ava Gadner, la actriz estadounidense considerada uno de los mitos del Séptimo Arte.
La única amante de Castro que lo buscó por propio beneficio fue la espía estadounidense Marita Lorenz, quien, al final, también acabó enamorada de él. Su historia es de película. De raíces alemanas y estadounidenses, fue víctima del régimen nazi hasta ser rescatada de un campo de concentración a los 7 años. Su familia y ella emigraron a EE.UU. tras la Segunda Guerra Mundial.
Allí se asociaría con la CIA, quien le encargó que se acercase al guerrillero para conocer de cerca al enemigo. Fue tal su implicación que se enamoró de él y quedó embarazada sin importarte las consecuencias. Se habló de aborto, pero años después se supo que sí había nacido el niño, aunque se lo arrebataron tras el parto.
Marita fue contratada por el gobierno estadounidense de nuevo y le encomendó una nueva misión: matar a su amante. «No pude hacerlo […] seguía enamorada de él», reconoció años después en una entrevista.
Esta claro que el líder revolución cubana tuvo una vida sexual desenfrenada, aunque la cifra de 35.000 amantes que señala el «New York Post» es demasiado exagerada para ser del todo cierta. Esta no es la primera vez que se intenta dramatizar la biografía de Fidel Castro, como los 600 intentos de asesinato sufridos o que se fumó su primer puro a los 14 años.
Origen: La verdad tras el exagerado mito sexual sobre Fidel Castro